Ángel Ubach analiza su libro El proyecto de Pablo sobre los problemas de los adolescentes

Ángel Ubach es esposo, padre de seis hijos y psicólogo escolar desde hace más de diez años. Cuenta con un máster en Humanidades, máster de formación del profesorado y Posgrado en Educación afectivo-sexual. En su labor actual como psicólogo escolar del colegio Reial Monestir de Santa Isabel de Barcelona acompaña a adolescentes, familias y profesores y trata de encontrar maneras de seguir ayudando a los jóvenes que pasan por sus manos.

¿Por qué un libro sobre los problemas de los adolescentes?

En primer lugar, porque desde mi experiencia trabajando en colegios he visto problemáticas de todo tipo. De hecho, muchas veces nos preguntamos cómo podríamos haber prevenido aquellas situaciones en las que, posteriormente, tenemos que intervenir. Hacemos sesiones en el aula, formaciones a padres, tutorías con familias, etc. y lamentablemente es insuficiente.

Las formaciones a chicos y familias suelen ser sobre los mismos temas: bullying, ansiedad, técnicas de estudio, cómo aprovechar el ocio y el tiempo libre (sin caer en el abuso de videojuegos, redes sociales o en el uso de drogas y pornografía), autoestima y trastornos de conducta alimentaria o autolesiones, y un largo etcétera.

Estas charlas y dinámicas, año a año, me hicieron pensar en crear algún tipo de soporte o herramienta para llegar mejor y a más jóvenes. “El proyecto de Pablo” pretende ser esta herramienta: una novela amena y formativa que sirva para hablar de todos aquellos temas que cuesta abordar ya que proporciona ejemplos y modelos sobre los que trabajar.

¿Por qué le interesa especialmente el tema como psicólogo?

No digo nada nuevo si afirmo que los adolescentes tienen cada vez menos recursos para enfrentarse a las dificultades que se les presentan. La debilitación de los vínculos familiares, juntamente con ideologías que atentan contra su naturaleza y que nos llegan a través de todos los medios de comunicación, la cultura y el arte, hacen que nuestros chicos tengan cada vez más difícil el desarrollar su identidad sobre firmes fundamentos.

Como psicólogo me preocupa lo que está nutriendo a nuestros chicos y las consecuencias negativas que vemos en ellos.

¿Por qué lo enfoca desde la perspectiva de un joven autista y con altas capacidades?

Lo primero que querría aclarar es que Pablo no es un autista al más puro estilo de la palabra. Se trata de un autismo tipo asperger, aunque en las más recientes clasificaciones ese término no se usa. No es de los que se balancean y están desconectados de la realidad, en absoluto. Es un perfil de chico que, a pesar de tener interés en relacionarse, no sabe cómo adquirir las habilidades necesarias para establecer dichas relaciones y, por otro lado, que tiene intereses restringidos sobre determinados temas.

No obstante, el objetivo de la novela no es hablar sobre el autismo o las altas capacidades. Quería hablar sobre lo que les pasa a los chicos desde una perspectiva cercana a ellos, alguien con quien los jóvenes pudieran conectar. Ese es, básicamente, el motivo por el cual escogí un protagonista de su edad y no un profesor o un psicólogo. Ese personaje debía ser alguien observador, alguien que juzgase su alrededor desde el mismo nivel que sus compañeros, pero con una visión lo más objetiva posible. De ahí que un chico con dificultades para relacionarse, pero que no esté desconectado de la realidad y que a la vez tenga altas capacidades, de manera que sus juicios puedan ir un poco más allá que los que haría un alumno de esa edad, parecía ser el protagonista perfecto.

Creo que he conseguido el objetivo planteado y que, además, al final de la obra se le coge un cariño especial a ese ingenuo adolescente.

¿Por qué decidió asociar a cada mes del curso escolar desde septiembre una temática concreta?

Pablo hace un proyecto de enriquecimiento en el colegio. Los proyectos de enriquecimiento son tareas que los colegios ofrecen a los chicos con altas capacidades para motivarlos, que aprendan sobre algún área y, a la vez, retarlos a hacer algo distinto y que vaya más allá del currículum escolar. En su caso, Pablo debe realizar un trabajo en el que debe hablar de un tema cada mes. Esto permite al lector ir conociendo poco a poco a nuestro protagonista, sus compañeros y su contexto, a la par que se va aprendiendo sobre temas que plantea.

Sin embargo, como bien se podrá imaginar, este formato puede permitir que se trabaje en las aulas de cada colegio. Aunque los capítulos están obviamente interrelacionados, mensualmente se podría trabajar en el aula un aspecto concreto utilizando el libro como herramienta. Un mes se trabajaría el bullying el bullying, otro las relaciones sociales, la identidad sexual, las adicciones a videojuegos, el abuso de redes sociales, etc.

¿Cómo ha conseguido que la trama sea amena y enganche?

Creo que la personalidad de Pablo y sus amigos ha ayudado, pero sobre todo el hecho de que todo adolescente puede sentirse fácilmente reconocido en las situaciones que van sucediendo en la novela.

