Carlos Taranilla analiza de forma sintética aspectos esenciales de su libro Iconografía del románico
Carlos Javier Taranilla de la Varga, natural de León (1956), es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo (1978). Conoce el mundo editorial, en el que trabajó casi una década. Ha ejercido como profesor de Enseñanza Media durante treinta y cinco años, compaginando la actividad docente con la publicación de libros de arte e historia así como de mitos, leyendas y misterios. En editorial Almuzara ha publicado, además de este libro, otros títulos como Grandes mitos y leyendas de la historia, Grandes enigmas y misterios de la historia, El Santo Grial, Enigmas y misterios de León, Historia de León para niños y Eso no estaba en mi libro del Camino de Santiago, y en editorial Guadalmazán, Criptografía, los lenguajes secretos a lo largo de la historia, algunos de los cuales cuentan con prologuistas de prestigio como José María Merino de la RAE, Antonio Colinas o Patrick Henriet, de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de París. Apasionado del mundo del libro, trabaja siempre en la realización de nuevos proyectos editoriales.
¿Por qué un libro sobre la iconografía del románico?
Nos pareció de mucha utilidad un libro dedicado a tratar este aspecto del arte románico, que está ya muy estudiado, pero una clasificación ordenada de su amplia iconografía es imprescindible para asimilar y comprender la gran variedad de imágenes que presenta este estilo en el exterior y el interior de los edificios, pues tanto la escultura como la pintura y artes decorativas están supeditadas a la arquitectura.
En este período la temática religiosa es fundamental. ¿Por qué son tan importantes las representaciones de Dios y del pecado original?
Dios es el origen del mundo como relata el Génesis. La figura más representada en la iconografía es Dios Hijo, prefigurado en la Vieja Ley con sus diferentes personificaciones (figurativas y abstractas como el Crismón) y los ciclos de su nacimiento, vida pública, pasión, muerte y resurrección.
Igualmente está muy presente la creación y la temática en torno a Adán y Eva y el pecado original. También son unos temas muy ricos en simbología…Tanto los comitentes como el artista siguen el relato del Génesis, desde la creación hasta el pecado y la caída.
¿Qué importancia tienen las prefiguraciones de Cristo en las figuras de los patriarcas y profetas?
Con su modo de vida y sus cualidades, constituyen los nexos de unión entre la Antigua y la Nueva Ley, como establecieron los Padres de la Iglesia, prefigurando en distintas ocasiones a lo largo de su vida, en las que lograron vencer a la muerte (Daniel en el foso de los leonés, Jonás en el vientre de la ballena), al que había de venir.
Toda la vida de Cristo desde su nacimiento a su pasión, muerte, resurrección y ascensión está muy presente en el románico…¿Hasta que punto el misterio de la vida de Cristo, es el que encierra más riqueza y es de un caudal inagotable?
Efectivamente, la vida y resurrección de Cristo, su vencimiento a la muerte tras morir en la cruz, es la base del cristianismo y, por ello, constituye el mensaje principal de los artistas al pueblo iletrado que encontraba un catecismo, una biblia en piedra, en la abundancia de imágenes sobre la vida del Redentor.
También la Virgen María, como Madre de Dios y los evangelistas están muy presentes en la iconografía románica…
María aparecerá con mayor frecuencia en el Gótico como Mediatrix entre Cristo y los hombres, los tiempos de humanización de las representaciones religiosas, coincidiendo con la literatura trovadoresca y la exaltación de la mujer, María, la Gran Dama, la Mujer ideal. En el Románico aparece siempre como Theotokos, Madre de Dios, Sedes Sapientiae con el Niño (la Sabiduría Universal) en el regazo.
¿Por qué en el mundo medieval estaban tan presentes los temas relacionados con las postrimerías?
Principalmente por el convencimiento del fin de los días, apoyado en la alta mortandad, provocada por pestes, guerras, hambrunas…
Igualmente existe una iconografía románica profana, de escenas sociales e incluso de carácter sexual. ¿Hasta que punto está eclipsada por el predominio de lo sagrado y religioso?
