Luis María Ferrández: “Vivimos en la era de la ficción emocional, sin reflexión, discernimiento y análisis”

Luis María Ferrández analiza su libro La fuerza del relato (Sekotia)

Luis María Ferrández es doctor en Ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid con sobresaliente cum laude y miembro de la Academia de las ciencias y de las artes cinematográficas de España. Experto en comunicación y en estructuras narrativas, es el fundador de ficticia Korner, una plataforma de coach y asesoramiento para guionistas y escritores de ficción, convirtiéndose en uno de los analistas y scriptdoctors más reconocidos en lengua castellana. Como guionista y director de cine ha realizado varias películas como, Rabios@, que se estrenará en cines en 2025, 249 la noche en que una becaria encontró a Emiliano Revilla, la pantalla herida, hemisferio, clarividencia o Copenhague. Ha trabajado en algunas de las más importantes productoras de la industria audiovisual. Asimismo, tiene una larga carrera como docente en diferentes universidades, escuelas y masters tanto nacionales como internacionales. Cómo escritor, su primer libro de ensayo es la fuerza del relato cómo se construye el discurso ideológico en la batalla cultural editado por la el editorial almuzara al mismo tiempo que escribe columnas de opinión en diferentes periódicos de tirada nacional y local colaborando en algunas tertulias de medios de comunicación En estos momentos prepara su primera novela de ficción.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre la fuerza del relato?

Vivimos en una sociedad absolutamente adicta y expuesta a un exceso de información. Una sociedad escaparatizada que, sobre todo, ve el mundo desde una perspectiva cinematográfica asumiendo el lenguaje de la narrativa de ficción como la manera normal de comunicarse y de entender su entorno cotidiano. Nos afecta a la hora de construir nuestro mundo y de posicionarnos en él. Nos afecta en nuestras decisiones y en nuestras ideas. Esto hace que haya una enorme proliferación de canales de información y de maneras de relacionarse en las que el lenguaje se ha convertido en un arma primordial para amoldar la realidad a nuestros propios intereses, ya sean ideológicos, profesionales o personales.

Por eso hoy, cada vez más gente quiere que le cuenten una historia o buscan ser los protagonistas de una historia sacrificando el dato por las emociones, el valor de la verdad y el de una información de calidad, contrastada y veraz. Es la fuerza del relato en una sociedad que se mueve por el sentimiento, sus filias y fobias y que ha dejado atrás la reflexión, el discernimiento y el análisis. Es, la era de la ficción emocional. Hoy todo se ha radicalizado al depender de las emociones más que nunca. Todo es un extremo porque las emociones no entienden de la ecuanimidad, de la mesura ni del equilibrio. Es todo o nada. Y eso se ha trasladado de manera peligrosa al juego político.

¿Qué entendemos por relato y por qué es tan eficaz en nuestros días?

Se entiende por relato, toda construcción narrativa, que es capaz de modificar la verdad, el hecho, el dato y el objetivo para adecuarlo a un estado emocional y resaltar así la parte más visceral del ser humano, que, desde una perspectiva del lenguaje y la terminología, se posiciona en el lado correcto de la historia para ejercitar un supremacismo moral intelectual, que posiblemente ni tiene ni le corresponde. El relato, no deja de ser una manera de modificar la realidad y de percibirla en función de nuestras necesidades. Es una herramienta al servicio de nuestras filias y nuestras fobias que va más allá de una manera de comunicarse con los demás. Es una manera de contar lo que queremos imponer a los demás para implementar nuestra razón sobre todas las opiniones ajenas. El relato ha sido eficaz en todas las civilizaciones, pero hoy en día gracias a las comunicaciones digitales y en la rapidez con la que consumimos compartimos y construimos información. Hoy la fuerza del relato está más presente que nunca y la influencia de esta metodología, en el modo de entender de practicar de construir las ideologías individuales y colectivas, se ha hecho más patente y más peligrosa que nunca.

¿De qué manera suelen construir su relato las ideologías?

La cultura occidental se desangra a través de sus discursos ideológicos. Unos discursos cada vez más emocionales pero muy alejados del rigor y del contraste. Hoy, la verdad es una molestia. Todos los discursos como el político, el empresarial, el social, el institucional, el mediático o el cultural, se han visto colonizados por un único pensamiento que intenta imponer imponerse a través del lenguaje y de lo que yo llamo la “terminología del bien común”, que no son más que una serie de frases prefabricadas y preconstruidas que moldean un discurso ficticio pero que es asumido por el imaginario colectivo como un relato que ha caído en el lado correcto de la historia y, por tanto, todo lo demás debe ser apartado cancelado suprimido y condenado a un ostracismo social. Vivimos en una época cada vez más polarizada y, esa polarización, se construye con el lenguaje de la narrativa de la ficción emocional.

