Félix Sardá y Salvany, flagelo contra el liberalismo
El liberalismo es pecado de Félix Sardá y Salvany, es, sin duda, uno de los grandes clásicos de la espiritualidad. Les invitamos a conocer un poco más la figura de este gran sacerdote apologista español del siglo XIX y principios del XX.
El P. Antonio Gómez Mir, párroco de San Jordi de Barcelona y capellán de Hispania Martyr, nos da unas pinceladas sobre su vida y su contexto histórico.
¿Quién fue Félix Sardá y Salvany?
Fue un hombre convencido de poseer la Verdad. Y digo la Verdad con mayúsculas porque hablo de Aquel que es el Logos, la verdad sobre Dios, sobre el mundo, sobre el hombre…es decir: Jesucristo. Quien cree en Jesucristo está en la Verdad.
Y este convencimiento se tiene desde la humildad y el agradecimiento más absoluto porque es un don: el don de la fe. Sardá se caracterizó por una fe humilde pero confiada y por lo tanto sintió siempre el gozo y la pasión de defenderla y comunicarla. Y lo hizo con intransigencia.
“Lo que se anatematiza y aborrece tanto hoy día por el liberalismo y sus afines con el feo nombre de intransigencia, es nada menos que la aplicación práctica y concreta del espíritu de fe y del odio a la herejía… ¿Qué es intransigencia? ¿Qué es ser intransigente? Aunque parezca una prerogrullada podemos decir que ser intransigente significa no transigir. Ahora bien. No transigir es querer para la verdad todo el derecho suyo, y no admitir ningún derecho ni sombra de él para el error”.
Si un cristiano no cree esto entonces es porque su fe se ha desvirtuado, se ha vuelto sosa y sólo sirve para ser arrojada al suelo y pisoteada.
Sardá y Salvany fue un sacerdote, propagandista católico y escritor apologético, que nació en Sabadell en 1841, de familia vinculada a la industria textil, que en aquellos tiempos convulsos despuntaba en la llamada “Manchester Catalana”. Fue catedrático de latín del Seminario de Barcelona y Beneficiado de Sant Feliu de Sabadell.
Apoyó a Ramón Nocedal y al integrismo nocedaliano cuando en 1888 se produjo su escisión del Partido Carlista que se manifestó tibió en la lucha contra el liberalismo y propugnaba una cierta aceptación del régimen canovista como un mal menor. No pocos tradicionalistas acabaron cediendo y buscando acomodamiento en el orden liberal por el surgimiento del nuevo catalanismo que empezaba a fraguarse en los inicios del siglo XX, pero Sardá siempre fue consciente de la carga liberal del proyecto y se mantuvo crítico.
¿Que tiempos le tocaron vivir y afrontar desde su apostolado?
La coyuntura era complicada durante el sexenio revolucionario que se produjo como consecuencia de la Revolución de 1868. La Iglesia sufría las consecuencias de una persecución en toda regla. Por otra parte muchas de las preocupaciones que asolaban el mundo católico tenían caja de resonancia en España: Pio IX y la cuestión romana, el Concilio Vaticano I y el tema de la infalibilidad pontificia, el combate contra el protestantismo, la masonería y el espiritismo…
El clero catalán en su mayoría tenía ideas integristas. Los jesuitas le apoyaron tanto en España como desde Roma con la “Civiltà Cattolica”. No pocos seglares catalanes colaboraron decididamente con él en sus trabajos. Tuvo problemas de incomprensión con los obispos Urquinaona y Morgades que se sentían mas proclives a conciliar catolicismo y mundo moderno, pero muy buena relación con su amigo el Cardenal Casañas.
¿De dónde nace su vocación al apostolado de la prensa?
Afirmaba: “No basta quejarse, no; no se remedian con lamentos los grandes males de la patria. Tómese parte en esta lucha gigantesca en que anda hoy dividido el mundo y cuyo palenque principal es la prensa”.
