Análisis de uno de los graves errores de Lutero, Sola Scriptura y su influencia en el subjetivismo moderno
Juan Carlos Monedero es licenciado en Filosofía por la Universidad del norte Santo Tomás de Aquino. Escritor. Argentino. Autor de varios libros y un buen número de artículos.
¿Qué papel o lugar tienen las Sagradas Escrituras dentro de la doctrina católica?
Tienen un lugar decisivo. Dios ha inspirado a ciertos hombres, a lo largo del tiempo, para que ellos comunicaran sus mensajes. Estos mensajes se enseñaron de generación en generación de forma oral y, luego, terminaron siendo puestos por escrito. La enorme mayoría de estos hombres nunca se conocieron entre sí, pero sin embargo todos están unidos por el mismo Espíritu Santo.
En el Nuevo Testamento, los escritores sagrados (los hagiógrafos) sí se conocieron entre sí: de hecho, San Mateo y San Juan evangelista eran dos discípulos de Jesús. Marcos fue discípulo de San Pedro. San Lucas fue discípulo de San Pablo. Sabemos que San Pablo conoció a los apóstoles, como sabemos que muchas de sus cartas forman parte del canon bíblico. Y podríamos seguir. Los 71 o 73 libros de la Biblia (según cómo se consideren, son 71 o 73) constituyen la Tradición Escrita. Por otro lado, como dice Castellani en El Evangelio de Jesucristo, los Cuatro Evangelios fueron primero comunicados oralmente en arameo y –cuando la predicación al habla griega se hizo necesaria– las palabras en arameo son traducidas al griego.
Luego, como todo texto escrito, los católicos reconocemos un Magisterio capaz de interpretarlo. Además del Magisterio, los católicos reconocemos también una Tradición Oral. En la doctrina católica, tiene lugar una armónica síntesis entre Magisterio, Tradición Escrita (Biblia) y Tradición Oral.
El Magisterio de la Iglesia puede ser extraordinario cuando define ex cathedra. Tales definiciones son infalibles porque, en esos casos, el Papa participa de la infalibilidad divina: de la misma manera que los hagiógrafos –inspirados por el Espíritu Santo– necesariamente escribieron la verdad, también la Iglesia cuando enseña ex cathedra. Estas definiciones irreformables desarrollan doctrina implícita en las Sagradas Escrituras y expresan contenidos que no se hayan literalmente en la Biblia, conforme a las palabras de San Juan 16, 12-14. En la Última Cena, Cristo le promete a los Apóstoles el Paráclito (el Espíritu Santo), el cual les enseñará más verdades aún: “Aún tengo que deciros muchas cosas: mas no las podéis llevar ahora. Mas cuando viniere aquel Espíritu de verdad, os enseñará toda la verdad. Porque no hablará de sí mismo: mas hablará todo lo que oyere, y os anunciará las cosas que han de venir. El me glorificará; porque de lo mío tomará y lo anunciará a vosotros”.
¿Cuáles son los principales sentidos que tiene el texto sagrado?
Respondo con Santo Tomás de Aquino, quien ya desde el comienzo de la Suma Teológica nos brinda coordenadas. En I, q. 1, art. 10, sed contra, cita a San Gregorio, quien nos enseña: “Por su modo de hablar, la Sagrada Escritura está por encima de todas las ciencias, pues con un mismo texto relata un hecho y revela un misterio”. Y después ampliará y dirá que el primero de los sentidos de la Biblia es el sentido LITERAL o HISTÓRICO. Luego vendrá el sentido ESPIRITUAL, que “supone el (sentido) literal y en él se fundamenta”.
