Barcelona quiere consolidar dos rosarios públicos al año, los primeros sábados de mayo y octubre
Jordá hace balance del rosario que tuvo lugar el pasado 8 de octubre
Entrevistamos a Jordá, uno de los jóvenes más implicado en consolidar esta iniciativa en la ciudad condal. Nos explica la importancia de consolidar estos dos rosarios de forma fija y los problemas que ha habido hasta ahora para conseguir continuidad.
¿Por qué han decidido organizar en Barcelona 2 Rosarios uno en mayo y otro en octubre?
El mes de mayo es el mes de Nuestra Madre en el Cielo, la Virgen María, y el mes de octubre el del Rosario propiamente dicho. Son los mejores momentos para hacerlo, la idiosincrasia del lugar elegido hace casi imposible realizarlo en temporada de verano o invierno por la masiva afluencia de turistas y visitantes. Y cambiar el lugar no es una opción mientras se nos de permiso para el mismo. Nuestra idea es que sea un evento fijo que no haya que preguntar cuando es… Es el primer fin de semana de esos dos meses a las 6 de la tarde en la Plaza de San Jaime y, Dios mediante, así seguirá.
¿Por qué para usted es mejor organizar pocos y bien que muchos y mal?
Cada vez que alguien reza el Rosario, el demonio se estremece, pero es una realidad que estas muestras públicas de Fe deben realizarse para que sean un éxito y un éxito no son 8 chavales en una esquina de una plaza sin megafonía y desaparecidos entre la muchedumbre de turistas y paseantes.
¿Por qué cree que muchos no cuajan y no se consolidan?
En los últimos años han existido dos iniciativas al respecto:
Por un lado el Rosario de Hombres, que fue abandonado por sus 3 animadores iniciales. Tenía el problema de ser algo masculino y no tener una fecha fija, si no, ir supeditado a ser convocado y difundido. La iniciativa murió sola aunque fuera buena y las primeras fueran un gran éxito.
Por otro lado está el Rosario de Ferraz, que fue organizado por un grupo de jóvenes con muchas ganas, pero asesorados por varios sacerdotes dejaron de realizarlo cada mes para no quemarse en algo que no daba resultado por su periodicidad mensual.
¿Qué van hacer ustedes para evitarlo y darle continuidad?
Lo primero es que al no ser una organización ni nada parecido, si no un grupo de sacerdotes y seglares que lo organizan, queremos que sea algo de la “Barcelona católica", por tanto es algo que puede irse realizando en el tiempo y organizarlo casi cualquier persona. El problema que hemos visto es la percepción de no ser algo excepcional. Ir al centro de Barcelona es algo pesado y sacrificado, cuando algo se hace cada mes. Puedes (yo el primero) no hacer el esfuerzo y ya “iré el mes que viene", eso se convierte en no ir nunca, porque nunca “se da la oportunidad y nunca me va bien".
¿Por qué en una ciudad como Barcelona cuesta tanto reunir 100 personas para el Rosario?
En una ciudad como la nuestra, con su propia idiosincrasia es muy difícil sacar adelante algo cada mes. En Madrid hay un público más objetivo, o en Santiago de Compostela hay menos actividades y puede servir hasta de excusa para verse y demás. Pero en Barcelona, con los distintos grupos que hay y las muchas actividades es muy difícil tener éxito con algo mensual.
¿Cómo fue el fervor que percibió el primer sábado de octubre?
Pues asistieron 41 personas. Podría no parecer un éxito, pero veníamos de congregar 8 personas en el último Rosario público organizado en nuestra ciudad, así que pienso que fue un pequeño éxito.
¿Cómo le ayuda el Rosario en su vida personal?
Por la vida que me veo obligado a llevar paso muchas horas en motocicleta por la ciudad y ese es mi momento de rezar el Rosario. Me aporta serenidad en la conducción y huir de las tentaciones que te acechan por esta ciudad del pecado que es nuestra amada Barcelona.
¿Está convencido de que, como dijo San Antonio María Claret, en el rezo del Rosario está la salvación de España?
Sin duda y la del mundo entero. De paso me gustaría aclarar que desde que se organizan estos rosarios se rezan misterios en catalán, castellano y latín; cosa que sorprende a algunos siempre que acuden por primera vez. Laus Deo.
Por Javier Navascués
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