Elena Arderius habla del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia (CAIF) de la UFV de Madrid

Elena Arderius Sánchez. Directora General del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia (CAIF) de la Universidad Francisco de Vitoria. Perito del Tribunal de la Rota de Madrid y del Tribunal de Alcalá de Henares. Codirectora del Programa de Sexología Clínica y Terapia Afectivo Sexual de la UFV. Profesora del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la UFV.

Licenciada en Psicología por el CES San Pablo CEU. Máster en Psicología Clínica y de la Salud en la UCM y Experta en Orientación y Mediación Familiar. Ha sido docente en de Grado y Posgrado de la UFV. Ejerce como psicóloga sanitaria desde hace más de 25 años en terapia individual, pareja y de familia. Coautora del capítulo del libro: Arderius Sánchez, E. Prevención y detección del Abuso sexual en la infancia, ¡Pide ayuda, estoy aquí!, en “Aprendamos a Amar".

¿Cómo nace el Centro de Acompañamiento Integral a la Familia (CAIF) , vinculado a la Universidad Francisco de Vitoria?

Es Centro de Acompañamiento Integral a la Familia (CAIF), es un centro de atención integral de psicología, psiquiatría y nutrición de la Universidad Francisco de Vitoria. Se encuentra ubicado en el Campus de Pozuelo (Madrid) la Universidad y también realizamos atenciones online, garantizando la confidencialidad y una práctica clínica satisfactoria y de calidad.

Nace en 2015, desde el deseo de poder aplicar las ciencias desde las que atendemos: psicología, psiquiatría y nutrición, con una mirada antropológica adecuada, entendiendo que la persona es mucho más que la sintomatología que padece en ese momento de su vida. Este modelo es diferencial y único, ya que no existe otro centro universitario de psicología en España que acompañe terapéuticamente de este modo.

¿A quiénes va dirigido especialmente?

Nos sentimos llamados a atender a niños, jóvenes y adultos, parejas y familias, que estén vinculados a la Universidad, pero también que no pertenezcan a ella. Lo que queremos es dar una atención personalizada e integral, a todas las personas que necesiten sanar sus heridas afectivas, padezcan o no una sintomatología psicopatológica.

¿Cuáles son los problemas más comunes que suelen tener estos jóvenes y sus familias?

Frecuentemente nos encontramos con problemas de ansiedad, depresión, problemas con la alimentación, crisis de identidad, problemas de sueño, adicciones (sustancias, nuevas tecnologías, pornografía), problemas de pareja y sexuales, crisis de identidad, disforia, dificultades de adaptación y relaciones sociales, situaciones traumáticas o de abuso…

¿Cuáles suelen ser las raíces de estos traumas?

Los síntomas por los que las personas acuden a consulta son muy diversos, pero siempre hablan de una herida afectiva, de un anhelo legítimo de sentirse amado y de una búsqueda de felicidad.

Desde nuestra manera de entender a la persona, junto con la experiencia clínica, nos descubren cómo la afectividad se convierte en el eje sobre el que pivota la intervención clínica y la familia es la “cuna” de la afectividad. Los anhelos íntimos -y legítimos- entrelazados con una historia personal nunca exenta de dolor, con una familia de origen que no puede ser perfecta y con unas experiencias vividas quizá no terminadas de integrar, generan a menudo una estructura psicológica “herida” que da lugar a la sintomatología. Podríamos decir que el “el peor trauma que una persona puede vivir es el de no sentirse amado".

Buscar el dinamismo afectivo que genera el síntoma es clave para, no sólo hacerlo desaparecer, sino entender qué anhelo estaba guiándolo y por tanto de qué necesita responsabilizarse esa persona en relación a sí misma.

¿Cómo consiguen ayudarles a superarlos?

Buscamos conocer la estructura psicológica de cada persona. Los profesionales del centro, expertos en dinamismo afectivo, miramos a la persona anhelando comprender la razón de sus heridas afectivas. Una vez conocida, centran la terapia en integrar dichas heridas afectivo-relacionales, procesando los impactos emocionales negativos, para que el paciente pueda ser protagonista de su vida. Miramos a cada persona en todo lo que es y en todo lo que está llamada a ser. Sabemos que la persona es mucho más que sus síntomas. Existe en nosotros un deseo de despertar al ser que está llamado a expresarse a través de las cuatro dimensiones de la persona (espiritual, psicológica, biológica y relacional). La intervención clínica está centrada en la estructura psicológica y en la dimensión relacional. Tenemos una mirada que busca ayudar a la persona a desplegar la verdad de todo su ser.

