Isabel de Puig: “Difícilmente van a conseguir que un juez sentencie que rezar es acosar”
Barcelona es una de las ciudades españolas con más tradición en la campaña 40 días por la vida. En esta ocasión hablamos con la coordinadora Isabel de Puig que reflexiona en torno a la campaña y el crucial momento que estamos viviendo en el que pretenden criminalizar los rescates provida, que a tantos niños han salvado de las garras del aborto.
¿Este nuevo 40 días por la vida tiene una significación especial al estar a punto de aprobarse la ley que impide rezar ante los abortorios?
Ciertamente la sombra de esta ley nos hace ser más conscientes si cabe de que estamos ante una batalla espiritual, en la que el mal utiliza todas las armas a su alcance para proteger la industria del aborto, obviando una serie de derechos fundamentales, como son la libertad de culto, el derecho de reunión, el derecho a la libertad de expresión, y el más importante de todos: el derecho a la vida.
Pero por otro lado nos llena de esperanza, porque sabemos que durante las campañas el número de abortos baja. Y ese es el motivo de criminalizar la actividad provida (rezos, rescates, etc). Rezando vamos por el buen camino.
De hecho desde que se iniciaron las campañas en 2007 ya se han cerrado 114 abortorios, se han salvado que sepamos, más de 20.000 bebés, y cientos de trabajadores de esta industria de muerte se han convertido. Dios escucha nuestra oración y se conmueve especialmente cuando damos testimonio público de nuestra fe y rezamos en comunidad- “porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mateo 18:20).
Sin embargo ustedes lo van a seguir haciendo para evitar abortos sin miedo a nada, ni siquiera a la cárcel…
Rezamos no sólo para evitar abortos, sino por el fin del aborto, ya que el aborto es en sí mismo un acto objetivamente malo, y por tanto dañino para todos aquellos que se ven involucrados: las madres, que son víctimas del engaño de estas empresas y se les rompe la vida; los médicos, que traicionan su juramento hipocrático y pervierten su vocación ya que en lugar de curar matan; y toda la sociedad, ya que justifica y normaliza matar al más inocente e indefenso, al bebé en el vientre de su madre. Por eso rezamos también por los bebés, las madres, los sanitarios, los políticos, las fuerzas del orden, etc….
Efectivamente, nosotros vamos a mantener las campañas, entre otras cosas porque la ley tal como está redactada no afecta a las personas que sólo vamos a rezar.
Por mucho que se intente retorcer el lenguaje diciendo que rezar es acosar, los jueces - y cualquier persona honesta y con sentido común- tienen muy claro que para que haya acoso, se han de dar una serie de requisitos, como el hostigamiento que impida que el acosado pueda llevar a cabo una vida normal. En nuestro caso solo rezamos a una distancia prudencial, no nos dirigimos a las personas que entran en los abortorios, ni les increpamos, ni les impedimos el paso; lo único que hacemos es rezar.
Es verdad que ver a personas rezando despierta la conciencia de los que pasan por la calle. Pero nos ampara el derecho de reunión, el derecho a la libertad de culto –que incluye la expresión pública de la fe-, y la libertad de expresión. Tenemos plena confianza en la sensatez de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y en la Justicia, pues todavía estamos en un Estado de Derecho. Así que no tenemos miedo.
Jesús ya nos advirtió desde el principio acerca de la persecución a la que seríamos sometidos, ya sabemos lo que son las amenazas, la cárcel, y el martirio, así que nada nuevo bajo el sol…
No es una cuestión de fe, sino de justicia y dignidad.
Es de justicia porque el aborto es tremendamente injusto: pena de muerte sin haber cometido delito. Pena de muerte al inocente.
Y de dignidad, porque unas vidas no valen más que otras. Toda persona es digna de vivir y de ser amada y respetada por el mero hecho de ser persona, independientemente de lo que haya hecho, sea joven o viejo, sano o enfermo, inocente o culpable de haber cometido un delito, nacidos y no nacidos. Todos somos dignos, también el no nacido, y todos tenemos derecho a vivir, los que hemos nacido y los que todavía no, por el mero hecho de haber venido a la existencia.
Y sabemos por la ciencia que hay vida humana desde el instante de la concepción. Por eso además de una cuestión de fe, justicia y dignidad, sobre todo es una cuestión de vivir en la verdad de lo que somos. Un no nacido es persona, y merece ser respetado, defendido, curado, amado, y que pueda nacer.