A su vez, nos dice el Aquinate, el sentido espiritual “se divide en tres". Mostrémoslo a continuación:
a) Espiritual-alegórico
b) Espiritual-moral
c) Espiritual-anagógico
Todo aquello que figura en los textos del Antiguo Testamento (la Antigua Alianza o Antigua Ley) pero es “figura” de la Ley Nueva, de la ley de Cristo, corresponde al sentido a). Es decir, corresponde al sentido espiritual-alegórico. Los Padres de la Iglesia decían: “Cristo está latente en el Antiguo Testamento y patente en el Nuevo Testamento". Así, por ejemplo, el pecado de Adán (por el que todos morimos) es figura inversa del Sacrificio de la Cruz de Cristo (por el que todos somos redimidos, en la medida en que aceptemos esa Redención y obremos conforme a ella, obviamente). Eva es figura -inversa- de la Virgen: si por una Mujer entró el pecado, por otra Mujer seremos redimidos del pecado. Abel es figura de Cristo: el inocente asesinado por sus hermanos. Y así podríamos seguir. Todo esto es sentido espiritual-alegórico. Como ves, no se opone al sentido literal (no tenemos que caer en falsas disyuntivas) sino que se apoya en él. Por lo tanto, Adán, Eva y Abel existieron históricamente y –además– acontecimientos de sus vidas permite descubrir el sentido espiritual-alegórico.
Aquello que “ha tenido lugar en Cristo o que va referido a Cristo, y que es signo de lo que nosotros debemos hacer”, dice Santo Tomás, corresponde al sentido b). Es decir, al sentido espiritual-moral.
Finalmente, aquello que “es figura de la eterna gloria", corresponde al sentido espiritual-anagógico. O sea, al sentido c).
Una de las reglas de interpretación sostiene lo siguiente: cuando el sentido literal de algún fragmento choca con alguna verdad teológica, filosófica o de sentido común, en tal caso prevalecen otros de los sentidos mencionados. Por ejemplo: “en verdad os digo, que si tuviereis fe, cuanto un grano de mostaza, diréis a este monte; pásate de aquí a allá, y se pasará…” (Mt. 17, 20). El sentido de la frase no es que un monte se traslade de un lugar a otro por virtud divina sino creer que lo imposible para el hombre es posible para Dios. No aplica aquí el sentido literal. En cambio, un texto bíblico no puede carecer de sentido espiritual.
Contra esta arquitectura de la doctrina católica, el Protestantismo lanzó sus dardos en el siglo XVI. ¿En qué se basó Lutero para sostener Sola Scriptura?
Lutero sostenía que la Iglesia Católica, especialmente durante los siglos anteriores a él mismo (lo que llamamos hoy “Edad Media"), habría agregado supuestamente a la verdadera fe otras doctrinas y otras prácticas que o bien no estaban dentro de la Biblia o bien contradecían doctrinas bíblicas.
Su reacción fue plantear una suerte de “principio de higiene” y volver “a lo seguro". Y lo seguro sería la Sola Scriptura. Es permanente en los protestantes el argumento de “volver a la Iglesia Primitiva", a la Iglesia de los primeros siglos, que no se había “contaminado” todavía con la visión católica.
¿En qué consiste el error de Sola Scriptura?
Como tesis, la Sola Scriptura tiene cientos de vulnerabilidades y puntos débiles. Exploramos estos argumentos en varios de los cursos de la Academia Catena Aurea. Vamos a mencionar algunos.
Primero: la Sola Scriptura no es una doctrina de la Iglesia Primitiva. No podía serlo por varios motivos: la alfabetización y capacidad de lectura no estaba tan extendida en el mundo como hoy, por lo que la comunicación era principalmente oral. No podía haber Sola Scriptura cuando la mayoría de la gente no sabía leer.
Segundo: una compilación de libros que pudiésemos llamar “Biblia” no existió sino hasta finales del siglo IV. No podía haber Sola Scriptura cuando todavía no había Escrituras propiamente, ¿verdad?
Tercero: no hay en el mundo protestante un concepto claro y cristalino de Sola Scriptura. Para algunos es la única autoridad, para otros es la autoridad final pero no única, para otros es la única autoridad infalible mientras que las demás serían autoridades no infalibles. Algunos toman los concilios de la primera mitad del milenio I, otros no, algunos se apoyan en Santo Tomás de Aquino, otros lo descartan. Es realmente un caos. En general, me ha pasado que –en cada debate sobre Sola Scriptura–, cada protestante la define distinto.
¿Qué consecuencias ha traído el protestantismo?
Son incontables. Dividió el campo cristiano, que a partir del siglo XVI estará fragmentado en Europa, formándose así las iglesias nacionales. Al unirse la herejía con el poder político, su perdurabilidad quedó asegurada tal como se puede ver hasta el día de hoy. Luego de más de 500 años, la Reforma sigue vigente, sus principios siguen activos y operando.
