Javier Barraycoa: «El nacionalismo es una religión de sustitución que seculariza toda la región»

Javier Barraycoa analiza el X Congreso de Catalanidad Hispánica que organiza Somatemps

Los próximos 5 y 6 de julio se celebra en Barcelona el X Congreso de Catalanidad Hispánica bajo el título “Patriotismo para el siglo XXI”. El programa promete una apasionante apertura a reflexionar sobre el patriotismo en estos tiempos de individualismo y globalización. El evento es organizado por la Asociación cultural Somatemps que celebra “Diez años de combate contra el nacionalismo”. Entrevistamos a Javier Barraycoa, presidente de la asociación y conocido apologeta en la lucha cultural por restaurar una España tradicional.

¿Con que ponentes contará este año el Congreso, que tendrá como tema central el patriotismo?

Este año, como todos, hemos intentado traer a personalidades interesantes y controvertidas que están aportando pensamiento a esta sociedad tan inerme. La propuesta es muy transversal y creo que será muy enriquecedora. Contaremos con la presencia del P. Gabriel Calvo Zarraute, Santiago Armesilla, Fernando Paz o Jorge Buxadé entre otros. La idea es plantear reflexiones sobre el sentido del patriotismo en una sociedad local y global en desintegración.

Su asociación se ha destacado por mantener una lucha cultural contra el nacionalismo, siendo uno de los principales bastiones en Cataluña y una referencia en toda España…

Este año celebramos el décimo aniversario de la fundación de Somatemps. La asociación se fundó con la intención de abrir un debate potente contra las mentiras históricas del nacionalismo y sus mitos. Pero es verdad que las circunstancias de emergencia ante los referendos de autodeterminación ilegales, nos llevó a participar en las reivindicaciones en la calle. Sin embargo, nuestro origen tiene claramente una vocación de lucha cultural y metapolítica.

¿Cuál es el balance de estos diez años? ¿Está plenamente satisfecho por lo conseguido o hay algo que le duela especialmente?

Es un poco agridulce. Por un lado, tenemos una satisfacción completa por que hemos cumplido con nuestro deber de frenar el secesionismo en España. Mas aún, sino hubiera sido por Somatemps y otras organizaciones que movilizamos a la ciudadanía, ahora no sé donde estaríamos. Por otro lado, muchos catalanes sentimos el dolor de ver como los gobiernos centrales parecen más aliados del separatismo que sus opositores. Desde el sistema se ha intentado oscurecer -por no decir eliminar- el asociacionismo que no controlaban los dos grandes partidos nacionales. La sensación de abandono y tristeza es muy grande.

¿Hay solución para el mal llamado “encaje de Cataluña en España”?

Ciertamente es un error hablar de un mal “encaje” entre España y Cataluña, o de un “problema catalán”. No hay un problema catalán, hay un gravísimo problema español. Cataluña no es la causa, sino el efecto de un mal espiritual que sufre España. No estamos ante una gangrena en una parte del cuerpo social español, sino ante una metástasis de un mal que afecta de formas diferentes a toda España. Hasta que no entendamos que el problema de España es espiritual y no político, no acometer el mal que nos acecha.

Se dice que el nacionalismo es una nueva religión…¿Podría profundidad un poco en la explicación de este fenómeno?

Sí, es una “religión de sustitución”. El nacionalismo no podría funcionar sin dotarse de una mística que absorbe de la religiosidad de una sociedad. Por eso no es de extrañar que las regiones de España más nacionalistas son las más secularizadas. Esto es una realidad que no soportan muchos eclesiásticos nacionalistas, pero es así. Ahí están los datos. Sin embargo no olvidemos que para España es tan malo el nacionalismo como el adoctrinamiento que se está produciendo en todas las escuelas, sean de regiones nacionalistas o no. La ideología de género, la transexualidad y, muy pronto, la legalización de la pedofilia, son tan dinamitantes o más que el nacionalismo. Todos los datos demográficos, nos dicen que España se muere. O reaccionamos ya, o no habrá una patria que salvar.

Por Javier Navascués