Tanto nos ha costado como humanidad reconocer los derechos fundamentales que todos tenemos por el mero hecho de ser personas (gracias sin duda al cristianismo), y ahora vemos que por intereses ideológicos destructivos de la persona, y sobre todo crematísticos, se va imponiendo la cultura de la muerte que niega el derecho a la vida a los más débiles, a los más frágiles (enfermos y ancianos), y a los más inocentes, manipulando perversamente las conciencias y el lenguaje, y aludiendo a unos pretendidos derechos de la mujer, a la que se le anima a abortar como solución a su “problema”, y se la abandona a su suerte una vez ha abortado.
Los que tenemos fe, además y sobre todo defendemos los derechos de Dios, porque la vida que El ha creado es sagrada, y ni siquiera la nuestra nos pertenece. Y El, Creador nuestro, grabó en nuestra naturaleza “no matarás”, y nos dijo “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”, es decir, hasta el extremo. Por eso defendemos hasta el extremo la vida de nuestros hermanos, a los que amamos aunque no los conozcamos.
¿Porqué ahora más que nunca es necesario plantar cara a esta ley inicua?
Precisamente porque es inicua. Una ley al servicio de la industria del aborto, disfrazada de feminismo y buenismo, que mueve ingentes cantidades de dinero, traficando con los miembros y los órganos de los bebés abortados, y que financia a las organizaciones que promueven el aborto como un pretendido derecho de la mujer.
Además desde las izquierdas están cada vez más desatados pidiendo que se pueda abortar impunemente en cualquier momento…
Así es, cuando la gente cree (erróneamente) que lo que es legal no es malo, y que hay causas que justifican matar a un bebé en el vientre de su madre, tanto da en qué momento se produzca el aborto.
En la práctica es legalizar sin límites el infanticidio.
No debería extrañarnos que esto pueda llegar a suceder. A lo largo de la Historia en algunas culturas, hasta hace muy poco, se ha visto normal, e incluso bueno, disponer de la vida de las personas más débiles: la esclavitud, los sacrificios humanos, la muerte de la mujer en la pira funeraria del marido, las niñas recién nacidas, etc.
La ingeniería social que estamos sufriendo tiene como finalidad reducir la población mundial, y en esto el aborto tiene un papel crucial, y es promovido por la ONU. Todo esto es público. Pero para que el aborto sea aceptado, hay que “venderlo” como unos “derechos de la mujer”, negar que el no nacido es persona, y no admitir lo que realmente es el aborto: el asesinato de un bebé en el vientre de su madre.
El PP vergonzosamente votó a favor de esta ley inicua que considera acoso el hecho de rezar ante un abortorio.
Insisto que difícilmente van a conseguir que un juez sentencie que rezar es acosar, sobre todo después de que se haya considerado que actuaciones de grupos violentos no fueran ni delito ni falta, sino ejercicio de la libertad de expresión.
No debería sorprendernos la actuación del PP, que teniendo mayoría absoluta ni derogó o modificó la ley del aborto, ni tomó medidas en defensa del no nacido, ni estableció ayudas para las madres, o para las entidades provida que tanto hacen para acompañar a las mujeres que no quieren abortar, ni hizo campañas de información sobre cómo afecta el aborto a las mujeres (suicidio, depresión, ansiedad, estrés, culpabilidad, etc),ni estableció la obligación de oír el corazón del bebé, etc.
¿Puede decir un mensaje final para que el mayor número de personas de Barcelona y Cataluña vengan a apoyar la campaña?
Animo a todos los que tienen fe en que la oración tiene el poder de cambiar la Historia y mover los corazones, a que se apunten a la campaña de cuaresma de 40 días por la vida, por el fin del aborto, porque es responsabilidad de toda persona de bien actuar para acabar con esta lacra, cada uno en la medida de sus posibilidades, y rezar todos lo podemos hacer.
También para concienciar a todos de que este crimen nefando es un fracaso de nuestra sociedad, que es incapaz de ver en el no nacido a una persona con toda su dignidad y con todo su derecho a nacer, y de defenderle con sus leyes, en lugar de procurar su muerte
Y animo a todos a no perder la alegría ni la esperanza, porque Cristo ya ha vencido.
Por Javier Navascués
7 comentarios
A lo largo de la historia los sofistas han hecho muchos progresos.
Estos beneficios avalan todo lo que se haya hecho ante los abortorios: rezar e informar. A la vista de estos datos, la ley anti-acoso debería ser impugnada y derogada. Es un escándalo que se prohíban acciones que han sido tan beneficiosas para la sociedad. Al contrario, se deberían proteger y estimular.
Esta ley obedece a presiones de las empresas aborteras, que ven como su negocio de muerte pierde ingresos. Pero sobre todo es fruto del odio y el rencor: los políticos abortistas intoxicados de pseudo-feminismo no pueden soportar que haya tantas mujeres que han desistido de abortar cuando se les han ofrecido alternativas y ayudas.
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