Sardá es consciente de que la predicación ya no es suficiente, pues ha perdido la influencia secular que había tenido sobre los cristianos y ahora se habían abierto nuevas ágoras desde donde se propagaba el error. Si la prensa había servido a la causa del error, desde ese momento, pensaba Sardá, la pondría a servicio de la luz.
En 1869 con Primitiu Sanmartí empezó a hacer correr por las calles de Barcelona las “Hojas de propaganda católica”. Eran una hojas sueltas que se repartían gratuitamente y exponían temas doctrinales de la fe católica de forma sencilla y accesible al pueblo. Tuvieron larga tirada que se financiaba con pequeños donativos y se llegó a publicar un total de 48 hojas de las cuales 16 estaban escritas por el mismo Sardá.
En 1870, también con Sanmartí, comienzan las publicaciones de la “Biblioteca popular”, que hace llegar al publico, a precios asequibles, los grandes autores cristianos: Balmes, Chateaubriand, De Maistre…
De 1871 a 1916, año de su muerte, dirigió la “Revista popular”, que fue la publicación católica del momento con más suscriptores en España.
En 1872 salía a luz un pequeño opúsculo: “Manual del apostolado de la prensa”, que quería ser una ayuda inspiradora para aquellos que hacían de la prensa un instrumento de evangelización. Era el mismo año que empezaba a funcionar la “Tipografía católica” que será la imprenta creada por Sardá y sus colaboradores seglares para llevar acabo con más eficacia su labor propagandística. Es cofundador de la “Llibrería Catòlica” y de la “Tipografía católica” de la plaça del Pi.
¿El liberalismo es pecado?
Sí, lo es y Sardá lo tiene muy claro. Su libro “El liberalismo es pecado” apareció en 1884 y se convirtió en un fenómeno por el número de sus ediciones y traducciones a diferentes idiomas. Aún hoy es de máxima actualidad y se sigue editando y vendiendo, ya que al leerlo uno entiende muy bien el periplo destructor del liberalismo en los últimos años en el mundo y la Iglesia.
https://www.carlismo.es/librosElectronicos/Elliberalismoespecado.pdf
¿Cuál era su ideario?
- Defensa del orden tradicional contra el orden liberal establecido.
- Lucha contra la secularización y la descristianización
- Intolerancia del pecado y del error como valor básico de la vida intelectual.
Para Sardá, como para cualquier católico coherente con la doctrina multisecular de la Iglesia, la política, la cuestión social, la cuestión nacional, o la economía, y en definitiva, todo lo que afecta a los hombres en su vida terrena se ha de analizar desde la fe, desde la Teología. La política remite a la Teología. Lejos de subordinar la religión a la política, es esta la que siempre debe estar subordinada a la ley de Dios.
Su propósito fundamental es la lucha contra la revolución -del liberalismo- nacida de la ética protestante y de la Revolución Francesa, que es algo importado del extranjero que nada tiene que ver con el ser de España.
El enemigo principal es el católico conciliador, liberal, acomodado y condescendiente con el liberalismo. Porque también el católico acomodado a los criterios del mundo acaba experimentando la angustia propia de aquellos que han perdido los vínculos de la Tradición y han quedado sin referentes, a merced del vértigo que necesariamente se deriva de la necesidad de perseguir los cambios y la novedad.
“Esta palabra, dulce, blanda, acomodaticia, es la gran palabra de hoy, la gran palabra del siglo, la palabra compendio de todo el sistema filosófico de ciertas gentes. Esta palabra no es nombre, ni es verbo, es una simple conjunción, que ningún gramático reaccionario hubiese soñado que llegase a tener con el tiempo tanta importancia. Esta mágica palabra es el “pero”.
“En el orden de las doctrinas el Liberalismo es la herejía universal y radical, porque las comprende todas; en el orden de los hechos es la infracción radical y universal, porque todas las autoriza y sanciona”.
El liberalismo es el hombre como principio y final. La independencia absoluta de la razón individual en la persona y de la razón social o criterio público en la sociedad. No existe después de Cristo, y donde es conocido Cristo, el derecho natural independiente. Y como el liberalismo es la teoría del derecho natural independiente de la religión, de aquí viene la condena de los Papas del liberalismo moderno.
