P. Ignacio Palacios: "Ratzinger dejó para la posteridad su discurso contra la dictadura del relativismo"
Ignacio Palacios Blanco. Nacido en Madrid en 1971. Sacerdote. Licenciado en Filosofía por la Universidad Pontificia Regina Apostolorum de Roma. Bachiller en Teología por el Instituto de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Institución Empresarial Europea de Madrid. Bachelor of Science in Business Administration por la Universidad de Gales en el Reino Unido. Master en Humanidades Clásicas en el Centro de Humanidades y Ciencias de Cheshire (Coneccticut) en los Estados Unidos. Miembro del Círculo de Nuevos Estudiantes de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI.
Profesor de Filosofía en el Instituto de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo desde 2012. En esta entrevista analiza la conferencia Benedicto XVI. Servidor de la Verdad, organizada por la AsociaciónMater Dei, hoy día 23 de febrero en Madrid. El acto tendrá lugar a las 8 de la tarde en la parroquia el Santísimo Cristo de la Victoria de la capital madrileña.
¿Por qué una conferencia titulada Benedicto XVI, servidor de la verdad?
“Servidor de la verdad¨ es el lema que Joseph Ratzinger eligió en 1977 para su escudo episcopal. Para Joseph Ratzinger la misión de un sacerdote y de un obispo era la de servir a la Verdad en su ministerio. Entendió su vida siempre en esta clave.
¿Hasta que punto fue fiel a este lema durante toda su vida?
De sus padres recibió el ejemplo de vivir en conformidad a la verdad de Dios, sin temer a las consecuencias que ello pudiera ocasionarle. En la rectitud de conciencia de su padre encontró siempre un ejemplo de lo que suponía ser fiel a la verdad de Cristo, sin ceder a las presiones ni a las amenazas, que se ejercieron sobre su padre en los años de la subida al poder de Adolf Hitler y de las presiones y amenazas que el régimen nazi ejercía sobre sus vidas.
¿Cómo en su labor como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe fue fiel a la verdad?
Intentó cumplir con la misión propia que como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe se le había confiado. Debía colaborar con el Romano Pontífice Juan Pablo II, en la importante tarea de velar por la unidad de la fe en la Iglesia. Supo ser un colaborador fiel a Juan Pablo II, y a la vez, un colaborador eficaz por su sólida formación teológica, su gran capacidad de trabajo, y su coherencia de vida que le hacía no ceder ante las presiones. Trató siempre de dialogar con los teólogos de su tiempo para asegurar una recta transmisión de la fe que contribuyera a la unidad de la fe en la Iglesia.
Fue muy significativo su discurso en el funeral de Juan Pablo II…
Joseph Ratzinger dejó para la posteridad en el discurso contra la dictadura del relativismo un tesoro de un valor inmenso, que siempre se recordará e iluminará la reflexión de los intelectuales y de los hombres. Pero además en ese momento tan trascendental de la historia de la Iglesia puso en evidencia ante el mundo y ante los cardenales que debían elegir un nuevo Papa, que el mejor candidato para ocupar la sede de Pedro era sin lugar a dudas Joseph Ratzinger.
Ya como Papa. ¿En qué documentos pontificios muestra la importancia de ser fiel a la verdad?
Sus encíclicas acerca de las tres virtudes teologales, son el tesoro doctrinal que como Romano Pontífice quiso dejar a la posteridad acerca del acceso y la relación del hombre con la verdad de Dios. Sobre la relación entre la fe y la razón ha dejado a la posteridad tres discursos valiosísimos: el discurso de Ratisbona, el discurso ante el Bundestag, y el discurso ante el Parlamento Británico.
Su renuncia fue objeto de numerosas especulaciones…
Como bien relata don Georg Gänswein en su reciente libro Nada más que la verdad, la renuncia se fue fraguando en la oración del Pontífice emérito al hilo de los acontecimientos en los que se manifestó el empeoramiento de su salud. En particular, en su viaje apostólico a México.
Benedicto XVI siempre defendió que un Papa debía renunciar a su ministerio si la salud le impedía un pleno ejercicio de su misión. La renuncia no se debió a presiones, aunque las hubo. Benedicto XVI siempre ha defendido que fue totalmente libre en esa decisión, y que era lo que Dios le pedía en ese momento.
¿Cómo fue fiel a la verdad con un bajo perfil como Papa emérito?
Cumpliendo el deber que consideró que le había confiado la Divina Providencia, de dedicar sus últimos años a orar por la Iglesia, y a preparar su alma a la muerte.
¿Que nos puede decir de cómo afrontó su muerte?
La muerte, tal y como señaló en su entrevista Últimas conversaciones la afrontaba con la humildad y la confianza puesta en la misericordia de Dios, y viendo la muerte como el momento del encuentro con Cristo Nuestro Redentor.
¿Qué supuso para usted su entierro y cómo lo vivió?
El entierro de Benedicto XVI ha sido como fue su vida: sobrio, humilde y discreto. No hubo banderas a media hasta, no se decretaron días de luto oficial en el Vaticano, ni se suspendió el trabajo en la ciudad del Vaticano, su féretro no fue trasladado en una carroza sino en la parte trasera de una furgoneta, y su entierro se celebró en la intimidad de sus más allegados.
¿Por último que nos puede adelantar acerca del último libro de Don Georg Gänswein?
Aunque aún estamos esperando la publicación de la edición española del libro del secretario de Benedicto XVI, ha circulado por internet una copia en pdf a la que he tenido acceso. Tiene el gran valor de ser el testimonio del gran colaborador fiel e e hijo espiritual de Benedicto XVI, que es monseñor Georg Gänswein.
Por Javier Navascués
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