No es casual que el Protestantismo haya visto la luz en el marco de los albores de la Modernidad. El espíritu subjetivista moderno estará fuertemente ligado a los reformadores: “lo que yo interprete de la Biblia, vale para mí". La consecuencia de esto ha sido la proliferación cuasi infinita de iglesias y denominaciones. Es interminable. Cada creyente se siente “autorizado por el Espíritu Santo” para fundar su propia iglesia y entonces se desgaja de la congregación a la que pertenece y funda otra.
En el caso particular del Luteranismo, su negación del Libre Arbitrio, su negación del valor de las obras y su concepción negativa de la inteligencia humana ha provocado esas falsas disyuntivas que luego son tan habituales en la cultura: si nosotros los católicos decimos “Fe y Razón", ellos dicen “Fe o Razón". Si nosotros decimos “Gracia y Naturaleza", ellos dicen “Gracia o Naturaleza". Nosotros decimos “Fe y Obras” pero ellos plantean que hablar de las obras injuria la gloria de Dios.
En el caso particular del Calvinismo, su visión de la naturaleza humana como “totalmente depravada” puede producir una desesperación espiritual enorme. La idea de que Dios preordena a los hombres al Infierno –como dice la Confesión de Fe de Westminster– bien puede generar presunción o desesperanza. La idea calvinista de que el creyente tiene la salvación asegurada y no puede perderla ("salvo, siempre salvo") produce como consecuencia el quietismo, la comodidad, la conformidad y complacencia con uno mismo. Y así podríamos seguir. Son herejías peligrosas para la vida espiritual.
¿Por qué Dios ha dado a la Iglesia el poder de interpretar la Sagrada Escritura, lo que se conoce como Tradición?
El órgano de intérpretes de las Escrituras no es un capricho de la Iglesia Católica. Es una necesidad lógica. También en los sistemas jurídicos occidentales existe un cuerpo de sabios (juristas) que interpretan las leyes y un Tribunal (la Corte Suprema) que en última instancia son las que definen y determinan el sentido de las palabras. Esto tiene que ser así.
Personalmente, creo que la falta de conciencia de los protestantes de este punto es la principal causa de las discusiones. Ellos no se dan cuenta de que el ser humano es el que, en definitiva, actualiza el sentido de las Escrituras al leerlas. Tampoco se dan cuenta de que la aplicación de la doctrina bíblica contenida en las Escrituras no puede ser “mecánica” sino que requiere un ajuste, requiere una adecuación, algo para calibrar, y esa adecuación o ajuste es extrabíblico. Pongamos ejemplos.
La Biblia nos habla de no mentir, de respetar al prójimo, etc. ¿Cómo se aplica esto en internet? Porque Internet no existía obviamente cuando las Escrituras fueron escritas. Tiene que mediar una autoridad, por tanto, para tomar esos preceptos morales y adecuarlos al caso de hoy. Otro ejemplo: vacunas realizadas con fetos abortados. ¿Qué hacer? La Escritura no da respuesta. Necesariamente, debemos extraerla a partir de ella pero su contestación no está literalmente en ella. ¿Anticoncepción? ¿Buena o mala? Hay mil ejemplos. Casos como estos demuestran que la Biblia, como tal, no es suficiente para explicar dilemas morales actuales, por lo que se necesita una autoridad distinta de la Biblia para interpretarla. No hay una sola palabra bíblica sobre la transfusión de sangre, sobre las bombas atómicas, sobre la ideología de género. Aquel que extrae consecuencias y las aplica a esos temas está realizando una hermenéutica. Ahora bien, esa hermenéutica es una interpretación falible de textos infalibles. ¿Cómo sabe que la interpreta adecuadamente? No lo puede saber. Por eso se requiere una autoridad en el acto de interpretación. Dios ha dado la potestad para interpretar y definir esos significados a la Iglesia Católica, “columna y fundamento de la verdad” (I Timoteo 3, 15).
¿Por qué es peligroso que cada uno interprete libremente la Biblia?
Porque lleva al caos y a la anarquía. Nuestro Señor no quiso una anarquía, él fundó una jerarquía. Fundó una Iglesia. Estableció una autoridad máxima (Pedro) y autoridades inmediatamente secundarias: los Apóstoles. La idea de una autoridad no es un invento post bíblico: está en las mismas escrituras. Veamos ejemplos:
Hechos 6, 2-4: “Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra»”.
