19.03.09

La Iglesia de Jesucristo atacada por todo flanco...

En el día de su onomástico, deseamos a nuestro Santo Padre Benedicto XVI que, por la intercesión de San José, el Señor lo proteja, lo guarde de todo mal, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos.



Oramos también por su peregrinación apostólica a África y por los frutos espirituales que ya están manifestándose en aquellas regiones y que suscitan, como de costumbre, el odio y la violencia de las fuerzas del mal que no pueden soportar que, aún hoy, multitudes de hombres y mujeres, como en los inicios de la Iglesia (cfr. Hechos 5, 15), busquen ser cubiertos por la sombra de Pedro, "una sombra buena, una sombra de curación porque, en definitiva, proviene precisamente de Cristo mismo" (Homilía de Benedicto XVI en el Domingo de la Divina Misericordia).



Al mismo tiempo, invocamos al Glorioso Patriarca San José rogándole por la Santa Iglesia, en estos tiempos difíciles y turbulentos, en estos tiempos en los que se muestran sorprendentemente actuales las palabras que León XIII escribía hace 120 años: “Ahora, Venerables Hermanos, ustedes conocen los tiempos en los que vivimos; son poco menos deplorables para la religión cristiana que los peores días, que en el pasado estuvieron llenos de miseria para la Iglesia. Vemos la fe, raíz de todas las virtudes cristianas, disminuir en muchas almas; vemos la caridad enfriarse; la joven generación diariamente con costumbres y puntos de vista más depravados; la Iglesia de Jesucristo atacada por todo flanco abiertamente o con astucia; una implacable guerra contra el Soberano Pontífice; y los fundamentos mismos de la religión socavados con una osadía que crece diariamente en intensidad. Estas cosas son, en efecto, tan notorias que no hace falta que nos extendamos acerca de las profundidades en las que se ha hundido la sociedad contemporánea, o acerca de los proyectos que hoy agitan las mentes de los hombres. Ante circunstancias tan infaustas y problemáticas, los remedios humanos son insuficientes, y se hace necesario, como único recurso, suplicar la asistencia del poder divino" (Encíclica “Quamquam pluries” ).

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16.03.09

Un extraordinario discurso y una bella iniciativa

El Papa Benedicto XVI ha pronunciado hoy un importantísimo discurso sobre el sacerdocio ministerial y ha anunciado un Año Sacerdotal que se celebrará desde el 19 de junio de este año hasta el 19 de junio de 2010. Ofrecemos nuestra traducción del comunicado de la Santa Sede acerca de esta iniciativa y del texto completo del discurso del Santo Padre.

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Comunicado: convocatoria del Año Sacerdotal


Con ocasión del 150º aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, Su Santidad ha anunciado esta mañana que, desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010, se celebrará un especial Año Sacerdotal que tendrá como tema: “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”. El Santo Padre lo abrirá presidiendo la celebración de las Vísperas el 19 de junio, solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús y Jornada de santificación sacerdotal, con la presencia de la reliquia del Cura de Ars llevada por el Obispo de Belley-Ars; lo cerrará el 19 de junio de 2010 tomando parte en un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza San Pedro.


Durante este Año jubilar, Benedicto XVI proclamará a San Juan María Vianney “Patrono de todos los sacerdotes del mundo”. Además, será publicado el “ Directorio para los Confesores y Directores Espirituales” junto a una colección de textos del Sumo Pontífice sobre los temas esenciales de la vida y de la misión sacerdotal en la época actual.


La Congregación para el Clero, en acuerdo con los Ordinarios diocesanos y con los Superiores de los Institutos religiosos, se preocupará de promover y coordinar las diversas iniciativas espirituales y pastorales que serán puestas en marcha para hacer percibir cada vez más la importancia del rol y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea, como también la necesidad de fortalecer la formación permanente de los sacerdotes vinculándola a la de los seminaristas.

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Discurso del Santo Padre a la Congregación para el Clero


Señores Cardenales, Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

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14.03.09

El valiente análisis de Monseñor Ranjith

En una entrada anterior, informábamos que Monseñor Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino, había escrito el prólogo para la edición inglesa del libro “El Cardenal Ferdinando Antonelli y el desarrollo de la reforma litúrgica desde 1948 hasta 1970” de Monseñor Nicola Giampietro. Ahora ofrecemos nuestra traducción del texto completo de este prólogo en el cual Monseñor Ranjith, con gran valentía, realiza un análisis preciso de la reforma litúrgica post-conciliar, planteando la gran necesidad de reformar la misma reforma.

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¿Hasta qué punto la reforma litúrgica post-conciliar refleja en verdad a la “Sacrosanctum Concilium”, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia? Esta es una cuestión que a menudo ha sido debatida en los círculos eclesiásticos desde el mismo momento en que el Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia culminó su trabajo. En las últimas dos décadas, ha sido debatida incluso con mayor intensidad. Y mientras algunos han sostenido que lo realizado por el Consilium estuvo en línea con aquel gran documento, otros se han mostrado totalmente en desacuerdo.