“La política no es sino un desarrollo de los principios del derecho natural; el derecho natural está subordinado a la religión y sujeto a la interpretación de la Iglesia; luego, después de la predicación del Evangelio, toda política debe estar subordinada a la sanción de la Iglesia, so pena de ser pagana. La separación de la Iglesia y del Estado es, pues, una herejía”.
Y continua:“La Iglesia no se ha movido un paso ni una línea del punto en la que la dejó sentada su Maestro divino, ni se moverá. Llámese a esto teocracia. Lo es, en efecto. Es el derecho de Dios a intervenir en todo, hasta la gobernación de los pueblos. Es el derecho de la Iglesia a juzgarlo todo, hasta los sistemas políticos. Colocada en este punto la cuestión, no hay sino una disyuntiva. O teocracia o paganismo”.
Por eso ante el católico complaciente que quiere dialogar con el mundo y sus errores le avisa: “No es al catolicismo a quien le toca conciliarse con nadie; a las leyes, a las costumbres, a las instituciones modernas, toca reconciliarse con él”.
Parece muy influido por otro grande que tuvo una visión tan clarividente de lo que estaba por pasar, me refiero a Donoso Cortés. La revolución, que primero fue religiosa y se llamó protestantismo; se hizo luego política y se llamó liberalismo; y tiende después a hacerse social y convertirse en socialismo.
Sardá recordaba la reciente desamortización de los bienes de la Iglesia y advertía a los burgueses que flirteaban con el liberalismo: Si la clase media pudo desamortizar a al Iglesia, porque no iba a poder el pueblo desamortizar a la clase media.
¿Fue un verdadero precursor de la Doctrina Social de la Iglesia?
Efectivamente. Vivió siempre su ministerio preocupado por las clases populares y obreras a a las que principalmente dirigía la “Revista popular”, a la que imprimió un aire muy sencillo y directo para llegar sin dificultad a los trabajadores de los talleres y fábricas.
Para Sardá un empresario que obviase su fe y no diera sentido sobrenatural a su trabajo acabaría, siempre, explotando a sus trabajadores. Pero también los trabajadores tenían obligaciones y su trabajo debía ser visto como construcción del Reino de Dios, sino acabarían con facilidad en manos del discurso socialista y materialista, que tanto odio inoculaba al trabajador humilde:“Ni tu por rico dejas de ser hijo de un hombre, ni tu por ser pobre dejas de ser hijo de Dios”.
No le pasaban por alto los intentos de los poderosos por instrumentalizar la religión para poner freno al pueblo, como si la función de la fe fuera domesticar a los pobres. Sardá habla de que la fe puede ser un freno, sí, para la ira de los pobres pero no menos, debe ser, un freno para los ricos sin entrañas.
Anatematizaba y denunciaba las injusticias del mundo laboral…
Principalmente los abusos contra los trabajadores defendiendo el descanso y los días de fiesta en los que se debe un tributo no sólo a la gloria de Dios, porque el día de culto el obrero debe poder participar de la Santa Misa, sino también un tributo a la dignidad del hombre que no sólo es “homo faber”. “Catolicismo es una palabra que contiene con una mano la impaciencia de la pobreza, y refrena con la otra los abusos de la riqueza”.
Además fundó en 1872 en Sabadell la primera mutua obrera, una caja de socorros mutuos y un bazar o economato para los más necesitados. Hace campañas para financiar los libros escolares de las familias mas pobres y donó su propia biblioteca de unos 4000 volúmenes para fundar una biblioteca popular.
Cuando crea la Academia católica de Sabadell en 1870 lo hace para la instrucción de las clases desfavorecidas. Todas estas iniciativas de caridad las financia con cuotas y donativos de benefactores y con su propio patrimonio personal. De hecho, a principios del siglo XX ya, reconvertirá su casa natal, donde había vivió toda la vida, en un asilo para ancianos pobres, custodiado por las Hermanitas de los pobres. Allí vivió los últimos años y murió. La publicación de la “Rerum novarum” en 1891 por León XIII fue saludada con alegría por Sardá que había sido un verdadero precursor de la Doctrina Social.
