Pablo de Benavides: “El pasado 8 de diciembre lloró la estatua de bronce de la Virgen de La Salette”
Pablo de Benavides, ingeniero industrial y consultor de estrategia. Casado y padre de 4 niños pequeños. Catequista durante más de 15 años. Ha estudiado los temas, que aparecen en el libro Señales del fin, apasionadamente con la sistematización de un consultor de estrategia corporativa. Y ha meditado durante años el contenido para facilitar a quien lo lea la comprensión de lo que está por suceder, para vivir estos tiempos con esperanza y para no caer en la confusión que lo impregnará todo.
¿Por qué un libro titulado Señales del fin? ¿Del fin de qué?
He dedicado varios años a estudiar los mensajes dados por la Virgen en numerosas apariciones y su correspondencia con las Sagradas Escrituras. La Virgen se lleva apareciendo de forma cada vez más frecuente en los últimos dos siglos haciendo un llamamiento a la conversión y alertando de los peligros de no hacerlo. Lo que hace 150 años era urgente, ya es inminente, porque se acerca el cumplimiento de numerosas profecías bíblicas que hablan del fin de estos tiempos nuestros que fueron dados a las naciones para su conversión. En muchas de sus apariciones, la Virgen nos da señales que anuncian la proximidad de este fin de época del mismo modo que lo dan la Sagradas Escrituras, porque fue deseo de Cristo que quienes vivieran estos momentos supieran leer los signos de los tiempos para escapar de todo lo que está por suceder (Lc 21, 36).
Lo que está por suceder es motivo de esperanza, porque se acerca nuestra liberación (Lc 21, 28). Cristo, la Virgen y multitud de videntes de probada santidad nos han dado señales, para que no nos alarmemos y para que cuando se verifiquen las señales más próximas a los eventos profetizados, podamos actuar en consonancia, como hicieron los primeros cristianos cuando Tito asediaba Jerusalén el año 70, entre otros el apóstol Juan con María, que huyeron a Éfeso.
Es el fin de estos tiempos, no el fin de la historia. Quedará al menos un resto fiel y un periodo de la historia en el que Satanás estará encadenado de nuevo. Este libro pretende ayudar a quien lo lea a entender lo que sucederá para vivirlo con esperanza, además de descubrir qué debe hacerse para sortear las difíciles pruebas que nos aguardan.
¿Por qué afirma que el mundo no camina en una línea de progreso ascendente en la que los hombres resolverán los problemas de la Humanidad?
Porque eso lo puede observar cualquier persona con una conciencia bien formada y que se mantenga informada de lo que pasa en el mundo, en la vida social, en la política y en las relaciones internacionales. Además, eso que es cada vez más evidente, ha sido profetizado. Se aproxima una gran tribulación, la mayor de la historia de la humanidad (Mt 24, 21) porque el mundo ha apostatado en su mayoría (2 Ts 2, 3). Así lo recoge también el catecismo en los números 673 a 677. Junto con la gran apostasía que vemos, la formal de los bautizados que abandonan la Iglesia y la informal de los muchos miembros de la Iglesia que siguen yendo a misa pero han perdido la fe católica tal y como ha sido transmitida durante casi dos milenios (Lc 18, 8), tenemos ante nuestros ojos el mayor genocidio de la historia, el de los 70 millones de abortos anuales (que podrían alcanzar los 700 millones sumando todos los descartes de fetos en tratamientos de fecundación in vitro) y la situación geopolítica más peligrosa del último siglo, con una amenaza real de conflicto nuclear a gran escala que podría llevarse la humanidad por delante si Dios no interviniera. Así que no, el hombre por sus propias fuerzas no conseguirá resolver los problemas de la humanidad, más bien, prepara su destrucción.
Incluso dice que el mundo camina hacia una gran tribulación como nunca se ha visto. Y puede que estemos a las puertas. ¿en qué se basa?
