Sergio Fernández Riquelme analiza su obra Manual de batalla contra la Leyenda Negra
Sergio Fernández Riquelme, profesor de Universidad, es historiador y doctor en sociología. Autor de más de treinta libros y más de cien artículos científicos y divulgativos. Colaborador en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales, también es director de La Razón histórica. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas.
¿Por qué un manual de batalla contra la Leyenda Negra?
Estamos en plena época de Batalla Cultural, y en la misma son necesarios estudios y reflexiones, desde la Historia, para comprender las raíces de los postulados de los distintos bandos en una lucha que, real y simbólicamente, determina la vida de los ciudadanos en mayor o menor medida. Personas y grupos que deben tener la mayor información posible para elegir entre los caminos que se plantean, accediendo a versiones completas y alternativas más allá del abrumador pensamiento globalista dominante. Porque este pensamiento desprecia todo legado que se nutra de aspectos considerados “tradicionales” y que, en el caso español e hispanoamericano, sigue usando la vieja Leyenda Negra para impedir propuestas diferentes a su consenso liberal-progresista o reacciones soberanistas ante la deriva de extrema izquierda, a la que muchas veces usa.
Esta utilización, así, afecta al olvido o menosprecio del pasado de España como nación cultural de identidad católica y vocación imperial, los dos grandes temas que articulan la pervivencia de esa Leyenda antihispánica ayer y hoy; a su presente de unidad interna, ya que esta Leyenda es adaptada en el país por los nacionalismos periféricos y la extrema izquierda para justificar sus proyectos de ruptura territorial o social (limitando lo español a lo “castellano”, y atacando a “lo católico” para desviar la atención de sus propuestas etnicistas); y a su futuro allende el océano, al romperse puentes por caudillos bolivarianos y neoindigenistas que tergiversan la conquista y evangelización de América, olvidan la teocracia subyugadora de los llamados imperios prehispánicos con sus vecinos, apelan a ella mientras viven en el más moderno sistema consumista (y sus indígenas sobreviven en la marginalidad), culpan al viejo pretérito de su fracaso sistemático en acabar con la desigualdad rampante, y adoptan todos los preceptos de ideología woke occidental aunque aún siguen usando manidos lemas “anti imperialistas”.
Se ha escrito mucho sobre la Leyenda Negra, ¿hacía falta un manual sencillo como este?
No sé si hacía falta, porque por suerte cada vez surgen más obras sobre este tema. Pero creo que este trabajo pretende contribuir, modestamente, a aportar una visión sintética de la misma desde la ciencia histórica, para comprender las experiencias del pasado en sus luces y sombras (evitando también “leyendas rosas” interesadas), las posibilidades del presente que se generaron con la civilización hispánica que aún persiste (por ejemplo, con esa lengua viva y diversa que hablan cientos de millones de personas), y las expectativas que sobre la Hispanidad, como plausible identidad renovada, se pueden generar en el debate actual político y geopolítico entre globalistas y soberanistas en España y las naciones hispanoamericanas. Un manual muy sencillo para entender un fenómeno muy complejo.
Califica la Leyenda Negra de fábula…
Toda organización política usa un discurso para vencer y una narración para convencer. Y los enemigos de la Monarquía Hispánica antes y de la Nación política española ahora, usaron la fábula ideológica sobre excesos y oscurantismos patrios, aumentándolos y descontextualizándolos, para deslegitimarla internacionalmente en épocas de revolución mediática: en la Edad Moderna con la nueva imprenta, y en la Edad Contemporánea con las redes sociales. Ingleses, franceses, holandeses, alemanes, y norteamericanos más tarde, usaron esa Leyenda Negra para esconder o justificar su actuar, como es lógico, mientras sus imperialismos y neoimperialismos “depredaban” recursos y mentes. Ya lo señaló Julián Juderías, pionero en su estudio: “el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad”.