Javier Navascués
41 comentarios
En cuanto al tema del post, ¿qué te diré que no sepas?, je je.
Recuerdo que hace años, cuando leí este libro del P. Sardá, me atrajo mucho su estilo sencillo y potente.
Realmente, el liberalismo es difícil de definir, porque es proteico y cambiante. En estos tiempos ha adoptado la forma del personalismo contemporáneo. Pero lo más importante, creo yo, es que su esencia es la libertad negativa.
Saludo cordial
Que Dios y María Reina te bendigan abundantemente, a tu blog y a tus lectores!
Gran Jale de Infocatólica para bien de los Infocatólicos.
Felicidades y seguiremos sus post con mucha atención.
Es importante reflexionar sobre este primer artículo cimentado en la fe de la Tradición, leemos: “No es al catolicismo a quien le toca conciliarse con nadie; a las leyes, a las costumbres, a las instituciones modernas, toca reconciliarse con él”.
Esto es inspirado por la Palabra de Dios, por la fe auténtica. La Iglesia, que siendo fiel a Cristo, no tiene necesidad de pedir perdón al mundo, pues la Iglesia no hace mal a nadie, sino que indica el camino de la salvación, por medio de Jesucristo que nos ayuda a crecer en la fe, y nuestra devoción a la Santísima Madre de Dios. La Iglesia no puede adaptarse a las exigencias del modernismo, dejaría de ser Iglesia de Cristo por someterse a las costumbres de este mundo. La Iglesia de Cristo continua en la fidelidad a Cristo, enseñar la verdad y abrir las puertas de la salvación, mostrando todo lo que Cristo Jesús quiere, los intereses de Cristo que son los más importantes. Y muchos cristianos lo han comprendido, y así trabajan por el bien de las almas.
No creo que pueda sostenerse en el 2018 que la separación de Iglesia Estado sea una herejía
LF:
Si algo es herético -o sea, contrario a un dogma de fe- lo es ayer, hoy y siempre.
Y que Cristo es Rey en todo y sobre todo, lo cual incluye también el ámbito político, es dogma de fe. El cómo se sustancie visible y efectivamente tal realeza puede depender de las circunstancias históricas. Pero no se puede renunciar a confesar la realeza absoluta de Cristo sin dejar de ser católico.
Es que, en mi opinión, a partir de la crisis actual del sistema no solo han surgido las corrientes "podemitas" en el mundo de la política, sino que también hemos asistido a la eclosión de toda una pléyade de profetas del anarcocapitalismo. Tan nefastos los unos como los otros.
¡Viva Cristo rey!
Perdón por el anexo, Don Javier, me gustaría decir si se me permite que se ha publicado hace pocos días la película sobre la vida de la hermana Clare Crockett. Es maravillosa y se puede ver abiertamente de forma muy sencilla en la red. Es por si alguien todavía no lo sabe.
El buen y santo sacerdote Félix Sardá y Salvany plasmó el liberalismo impecablemente en su libro: es el mal de todos los males.
Imagino lo contento que debes estar estrenando blog en Infocatólica.
Así que felicidades !!
Ya nos hablamos...
Un abrazo fuerte de quién sabes te desea lo mejor.
Maite
Def. de mercado: "los mercados no", el mercado es el conjunto de contratos voluntarios que realizan las personas en igualdad de condiciones bajo la regulación del Estado en el cumplimiento de la justicia conmutativa y distributiva en orden de la justicia general para conducirlos al bien común.
Debe distinguir, cuando habla de "liderazgo", entre economía planificada y economía de orden espontáneo, la primera liderada o de iniciativa del Estado y la segunda, liderada por el mercado. Mussolini solía decir: "todo dentro del Estado, nada fuera del Estado."