De la gran tribulación habló Nuestro Señor y lo recogen los sinópticos en Mateo 24, en Lucas 21 y en Marcos 13. Mi libro recoge muchos de los paralelos en el Antiguo Testamento. Juan Pablo II habló de ello en Fulda en 1981 al ser preguntado por el secreto de Fátima. Puede que estemos a las puertas, porque la Virgen en Garabandal y en Medjugorje nos ha dado pistas que indican que sucederá en vida de personas que hoy son septuagenarias. Cuando a Cristo le preguntan cuándo se producirían estas cosas, pudiendo no responder como hizo en otras ocasiones, dijo la famosa frase de que nadie conoce el día ni la hora (Mt 24, 36), pero como detalle a algo que había dicho justamente antes, en el versículo 32. Hay, pues, es donde hay que dirigir la mirada para entender la respuesta. Jesús dijo que todo debía suceder antes de que pase la generación de la higuera (Mt 24, 32). Para entenderlo, hay que tener presente que la higuera representaba a Israel (1 Re 5, 5). Pues bien, Israel dejó de existir como entidad política con la destrucción de Jerusalén del año 70 d.C., hasta que reapareció el 12 de mayo de 1948. Como vemos, la generación que nació en 1948 también es hoy septuagenaria. Como se puede ver, la Virgen sólo nos está ayudando a comprender el Evangelio.
Hoy en día no se habla del pecado en la sociedad y poco en la Iglesia…pero el pecado está muy presente y las ofensas a Dios tienen sus consecuencias…
La realidad existe ahí fuera, aunque no queramos verla, lo que pasa es que las filosofías modernas se han construido de espaldas a la realidad pretendiendo que las cosas son como las vemos o como queremos que sean y al final, las ideas de los filósofos han permeado a la sociedad. Pero no, la maldad del pecado está ahí, es una ofensa contra Dios en primer término y en la mayoría de los casos también un mal cometido contra otras personas. Y efectivamente, el pecado tiene consecuencias. En Fátima, la Virgen dijo a los pastorcillos que si los hombres no se enmendaban habría una nueva guerra, peor que la que en esos momentos se vivía. Dijo la Virgen que esa guerra sería enviada por Dios como un castigo, pero castigo provocado por el pecado de los hombres. Una sociedad que ha fijado su meta en el bienestar y el placer, relativista hasta la médula, difícilmente puede engendrar personas virtuosas. Las hay, pero son pocas. La mayoría de la sociedad en la que vivimos no tiene conciencia de pecado y, por tanto, es muy difícil que evite lo que no concibe como un problema. Y así, de la misma forma que cualquier persona en su pequeña escala se aleja de Dios, así también lo hacen quienes tienen poder a mayor escala y que son capaces de llevar la destrucción y el caos a todo el mundo.
En las apariciones de La Salette, en los Alpes franceses en 1846, la Virgen se apareció a dos niños llorando por los males que se vendrían al mundo por los pecados de los hombres. Juan Pablo II dijo que ésta era el corazón de las profecías y que las lágrimas de la Virgen son una señal de la gravedad del pecado y de sus consecuencias. Pues bien, este pasado 8 de diciembre, día de la Inmaculada, la estatua de bronce de la Virgen en el santuario de la Salette lloró de verdad, milagro similar al de Akita, Czestochowa o Civitavecchia. Es una llamada de atención para recordar su mensaje y tomarlo en serio.
El mensaje de muchas apariciones marianas apunta en esa dirección…
En Garabandal se dice que antes del Aviso, Rusia invadirá Europa. En la parte no revelada del tercer secreto de Fátima algo se dice también, porque Francisco I ha consagrado a Rusia y a Ucrania al Inmaculado Corazón de María y a ningunos otros contendientes en cualquiera de las guerras que han asolado el mundo durante su pontificado. En Tre Fontane a Bruno Cornacciola y a la beata Elena Aïello más de lo mismo y en Civitavecchia, se apunta que esta guerra que se prepara ya será nuclear. El profeta Ezequiel habló de una guerra que involucrará a Israel, a Irán (Persia) y a Rusia (el reino del norte, Gog y Magog). En La Salette se dice que París desaparecerá bajo el fuego. Así que sí, el mundo que no hace caso a los mensajes de la Virgen, que no se convierte y no cree en el Evangelio, camina hacia su autodestrucción. Pero Dios intervendrá antes de tal destrucción con el Aviso anunciado en Garabandal y en el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 30 (que no se producirá al fin de la historia como muchos erróneamente creen).