Aquí se lee que los diáconos asisten a los líderes que están por arriba de ellos a fin de aliviarles ciertas tareas que los apartarían de la Palabra de Dios y de la oración. Mostremos otro fragmento:
I Tesalonicenses 5, 12-13: “Les rogamos, hermanos, que sean considerados con los que trabajan entre ustedes, es decir, con aquellos que los presiden en nombre del Señor y los aconsejan. Estímenlos profundamente, y ámenlos a causa de sus desvelos. Vivan en paz unos con otros”.
San Pablo dice a los laicos que hay personas que “los presiden en nombre del Señor” (1 Tesalonicenses 5, 12). Los laicos obedecen, los que presiden mandan. Otro versículo:
I Timoteo 5, 17-18: “Los presbíteros que ejercen su cargo debidamente merecen un doble reconocimiento, sobre todo, los que dedican todo su esfuerzo a la predicación y a la enseñanza. Porque dice la Escritura: No pondrás bozal al buey que trilla, y también: El obrero tienen derecho a su salario”.
San Pablo explica que los presbíteros (sacerdotes) deben enseñar y administrar (1 Timoteo 5, 17b). Agrega: quienes hagan esto “debidamente” (1 Timoteo 5, 17a) merecen su reconocimiento. Como leemos a continuación, San Pablo encomienda a Timoteo la tarea de disciplinar:
I Timoteo 5, 20-22: “A los que incurran en pecado, repréndelos públicamente, para que sirva de escarmiento a los demás. Delante de Dios, de Jesucristo y de sus ángeles elegidos, te ordeno que observes estas indicaciones, sin prejuicios y procediendo con imparcialidad. No te apresures a imponer las manos a nadie, y no te hagas cómplice de pecados ajenos. Consérvate puro”.
Timoteo y otros tienen la autoridad: tienen la tarea de “imponer las manos” pero deben hacerlo bien, sin apuros, para no volverse cómplice del mal que hizo otro. Su deber es reprobar abiertamente a aquellos que persisten en pecado (1 Timoteo 5, 20). Como vemos, la misma Biblia nos habla de una estructura jerárquica. Nos habla de normas, autoridades, tareas asignadas y responsabilidades. En la misma línea, observamos el siguiente pasaje:
Tito 1, 4-9: “A Tito, mi verdadero hijo en nuestra fe común, le deseo la gracia y la paz que proceden de Dios, el Padre, y de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Te he dejado en Creta, para que terminaras de organizarlo todo y establecieras presbíteros en cada ciudad de acuerdo con mis instrucciones. Todos ellos deben ser irreprochables, no haberse casado sino una sola vez y tener hijos creyentes, a los que no se pueda acusar de mala conducta o rebeldía. Porque el que preside la comunidad, en su calidad de administrador de Dios, tiene que ser irreprochable. No debe ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni pendenciero, ni ávido de ganancias deshonestas, sino hospitalario, amigo de hacer el bien, moderado, justo, piadoso, dueño de sí. También debe estar firmemente adherido a la enseñanza cierta, la que está conforme a la norma de la fe, para ser capaz de exhortar en la sana doctrina y refutar a los que la contradicen”.
Aquí, San Pablo habla de las cualidades de quien debe “presidir la comunidad”. Tiene que “organizarlo todo”, establecer presbíteros según ciertos criterios, poseer un conjunto de virtudes, sana doctrina, capacidad de exhortar y de refutar a quienes la contradicen. En otra carta, San Pablo agrega más indicaciones:
Hebreos 13, 17 y 24: “Obedezcan con docilidad a quienes los dirigen, porque ellos se desvelan por ustedes, como quien tiene que dar cuenta. Así ellos podrán cumplir su deber con alegría y no penosamente, lo cual no les reportaría a ustedes ningún provecho. (…) Saluden a todos sus dirigentes y a todos los hermanos. Los hermanos de Italia les envían saludos”.
Como se ve, claramente se pone en cabeza de los laicos el deber de obedecer dócilmente a los líderes de la comunidad. ¡Está en la Biblia! Aquel protestante que diga que la Iglesia Católica se inventa jerarquías cuando “la Biblia no nos habla de autoridades” va contra la Escritura misma.