En la búsqueda de una respuesta a esta cuestión, debemos tener en cuenta la atmósfera turbulenta de los años que siguieron inmediatamente al Concilio. En su decisión de convocar el Concilio, el Papa Juan XXIII había deseado que la Iglesia se preparara para el nuevo mundo que estaba emergiendo tras la desgracia de los desastrosos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Él previó proféticamente el surgimiento de una fuerte corriente de materialismo y secularismo a partir de las orientaciones nucleares de la era precedente, que había estado marcada por el espíritu de la ilustración, y en la que los valores tradicionales de la antigua visión del mundo ya habían comenzado a ser sacudidos. La revolución industrial, junto con sus tendencias filosóficas antropocéntricas y subjetivistas, especialmente las derivadas de la influencia de Kant, Hume y Hegel, llevaron al surgimiento del marxismo y del positivismo. Esto también provocó la aparición de la crítica bíblica, relativizando hasta cierto punto la veracidad de las Sagradas Escrituras, lo que por su parte tuvo influencias negativas en la teología, generando una actitud que cuestionaba la objetividad de la Verdad establecida y la utilidad de defender las tradiciones e instituciones eclesiásticas. Algunas escuelas de teología se atrevieron incluso a cuestionar doctrinas básicas de la Iglesia. En realidad, el Modernismo ya había sido anteriormente una fuente de peligro para la fe. Es en este escenario que el Papa Juan XXIII sintió que necesitaban encontrarse respuestas más convincentes.

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Cuando se debilita el sentido de pertenencia a la Iglesia...

Ofrecemos nuestra traducción de un interesante artículo, aparecido hoy en L’Osservatore Romano, del cardenal Camillo Ruini, Vicario emérito de Su Santidad para la Diócesis de Roma. En el mismo, partiendo de la Carta del Papa Benedicto XVI a los Obispos de la Iglesia Católica, el cardenal Ruini habla de un tema particularmente actual: el sentido de Iglesia.

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Una auténtica novedad: así denominaría la carta que Benedicto XVI ha escrito a los “hermanos en el ministerio episcopal” sobre el levantamiento de las excomuniones a los cuatro obispos consagrados por monseñor Lefebvre en 1988. Novedad que se manifiesta, sobre todo, en el carácter fuertemente personal de esta carta que está dirigida a todos los obispos de la Iglesia Católica y de hecho, habiendo sido publicada, también a todos los fieles: una comunicación personal que supera los límites de la oficialidad y se ofrece al lector de manera transparente permitiéndole entrar, por así decir, en el ánimo del Papa y tomar parte desde dentro de su solicitud pastoral en las motivaciones fundamentales que guían sus opciones y también en la actitud interior con la que él vive su ministerio.


En esta misma clave, la carta no esconde ciertamente las dificultades del momento y sus causas inmediatas, más bien las señala pero para ir más en profundidad, a las raíces espirituales, culturales y eclesiales de aquellos obstáculos que hacen fatigoso el camino de la Iglesia y que nos exigen a cada uno de nosotros conversión y renovación. Si queremos encontrar alguna analogía para esta carta, debemos pensar en algunas cartas que, sobre todo en los primeros siglos del cristianismo, obispos de grandes sedes – en particular, los obispos de Roma – han enviado a sus hermanos sobre los problemas entonces más preocupantes.

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12.03.09

La Fraternidad responde al Papa

Comunicado del Superior General de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X


El Papa Benedicto XVI ha enviado una carta a los obispos de la Iglesia Católica, con fecha de 10 de marzo de 2009, en la cual les dio a conocer las intenciones que lo guiaron en el importante paso que constituyó el Decreto del 21 de enero de 2009.


Después del reciente “desencadenamiento de una avalancha de protestas”, agradecemos profundamente al Santo Padre por haber puesto el debate en el nivel en el cual debe desarrollarse, el de la fe. Compartimos plenamente su preocupación prioritaria de la predicación “en nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento”.


La Iglesia atraviesa, en efecto, una gran crisis que sólo podrá ser resuelta con un retorno integral a la pureza de la fe. Con San Atanasio, profesamos que “todo el que quiera salvarse debe mantener, ante todo, la fe católica y el que no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente” (Símbolo Quicumque).


Lejos de querer detener la Tradición en 1962, deseamos considerar el Concilio Vaticano II y el Magisterio post-conciliar a la luz de esta Tradición que san Vicente de Lérins ha definido como “lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos” (Commonitorium), sin ruptura y en un desarrollo perfectamente homogéneo. Así es como podremos contribuir eficazmente a la evangelización pedida por el Salvador (cfr. Mateo 28, 19-20).

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