José Francisco Serrano Oceja analiza su libro Iglesia y poder en España. Del Vaticano II a nuestros días

José Francisco Serrano Oceja es catedrático de Periodismo en la Universidad San Pablo CEU, en la que ha sido decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación durante nueve cursos. Colaborador de la Cadena COPE, columnista del “ABC”, “ABC Cultural”, Religión Confidencial y contertulio de El Cascabel, de Trece TV. Es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid. Responsable del Archivo y la Biblioteca de la APM y director de la única revista sobre la profesión periodística en España, “Cuadernos de Periodistas”. Casado con una mujer que es una santa, tiene tres hijos.

Le entrevistamos con motivo de la publicación de su libro Iglesia y poder en España. Del Vaticano II a nuestros días.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre la Iglesia y el poder en España?

Han sido varias las razones. Sentí la necesidad de hacerme una visión de conjunto de lo que había significado la Iglesia en la España contemporánea, principalmente en el período que llamamos la Transición, es decir, el paso del régimen de Franco a la democracia, ahora que estamos en una segunda Transición y que algunos, desde la historiografía, el periodismo, consideran que fue una Transición engañosa y quieren reescribir esa historia en la que no se ha sido justo con el papel de la Iglesia. Por otra parte, he tenido siempre curiosidad por lo que pudiéramos denominar constelaciones episcopales, es decir, las redes de amistad eclesiásticas que terminaban haciendo que varios de esos amigos fueran obispos. También me interesó analizar cómo ha cambiado el ejercicio del poder en la Iglesia y del poder de la Iglesia en la sociedad. Por último, me he preguntado qué cuestiones de la historia reciente de la Iglesia están aún sin aclarar.

¿Por qué concretamente desde el Vaticano II a nuestros días?

Aunque hayan pasado cerca de sesenta años, no estamos tan lejos ni del Vaticano II, ni de lo que supuso su aplicación en España. De hecho han vuelto a emerger ahora algunas cuestiones más propias del inmediato postconcilio. Como la historia de la Iglesia camina a un paso que no es el provocado por la aceleración de la historia general, si queremos explicar el presente de la Iglesia en España hay que remontarse a uno de esos tiempos, el del inmediatamente anterior y posterior al Concilio Vaticano II. Además, hay fenómenos que están presentes en el catolicismo actual, como el del clericalismo, el de la politización del catolicismo español, o el de la desafección episcopal que se explican mejor si miramos a tiempos pasados, al siglo XIX, por ejemplo.

¿Qué hay de mito y qué de verdad en la relación de la Iglesia con el poder?

La forma de ejercicio del poder de la Iglesia no es la del mundo, aunque no puedo negar que algunas veces también se ha mundanizado, como dice el Papa Francisco, la forma de ejercicio del poder en la Iglesia. Cuando hablo del poder en la Iglesia me refiero a la definición de Richard Cox, que lo entendía como “la capacidad de efectuar cambios” o a la de Romano Guardini, en su magnífico ensayo sobre el poder, que hablaba de “la facultad de mover la realidad”. Cuando se habla del poder en la Iglesia se habla de servicio, de presencia, de la fuerza del Evangelio que es capaz de cambiar la vida de las personas. En el libro me he fijado en el poder de los obispos, un poder que ejercen cuando gobiernan, cuando enseñan y también cuando celebran la santa misa y los sacramentos. Respecto a las relaciones de la Iglesia con la sociedad, en lo referido al poder de la Iglesia en la sociedad, te diría que ya no estamos en el régimen de Cristiandad, que no somos nostálgicos de las formas históricas de cesaropapismo o confesionalismo extemporáneo. El ejercicio del poder de la Iglesia en la sociedad es una forma de reivindicar la libertad y de la autonomía de la Iglesia.

¿Qué influencia real ha tenido la Iglesia en la vida política española en los últimos 50 años?

Tendría que distinguir entre la influencia en el Estado y en la sociedad. En este período de democracia, la Iglesia contribuyó a sentar las bases para la reconciliación de los españoles para el cambio, para que se construyera una sociedad en la que se respetara la dignidad de la persona. En la política efectiva podríamos decir que tuvo poder a través del testimonio de los laicos católicos que han estado en la política y que han influido en las tomas de decisión y en los proyectos legislativos. Esto fue más evidente en los primeros gobiernos de la Transición con los políticos católicos de la UCD, muchos de ellos procedentes de la Asociación Católica de Propagandistas. Tenemos que lamentar el hecho de que el catolicismo no ha vertebrado a todos los espectros de la política española. Parece que sólo ha habido políticos católicos en el centro y la derecha. No niego que los haya habido en la izquierda pero quizá su influencia política ha sido menor.

¿Por qué la Iglesia ha ido perdiendo poder e influencia con el paso de los años?

En el sentido clásico de la política, porque ha existido una desamortización del laicado católico y porque, pese a las invitaciones reiteradas de los obispos, se ha preterido la vocación a la vida pública de los fieles laicos. Quizá porque antes no se ha formado adecuadamente la conciencia de los cristianos, ni se ha alentado suficientemente su participación en la vida pública y política. Todo esto pese a los esfuerzos de algunas loables iniciativas como la de los Congresos Católicos y Vida Pública.