No solo hay que hablar de castigo sino de esperanza para los que permanezcan fieles…
Primero hay que recordar que el castigo es condicional, sólo si la humanidad no se convierte. Pero como ese no parece ser el caso, efectivamente, hay que estar alegres y con la cabeza bien alta, porque a pesar de la tribulación que tenemos en frente de nuestras narices, aunque la inmensa mayoría no se la espere, se acerca nuestra liberación, liberación de un mundo corrompido por el pecado, donde abunda la violencia, la injusticia, la corrupción, los abusos de todo tipo, la desesperanza, la soledad, etc. Porque no estamos a las puertas del fin de la historia, sino del fin de estos últimos tiempos, tras los cuales ha de instaurarse el reino prometido, por el que pedimos en cada Padrenuestro. Viene un mundo estupendo, donde habitará la justicia, donde habrá una sola Iglesia y un solo pastor. Es que lo que viene después es una maravilla, es el triunfo del Inmaculado Corazón de María, es el cumplimiento de la promesa dada al padre Hoyos del reinado del Sagrado Corazón en el mundo y con más veneración en España que en otras partes.
¿Cuál es la conexión entre las revelaciones privadas recientes, en especial las dadas por la Virgen en sus apariciones de los últimos 100 años, con las Escrituras y la Tradición de la Iglesia?
La Virgen, como hemos visto, nos ha dado en sus numerosas apariciones las pistas para entender el orden de los acontecimientos de la gran tribulación y del triunfo de su Inmaculado Corazón que están dispersas en multitud de pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Es como el dedo que señala el camino para organizar el puzzle. Está todo en la Biblia, pero Dios ha querido que sea su Madre la que saque a la luz cantidad de información que estaba oculta en las Sagradas Escrituras porque no era para tiempos anteriores sino para los nuestros. A las revelaciones marianas hay que sumar una multitud de videntes, muchos declarados santos, beatos y venerables, que desde hace siglos anuncian características de esta época (las mujeres vestirán como hombres, los sacerdotes como laicos, etc.). Santa Hildegarda, San Vicente Ferrer, Santa Faustina Kowalska, San Juan Bosco, el Padre Pío, la beata Ana Catalina Emmerick, el beato padre Palau y un largo etc. Junto con las Escrituras, la Tradición de los Santos Padres también es abrumadora al respecto hasta San Jerónimo, que viró en su interpretación por un problema con una herejía de su época. Más recientemente el cardenal Newman o monseñor Fulton Sheen, han alumbrado estos misterios que, sin embargo, la mayoría de fieles y consagrados desconocen.
¿Cuál es la mejor manera de estar preparado para estos tiempos?
Lo fundamental es vivir en gracia frecuentando los sacramentos. En particular, me parece muy importante hacer una confesión general, que ayudará a ordenar nuestra vida y a limitar el impacto que tendrá en nosotros el Aviso, donde conoceremos no sólo los pecados que hemos cometido a lo largo de toda nuestra vida sino también el bien que no hicimos. A eso habría que sumar varias cosas para mejorar la preparación. En La Salette, 1846, la Virgen pidió respetar el descanso dominical, así que nosotros deberíamos dejar de trabajar y hacer trabajar en domingos y fiestas en la medida de lo posible, es decir, evitar ir a restaurantes, cines, centros comerciales, museos… Es algo que hemos olvidado pero que tiene su importancia, porque el domingo es un día especial para el Señor y para reforzar lazos familiares y de amistad y alejarnos del consumismo imperante en nuestra sociedad. En Fátima, 1917, la Virgen pide rezar el rosario diariamente. En Garabandal, 1961 y 1965, pide ser muy buenos, visitar al Santísimo con frecuencia y meditar la Pasión. En Medjugorje, desde 1981, pide hacer ayunos todas las semanas. Además, hay cosas que deben tenerse en cuenta para cuando se comiencen a dar las señales del fin, porque el mismo Señor nos dijo que estuviéramos atentos para poder escapar de la que se nos viene encima (Mt 24, 15; Lc 21, 36; Ap 18, 4). Serán tiempos de gran tribulación, donde escaseará la comida, donde fallarán las cadenas de suministros, donde se impondrá el control de lo que se pueda comprar y vender…Y serán también tiempos de gran confusión. Así que meditar y conocer lo que el Cielo ha querido revelarnos y que yo resumo en el libro hará mucho bien a quien lo lea para prepararse.
