La seguridad papal y una tradición nunca abrogada
El acontecimiento del pasado jueves, en que el Santo Padre fue víctima de la violencia de una persona desequilibrada, infundió temor a todos los fieles y suscitó cuestionamientos sobre la seguridad del Romano Pontífice. A esos cuestionamientos respondió el Padre Lombardi, vocero de la Santa Sede, afirmando que “es imposible un blindaje al cien por ciento en torno al Papa sin crear un muro divisor entre el Pontífice y sus fieles, algo impensable”. Luego de añadir que “de cada episodio puede sacarse alguna lección”, recordó (como solía decir también su antecesor en el cargo, el Doctor Navarro Valls) que “hay que abandonar la ilusión de que exista un riesgo cero”.
Sin embargo, a partir de este infortunio, surgieron comentarios en diversos sitios analizando la conveniencia de utilizar nuevamente la sedia gestatoria. A decir verdad, estos comentarios no han surgido inesperadamente el pasado jueves. En realidad, ya desde hace algunos meses surgieron algunos rumores, que desde entonces han ido in crescendo, de que el Santo Padre recuperaría esta tradición, por consejo de la Secretaría de Estado, y con el fin de poder ser visto por todos los fieles.