Y ahora lo hacen representantes de la Nueva Izquierda en América o en Europa, que la emplean en sus procesos de transformación radical escondiendo, a veces sin darse mucha cuenta, que son un instrumento del establishment globalista que los azuza para romper barreras a su poder omnímodo (como hicieron los nuevos burgueses con los sans-culottes en la Revolución Francesa). El profesor e hispanista norteamericano Stanley G. Payne lo dejaba claro: “la historia de España está siendo falsificada a diario”, pero mientras en buena parte de Europa o se ha olvidado o se desconoce, “los españoles se han creído más la leyenda negra de España que los extranjeros“, lo que ha condicionado la construcción posimperial del Estado nacional entre complejos de inferioridad, la desvertebración regional acusada, cainismos sorprendentemente recurrentes y el cuestionamiento de misiones comunes (como el gran pacto de la Transición).
¿Por qué es bueno combatir esa Leyenda desde la ciencia histórica y su contexto?
En primer lugar, porque la ciencia histórica abre el debate y la memoria histórica lo restringe (como vemos, permanentemente, sobre la Guerra civil española o la Conquista americana); en segundo lugar, porque dicha ciencia permite plantear interpretaciones diversas y la oficialización del pasado solo autoriza las visiones adeptas (entre el reconocimiento académico y la subvención pública); y, en tercer lugar, porque la Historia con mayúscula entiende los hechos del pasado en el contexto en el que surgen, con las claves mentales propias que le dan sentido y significado, evitando en la medida de lo posible juicios de valor al respecto (que corresponde al ciudadano que lee nuestro trabajo), mientras que la historia con minúscula parece que no puede escapar de intentar rendir cuentas a un pasado que ya no existe ni puede defenderse.
¿Cuáles han sido la principales contribuciones de la monarquía hispánica a la humanidad?
Muchas y diversas: de una lengua universal a adelantos marítimos, urbanísticos, militares, artísticos o técnicos durante siglos. Pero yo destacaría dos, sobre todo. Protagonizó la llamada “primera globalización”, al poner el pie en los cinco continentes antes que nadie, abrir rutas comerciales mundiales desconocidas (junto a Portugal, la otra monarquía ibérica) y establecer relaciones institucionales polisinodiales durante siglos entre culturas distintas. E inauguró los modernos “derechos humanos” con las Leyes de Indias y las Leyes de Burgos (así como con la obra de los juristas y teólogos de la Escuela de Salamanca) que, aunque imperfectas fueron muy avanzadas ante adversarios (hoy en la elite del globalismo, limpios de polvo y paja) que consideraban a nativos o enemigos como seres sin derecho alguno hasta no hace demasiado tiempo (como la segregación racial norteamericana, el genocidio bélico desde el mundo germano, o la colonización africana de franceses o ingleses).
El libro es un alegato en defensa de la hispanidad…
Es un alegato en defensa de la convivencia entre culturas, razas, ciudadanos y países a uno y otro del Atlántico, con más cosas que unen que separan. Porque la Hispanidad, desde la ciencia histórica, es el conjunto de experiencias pasadas, de posibilidades presentes y expectativas futuras desde una herencia que sirve de modelo para entender que pasó en su contexto auténtico y en comparación con civilizaciones pasadas y presentes, lo que podemos hacer en cooperación aquellos que comparten idioma (con acentos múltiples) y cultura (de lo espiritual a lo valórico), y lo que harían juntos familias mezcladas y naciones interconectadas para un desarrollo humano integral. Porque esa es la esencia de la Hispanidad: una clave civilizatoria y espiritual que trascendió, trasciende y transcenderá las disputas ideológicas y las diferencias étnicas. El excelso escritor bilbaíno Miguel de Unamuno, quien usó por primera vez la palabra, escribía: “Digo Hispanidad y no Españolidad para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena –terrosa sería acaso mejor– y a la vez celeste de Hispania, de Hesperia, de la Península del Sol Poniente, entre ellos a nuestros orientales hispánicos, a los levantinos, a los de lengua catalana, a los que fueron cara al sol que nace, a la conquista del Ducado de Atenas”.
Va más allá anunciando que ha llegado la hora de la Hispanofilia, ¿por qué?