Cada vez es más común ver lo que ahora se denominan bulos, que en realidad no son nada más que difamaciones construidas con información sesgada y no contrastada que se utilizan para destruir a quien no piensa como nosotros y crear un desprestigio social que lo condene y lo cancele. Esto es una forma de censura ideológica a través de la utilización del lenguaje y de los medios de comunicación, una práctica peligrosísima que cada vez es más utilizada para imponer el relato único. Ahora los modelos que más se imponen son utilizar la narrativa de la política-ficción para construir discursos con los que nos quieran gobernar, también se utiliza la narrativa apocalíptica del miedo, que construye los relatos con los que nos quieren asustar.

La narrativa del espectáculo, que se construye a través de lo que yo llamo las Ficcioticias y las psicotícias, el nuevo lenguaje de los medios de comunicación. La narrativa de la victimización y los discursos de la cancelación, la construcción de la narrativa de la ficción emocional para destruir el dato y sobreponer el sentimiento, la narrativa del consumo automático, que trabaja con la teoría de las 5 CES: Consumo, control confusión, censura y coerción o la utilización de la terminología del bien común, una serie de términos que, aunque son vacíos en su significado la gran mayoría de las veces, han caído en el imaginario colectivo como algo bueno, siendo utilizados continuamente por el relato político para vender cualquier cosa aunque esto no tenga ninguna relevancia o sea directamente mentira.

¿Cómo es concretamente el proceso de seducción y de manipulación?

La palabra es un dardo afilado que entra directo al corazón, apelando a los instintos más profundos del ser humano. Cuando he hablado de la terminología del bien común, me refiero a términos como diversidad, inclusión, transversalidad, sostenibilidad, progresismo o justicia social, son términos continuamente manoseados en el discurso político, institucional, empresarial, social o cultural pero que la gran mayoría de las veces construyen frases vacías de significado y de intenciones, pero estas términos junto con otros puestos en cualquier frase, seducen nuestro inconsciente y hacen que el ciudadano piense que sea lo que sea lo que le están contando o vendiendo, tiene que ser bueno por naturaleza.

Otro ejemplo es la utilización torticera continua y constante de la palabra democracia. Vemos como todo el mundo quiere arrogarse un supremacismo moral e intelectual a través de sentirse el más demócrata o representante de la misma. Ahora, auto identificarse con esa palabra o ejercer de garante de la misma, te coloca en el lado correcto de la historia de manera automática. En nombre de la democracia, se han cometido algunos de los crímenes y de las aberraciones más abyectas, y es cierto que es nuestro mejor modelo para ser gobernados, el que más libertades da, ya pero tiene que ser a través de un modelo garantista, plural, de derecho y de respeto a la separación de poderes, justo todo lo contrario a lo que está ocurriendo en nuestras democracias occidentales, las cuales se están muriendo al ser utilizadas de facto por los poderes argumentando que las defienden y las potencian mientras que al mismo tiempo y, haciéndolo en su nombre, se dedican a destruir al disidente, a quien no piensa igual que ellos, a todo aquello que pueda hacer sombra al discurso único eliminando cualquier tipo de contra argumento capaz de oponerse al relato opresor y descubrir sus debilidades.

¿Por qué la cultura woke ha sabido generar un discurso hegemónico, hipnótico, mágico y emocional?

El discurso woke es la nueva arma de destrucción masiva y se hace a través del lenguaje de la narrativa de la ficción emocional. Ahora todo aquel que se oponga al discurso único o al único pensamiento ideológico institucional cultural o social, es condenado a una especie de leprosería social quedando proscrito, apartado y manchado gracias a la construcción de un relato que lo coloca de manera sesgada e injusta en el lado incorrecto de la historia. Por eso, ahora lo importante es estar en el lado correcto y, estar en el lado correcto, significa ser políticamente correcto, arrodillarse al discurso único, adorar ese relato omnipresente que se impone desde lo emocional, El discurso woke es el gran enemigo de las libertades occidentales y de las democracias garantistas y los estados de derecho. El discurso woke es una construcción de la censura en la era de la comunicación digital.

Es la nueva Inquisición, la que señala, la que condena, la que sube al cadalso mediático a todos los ciudadanos que han decidido pensar por sí mismos, hacer contraargumento, reflexionar y no arrodillarse ante las grandes falacias que se están construyendo con el discurso de la narrativa de ficción. Son los nuevos Torquemada disfrazados con las togas de un catecismo único y qué, arrogándose un supremacismo moral e intelectual, que ni tienen ni les corresponde, han decidido a quién tienen que enviar a la hoguera. La historia se repite. A pesar del paso de los siglos, seguimos empecinados en imponer nuestras doctrinas señalando a quienes no piensan como nosotros y, lo peor de todo es que quien lo hace, está absolutamente convencido de defender el bien común cuando, en realidad, no es más que defender su propio bien. Estamos llamados a enfrentarnos a esta plaga que destruye los cimientos y los valores de la sociedad occidental, la más avanzada de la historia, a pesar de sus defectos.