Puntualmente, ¿qué resultados se siguen de la idea de que cada uno puede interpretar libremente la Biblia, según la conocida idea protestante?
Está ampliamente comprobado por la experiencia que la “interpretación libre” de las Escrituras lleva a la contradicción infinita. Pongamos ejemplos: aplicando el mismo principio de Sola Scriptura y aplicando el principio de Interpretación Libre, algunos protestantes llegan a la conclusión de que el bautismo debe aplicarse a los infantes. Otros dicen que sólo a los adultos. ¿Mostramos más ejemplos?
Ejemplo 2: Algunos abominan del Catolicismo. Otros dicen: “soy católico pero no romano".
Ejemplo 3: Algunos tienen a Santo Tomás como un pseudo precursor del calvinismo. Para otros, Santo Tomás es la viva imagen de la desgraciada helenización de la fe. ¡Santo Tomás sería racionalista!
Ejemplo 4: algunos aceptan la anticoncepción, otros no.
Ejemplo 5: algunos aceptan la administración del Bautismo por parte de mujeres, otros no.
Ejemplo 6: algunos ordenan mujeres al ministerio, otros no.
Ejemplo 7: hay grupos metodistas favorables a la ideología LGBT, otros son totalmente contrarios.
Ejemplo 8: hay quienes aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo, otros se oponen completamente.
Ejemplo 9: algunos consideran “apóstatas” a los que vivieron en el protestantismo y luego se convierten al Catolicismo, para otros son todos caminos lícitos de salvación.
Ejemplo 10: algunos sostienen que la existencia de Dios no se puede probar mediante la razón (fideístas), otros sostienen que sí es demostrable racionalmente.
¿Qué nos puede decir como conclusión?
Hay que estudiar mucho, y ya desde la pre-adolescencia. Es tarea de los padres formarse, leer, estudiar y hacer que sus hijos estudien la doctrina católica, para ir incorporando elementos y herramientas que permitan defenderla. No se ama lo que no se conoce. Tuve la gracia de que mis padres me fomentaran la Apologética, pensar, razonar, ir buscando el punto débil al argumento. Cuando volvía de Misa semanal, allá lejos en 2001-2002, discutía con Testigos de Jehová con 16 años y en la calle. A veces uno ve que chicos jóvenes católicos evitan la discusión. Como si tuviesen demasiados reparos. Hay que perderle el miedo a eso. Es importante practicar una suerte de “des-sensibilización". Hay que insensibilizarse y acostumbrarse a escuchar, a proponer argumentos, a debatir, a confrontar. Al principio vas a perder frente a alguien experimentado. Pero, ¿cuántas veces una derrota te mueve a estudiar más para prepararte mejor?
En mi experiencia, eso es lo que me ha ocurrido. No fallaba mi fe, fallaba yo, y entonces ante un planteo cuya respuesta desconocía, esto me movía a estudiar más, a preguntar, a ir a un sacerdote, a otro, a consultar, a buscar respuestas. Tenemos que fomentar esta sana curiosidad intelectual. En I Pedro 3, 15-16 leemos: “estar siempre dispuesto a dar respuesta a todo el que le pida razón de su propia fe”. Y para eso hay que estudiar. Hay que leer, formarse, escuchar debates, analizarlos, desglosarlos y masticarlos (si me permitís el término gastronómico).
¿Sabes qué me preocupa? Voy a conferencias y veo que la gente no toma apuntes. ¡No toman apuntes, Javier! Es una barbaridad. Cuando tú tomas apuntes, además de escuchar el contenido, lo refuerzas con la mano, con el trazo y eso hace posible una mejor apropiación. Nosotros esto lo enseñamos en Catena Aurea. Estamos ansiosos por enseñarlo. El que no practica la toma de apuntes no incorpora todo lo que puede, es una pena.
¿Por qué crees que hay gente que se formó toda la vida en el Catolicismo, tomó el Bautismo, la Comunión, la Confirmación, y sin embargo –cuando sale a la vida adulta– lo confrontan unos compañeros del trabajo que son evangelistas y estos buenos muchachos terminan haciendo agua por todos lados? ¡Porque no los entrenaron! Creo que el Padre Loring decía “Católico Ignorante, Futuro Protestante". Es así. O por lo menos, católico ignorante no puede comunicar su fe, no irradia, no da fruto, no da testimonio, no presenta batalla.