Los monopolios y los oligopolios los crean los Estados no el mercado. Usted puede elegir libremente dónde gastar su dinero, pero, por ej. si el Estado tiene el monopolio de la naranja, tendrá que pagar impuestos por la burocracia de la naranja y sólo podrá comprar la naranja al precio que le imponga el Estado. Los oligopolios son las empresas subvencionadas y protegidas por leyes discriminatorias fuertemente por el Estado.
La banca actual en Europa es una imitación de la banca de la URSS. Un banco central europeo, monopolio, que imprime billetes a los bancos "privados", los cuales los ponen en el mercado y si fallan los rescata el Estado, porque los billetes son del Estado, ¿le suena de algo el patrón oro? Yo defiendo el Capitalismo de la Escuela de Salamanca, nada más, que analiza la economía de mercado desde la perspectiva de la moral católica. No estoy de acuerdo con la economía o capitalismo protestante de Adam Smith ni con el keynesianismo.
De nada.
A mandar.
Parsifal le voy a dar argumentos no del siglo XlX sino perenne e inmutable.
¿Ha pensado en la de millones de almas que ha matado el liberalismo?
Para ello hay que creer en la existencia del alma y en la gravedad del pecado mortal. El liberalismo es un grito de rebeldía contra la ley de Dios y por tanto radicalmente incompatible con el catolicismo.
Le recomiendo que lea el libro el liberalismo es pecado o vea el vídeo sobre ese tema del profesor Barraycoa o de Daniel Marín.
También puede profundizar en la famosa encíclica contra el liberalismo de León XIII.
Contra la confusión gelatinosa y reptante del liberalismo, y sin poder contar ya con la defensa que en su momento la jerarquía de la Iglesia supo oponerle (es que ahora se siente "cómoda", y no se ruboriza en proclamarlo), sólo nos queda a los laicos el hablar a tiempo y destiempo con la claridad de Sardá y Salvany.
Y sigo sin estar de acuerdo, claro. El liberalismo, entendido como la doctrina que preconiza la libertad del individuo en todos los aspectos, frente a una intervención mínima del estado, no creo que sea pecado. Por supuesto que dentro del liberalismo hay varias escuelas y que en todas las épocas no ha sido lo mismo. En concreto, en la época del libro en cuestión, "El liberalismo es pecado", se encontraba infestado por la masonería y ahí sí puedo entender el porqué de su escritura. En cambio, si nos vamos a sus orígenes nos encontramos nada menos con que tiene raíces católicas, con el padre jesuita Juan de Mariana, considerado como precursor del liberalismo, y con los teólogos humanistas de la Escuela de Salamanca.
Por otra parte, y hablando en términos genéricos, no se entiende el cristianismo sin la libertad. Dios nos quiere en sus manos, sí, pero libres. De nosotros depende aceptar la salvación o la condenación.
Le agradezco las lecturas que me recomienda, que, de verdad, procuraré leer en cuanto pueda, pues reconozco mi ignorancia en multitud de aspectos. Lamento si en algún momento he podido parecer agresivo -todos tenemos días malos-, pero no era mi intención meterme con su persona. Le doy mi bienvenida a estos blogs que tanto frecuento y espero leerle en más ocasiones.
Un saludo afectuoso
P.S. En cuanto a Luis Fernando, que me retaba a que le señalara en qué parte del Catecismo se decía que el comunismo era pecado, pues aquí tiene la respuesta, no en la "lista de pecados", pero sí en la parte correspondiente a la doctrina social de la Iglesia.
2425 La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas
en los tiempos modernos al "comunismo" o "socialismo". Por
otra parte, ha reprobado en la práctica del "capitalismo" el
individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el
trabajo humano (cf CA 10, 13.44). La regulación de la economía
únicamente por la planificación centralizada pervierte en la base los
vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado
quebranta la justicia social, porque "existen numerosas necesidades
humanas que no tienen salida en el mercado" (CA 34). Es preciso
promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas
económicas, según una justa jerarquía de valores y atendiendo al
bien común.
