El general Blas Piñar analiza cómo la transición aceleró la decadencia del Ejército Español
Blas Piñar Gutierrez es general de Brigada de Infantería en situación de retiro. pero plenamente comprometido con la defensa de Dios, de España y de su Ejército. YEn esta entrevista nos habla de su conferencia sobre la transición en el Ejército que impartirá en el próximo congreso de Luz de Trento. El mencionado evento será el próximo sábado 23 de noviembre en el hotel Ilunion Alcalá Norte de Madrid.
¿Cómo fueron cambiando el alma y la esencia del Ejército Español a partir de la transición?
De una forma progresiva y paulatinamente acelerada, hasta anular la auténtica esencia de los Ejércitos. La transformación sufrida ha sido consecuencia del cambio político y religioso que tuvo lugar en España a partir de mediados de los años sesenta, dirigido desde el mismo poder del Estado Nacional, y en buena parte consecuencia de la postura adoptada previamente por la jerarquía de la Iglesia Católica.
En realidad el cambio se fue cocinando poco a poco desde antes…
Previamente a ser presionado y atacado directamente por quienes pregonaban una política anti nacional, los Ejércitos habían experimentado un enfriamiento en su formación y conciencia de la importancia de su misión como parte esencial de la nación, sociedad y Estado al que pertenecen, con el consiguiente debilitamiento de su espíritu patriótico.
Y se aceleró en 1969 cuando Franco nombra sucesor a Juan Carlos…
De alguna forma, así fue, pero -externamente- no hubo en aquellos momentos actuaciones que pusieran de manifiesto una intensificación en las variaciones o estado de ánimo de los militares. La realidad -en ambientes castrenses- era la de un nulo prestigio o atractivo de la figura del Príncipe nombrado heredero. De ahí la destacada campaña del Régimen para mejorar la imagen del futuro Rey. Las maniobras de Juan Carlos se perpetraron a nivel camarilla.
Pero hasta la muerte de Franco no pudieron empezar a hacer una gran limpieza de militares afectos al Régimen…
Ya antes de la muerte de Franco, además de algunas destituciones llamativas, se estaba produciendo un soterrado apartamiento e incluso exclusión de determinados mandos vistos como de insuficientes tragaderas para lo que se veía venir. Estos, a pesar de sus brillantes hojas de servicio, eran calificados como “militarotes” por determinados medios, mientras que otros, que lograban sin prestigio altos cargos, recibían todo tipo de elogios como “intelectuales”, “abiertos”, “dialogantes”, etc.; adjetivos que, como todos sabemos, resultan indispensables para un buen soldado.
¿Cómo usted fue testigo de estos hechos?
He sido testigo directo de la transición en los Ejércitos estando dentro de la Institución desde el año 1967 hasta el 2008, en el que pasé a la situación de reserva. Mis cursos, destinos, comisiones de servicio, trayectoria, etc. son suficientemente indicativos, y en ningún momento opté por una postura de pasividad ante lo que estaba ocurriendo.
Ciertamente el ejército fue perdiendo su esencia con los años…¿En qué ejemplos se podía ver claramente?
Las grandes decepciones que tuvieron que sufrir las Fuerzas Armadas mermaron la confianza en la trascendencia de su misión. Hechos significativos fueron la retrocesión de Ifni, la independencia de Guinea y el abandono del Sahara.
Pero tampoco debemos olvidar la renuncia a la recuperación de Gibraltar, el apartamiento de la lucha contra el terrorismo y la falta de apoyo a la jurisdicción militar en los momentos difíciles como el Consejo de Guerra de Burgos. Luego vendrían cosas aún peores, como el autogolpe del 23 F.