Desde lo que yo viví, te puedo decir que los protestantes “se la bancan” (permíteme el argentinismo), discuten, argumentan, muchos están muy preparados y respetan a los católicos que saben explicar sus doctrinas. Yo los valoro porque son coherentes: ¡qué buen vasallo si tuviera buen señor! También valoro a aquellos protestantes que luchan contra el Evolucionismo en buena parte del mundo. Tienen trabajos muy interesantes. Los he leído y estudiado profusamente. Nada me gustaría más que vuelvan al redil: Ut Unum Sint, dice Nuestro Señor. “Que sean uno". Ese es nuestro deseo. Que vuelvan a la Iglesia Católica. Hay que trabajar para eso. Y darles los argumentos que nos piden. A veces, lo que necesitan es eso: que le demos fundamentos de la fe.
Por Javier Navascués
17 comentarios
Con la Tradición de la Iglesia (en mayúsculas) la Biblia es un libro que merece una lectura diríamos "de rodillas", por ser EL LIBRO revelado por Dios a la Iglesia. Porque es la fe de la Iglesia, revelada por Cristo, la que redactó y compiló EL LIBRO, la que le da el marchamo de su autoridad divina, y a cuya interpretación auténtica debemos los fieles lectores obedecer. Como dice la propia Biblia, la Iglesia es la "columna y el fundamento de la Verdad. La Iglesia, no la Escritura. La Iglesia, cuya autoridad divina deriva de ser fundada por Cristo sobre la roca de Pedro y su fe. Y es la Iglesia la que hizo la Escritura
Por ello, sin la Tradición (con mayúsculas) la Biblia es un mero libro, extraordinario y bellísimo en muchos pasajes, soporífero y perturbador en otros. Y que requiere un "fideísmo irracional" para ser tomado en su integridad como "Palabra de Dios".
Dentro del protestantismo conviene distinguir dos sectores:
1- El protestantismo evangélico o protestantismo que asume las tesis de la "Reforma".
2- El protestantismo liberal, que es exactamente lo mismo que el catolicismo modernista. Es decir, ni siquiera se le puede llamar cristianismo. No lo es.
Se da la circunstancia de que en Alemania a los luteranos se les llama evangélicos, pero en un 95% son liberales. Por tanto, aunque se llamen así, no lo son y no son reconocidos como tales por los demás. De hecho, hay ya "iglesias" luteranas independientes que sí siguen la doctrina de Lutero y no esa basura inmunda liberal.
Dentro de los evangélicos, hay diferencias sustanciales en estas doctrinas:
Sacramentos, especialmente Bautismo (a niños o solo adultos; salva o no salva), Santa Cena/Eucaristía (presencia real o no) y Matrimonio (algunos admiten el divorcio y recasamiento, otros no)
Predestinación/Perseverancia final de los santos/Expiación limitada/gracia irresistible (tesis de Calvino o de Arminio)
Organización eclesial (obispos, pastores, consejo de ancianos, etc, etc)
Papel de la mujer (pueden liderar congregaciones o no)
La práctica totalidad admiten la anticoncepción.
La totalidad de los evangélicos rechazan el aborto.
Solo coinciden en una doctrina: el sola fide. Y resulta que es una doctrina claramente condenada por la propia Escritura. La única vez que las palabras SOLA y FE coinciden en la Biblia es en Santiago 2,24. Cito de la Reina Valera 60, que es la que más usan:
"Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe".
Es decir, con su Sola Scriptura se va al carajo su Sola Fide.
"No aplica aquí el sentido literal. En cambio, un texto bíblico no puede carecer de sentido espiritual".
Más bien, conforme a la enseñanza de santo Tomás, nunca puede no darse el sentido literal de la SE: si, en efecto, el mismo no se diera, el texto sagrado no tendría ningún sentido. Mientras que nada parece obstar a que no se dé ninguno de los tres sentidos espirituales en un determinado pasaje.
El sentido espiritual necesariamente supone el literal y se funda en él ("super litteralem fundatur, et eum supponit" [S. Th., I, q. 1, a. 10, c.]), pues, precisamente, se supone la primera significación de las voces referida a determinadas realidades, realidades que, a su vez, merced al sentido espiritual, significan otras realidades. De modo que sin un sentido literal no podría haber ningún sentido espiritual: pues, en efecto, son las mismas realidades significadas por el sentido literal las que constituyen el sentido espiritual al significar o figurar otras realidades.
