Iván Guerrero reflexiona sobre los grandes principios del caballero cristiano que cambiarían el mundo
Iván Guerrero Vasallo (Santander, 1984) es propietario de la Librería Virtual Iván G. y editor del blog Codex Historicum. Además de estudioso y lector voraz de libros relacionados con la Historia de la Humanidad, es un gran aficionado a la escritura. Escritor y novelista. Conozca los libros del autor en este enlace.
¿Qué entendemos por caballería cristiana?
Pues, así a bote pronto, son un grupo de caballeros aristocráticos cristianos que siguen y defienden, hasta si hace falta la muerte, unos ideales basados en el honor, el valor, el amor a Dios y a su patria por encima de todo.
¿Cuáles fueron sus orígenes históricos?
La caballería cristiana como tal podría remontarse hasta los tiempos del Emperador romano San Constantino el Grande (272/280/282-337) cuando crea una Orden ecuestre, armando caballeros a cincuenta personas que habían destacado por su valor en la batalla del puente Milvio (29 de Octubre del año 312 d. C.), la llamada caballería Aurata de Constantino, llamada así por el collar de Oro que portaban sus dignatarios, y cuyo principio era glorificar la Cruz que se les apareció en el cielo dándole tan gloriosa victoria, en agradecimiento hacia el Dios de los cristianos. Luego viene la Edad Media en la cual la caballería vuelve a tener bastante peso en los campos de batalla y se empieza a generar en torno a ella un prestigio enorme destruído tiempo después por las armas de fuego y rematada por el repugnante pensamiento moderno.
¿Por qué le ha interesado estudiar a fondo el tema?
Siempre me ha interesado mucho el tema porque me siento muy identificado con aquellas épocas, concretamente con el apogeo de la llamada ‘’Edad Media'’ (siglos XI y XII), por los principios y valores que transmitía. Religión, patria, rey o Emperador. Principios que actualmente a la mayoría de nuestra ‘’avanzada'’ sociedad moderna le importan un bledo y así nos va.
¿Hasta qué punto están vigentes o deberían estar vigentes los ideales de la caballería cristiana?
Vigentes, hoy en día, en nuestra sociedad hedonista y nihilista actual yo creo que apenas se les encuentra por ningún sitio. ¿Deberían estar o nunca deberían de haber dejado de estar vigentes? Sin duda alguna, porque esos principios son la base para la construcción y mantenimiento de toda sociedad civilizada sin ellos no existe algo que se pueda llamar ‘’civilización'’, aunque haya idiotas influidos por el liberalismo que crean lo contrario.
¿Qué virtudes debe tener el caballero cristiano?
Pues, según los cánones medievales, se debe tener una actitud noble, honrada, con formas corteses y un amor sin límite por su dama elegida. Las mujeres y el respeto a las mismas en aquella época, aunque se digan chorradas contrarias hoy en día, tuvieron un papel protagonista. Eran personajes principales en la vida cotidiana cortesana. Eran el eje en el cual giraban, por ejemplo, en los bellísimos poemas de la época transmitidos por los llamados trovadores.
¿Podría hablarnos ahora de las cualidades de la dama cristiana?
De nuevo, según los cánones medievales, piadosa, culta, bella y aristocrática. Por ejemplo, la reina que fue primero de Francia y luego de Inglaterra, Leonor de Aquitania (1122-1204) reunió esas cualidades y por ello se la ha tenido como modelo de dama cristiana y yo acepto esa opinión. También podríamos nombrar a la reina Blanca de Castilla (1188-1252), mujer de extraordinarias virtudes y madre del gran y piadoso rey San Luis de Francia (1212-1270). Y aunque no sea contemporánea de esas dos grandes reinas, tampoco debemos olvidar a la llamada ‘’Doncella de Orleans'’ Santa Juana de Arco (1412-1431). Todas ellas mujeres excepcionales que yo admiro y respeto profundamente y también intento buscar modelos parecidos en este mundo actual, pero por ahora sin éxito alguno.