1)
El Liberalismo, por proclamar la absoluta autonomía del hombre en el orden intelectual, moral y social, niega, al menos prácticamente, a Dios y a la religión sobrenatural. Si se desarrolla lógicamente, conduce a la negación teórica de Dios, colocando a la humanidad deificada en lugar de Dios; ha sido censurado en las condenaciones del Racionalismo y el Naturalismo. La condenación más solemne del Racionalismo y el Naturalismo está contenida en la Constitución “De fide” del Concilio Vaticano (1870); la más explícita y detallada condenación, sin embargo, fue otorgada al Liberalismo moderno por Pio IX en la Encíclica “Quanta cura” del 8 de diciembre de 1864 y el Syllabus adjunto.
Pio X lo condenó otra vez en su alocución del 17 de abril de 1907, y en el Decreto de la Congregación de la Inquisición del 3 de julio de 1907, en el que los principales errores del Modernismo fueron rechazados y censurados en sesenta proposiciones. La más antigua y principal forma política del falso Catolicismo Liberal ha sido condenada por la Encíclica de Gregorio XVI, “Mirari vos” del 15 de agosto de 1832 y por varios breves de Pío IX ( ver Sègur, "Hommage aux Catholiques Libèraux", Paris, 1875). La definición de la infalibilidad papal por el Concilio Vaticano I fue virtualmente una condenación del Liberalismo.
Junto a ésta, varias recientes decisiones se refieren a los principales errores del Liberalismo. De gran importancia al respecto son las alocuciones y encíclicas de Pio IX, León XIII, y Pío X (Cf. Recueil des allocutions consistorales encycliques . . . citèes dans le Syllabus", Paris, 1865) y las encíclicas de León XIII del 20 de enero de 1888, “Sobre la libertad humana”; del 20 de abril de 1878, “Sobre los males de la sociedad moderna”; del 28 de diciembre de 1878, “Sobre las sectas del Socialismo, Comunismo y Nihilismo”; del 4 de agosto de 1879, “Sobre la filosofía cristiana”; del 10 de febrero de 1880, “Sobre el matrimonio”; del 29 de julio de 1881, “Sobre el origen del poder civil”; del 20 de abril de 1884, “Sobre la Masonería”; del 1 de noviembre de 1885, “Sobre el estado cristiano”; del 25 de diciembre de 1888, “Sobre la vida cristiana”; del 10 de enero de 1890, “Sobre los principales deberes de un ciudadano cristiano”; del 15 de mayo de 1891 “Sobre la cuestión social”; del 20 de enero de 1894 “Sobre la importancia de la unidad de la fe y la unión con la Iglesia para la preservación de los fundamentos morales del Estado”; del 19 de marzo de 1902, “Sobre la persecución de la Iglesia en todo el mundo”.
Una información completa sobre la relación de la Iglesia con el Liberalismo en distintos países puede obtenerse de las actas y decisiones de los distintos concilios provinciales. Éstas pueden encontrarse en la "Collectio Lacensis" bajo las voces del índice: Fides, Ecclesia, Educatio, Francomuratores.
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"¿Me puede decir en qué parte del Catecismo se dice que el liberalismo es pecado? Gracias"
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" La regulación de la economía
únicamente ... por la ley de mercado
quebranta la justicia social, porque "existen numerosas necesidades
humanas que no tienen salida en el mercado" (CA 34). Es preciso
promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas
económicas, según una justa jerarquía de valores y atendiendo al
bien común."
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Parsifal, lo que los liberales llaman eufemísticamente "el mercado", en realidad se trata de la voluntad dominante de los ricos. Por eso no es casualidad que la vigencia irrestricta del liberalismo que padecemos, provoque inmensas concentraciones del capital. La "libertad" que predican está a años luz de la libertad cristiana, porque es la libertad del zorro en el gallinero.
El problema es que los socialdemócratas además de serlo en economía, lo son en asuntos sociales (aborto, anticonceptivos, matrimonio gay,etc).
Para ser un cristiano acorde al catecismo tienes que ser socialdemócrata en lo económico y conservador en lo social, algo que realmente nadie cumple.
Esperemos que lleguen tiempos mejores y el alma de España vuelva a ser católica o estamos perdidos.
