María, “Virgo Praedicanda”
María es la Virgo praedicanda, es decir, la Virgen que tiene que ser pregonada, que tiene que ser anunciada, literalmente: que tiene que ser predicada.
*
Estamos acostumbrados a anunciar públicamente lo que es maravilloso, extraño, raro, novedoso, importante. Así, cuando estaba para llegar el Señor, san Juan Bautista lo anunció; más tarde, los Apóstoles se fueron por el ancho mundo y predicaron a Cristo.
*
¿Y cuál es la prerrogativa más alta de María, la más rara, la más selecta? Esa prerrogativa es la de estar libre de pecado. Cuando una mujer de la multitud exclamó, dirigiéndose al Señor: ¡ Dichoso el vientre que Te llevó y los pechos que Te criaron!, Jesús contestó: Mejor: ¡ Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen! Y estas palabras encontraron su cumplimiento en María: ella estuvo llena de gracia para poder ser la Madre de Dios. Pero el ser tan santa y tan pura fue un don más grande que su Maternidad. De hecho, el Señor no se habría hecho hijo suyo sin antes santificarla; con todo, la mayor de sus bendiciones fue la de recibir esa santificación perfecta.
*
Ésta es, pues, la razón de que sea la Virgo praedicanda. María es digna de ser predicada públicamente porque nunca cometió un solo pecado, ni siquiera el más pequeño; porque el pecado no tuvo nada que ver con ella; porque, debido a la plenitud de la gracia de Dios, nunca tuvo un solo pensamiento, ni habló una palabra, ni hizo absolutamente nada que desagradase, es más, que no fuese del máximo agrado de Dios Todopoderoso; porque en ella se manifestó la mayor victoria sobre el enemigo de las almas.