Aquí se sufre, señores
Ataques, hay de todo tipo. Ataques por todos lados. Los hay descarados y también sutiles. Los hay planeados con estrategias de largo plazo y están también las incursiones de quienes no pierden oportunidad para zaherir. Hay quienes arremeten desde fuera y quienes se han metido dentro para hacer lo mismo que hacen los enemigos foráneos. Confundiendo. Escandalizando. Corroyendo. Ahuyentando.
Porque una cosa es el pecado que se comete por debilidad, y otra cosa muy distinta es querer dinamitar los cimientos sobre los que se apoya todo el edificio. Que quieran derrumbarlo los enemigos de siempre, alineados detrás de “el” enemigo, es algo de esperar, y contra eso habrá que defenderse hasta el final de los tiempos. Pero que busquen que se hunda la barca los que viajan en ella, es algo inaceptable. O son estúpidos, o trabajan para el enemigo, lo cual viene a ser lo mismo.