En los Estados Unidos mencionan a Dios en sus documentos oficiales y fueron los pioneros en divorcio, aborto, matrimonio gay.
Así que tampoco iban a ser distintas las cosas porque en España una constitución reconociera la existencia de Dios.
Y los carlistas rechazaban y rechazan hasta la Constitución de 1812, que hoy sería retrógrada hasta para los democristianos.
La cuestión es que hay personas que consideran que la única forma de ser católico y español es tener un caudillo nacional-católico, y lo demás es apostatar.
Por supuesto que por el mero hecho de aprobar una Constitución que proclame la existencia de Dios y la soberanía de la ley divina sobre la ley humana no están resueltos todos los problemas; pero es el primer paso político imprescindible para resolverlos.
Claro que un pueblo puede echarse atrás y ser traidor a la soberanía política de Dios proclamada en la Constitución, pero lo mínimo que debe hacer un católico, y aún diría que todo teista, es proclamar dicha soberanía en la Constitución.
Los Carlistas no eran partidarios de la Pepa no por la confesionalidad teista de la misma, sino mas bien porque introducía ciertos toques de liberalismo solapadamente, y no dejaba claro que Don Carlos fuese a ser rey de España.
Que a los carlistas les pareciera demasiado liberal la constitución de 1812, que ni siquiera abolió la esclavitud y era de sufragio masculino y censitario, con lo que votaría menos del 10% de la población, ya da una idea de lo reaccionarios que eran.
Simplemente querían un monarca absolutista y más tarde pidieron lo de los fueros.
Por cierto si tu ideal es la comunidad primitiva de Jerusalén entonces no entiendo qué haces reivindicando constituciones confesionales, porque precisamente ellos no se metían para nada en la política y se limitaban a vivir el Evangelio.
Tienes razón en eso de que en 1812 no había todavía conflicto sucesorio y que si los carlistas rechazaron la Pepa no fué por tal razón. Reconozco mi error histórico. Mea culpa.
Bien, pues si los carlistas rechazaron la Pepa sería porque les parecía demasiado liberal, en particular porque atribuía el poder legislativo a una Asamblea Nacional, suprimiendo toda representación senatorial y aristocrática y sobre todo suprimía el veto del Monarca.
Lo que está fuera de duda es que los carlistas han sido siempre en política confesionalmente católicos y en esto yo concuerdo con ellos, dejando aparte otros aspectos más particulares del ideario carlista, como puede ser el gobierno monárquico absolutista que, en principio, aunque hoy nos resulte anácronico, puede ser una forma de gobierno tan moralmente buena como cualquier otra.
Pues lo importante en una sociedad no es tanto su forma de gobierno (monarquía, aristocracia, república, democracia, dictadura) sino si ese gobierno respeta o no las leyes divinas. Un gobierno por muy demócrata que sea, si se salta a la torera las leyes de Dios, es un mal gobierno; en cambio una dictadura o una monarquía, si gobierna de acuerdo con las leyes divinas, es moralmente buena y deseable.
Entre una democracia atea, como la que ahora tenemos, que lleva asesinados legalmente a unos 2.000.000 de seres humanos inocentes en el vientre materno, y un dictadura respetuosa con las leyes divinas, prefiero sin dudarlo a la dictadura.
La primitiva comunidad de Jerusalén sí se metía, a su modo, en política pues negaba la divinidad del emperador y enseñaba que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, así como que hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Sólo estas tres verdades cristianas ya contienen en sí todo un ideario político que se irá desarrollando en el tiempo.
Así pues la primitiva comunidad cristiana tenía a su modo su propia actividad política, al menos implícita, al predicar y extender el Evangelio. Será con el tiempo, al extenderse el cristianismo, que esa política implícita en el Evangelio se hizo explícita y cuajó en la Cristiandad.
Y ahora toca cristianizar el sistema democrático, pues en principio toda forma de gobierno es aceptable siempre y cuando sea respetuosa con la soberanía de Dios y las leyes divinas contenidas en el decálogo.
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