Y después porque no debemos olvidar el proceso de secularización intensiva que ha sufrido la sociedad española. Una secularización que ha afectado también a la vida interna de la Iglesia, cuya respuesta no siempre ha sido ni la más correcta ni la más eficaz.

¿Qué importancia tuvo la figura del cardenal Tarancón?

La figura del cardenal Tarancón fue determinante para un período clave de la Iglesia en España del postconcilio en las relaciones con la política y con la sociedad. El cardenal Tarancón para nosotros tiene una ventaja, que nos dejó escritas sus memorias, sus Confesiones, cosa que no ocurrió por ejemplo con el cardenal Marcelo González Martín, o algún obispo destacado más.

Es cierto que la imagen de la Iglesia en la democracia incipiente fue la del cardenal Tarancón, pero no es menos cierto que debiera ser una imagen coral en la que estén presentes más personas incluso el pueblo laical, instituciones y organizaciones de Iglesia, movimientos, realidades apostólicas y tantos fieles que han vivido su compromiso político y sindical desde las parroquias.

¿Cuál fue la actitud de la Iglesia ante la revolución cultural socialista?

Tendríamos que hablar de dos etapas del socialismo. La primera con Felipe González, que puso en el punto de mira la educación católica, en todo lo que tenía que ver con la influencia moral de la Iglesia en la sociedad. El famoso Programa 2000 fue el primer proyecto completo de descristianización, diría, institucional de la sociedad. Después vino Zapatero que puso en marcha un proyecto de secularización antropológica, muy profundo, al que la Iglesia plantó cara de forma directa. Pero date cuenta que el libro se ralentiza en el año 2000, aunque tiene un par de capítulos finales que llegan a al actualidad porque todavía es pronto para hacer esa historia.

¿Cómo lidió la Iglesia con el tema de ETA y los nacionalismos vascongados y catalanes?

Tendría que distinguir por un lado el terrorismo y por otro el nacionalismo. Los obispos, también los vascos, condenaron el terrorismo de ETA desde el primer atentado. Me remito a mi libro de la BAC “La Iglesia frente al terrorismo de ETA”. Las condenas fueron absolutamente necesarias, pero no fueron suficientes. Porque el terrorismo, en sí gravísimo, estaba amparado por una propuesta ideológica, un entramado social, económico, cultural y político, sobre el que la Iglesia se mantuvo demasiado tiempo callada. Te diría que hasta que el cardenal Estepa, siendo arzobispo castrense, dijo basta ya. Y junto con Rouco, entonces presidente de la Conferencia Episcopal, sacaron adelante el documento “Valoración moral del terrorismo, de sus causas y de sus consecuencias”. A partir de ahí la Iglesia se planteó entrar en la cuestión del juicio moral del nacionalismo. Cuestión que empezó a tratarse, pero que se ha quedado en el tintero. Es una de las asignaturas pendientes que tiene la Iglesia en España.

¿En qué medida considera negativo que la Iglesia siga apoyando al PP, aún cuando esté ya ha abandonado los principios del humanismo cristiano?

No creo que se pueda decir que la Iglesia apoye al PP, ni a ningún otro partido político. Creo más bien que el PP como partido ha sido más permeable a entender el papel de la Iglesia en la sociedad. Es cierto que el abandono digamos de las políticas culturales y de las referidas a la moral pública por parte del PP ha hecho que se creen determinadas imágenes de uan supuesta alianza PP-catolicismo. Tan fuerte es la secularización en el PP como en el resto de los partidos, que al fin y al cabo están compuestos de personas. Resulta muy sorprendente que el PP ya no tenga a nadie que se preocupe de verdad institucionalmente de las relaciones con la Iglesia siendo un partido mayoritario. Ah y no hay que olvidar que, hasta ahora, el mayor conflicto entre un gobierno de la democracia y el Vaticano se tuvo con el PP en el pacto antiterrorista, hasta el punto que Aznar llamó al Nuncio del Vaticano en España para hacer una protesta oficial.

¿Por qué la Iglesia no denuncia con más contundencia las aberraciones morales que se están dando en España?

Es cierto que en los últimos años da la sensación de que ha habido demasiado silencio institucional de la Iglesia sobre lo que pasa en España. También porque la capacidad de hacerse oír de los obispos es menor. En el tiempo que aborda el libro, la Iglesia habló mucho y con mucha fuerza, de muchos temas, en particular de los referidos a la moral personal, el matrimonio, la familia y la educación. Y habló con contundencia, por ejemplo, sobre la corrupción en la sociedad y en la política. Ahí tenemos el documento “La verdad os hará libres”, por ejemplo.

¿Qué aporta su libro de nuevo con relación a lo que se había escrito al respecto?
En primer lugar una visión de conjunto de la Iglesia en ese período. En segundo, una novedosa perspectiva de las relaciones de poder dentro de la Iglesia y cómo han influido en la sociedad. Tercero, una actualización general bibliográfica y de las corrientes no coincidentes o enfrentadas, y cuarto el descubrimiento de determinadas personalidades de la Iglesia, que han pasado de lado y que hay que recuperar, personas concretas con nombres y apellidos, obispos, sacerdotes, religiosos, fieles laicos, y también instituciones, sin lugar a dudas, que hay que recuperar y reivindicar.

Por Javier Navascués

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