Esta temática hay que incardinarla en las palabras de san Pablo a los Gálatas: “Los que tales cosas hacen no heredarán el Reino de los Cielos” (Gal 5:21). Por eso suelen estar en el exterior de los templos, fuera de la puerta de entrada, el limes al recinto sagrado, donde el mal no puede existir. Una advertencia.
Así mismo dedica un apartado a la iconografía geométrica y a la vegetal o fitomorfa y a las inscripciones, ¿qué importancia tuvieron?
Las representaciones geométricas se utilizaron como ornamento de las construcciones: arquivoltas, tímpanos, capiteles. Debido a la facilidad de su labra y ejecución gozó de gran aceptación entre los canteros rurales.
Las vegetales o fitomorfas se pueden considerar alusiones a los dos árboles del Paraíso: el Árbol de la Vida y el Árbol de la Sabiduría o de la Ciencia del Bien y del Mal, cuyos frutos comieron Eva y Adán tentados por el diablo; alude a los pecados de soberbia y desobediencia a Dios.
Las inscripciones estaban destinadas a aclarar el mensaje de las imágenes para los predicadores, que eran los encargados de explicárselas y desentrañárselas a los fieles.
También habla del bestiario, ya sea real, fantástico o simbólico. ¿Por qué los animales son tan utilizados para representar el bien y el mal, el vicio y la virtud?
Su representación, generalmente, adquiere un doble sentido: moralizante o ejemplarizante y apotropaico, es decir, protector del recinto sagrado o bien de las figuras sagradas cuando estas se hallan dispuestas en pie sobre sus cabezas, salvando el simbolismo del dominio del bien sobre el mal en la postura dominante de los santos pisando las testuces.
En cuanto a la finalidad moralizante, los animales eran considerados representantes de una serie de cualidades positivas o negativas que, en aquellos tiempos de supersticiones, debían constituir para la sociedad un paralelismo con el ser humano, o sea, el reflejo de un ejemplo de vida a seguir o bien todo lo contrario, cuando sus comportamientos constituían el modelo que lleva a la perdición.
De ahí que se puedan distinguir dos clasificaciones básicas: animales que simbolizan el bien y la virtud y animales que simbolizan el mal y los vicios, de todo lo cual aportamos numerosos ejemplos y comentarios en nuestro libro.
¿Cómo fue la transición de la iconografía románica a la gótica y cual es la relación entre la iconografía bizantina y la románica?
A partir del siglo XIII, con la humanización de los personajes divinos (Dios es Juzgador severo, pero también es Padre), la iconografía continuó centrándose en Cristo, pero un Cristo humano, Varón de Dolores, y sobre todo en María, Abogada nuestra.
Los modelos iconográficos del arte bizantino, procedentes en parte de los primitivos cristianos (arte paleocristiano) tuvieron una gran influencia en el arte cristiano medieval. El Pantocrátor (Cristo Todopoderoso) de medio cuerpo dentro de un clípeo, en Occidente repercutirá en la Maiestas Domini o Christi característica del Románico, de cuerpo entero, sedente sobre trono de arcoíris en el interior de la mandorla o almendra mística ovalada que simboliza el resplandor del universo, y rodeado por el Tetramorfos, los símbolos de los cuatro evangelistas.
La Anástasis, Resurrección tras el Descenso de Cristo al Limbo portando la cruz que abre las puertas del infierno para liberar a los justos, aparece en algunas pinturas, especialmente. El tema más representado en el Románico fue el Juicio Final en las portadas de los templos, para observación de los peregrinos en su tránsito por el Camino de Santiago.
La Theotokos (Madre de Dios), Virgen sedente con el niño en su regazo, al que ofrece un fruto o una flor. En Occidente se la conoce como Dei Mater o Deípara: “la que pare a Dios”. La Koimesis o Dormición de la Virgen, la Galactotrofusa o Virgen de la Leche, y otros temas marianos, fueron más frecuentes en el Gótico, como antes hemos dicho.
Por Javier Navascués
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