Por lo dicho, el P. Tábet sostiene que una de las características del sentido literal es su universalidad, en el sentido de que todas las palabras y frases de la Sagrada Escritura poseen necesariamente un sentido literal.
Cordial saludo.
www.academia.edu/83034085/Los_sentidos_de_la_Sagrada_Escritura
Estimado Federico María, revisaré tu observación y si hay algo que corregir se lo indicaremos a Javier Navascués.
Saludos y muchas gracias por tu comentario.
"7. Anteponga la rectitud de carácter y la fe pura a cualquier comprensión literal de las palabras de las Escrituras. Según Agustín, un error exegético secundario es tomar una expresión literal en sentido figurado. Da un principio para ayudar a discernir si el pasaje es literal o figurado: “En general, ese método es entender como figurativo cualquier cosa en la Sagrada Escritura que no pueda atribuirse en un sentido literal ni a un carácter recto ni a una fe pura. La rectitud de carácter pertenece al amor a Dios y al prójimo; pureza de la fe al conocimiento de Dios y del prójimo” (DDC III:9:14). En otras palabras, si a primera vista las Escrituras parecen permitir o incluso recompensar un comportamiento inmoral, cualquier maldad, una falta de fe o una contradicción con la Sagrada Tradición, entonces el pasaje debe interpretarse en sentido figurado, no literalmente".
O sea, enfoco en esto: “entender como figurativo cualquier cosa en la Sagrada Escritura que no pueda atribuirse en un sentido literal ni a un carácter recto ni a una fe pura".
La cita la he extraído de aquí:
https://es.catholic.com/magazine/print-edition/scripture-through-the-eyes-of-augustine
Entiendo que un ejemplo de frases que no pueden tomarse literalmente serían la advertencia de Cristo de entrar manco o sin ojo al Cielo.
Aprecio el interés de todos por comentario y agradezco a otros foristas de InfoCatólica, como Luis Fernando, que hayan entrado a dejar más aportes que enriquecen el tema.
Saludo cordial para todos.
Pues no. Trata, por favor, de leer el artículo al que enlacé, en donde se explica in extenso el asunto. La cuestión está en que, conforme a la doctrina de santo Tomás, el sentido literal nunca se puede negar en la SE, siempre está presente. Y sin él no puede haber sentido espiritual alguno. Precisamente escribí ese artículo (en el que no hago sino recoger y explicar la doctrina de santo Tomás) por un error semejante a la hora de hacer la exégesis de Ap. 20, 1-10. La clave está en que el sentido literal puede ser o bien propio, o bien figurado o metafórico: pero ambos conforman el sentido literal. Tal es la doctrina de santo Tomás, conforme a la cual, para decirlo de modo claro y sin vueltas, es un absurdo sostener que pueda no darse el sentido literal de la SE, y es otro absurdo sostener que pueda, además, darse el sentido espiritual sin sentido literal alguno.
En la p. 7 está el ejemplo del pasaje del ojo (que, para el caso, viene aplicarse a lo de la mano). Cito: "cuando el sentido literal propio y gramatical es falso o repugna por algún motivo, entonces el sentido literal ha de ser impropio y metafórico, como ocurre en Mt 5, 29: el «ojo» que hay que arrancarse si resulta motivo de escándalo, ha de tomarse en sentido literal metafórico o impropio, entendido como significando algo que nos resulta muy valioso". Y no es jugar con los nombres: el sentido literal impropio o metafórico NO es el sentido espiritual. Santo Tomás es muy claro al respecto: en el escrito se reúnen sus textos (y también algunos de san Agustín).
Cordial saludo.
"Así, pues, el primer significado de un término corresponde al primer sentido citado, el histórico o literal. Y el contenido de lo expresado por un término, a su vez, significa algo. Este último significado corresponde al sentido espiritual, que supone el literal y en él se fundamenta" (respondo).
O sea, aquí no se dice que el sentido literal desaparece para dejar paso a otros. Se dice que el sentido espiritual SE FUNDAMENTA en el literal. Y, si se fundamenta en él, entonces el sentido literal no se ha evaporado.
