Francisco y Benedicto XVI: un encuentro histórico
Por Vittorio Messori
En estas semanas ha habido un gran uso (y a veces abuso) de los adjetivos “histórico” y “epocal”. Pero el evento de hoy merece un poco de énfasis: el encuentro – y en un clima que será ciertamente de gran fraternidad – entre el Papa reinante y el emérito es totalmente inédito. Como ha sido repetido varias veces en estos tiempos, no han faltado ejemplos antiguos de “renuncia papal”, pero en siglos turbulentos, como episodios que deben enmarcarse en la lucha entre papas y antipapas. El único precedente asimilable a lo que ha comenzado el 11 de febrero pasado es el de Celestino V. El cual ciertamente no tuvo abrazos con su sucesor: en efecto, Bonifacio VIII se preocupó de neutralizar al renunciante, temiendo que revocase su abdicación. El resultado final – después de fugas por tierra y por mar – fue que el ex Papa Pietro da Morrone terminara sus días, a los 86 años, en una celda, no de un monasterio sino de una fortaleza donde estaba cautivo.
Nada que ver, entonces, con el encuentro previsto para hoy en Castel Gandolfo. Probablemente no sabremos nada salvo, quién sabe cuándo, por los diarios póstumos de Joseph Ratzinger o de Jorge Mario Bergoglio. Y sin embargo, asistir a aquella cita sin precedentes habría estado entre los deseos más vivos no sólo de todo cronista sino también de todo historiador de la Iglesia. El arzobispo de Buenos Aires ha sido creado cardenal en el Consistorio de 2001, por lo tanto por Juan Pablo II. Pero es cierto que, sobre su elección, ha pesado la indicación del entonces Prefecto para la Fe: Ratzinger había apreciado mucho que Bergoglio hubiese estado entre los pocos jesuitas sudamericanos que no aprobaron las perspectivas de los teólogos de la liberación. El encuentro actual, por lo tanto, no será entre un “conservador” y un “progresista” – como quisiera la simplista lectura ideológica – sino entre dos servidores de la Iglesia, conscientes de que hay diferencia entre caridad cristiana y lucha de clases, entre homilía religiosa y manifiesto político, entre sacerdote de Cristo y guerrillero. No será tampoco un encuentro entre un “joven” y un “anciano”: Bergoglio tiene casi la misma edad de su precedesor cuando fue elegido.