Gerhard Eger: “Cuando en la Revolución Francesa no hubo misas, los laicos cantaban el propio de la misa”
Gerhard Eger Domenichini es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Princeton, USA (2014). Actualmente está cursando un máster en culturas medievales en la Universidad de Barcelona. Reflexiona sobre el curso de gregoriano celebrado en Toledo, del que fue uno de los profesores, con el que cerramos este pequeño ciclo de entrevistas.
¿Qué valoración hace del primer curso de canto gregoriano NSC España?
Ha sido una experiencia maravillosa. Asistieron unas 35 personas de toda España, tanto principiantes en cuanto al canto gregoriano como más avanzados, y todos hemos podido alabar al Señor en las tres Misas cantadas que tuvimos, además del canto de Prima, Vísperas y Completas. Gracias a estas celebraciones los participantes hemos apreciado de un modo especial la centralidad del canto gregoriano en la liturgia tradicional romana. En 1903, San Pío X pidió que se procure «que el pueblo vuelva a adquirir la costumbre de usar del canto gregoriano, para que los fieles tomen de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían antiguamente» (motu proprio Tra le sollecitudini) y esto es precisamente lo que buscamos fomentar a través de este curso.
Fue para mí un privilegio haber tenido la oportunidad de enseñar canto gregoriano a tantas personas provenientes de tantos lugares, especialmente por el entusiasmo y ganas de aprender que tenían todos los participantes.
Hay que valorar que se desplazaron personas de todos los lugares de España para dedicar un fin de semana exclusivamente al canto gregoriano.
Así es. Una de las grandes bendiciones de todas las actividades que ha estado realizando Nuestra Señora de la Cristiandad—España es la oportunidad de conocer personas afines al rito tradicional y compartir con ellos en un contexto de oración litúrgica. En este curso, haber podido cantar juntos Prima, Vísperas y Completas, además de la Misa, ha sido una experiencia inolvidable. Modificando un poco las palabras del salmista, uno podría exclamar, Ecce quam bonum et quam jucundum, cantare fratres in unum.
¿Cómo han podido estructurarlo todo para dar los conceptos básicos del gregoriano en un fin de semana?
En el formulario de inscripción pedimos que cada participante eligiera estar en el nivel de iniciación, intermedio o avanzado, aunque obviamente durante el curso había libertad para cambiar de nivel. Con los de nivel avanzado pudimos cantar el gradual, aleluya y ofertorio de las misa, que son los cantos de mayor dificultad, mientras que con los del nivel intermedio vimos el introito y comunión, que en general son más sencillos. Con el nivel de iniciación ensayamos el ordinario de la misa; para este curso decidimos cantar la Misa IX Cum jubilo los tres días. Además, con los grupos intermedio y avanzado pudimos ensayar la salmodia del Oficio, y así pudieron cantar todos ellos las antífonas y salmos durante las Vísperas solemnes de la Sagrada Familia el sábado.
Sin duda, ha sido poco tiempo, pero muy bien aprovechado, pues todos los participantes han puesto mucho interés.
Sí, ha sido un curso muy intensivo, y todos han tenido la oportunidad de aprender y mejorar. El cambio se notó especialmente en las celebraciones litúrgicas. El primer día, pocos se atrevieron a cantar durante la Misa y Completas, pero ya el sábado muchos pudieron cantar las antífonas, salmo e himno de Vísperas, y en la Misa del domingo casi todos cantaron el ordinario.
Todos los presentes pudieron degustar el gozo de cantar para el Señor.
Fue una gran alegría al concluir el curso ver cuán contentos estaban los participantes, y también nosotros los profesores; esta alegría también la expresamos con el canto litúrgico durante el Te Deum que fue el último acto que tuvimos. El próximo curso seguramente tendrá una participación aún mayor, dado el éxito que tuvo esta primera experiencia.
Aunque puede haber misas rezadas, es connatural que la misa sea cantada.
La misa en el rito romano (al igual que todos los ritos tradicionales de la Iglesia) es desde su origen una celebración cantada, y sabemos que por siglos los fieles participaban en este canto. No sólo el canto del ordinario, sino incluso de los propios. Aun en pueblos pequeños solía haber Scholae cantorum integradas por laicos que cantaban todos los propios de la misa y transmitían el conocimiento de este canto de generación en generación.
Durante la Revolución Francesa, cuando las autoridades intentaron suprimir el culto católico, en muchos pueblos de Francia los laicos siguieron reuniéndose en sus iglesias al menos en las grandes fiestas para cantar el ordinario y los propios de la misa, a pesar de que no tenían sacerdotes.
San Pío X en Tra le sollecitudini insistió mucho en la formación en el canto de los seglares, declarando: «Póngase cuidado en restablecer, por lo menos en las iglesias principales, las antiguas Scholae cantorum, como se ha hecho ya con excelente fruto en buen número de localidades. No será difícil al clero verdaderamente celoso establecer tales Scholae hasta en las iglesias de menor importancia y de aldea; antes bien, eso le proporcionará el medio de reunir en torno suyo a niños y adultos, con ventaja para sí y edificación del pueblo.»
Además hay que recordar que la liturgia no incluye sólo la Misa, sino también el Oficio Divino. En la Edad de la Fe y en los siglos posteriores en casi todas las parroquias, incluso rurales, se celebraba públicamente al menos Vísperas, y muchas veces el Oficio completo, y muchos fieles participaban cantando los salmos y antífonas junto al clero. Es triste que hoy sea tan poco común el canto de las horas canónicas, y por eso fue una alegría tan grande haber cantado Prima, Vísperas y Completas durante este curso. Fomentando la formación musical de los laicos se puede expandir la celebración pública del Oficio.
¿Por qué tantas personas se dejan cautivar por la sacralidad de la liturgia en nuestros días?
Creo que el deseo de sacralidad y trascendencia es intrínseco al ser humano. Victor Aubert explica que el hombre, mientras esté aquí abajo, sólo puede experimentar lo sacro de manera encarnada, tocando, cantado, oliendo, arrodillándose y contemplando la belleza de símbolos. La celebración solemne de la liturgia tradicional responde de manera perfecta a esta condición humana, ya que es el fruto de generaciones de católicos que la han perfeccionado, no es simplemente el producto de una comisión litúrgica. Además, muchos católicos hoy en día, especialmente los que acuden a la misa tradicional, se han convertido a la fe después de algún período de apartamiento, y por lo tanto tienen un santo celo por la tradición católica, y quieren vivirla plenamente.
Por Javier Navascués
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