¿Cuáles serían los grandes principios que ha recopilado de la caballería cristiana y en qué fuentes se ha basado?
Esos principios, ese código de la caballería como se le llama también, en el fondo nunca se redujo a unas fórmulas pero sí es cierto que el historiador francés León Gautier (1832-1897) los resumió en una especie como de ‘’diez mandamientos'’ que yo he reducido a su vez a ocho puntos. Es verdad que también me he inspirado en algún punto que otro del pensamiento tradicionalista español pero en general la mía es una pequeña ‘’síntesis'’ de esos dos modelos. Esos principios, por los cuales intento regir mi vida, serían:
I. Amarás y jamás renegarás de Dios, de tu familia y de tu Patria.
II. Protegerás a la Santa Madre Iglesia.
III. Defenderás la justicia social.
IV. Cumplirás siempre con la palabra dada.
V. Respetarás a los débiles y serás su protector.
VI. Serás siempre noble, honrado y valiente.
VII. Nunca retrocederás ante el enemigo.
VIII. Serás el paladín de la Ley y del bien contra la injusticia y el mal.
¿Por qué estos principios, que son los de la cristiandad, son los más nobles y altos que puede alcanzar el ser humano?
Porque vienen inspirados por el mismo Dios por medio de su gracia destinada al hombre. No olvidemos nunca que estos principios, basados en el pensamiento cristiano y este a su vez en la ley divina, vienen a humanizar al género humano y no a convertirle en una bestia degenerada, estúpida e innoble como ahora.
¿Por qué con la ayuda de la gracia es posible vivir estos principios o al menos aspirar a ellos?
Porque gracias a Dios, aceptando sus principios, es decir la ley natural, podemos llegar a la virtud y con ello a hacer el bien que es lo que quiere Dios para nosotros. Él quiere que triunfe la belleza y el Amor en toda su creación.
Dios es el principio, nuestro inspirador, y por supuesto el fin de todo, el Alfa y la Omega. Negar a Dios es negar la existencia misma, es decir, que es de cretinos pensar lo contrario.
¿Cuáles serían los principios del hombre moderno, como antagonista del caballero cristiano?
Me quedo con eso, con lo de que el ‘’hombre-máquina'’ moderno, como yo le llamo, es el ‘’antagonista del caballero cristiano'’. Totalmente de acuerdo. En estos tiempos que corren no hay principios, en todo caso serían más bien ‘’anti-principios'’, aportados y avalados por el liberalismo que es de inspiración diabólica.
Los principios o valores tradicionales e inmortales tienen como único fin hacer el bien para que impere la virtud y la justicia en el mundo que es lo que al fin y al cabo crea y fortalece sociedades y con ello civilizaciones. Hoy en día las ideas que hay son todas o casi todas orientadas para hacer el mal y el mal solo trae la perdición del hombre y de la creación divina, buscada precisamente e incesantemente por el diablo. Por lo tanto el mal no tiene principios más allá de provocar el caos y la destrucción humana y por ello tampoco se le debe conceder derechos de ningún tipo para ser erradicado de este mundo material en el cual sólo debería imperar la luz celestial.
Por Javier Navascués
1 comentario
La apelación a la ignota "guardia áurea" de Constantino, de la que nada más se sabe que el nombre, es un intento de dotar de pedigrí al código de caballería. Bastante innecesario y snob a mi modo de ver. Basta echar un vistazo a los autores cristianos del imperio romano de occidente para entender que la milicia no era por ellos apreciada, incluso en no pocos casos descalificada como oficio de ignorantes y pecadores.
El imperio de Occidente cae en manos, en su casi totalidad, de los pueblos germánicos, que siendo minoría en casi todos los territorios romanos, se convierten en la aristocracia dominante. Como buena élite, sus valores son los que pasan a ser modelo en la sociedad. Y la sociedad germana, a diferencia de la grecorromana, exalta fuertemente al noble guerrero y victorioso por el empleo de la fuerza.