Se trata de unir ambas cosas, lo que es válido para un cristiano de cualquier tiempo y lo propio de quienes tengan que vivir estos tiempos futuros tan difíciles como apasionantes, a la espera de la restauración universal (Hc 3, 21). Se trata de unir ambas (“y”) no de escoger (“o”), porque no es opcional estar preparados para tiempos tan especiales para quien quiera seguir las indicaciones del propio Jesús y de su Madre Santísima.
¿Qué es lo que aporta de nuevo este libro con relación a lo que se había escrito al respecto?
Es un libro muy cortito, sólo 150 páginas, fácil a pesar del contenido, escrito para que cualquiera pueda entenderlo, sin necesidad de una gran formación teológica o de acudir a infinidad de fuentes, algunas bastante complejas y muchas de dudosa validez. Hay muchos videntes y uno tiene que examinar si lo que dicen es coherente con la revelación pública. Eso lleva mucho tiempo y en muchas ocasiones no es concluyente, así que este libro es para quien quiera ordenar ideas, o nunca se haya interesado por estos temas y sea devoto de la Virgen en sus apariciones de Fátima, Lourdes o Garabandal o vea con preocupación la deriva geopolítica que está tomando el mundo.
En este libro he sido muy cuidadoso en diferenciar lo que enseña la Biblia, lo que ha dicho la Virgen en apariciones marcadas por abundantes conversiones y sucesos sobrenaturales, lo que enseña la Tradición y lo (poco) que ha dicho el Magisterio al respecto, diferenciando claramente lo poco que es opinión mía. Así, cualquiera con unas pocas horas podrá entender lo que está por venir y podrá prepararse como fue deseo de Nuestro Señor, que para eso nos advirtió, no para que sus palabras cayesen en saco roto. En particular es un libro muy útil para sacerdotes, para que se quiten de la cabeza ideas equivocadas al respecto que han proliferado en muchos seminarios y entiendan que lo que la Virgen ha revelado está totalmente fundado en las Escrituras. Cristo ha de venir a reconducir la historia instaurando el reino por el que nos enseñó a pedir, precisamente porque es algo que debe verificarse aquí en este mundo (de lo contrario, no tendría mucho sentido pedir que venga un reino que no es de este mundo, que está en el cielo, pero que debe ser de este mundo). Es un libro fácil de leer y pensado para que sin formación teológica uno lo pueda entender, pero es también un libro para los avanzados en teología, para recapitular todas las referencias necesarias para entender las apariciones marianas y las Escrituras.
Por Javier Navascués
6 comentarios
Creo que la gran tribulación ya está aquí y se va desarrollando mediante oleadas (la 'pandemia' fue una). Se están encendiendo demasiados focos de crisis en todo el mundo de manera programada, estamos tensando demasiado la cuerda; y Dios está siendo tan bueno con nosotros que la cuerda aún resiste. Vivimos días tremendamente duros pero tenemos que perseverar aferrados al Señor; como señala Pablo de Benavides, la santidad de Sus elegidos es fundamental para que se mitigue lo que queda por venir sobre la humanidad.
"Vi el video del supuesto llanto de la estatua de N. Señora de la Salette el 8 de diciembre. Nadie llora con un solo ojo, en este caso, el derecho. Esto basta para descartar algo sobrenatural, me parece".
Padre: yo tampoco vi que la estatua de la Virgen parpadeara y 'nadie llora sin parpadear'. Me parece que la lógica que usted aplica es inconsistente. Estas manifestaciones son (o pueden ser, no afirmo que necesariamente lo sean) 'signos' o señales de Dios, no tienen que ser manifestaciones naturalmente perfectas, realistas y completas de cierto gesto humano para significar lo que sabemos significan o pueden significar, como en este caso, las lágrimas o el llanto en una imagen de Nuestra Señora en las circunstancias actuales. Es posible que no sea más que una 'casualidad' natural, pero el significado es tan poderoso, tan congruente con los llamados de la Virgen en sus apariciones recientes y tan oportuno el tiempo en que acontece, que no nos debe deja indiferentes o al menos preocupados y anhelantes de consolar, la tristeza y sufrimiento de nuestra Madre.
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