Aunque fue algo sutil, pues empezaron a decir que buscaban un perfil de militares profesionales, dando más importancia a los conocimientos técnicos que al espíritu y el amor a la patria…
El término “profesional”, como algo imprescindible para el soldado, además de ser un concepto manipulado, ha servido precisamente para distanciar a los militares de la sociedad de la que proceden y a la que pertenecen. El remate ha sido la “suspensión” del servicio militar incumpliendo la propia Constitución. Tan importante o más que la técnica es el espíritu a cuyo servicio se aplica. Sirva como ejemplo que varios de los procedimientos aplicados por los etarras en sus atentados los aprendieron haciendo el servicio militar como voluntarios en las Compañías de Operaciones Especiales.
¿Cómo está decadencia se fue acelerando con los diferentes gobiernos de la democracia?
Aunque las reformas internas de sometimiento y reorganización las hicieron sin disimulos los Gobiernos socialistas, siempre fueron refrendadas por los Populares que, además, destacaron por la creciente entrega de la soberanía nacional dentro y fuera de nuestras fronteras y se enorgullecieron de acabar con la “mili”.
¿Qué consecuencias prácticas ha traído este aggiornamento del ejército?
El Ejército como Institución y con la capacidad de cumplir sus misiones constitucionales, ha dejado de existir. Sobreviven buenas unidades que, como la mayor parte de los que forman en sus filas, ejecutan -a su nivel- con ejemplaridad y virtudes sobresalientes los cometidos de todo tipo que se les encomienda. Pero la Institución como tal, como tantas otras en la España actual, no ejerce como tal.
¿Por qué es difícil que las nuevas generaciones, por buena voluntad que tengan, recuperen el espíritu de los veteranos?
El ambiente social no es favorable a los valores y virtudes nacionales, agravado por las enseñanzas que recibe la juventud, la influencia negativa imperante en los medios de comunicación y la falta de figuras ejemplares. Pero algo empieza a notarse entre los jóvenes, que a veces de forma algo alocada no dudan en manifestar su descontento con lo que está sucediendo. Nuestra es la responsabilidad de dar un sentido poético y constructivo al impulso que está surgiendo en todos los rincones de España.
Por Javier Navascués
6 comentarios
Gutiérrez Mellado, Quintana Lacaci, Sáenz de Santa Maria, Coloma Gallegos, Aramburu Topete, Armada, Milán del Bosch, Diez Alegría... eran militares franquistas que siguieron la consigna del Régimen y de Franco, restaurar a los Borbones en el poder. Como Franco era camaleonico, se le ha situado por encima del bien y del mal. Era un gran estratega que logró imponer su voluntad sirviéndose de los suyos (los borbonicos de Alfonso XIII) y utilizando a los otros, los de la Revolución Pendiente y los del Dios-Patria-Rey. Después de muerto ha logrado que todas las tendencias políticas se reunan en torno a los sucesores de Alfonso XIII, de momento...
-Suprimir la mili no va contra la constitución, porque los españoles seguimos teniendo el derecho y el deber de defender España tal y como señala la carta magna.
Ahora tenemos un ejército de voluntarios y en caso de guerra se podría recurrir al reclutamiento obligatorio.
En tiempos de paz, no tenía mucho sentido reclutar a cientos de miles de jóvenes a los que se les interrumpía la vida y de les separaba de sus familias (había incluso suicidios) y la verdad es que los reclutas en su mayoría no aprendían casi nada útil para una guerra real, además de que se cometían muchos abusos por parte de los manos que por corporativismo se encubrían, junto con las novatadas que cometían los soldados veteranos que en muchos casos eran auténticos crímenes (quemaduras, abusos sexuales) afortunadamente con el ejército profesional desaparecieron.
Los incendios de los templos
se apagaban a su paso.
Brotaban flores y espigas
en los campos arrasados.
En los hogares entraba
justicia y pan artesano.
Las montañas inclinaban
sus crestas para besarlo.
Y las águilas altivas,
desde los picos más altos,
como heraldos de los cielos
bajaban a saludarlo.
Y de la tierra brotaban
bosques de brazos alzados.
Y por los vientos del mundo,
con temblor de meridiano,
desde la América virgen
hasta el oriente lejano,
retumbó el nombre del César:
¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
(Federico de Urrutia),
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