Recuerdo la opinión de un chico que leyó la novela y le decía a su madre “¿mamá cómo puede ser que haya escrito algo durante la pandemia diciendo cosas que han sucedido después en mi clase? ¿cómo sabía que iba a pasar?”. Pues porque al final todos más o menos respondemos igual y los adolescentes actúan de forma parecida de una generación a otra…

Por otro lado, también puede ser amena para padres y educadores: primero por todo lo que suscita al recordar una época intensa como fue la adolescencia, y segundo al ver todos los peligros que rodean a nuestros chicos hoy en día. Peligros que no estaban tan presentes cuando nosotros teníamos su edad frente a los que la novela pretende ser una ayuda a la hora de poderlos enfocar.

¿En qué medida considera que ha abordado los problemas más comunes en todo adolescente actual?

Sinceramente, creo que siempre se pueden abordar más temas. Hay algunos aspectos en los que no he podido entrar como, por ejemplo, el tema de la pornografía, aunque sí que he tratado el tema de las relaciones tóxicas. Sin embargo, por mi experiencia en las aulas, creo haber tocado un buen abanico de las problemáticas que más les preocupan. Y, en cuanto a lo mucho que queda por hablar, siempre se puede tratar en una segunda parte que, de alguna manera, cuanto más feedback recibo, más forma va cogiendo.

¿De qué forma está implícita en el libro una cosmovisión católica?

Mi forma de entender el hombre, la antropología que subyace, está absolutamente imbricada en cómo trato los temas. Sin embargo, si los lectores quieren saber en qué puntos puede verse con mayor claridad esa cosmovisión católica que sostiene la obra, entonces sin duda estaríamos hablando del capítulo cuarto y de los dos últimos. Aunque hay detallitos a lo largo de la obra.

Cuando estaba en la universidad, el tema de compaginar mi profesión y mi fe era algo que me removía mucho. ¿Cómo combinarlos sin alejar a personas a causa de los prejuicios que pudieran tener sobre la fe?

Recuerdo, en un congreso de psicología católica, preguntar a un ponente: “¿cómo se puede ser un psicólogo católico sin hablar de Dios?”. Y su respuesta fue la siguiente: “en el momento que hablas de la naturaleza del hombre tal y como Dios la hizo, no hace falta mencionarle”.

¿Cuál es la moraleja o enseñanza que quiere transmitir?

En la novela, tema a tema y problemática a problemática, se ve un hilo conductor que nos lleva a una primera conclusión: en el fondo, todos partimos de una herida, una inseguridad, un anhelo. Y el cómo eso se manifiesta o se tapa, dependerá de cada persona, cada familia, cada situación y vivencia personal… Así, unos lo expresarán con agresividad (y ahí tendríamos a los acosadores de los casos de bullying), otros con inhibición (y ahí tendríamos a las víctimas), otros con ansiedad, otros con tristeza, … Esas emociones pueden taparse mediante la búsqueda del reconocimiento en redes sociales, en los videojuegos o en las drogas y pueden llevarnos a relaciones tóxicas, trastornos de conducta alimentaria, autolesiones y un largo etcétera.

Como se puede ver, las manifestaciones de los problemas son múltiples, pero el corazón del hombre es uno. Todos tenemos heridas, inseguridades y anhelos profundos. Ya lo decía San Agustín, “nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. De ahí que esto me lleve a pensar que todos partimos de una misma necesidad y que la respuesta a esa necesidad también es similar de una persona a otra. Si queréis profundizar en ello, tendréis que adentraros en las páginas de “El proyecto de Pablo”.

¿Qué aceptación está teniendo el libro?

La verdad es que la aceptación está siendo mucho más grande de lo que yo imaginaba. Al principio me llegaban algunos audios y mensajes agradeciendo la novela, agradeciendo las conversaciones que su lectura había suscitado entre padres e hijos e, incluso, entre hermanos. Un día me hicieron llegar un audio entrañable de una adolescente que decía que estaba “in love con Pablo” y que tras leer el libro no quería desaprovechar su vida. Esto realmente me conmovió.

Otro fruto sorprendente fue cuando una persona de fuera de mi comunidad autónoma me contactó por Linkedin para hacerme una consulta sobre uno de los temas del libro diciéndome: “Mira, no tengo a nadie que me pueda orientar sobre este tema y que piense como tú y como yo”. Fue una conversación preciosa en la que esa mamá confió en mí sin conocerme. Acabamos hablando por teléfono en un par de ocasiones.

Y, por último, han adquirido el libro varias personas, desde profesores de universidad, de colegios, psicólogos, bookstagramers, etc. Y la verdad es que la acogida es tremenda y los mensajes que me han ido llegando ayudan mucho a ver que ha valido la pena esta aventura. Son muchas las personas que me han dicho que la novela debería estar en todos los colegios y mi única respuesta es que ojalá…

¿Por qué merece la pena leerlo?

Merece la pena leerlo por dos motivos.

En primer lugar, porque, en cierto modo, “El proyecto de Pablo” sintetiza mi experiencia como psicólogo educativo a la vez que pretende ser una herramienta que se utilice no solo como lectura individual sino también en los colegios, así como en las universidades, en carreras y másteres que tengan que ver con el acompañamiento y la educación.

En segundo lugar, porque a pesar de tocar temas que pueden llegar a ser duros, están escritos de forma sencilla y amena y con una fuerte carga de esperanza por lo que, por el feedback que he ido recibiendo, el final del libro deja con buen sabor de boca y ganas de más.

Por Javier Navascués

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