La arenga de la cancelación a través de lo woke, es el mayor enemigo de la convivencia, de la razón y del verdadero progreso. La mal llamada cultura woke, ha destruido la política real para convertirla en la política de la ficción, una especie de circo al servicio de sus propios intereses que hipnotiza al ciudadano convirtiéndole en una especie de zombi social. En realidad, la cultura woke, desprecia la capacidad individual de cada uno de nosotros y lo que busca es unificar en una ideología única a toda la sociedad para que seamos incapaces de pensar por nosotros mismos, no sea que nos dé por pensar y nos iluminemos. Por eso, hay que generar nuevas hogueras mediáticas. Todo esto se construye de dos maneras: A través de las ficciotícias y las psicotícias, las dos nuevas maneras de construir un lenguaje emocional para pervertir la realidad y destruir a quién algunos consideran prescindibles. Esa es la clave de la batalla cultural la que se está dando a través del nuevo relato.

¿Por qué el hombre masa suele aceptar fácilmente ese discurso?

Hoy en día los estados son cada vez más supremacistas, intervencionistas, omnipresentes, restrictivos y regulatorios, porque el Estado actual del que emana el relato omnipresente, ve al individuo como una amenaza y, por tanto, lo ve como una persona inmadura, incapaz e imposible, que necesita de un Supraestado con políticas absolutamente confiscatorias e intervencionistas le dicten todo tipo de leyes y de normativas que restringen las libertades individuales y hacen que el ser, sea vulnerable. Cuando esto es así, el individuo se siente desprotegido se siente débil, se siente vulnerable y entonces busca las colectivización y adentrarse en la masa social, que es donde el discurso entra con más facilidad aborregando, zombificando a las masas sociales. En el momento en que el individuo se siente desprotegido y piensa que el Estado es el único valedor de sus posibilidades y de su seguridad entonces se queda anulado en su discernimiento, lo que provoca que esa colectivización total a asuma y se arrodille ante el discurso único como una especie de catecismo omnipresente. Así es como el relato entra en la masa y como la masa se subyuga al Estado. Los individuos que nos mantenemos inmunes hacia esto, nos convertimos en seres apartados del sistema y que terminan, como he dicho antes en un intento de ser condenados una especie de leprosería social.

¿Cómo influyen las redes sociales y plataformas como Netflix a la hora de mantener el relato?

En el libro se habla de la netflixización social desde el momento en el que las plataformas de contenidos de ficción, se han convertido en el ocio mayoritario de todo el planeta. En estos momentos no existe un solo hogar que no tenga la capacidad para tener diferentes plataformas de este tipo, lo que ha hecho dispararse el consumo de narrativa de ficción en todo el mundo. Esto ha originado que este tipo de narrativas se hayan convertido en el lenguaje común de nuestra vida cotidiana asumiendo la narrativa de ficción, como algo absolutamente normal hasta el punto de muchas veces ser incapaces de diferenciar y discernir entre lo real y lo ficcional. Para el relato de ficción emocional es fundamental que el espectador esté absolutamente acostumbrado a la narrativa propia del lenguaje cinematográfico y dramático ya que, la utilización de la narrativa aristotélica y sus herramientas de construcción como el conflicto, los detonantes, los protagonistas y antagonistas, los puntos de giro o el clímax, sean fundamentales a la hora de entender de manera inconsciente el relato social.

Hoy todo es una historia. todo el mundo quiere que le cuenten una historia. Todo el mundo quiere ser protagonista de una historia y todo el Mundo quiere posicionarse en el lado correcto de una historia. Por eso, se hace absolutamente fundamental para los creadores de los relatos, que el público esté familiarizado con este tipo de narrativas y toda su estructura. Es así como el lenguaje dramatúrgico se ha convertido hoy en día en el lenguaje cotidiano de la vida social, institucional, política cultural, empresarial y hasta mediático donde ya no se trabajan las noticias sino las psicóticas y las ficcioticias. Hoy todo es una historia y se compite para contar mejor el cuento, de la mejor manera apelando a las emociones. La verdad, ha dejado de ser importante porque ahora lo importante, es como se cuenta y no la veracidad de los hechos que se cuentan.

¿Con qué armas contamos para desenmascarar los relatos falaces?