Siempre hay que partir del contexto; es una máxima de la ciencia histórica. El contexto pasado, desde la era de los Reyes Católicos al ocaso de la España Imperial (entre la invasión napoleónica y el Desastre de 1898), explica la génesis de aquella potencia progresivamente mundial que creó un Imperio “generador” (sin las investiduras romanas o germánicas, excepto bajo Carlos V), de organización compuesta y polisinodial, que se expandió solo desde la fuerza militar, sino también desde el pacto y la alianza, generando apoyos internos y externos que muestra su vigencia durante tres siglos.
Así se entiende la estable alianza castellano-aragonesa (pese a las competencias propias de cada reino), el apoyo de nobles y poblaciones de otras partes de Europa al poder de la Monarquía Hispánica (con marinos, militares y políticos italianos o flamencos a su servicio), la colaboración masiva de poblaciones indígenas americanas a las pequeñas huestes de los adelantados españoles para acabar con la dominación de aztecas o incas o su participación en los ejércitos realistas frente a los libertadores criollos (los “españoles americanos), el lamento postrero de numerosos independentistas ante la posterior neocolonización useña y lo perdido con la separación (desde México a Filipinas)… Y el contexto presente, muestra como en España y en muchas naciones hispanoamericanas, ante los riesgos de la libertad o del progreso por propuestas triunfantes que parecen llevan al crónico pauperismo moral y material, cada vez más ciudadanos e intelectuales rememoran y reivindican esa civilización común que alberga valores superiores para unirse y colaborar (como ha hecho viral la obra del escritor argentino Marcelo Gullo con Madre Patria).
Habla de España y su glorioso pasado, de su inquietante presente.. ¿Cómo ve el futuro?
La Historia no predice, pero sí establece posibles tendencias, desde esas experiencias, posibilidades y expectativas, como “maestra de la vida”. Tendencias, a modo de hipótesis de trabajo, desde la contextualización y la comparación. Las naciones nacen, crecen y pueden desaparecer, como toda forma jurídico-política del pasado. Y España, sin una misión colectiva en la que crean y en la que colaboren los ciudadanos y sus elites, puede sufrir el mismo destino que tantos pueblos que han sido olvidados a lo largo de los tiempos. En el siglo XXI nuestro país se encuentra en una encrucijada vita, como otras especialmente en Occidente, entre su progresiva disolución en el marasmo globalista (que apuesta por disolver las identidades nacionales) o su participación en la reacción soberanista.
Pese a la consolidación de la democracia o el bienestar logrado, esa Leyenda siempre regresa para enfrentar y desunir, entre españoles (que no tienen los mismos derechos y oportunidades en el territorio estatal) y con americanos (artificialmente enemistados, pero realmente conectados). Pero la ciencia histórica, como herramienta al servicio de la sociedad, puede ayudar a tomar esa decisión última sobre el destino de un pueblo, como el español: ser parte de una agenda global que renuncia a la continuidad histórica, sin cuestionar los dictados internacionales y sin evitar la disgregación nacional; o ser parte de un pueblo soberano que rechaza el cambio de su herencia, y aspira a conciliar modernidad y tradición.
Por Javier Navascués
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Lo que se ha consolidado en España es mas bien una partidocracia. Un sistema según el cual los partidos políticos, en connivencia con poderes económicos y mediáticos, se reparten la nación como si fuera una tarta, y que, con el tiempo, ha ido creciendo como un monstruo que se muestra cada vez mas voraz. Y los partidos políticos defienden ante todo sus intereses particulares. Es un sistema basado en el pensamiento liberal, perverso moralmente, que incluso pervierte ya directamente a los niños -a los que se libran del aborto-, caciquil, que necesita de la división social y la demagogia.
La leyenda negra existirá siempre que le sea útil a alguien. ¿Por qué es mas insistente dentro de España hoy en día que fuera? Porque les es útil a los separatismos y a las ideologías modernistas y postmodernas, que se sustentan en la fuerza de los partidos políticos, que son quienes principalmente la han fomentado y la fomentan.
Y fuera de España resucitará siempre que le sea necesario a alguien hacerlo. Así, la vemos unida a los movimientos indigenistas y postmodernos.
Lo mismo podemos decir respecto a la leyenda negra sobre la Iglesia, tan conveniente a globalistas, sincretistas y otros grupos y poderes.
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