Es posible que haya una contradicción entre San Agustín (lo que cité arriba) y Santo Tomás (lo que digo en este mensaje). O al menos, es muy posible que nosotros tres no seamos capaces de armonizar lo que dicen ellos.
Lo dejo aquí, ojalá aparezca quien pueda explicar esto. Gracias a ambos. Saludos
1. En cuanto a la referencia a san Agustín: "traduttore, traditore". Hasta la misma referencia no es correcta, al menos conforme a la edición que ofrece "augustinus.it", en donde es: De doctrina christiana, III, 10, 14. San Agustín habla del sentido propio y del sentido figurado, que corresponden ambos, conforme enseña santo Tomás, al sentido literal. Va el texto de san Agustín:
"Huic autem observationi, qua cavemus figuratam locutionem, id est translatam quasi propriam sequi, adiungenda etiam illa est, ne propriam quasi figuratam velimus accipere. Demonstrandus est igitur prius modus inveniendae locutionis, propriane an figurata sit. Et iste omnino modus est, ut quidquid in sermone divino neque ad morum honestatem neque ad fidei veritatem proprie referri potest, figuratum esse cognoscas. Morum honestas ad diligendum Deum et proximum, fidei veritas ad cognoscendum Deum et proximum pertinet. Spes autem sua cuique est in conscientia propria, quemadmodum se sentit ad dilectionem Dei et proximi cognitionemque proficere. De quibus omnibus primo libro dictum est".
2. En cuanto a lo otro, basta comprender en qué consiste el sentido espiritual para santo Tomás para darse cuenta que NO es el sentido (literal) figurado o metafórico...
«Respondeo dicendum quod auctor sacrae Scripturae est Deus, in cuius potestate est ut non solum voces ad significandum accommodet (quod etiam homo facere potest), sed etiam res ipsas. Et ideo, cum in omnibus scientiis voces significent, hoc habet proprium ista scientia, quod ipsae res significatae per voces, etiam significant aliquid. Illa ergo prima significatio, qua voces significant res, pertinet ad primum sensum, qui est sensus historicus vel litteralis. Illa vero significatio qua res significatae per voces, iterum res alias significant, dicitur sensus spiritualis; qui super litteralem fundatur, et eum supponit» (S. Th., I, q. 1, a. 10, c.).
Santo Tomás reserva el sentido espiritual a Dios. Ahora bien, ¿acaso los hombres no pueden emplear metáforas y locuciones figuradas?
Por eso, conforme a la doctrina de santo Tomás, es absurdo que pueda darse un sentido espiritual sin sentido literal o que pueda no darse sentido literal alguno.
Cordial saludo.
El análisis no se funda sólo en ese pasaje, sino en que las realidades no pueden significar (que es lo propio del sentido espiritual y privativo de Dios) si no son significas por las palabras (que es lo propio del sentido literal). Es lo que dije en mi primer comentario. Son las nociones mismas de los sentidos literal y espiritual que da santo Tomás las que implican el absurdo de sostener que pueda no darse sentido literal alguno o de que pueda darse algún sentido espiritual sin ningún sentido literal.
Y no hay ninguna contradicción con san Agustín, como se nota en el pasaje en latín. Por lo demás, él mismo hablaba en De doctrina christiana de ir a los originales cuando hay algún problema de concordancia... (lo cual no es sino de sentido común).
Cordial saludo.
1. «Per litteralem autem sensum potest aliquid significari dupliciter, scilicet secundum proprietatem locutionis, sicut cum dico homo ridet; vel secundum similitudinem seu metaphoram, sicut cum dico pratum ridet. Et utroque modo utimur in sacra Scriptura, sicut cum dicimus, quantum ad primum, quod Iesus ascendit, et cum dicimus quod sedet a dextris Dei, quantum ad secundum. Et ideo sub sensu litterali includitur parabolicus seu metaphoricus» (Sup. Gal., cap. 4, lect. 7).
2. «…sicut intellectus metaphoricae locutionis in Scripturis est litteralis, quia verba ad hoc proferuntur ut hoc significent…» (S. Th., I-II, q. 102, a. 2, ad 1).
No has comentado otra punto sobre el resto del artículo. Te invito a hacerlo si está en tu voluntad y posibilidades.
Saludos,
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