Todos los germanos se van cristianizando más o menos rápidamente (aunque la mayoría inicialmente son arrianos por el influjo godo). El pionero en el catolicismo es Clodoveo, a principios del siglo VI, pero lo cierto es que el cristianismo penetra de forma muy lenta en el tuétano de la aristocracia germánica, como se echa de ver en los numerosos vicios y pecados en los que incurre incluso estando bautizados: concubinatos, venganzas sangrientas, supersticiones, y sobre todo, una compulsiva tendencia a resolver conflictos por medio de la guerra y la violencia, donde los nobles pueden obtener el prestigio tradicional entre sus ancestros, el del guerrero feroz y victorioso (que, efectivamente, iba al Valhalla, aunque ya no creyesen propiamente en él).
Fueron los hombres de la Iglesia los que crearon el código de caballería cristiano como una ética que sirviese para refrenar la brutalidad del ethos germánico. Dado que no se les podía aquietar su morbo germánico, al menos se encauzaba hacia la lucha por el bien. Esto es muy notorio en el caso de los normandos, cuya furia guerrera era notable: conforme se convertían, se les enviaba a guerrear contra infieles y paganos, contra los que podían satisfacer su belicosidad natural sin incurrir en pecado, como sí hacían al luchar contra cristianos. Las órdenes religiosas en cierto modo también son expresión de esa ética germana-cristiana, pues se enderezaban a luchar específicamente contra el infiel.
El código de caballería cristiano era un compendio de las virtudes cristianas aplicadas al combate: fervor y piedad en la vida, honor a Dios, valor ante el adversario, defensa de la Iglesia contra los enemigos de la misma, cumplimiento del voto o juramento realizado, fuese a la Iglesia, al señor o al vasallo (esto tuvo enorme importancia en la era feudal), misericordia ante el enemigo vencido, protección de los desvalidos (muy importante para evitar el abuso)... y sí, también fidelidad a la dama, que en inicio era la esposa o prometida. Luego los trovadores provenzales comenzaron a juguetear con los amores platónicos para enmascarar los amoríos ilícitos (aunque inicialmente no para justificarlos, pues acababan todos mal por mandato divino). Y de ahí la cosa ya degeneró a las novelas de caballerías, aunque esa es otra historia.
El cumplimiento del código de caballería hizo mucho mejores a los soldados y sobre todo a los nobles guerreros germano-romanos, y condujo a la sociedad "medieval" a la formación de una auténtica civilización cristiana. Más aún, dado que el común imita a las élites, también los plebeyos con aspiraciones procuraban seguir ese tipo de comportamientos para reflejar algo el prestigio de la aristocracia.
En la milicia profesional que comenzó a desarrollarse a partir del llamado Renacimiento (por culpa de la pólvora, como dice don Iván, pero también de la pica), los oficiales tenían a gala mantener el código de caballería o una vaga "caballerosidad", que los civiles también intentaban seguir o impostar.
Todo eso acabó con el triunfo del racionalismo y la ilustración, y finalmente con las revoluciones liberales, tan exaltadoras ellas del tendero, el usurero y el filósofo de vía estrecha. El romanticismo (subproducto a fin de cuentas, él mismo, del liberalismo) trató de recuperar ese código de caballería (que en la oficialidad militar tenía aún ecos y destellos), pero como omitió la fe cristiana que lo nutría y vivificaba, naturalmente aquello quedó en pose y fue barrido por el modernismo filosófico... hasta nuestros ominosos días.
Y sí, el único movimiento filosófico o político que trató de mantener el código de caballería (pero no por sí mismo, sino en cuanto elemento de la Cristiandad) fue el tradicionalismo, que en España e Indias se llama carlismo, no escamoteemos a las cosas su nombre.
Gracias don Javier por esta interesante entrevista y el tema que trata,
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