Padre Rubio. Crónica de un sacerdote santo. ¡Más actual que nunca!
¿Defraudado, desilusionado, estafado por la proliferación en librerías de textos insípidos, malsanos y perniciosos…? Aquí te mostramos un libro contrario a todo lo que el mundo actual, irreligioso y amoral, difunde con su ponzoña en sus medios de desinformación…
Pocos jóvenes conocerán hoy día la figura de San José María Rubio S.I., y éste es el momento de conocerlo, pues conociéndole podrán ver cómo un santo actúa en el mundo, y la necesidad que tiene una nación de hombres tallados de esta manera (y madera), por la mano de Dios, como fue el Padre Rubio.
El Padre Rubio sigue siendo hoy ejemplo a imitar (en su formación sacerdotal, en su pastoral, en sus virtudes…) no sólo para los jesuitas del siglo XXI, sino para todos los sacerdotes diocesanos de hoy día: modelo ejemplar de sacerdote católico; sacerdote de una muy profunda oración y mortificación; santo henchido con los dones del Espíritu Santo; guía consumado en la dirección de las almas; humilde orador; incansable confesor; lumbrera apasionado por la GLORIA DE DIOS Y LA SALVACIÓN Y SANTIFICACIÓN DE LAS ALMAS.
La EDITORIAL CORDERITO lanza este nuevo libro sobre la vida de San José María Rubio S.I. quien fuera calificado por el eximio Arzobispo D. Leopoldo Eijo y Garay (que tanto bien hizo a las almas en su ministerio), como el “Apóstol de Madrid”, por su impresionante acción apostólica en cada rincón de las calles, plazas, hogares, hospitales, cuarteles, colegios, centros obreros, suburbios, palacios, conventos e iglesias de la capital española.
¿Y qué le movía al Padre Rubio para desarrollar tan espectacular apostolado?. La acción del Espíritu Santo en su alma. El deseo inquebrantable de querer a toda costa ser santo, y para ello no hay otro camino que la ORACIÓN y la MORTIFICACIÓN de los sentidos, el combate constante en la ejercitación de las VIRTUDES CRISTIANAS (sobre todo la humildad), el vacío y despojo de sí para llenarse del “Amor de Dios” hasta alcanzar el grado de Amor-Caridad que Dios tenía predestinado para él.
Siguiendo a Santa Teresa de Jesús y a todos los maestros espirituales de recta formación, el Padre Rubio pasó la noche oscura, y del paso de la cuarta a la quinta morada llegó a la santidad canonizable. Por eso hizo tanto bien a las almas, porque fue un hombre santo de verdad.
¡Qué bien hacen las almas que aspiran a escalar, de morada en morada, las vías del Espíritu que conducen a la PERFECCIÓN de estado!. Combatir el pecado mortal, el pecado venial y las imperfecciones.
Purificar el corazón, cooperar con la gracia santificante en su desarrollo santo, alejarse de las malas compañías, no asistir a espectáculos indecentes e inmorales (ni bailes, ni lecturas malsanas…), formación doctrinal, Catecismo (bien sabido y aprendido), ejercitarse en las virtudes cristianas (humildad, obediencia, castidad, pudor, modestia, mortificación…), práctica diaria de la ORACIÓN MENTAL, ir configurándonos con las virtudes de Jesucristo (formar la imagen de Cristo en el alma del fiel) haciendo en todo momento su Santísima Voluntad (Crucificándose, Cristificándose y Deificándose)… eran la base de su dirección espiritual (Amor y Cruz), que no es otra que desterrar todo vicio y plantar las virtudes en el alma del fiel para que una vez ejercitado en la ASCÉTICA llegue al gozo de la MÍSTICA a la que todos estamos llamados.
El Padre Rubio enseñaba ese “camino estrecho” del Santo Evangelio que conduce a la verdadera libertad, a la verdadera vida, que es como decir a la verdadera felicidad del alma.
El Divino Huésped le impulsaba, como buen hijo del egregio Capitán de Loyola, no sólo a santificarse él mismo, sino a santificar a los demás; logró formar toda una “costelación de santos” a su alrededor.
Los problemas de España se resuelven con la forja de santos varones apostólicos: de ahí lo necesario que se hace conquistar de nuevo colegios, universidades, empleos, gobiernos, parroquias, en donde la formación en la santidad tradicional sea la norma de conducta.
Esa España de su tiempo que al Padre Rubio tanto le dolía (¡Pobre España! Solía repetir) sólo se resuelve también hoy día con un batallón de hombres santos que lo den todo por Dios y por la santificación de los hombres, bajo la Doctrina Tradicional de la Iglesia Católica, sin adulteraciones, ni aguados buenistas (El Santo Evangelio es ASCÉTICA y es también MÍSTICA, todo en él rebosa estos dos principios básicos).
Esto decía el Padre Rubio: “El celo esta bien (las acciones exteriores están bien), pero antes que esto, oración, mucha oración; y antes que la acción, mortificación, mucha mortificación…”.
“¡Daos prisa en santificaos!¡No perdáis el tiempo!… porque al final de la vida LO ÚNICO QUE NOS QUEDA (para mostrar en el Juicio) ES LA SANTIDAD”.
Ni la masonería, ni las calumnias, ni las persecuciones, ni los oprobios, pudieron con este “Grande” de la Iglesia Católica.
¡HAY QUE LANZARSE!… este fue su “grito de combate” en sus acciones apostólicas. ¡SIN MIEDO! Dios con nosotros, luego, ¿Quién contra Dios?.
Que el ejemplo de Caridad del Padre Rubio, alma entregada por entero a la SALVACIÓN Y SANTIFICACIÓN DE LAS ALMAS hasta el sacrificio de sí, nos edifique para que siempre actuemos por amor a Dios bajo las consignas irreemplazables del AMOR y de la CRUZ.
Si quiere ayudarnos a difundir estos libros:
PADRE RUBIO: ¡Más actual que nunca! (232 páginas. Ilustrado con más de 200 fotografías a color de su vida, fundamentalmente en Dalías, Madrid, Chinchón, Estremera, devociones particulares y fotografías del Museo de Dalías con objetos personales…).
(10 euros + gastos de envío. Edición limitada)
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