El último capítulo del libro se llama la narrativa de la esperanza cómo practicar el contra relato. En este libro se dan las claves para desenmascarar los relatos falaces. Lo único que hace falta es tener la capacidad de discernir y de analizar lo que nos están contando con la inteligencia propia del ser humano y conocer las herramientas que se utilizan para construir estos relatos. Hay una parte psicológica muy importante así que es necesario hacer una introspección para conocer las necesidades más instintivas del ser humano. Es fácil desenmascarar la mentira, pero para hacerlo, hay que tener la firma convicción de buscar la verdad y sobre todo de conocer la narrativa de la ficción emocional.

Uno de los capítulos del libro habla sobre cómo se fabrican y estructuran estos relatos, con qué herramientas se hacen, qué terminología se utiliza y cuál es la función de los elementos retóricos para construirlos. Si conocemos todo esto, seremos capaces de desenmascarar los relatos falaces. En definitiva, creo que este libro es la mayor arma con la que contamos para desenmascarar las enormes mentiras que se esconden en esos discursos recubiertos de capas de chocolate narrativo y democrático que, aunque suene muy bien, no hacen nada más que destruirnos como sociedad y como individuos.

¿Basta con desenmascarar el relato o hay que seguir combatiendo el pensamiento único que seguirá defendiendo su relato de manera irracional?

No basta únicamente con desenmascarar el relato, sino que efectivamente, hay que seguir combatiendo cada día el pensamiento único ya que este tipo de acciones, son las que mantienen el verdadero progreso de la humanidad. A lo largo de la historia, han sido muchísimos los momentos en los que el relato ha intentado imponerse desde las emociones para anular la capacidad de los individuos, colectivizarlos y crear así movimientos totalitarios que han intentado destruir las sociedades utilizando los más oscuros instintos del ser humano. Donde haya un relato de este tipo siempre tendremos que estar en frente. Es una lucha que nunca va a acabar, es una batalla a largo plazo donde quizá no veamos resultados en el presente, pero sí los veamos para las generaciones venideras.

Todos tenemos una responsabilidad para desenmascarar la mentira y la irracionalidad ya que la palabra es el arma más fuerte que existe en la faz de la tierra para convencer, enamorar, destruir y adoctrinar. Debemos ser conscientes de su poder y debemos ser conscientes de que, con ella, debemos contraargumentar desde la razón, desde la lógica y desde la inteligencia todos aquellos discursos que están enfocados a anularnos, a colectivizar, ha subyugarnos, a empobrecernos y a minimizarnos solo para que unas élites gocen de los privilegios que quieren quitar a todos los ciudadanos. Si usted tiene un compromiso con la libertad entonces tiene un compromiso con el contra relato.

¿Cómo se puede revertir este proceso en el que se ha reescrito de nuevo la historia?

Para revertir los procesos en los que se reescribe de nuevo la historia, se necesita una nueva educación, un nuevo proceso educativo en el que se ha instalado de manera insoportable todo este tipo de terminología al servicio del pensamiento único. Ahora el relato oficial se ha extendido como una masa de aceite por las instituciones educativas como los institutos y campus universitarios hasta tal punto convertirse en el epicentro de muchas de las culturas woke que hoy día estamos viendo. El adoctrinamiento es fundamental para que el relato pueda imponerse en la masa social y por eso desde los estados, los gobiernos y los poderes elitistas, saben de la importancia de manipular las políticas educativas en cada país y en el conjunto de Occidente. Algunas universidades son el epicentro de muchos de los movimientos cancelatorios que se han impuesto en nuestra cultura.

Desde allí, esa falsa terminología del bien común, esa nueva narrativa de ficción emocional al servicio de los intereses ideológicos de una parte de la sociedad ha sido dirigida para calar en las nuevas generaciones y convertirlos en una especie de zombies al servicio del pensamiento único. Todos los ambientes de las industrias culturales también han sucumbido a esta nueva narrativa de ficción emocional y a estos procesos cancelatorios para luego pasar a las instituciones oficiales, a los discursos empresariales y por supuesto, a los medios de comunicación cuando. Cuando contamos la historia tenemos un compromiso con la verdad de los hechos, con la objetividad, con el análisis y con lo riguroso y todo esto es incompatible muchas veces con una visión torticera, sectaria y emocional de los hechos. De nuevo el compromiso para preservar la educación y hacer de ella un lugar plural y al servicio de la verdad es la única manera con la que podemos compartir un relato de ficción que pretende tergiversar la historia para ponerla al servicio de las ideologías.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
SS
La oligarquía financiera, que domina todo, una dictadura satánica.
23/10/24 9:39 AM
  
Juan Mariner
Esto ya se empieza a ver en los templos de la Razon que son los juzgados y tribunales.
23/10/24 12:15 PM

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