Aplicamos el modelo de psicología propio de la UFV, es decir, que la persona conozca su estructura psicológica para enseñar al paciente a gobernarla hacia el bien, la verdad y la belleza de su propia identidad.

Queremos ayudar a la persona a que viva su propio sentir como algo bueno, aunque en ocasiones le duela. Que pueda entender que todos los afectos hablan de sí misma, de su historia y de lo que anhela. También los que hacen sufrir. Que la persona aprenda a potenciarse a la hora de sostenerlos y procesarlos, a la hora de desvelar y descubrir qué sentido personal tienen, y a la hora de gobernarlos hacia la vocación personal descubierta.

¿Por qué en el fondo estamos ante una profunda crisis de familia?

Actualmente estamos inmersos en una sociedad frenética, competitiva y también muy egoísta e individualista. Buscamos la satisfacción de nuestras necesidades de manera inmediata y esto en la mayoría de las situaciones redunda en no tener momentos para “encontrarnos” con el otro, para compartir, para reírnos, para hablar, para expresar cómo nos sentimos. También existe el concepto erróneo de que, expresar al otro cómo me siento, cuáles son las emociones que estoy teniendo y qué es lo que me pasa, supone mostrar mi vulnerabilidad, lo peor de mi mismo. Por lo tanto, en familia no nos relacionamos de manera profunda, íntima, confiando en el otro. Hablamos de manera muy superficial, ya que no compartimos tiempo “afectivo” entre nosotros. Esto hace que predomine entre los jóvenes y no tan jóvenes, una sensación de soledad, aunque tecnológicamente estemos muy acompañados. Existe una crisis de valores, de fe, de vida espiritual y esto redunda en una crisis de identidad, y una ausencia de amor y de entrega al otro.

Nos encontramos con muchos matrimonios -que son el pilar fundamental de la familia- rotos, con dificultades en la comunicación, en la manera de relacionarse entre ellos y de educar. Es por eso que actualmente nos encontramos con problemas de adicciones, problemas con la alimentación, situaciones de ansiedad y bajo estado de ánimo, problemas sexuales…

¿Con qué equipos de profesionales cuentan?

En el CAIF somos un equipo de 20 profesionales entre psicólogos, (expertos en terapia infanto-juvenil, adultos, pareja y familia, sexólogos, y Vida Consagrada). También contamos con un psiquiatra y un nutricionista.

¿Les gustaría llevar este modelo a otras universidades?

Claro, queremos exportar este modelo, no sólo a otras universidades, sino a toda la sociedad. Porque la comunidad se convierte en lugar central para el desarrollo personal.

Solamente en la donación a los demás -de forma psicológicamente integrada- la persona encuentra su sentido último. El ser humano es vulnerable, tal y como lo describía Sto. Tomás. Es decir, la persona está abierta al exterior y, por tanto, cuanto acontece le afecta. Uno de los mayores impactos que permean en la persona justamente nace del tipo de comunidad a la que se pertenece, de los valores que dinamizan dicha comunidad, de los encuentros y desencuentros interpersonales vividos en ella. Trabajar psicológicamente en consulta, siempre que la persona lo anhele, el perdón, la confianza, la humildad, la gratuidad, la libertad y la apertura se vuelve nuclear en muchos procesos terapéuticos.

¿Qué resultados han ido cosechando en todo este tiempo?

Cuando ayudamos a las personas a ser lo que están llamadas a ser, transforman su vida, de tal manera que mejora su bienestar, se sienten plenos, disfrutan de las relaciones con los demás, recuperan a su familia, encuentran un sentido profundo a su existencia.

Hemos ayudado a más de 3000 personas en estos casi 9 años, y nos sentimos muy orgullosos del trabajo que estamos haciendo. Además, muchos colegios e instituciones cuentan con nosotros para dar cursos de formación, escuelas de padres, supervisión a otros profesionales con nuestro modelo.

Estamos realizando varios doctorados e investigaciones para contribuir con la comunidad científica.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
Tito España
Creo que en el titular de la noticia, en rojo, sobra una negación.

Respuesta: No sobra pues precisamente niega esa relación profunda...
04/09/24 11:51 AM
  
Cordá Lac
Pues sí. Es evidente. Toda la degradación (otros dirían que el progreso, claro) de la sociedad surge del ansia por la igualdad, lo que lleva a basar todo en el individuo y, por tanto, a la eliminación de la familia.
04/09/24 3:44 PM

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