Apasionante mesa redonda sobre la eutanasia organizada por Vox en Barcelona
Ayer martes tuvo lugar una vibrante mesa redonda en Barcelona sobre el derecho a vivir y el derecho a cuidar frente al suicidio asistido, organizada por Vox Sarriá-Sant Gervasi, en el que participaron la diputada María García Fuster, médico especialista en anestesiología y reanimación y Rosina Foix, abogada especializada en derecho de familia y Javier Barraycoa, sociólogo y una de las referencias del pensamiento tradicional actual.
Fue muy importante poder debatir estos temas tan candentes en un espacio público, como el Centro Cívico Vila Urania, dado que estos lugares suelen estar copados dictatorialmente por la ideología dominante y no admiten el debate ni opinones diferentes. El personal del centro estaba muy incómodo viendo como el recinto se convertía en un espacio de libertad y se decía abiertamente aquello que no soportan oír.
Tras la certera presentación de Carlos Oliva, abogado y consejero de distrito por Vox en Sarriá-Sant Gervasi, tuvo el turno de palabra María García Fuster que habló desde sus muchos años de experiencia como médico, centrándose en lo que está pasando en los hospitales actualmente, que han dejado de ser lugares seguros y pueden ser la antesala de la muerte para muchas personas.
Rosina Foix abordó esta lacra desde el punto de vista jurídico y legal y denunció los graves atropellos y ambigüedades que se están dando al respecto. Por último cerró la mesa redonda Javier Barraycoa, que como sociólogo, habló con lucidez y valentía del poder y sus resortes para poder disponer de la vida de las personas.
Concluyó el acto con un vídeo de Jordi Sabaté en el que explicó que si está vivo es gracias al dinero de su familia, que se puede permitir pagar a cuidadores las 24 horas y que si no hubiese tenido medios estaría muerto hace muchos años ante la indiferencia de la salud pública con los enfermos de ELA.
En el apartado de preguntas se constató lo politizados que están los colegios de médicos en Cataluña, en su mayoría claramente favorables al aborto y a la eutanasia y cómo persiguen y señalan a los que defienden la vida. Entrevistamos brevemente a Javier Barraycoa que sintetiza algunos de los aspectos más esenciales que se trataron.
¿Cómo sociólogo cómo valora la aprobación de la ley de eutanasia y sus consecuencias?
La aprobación de una ley de la eutanasia tiene consecuencias catastróficas para una sociedad. En primer lugar porque es una legitimación del suicidio o, peor aún del asesinato inducido. Se abren inmensos abismos morales como la cuestión de quién puede decidir o no sobre la vida. Se habla de la dignidad del paciente, pero la decisión en última instancia acabará recayendo sobre el Estado. Y los cálculos del Estado para autorizar la eutanasia acabarán siendo siempre económicos, evidentemente.
¿Qué diferencia hay entre suicidio asistido y eutanasia?
En el caso de la eutanasia es el personal sanitario quien administra el medicamento que provoca la muerte y en el caso del suicidio asistido es el paciente quien se autoadministra el medicamento que otra persona le ha proporcionado. En ambos casos, en pura literalidad hay una cooperación para el homicidio.
¿Qué soluciones provida podemos proponer ante esta lacra?
La eutanasia se pretende legitimar bajo la excusa de evitar sufrimientos al paciente. Pero hoy en día la medicina está suficientemente avanzada en cuidados paliativos como para permitir una muerte digna a cualquier paciente.
¿Por qué no solo tenemos que reivindicar el derecho a vivir del paciente sino el derecho a poderlo cuidar?
Yo hablaría tanto de derecho como de deber a cuidar. Uno de los problemas actuales es que el Estado te niega derechos pero también te prohíbe ejercer tus deberes. El feto tiene el derecho a la vida y la madre el derecho y el deber de protegerlo. Igualmente hemos de reclamar el derecho del paciente a ser cuidado en sus últimos momentos y de morir de forma natural. Y los familiares tiene el deber de cuidarlo. Cuando el destino del enfermo, los familiares lo entregan a la administración pública, entonces realizamos un entreguismo de nuestras responsabilidades al Estado. Y este es un factor dinamitante de una moral personal y colectiva.
¿Por qué ante la llamada cultura de la muerte no valen medias tintas?
Sencillamente porque es una cuestión dicotómica: o estás vivo, o estás muerto; o haces el bien o haces el mal. No se puede estar medio vivo o hacer medio bien. Cuando las cosas se hacen medio bien es que ya las estamos haciendo mal. Esta es la esencia del mal menor.
Por Javier Navascués
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