El Papa apunta a América Latina y a su mayor desafío: la fe
Gran fiesta para América Latina en el Vaticano por el bicentenario de la independencia de los países del continente, que será celebrado este lunes en la solemne Eucaristía presidida por Benedicto XVI. Avvenire ha hablado del evento con el profesor Guzman Carriquiry, desde mayo número dos, en cuanto secretario, de la Pontificia Comisión para América Latina, el laico con más “alto grado” en la Curia Romana.
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Profesor, ¿cómo ha nacido la idea de esta solemne celebración?
Ha sido una iniciativa de la Pontificia Comisión para América Latina que su presidente, el cardenal Marc Ouellet, llevó a conocimiento tanto del Santo Padre como del cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone. Ambos la recibieron con gran benevolencia. Se trata de un gesto de exquisita atención y de afecto del Papa hacia los pueblos y las naciones del así llamado continente de la esperanza. Este gesto de solicitud ya ha suscitado una corriente de gratitud y de devoción que va incluso más allá de los confines estrictamente eclesiales de América Latina.
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¿Es realmente el continente de la esperanza?
Lo es. Y sería dramático que no lo fuese, cuando se piensa que más del 40 por ciento de los católicos de todo el mundo vive allí. El mismo Benedicto XVI, durante el viaje a Brasil del 2007, proclamó su gran interés por América Latina explicando que el destino de toda la catolicidad está ligado en gran medida al destino de la misión de la Iglesia entre los pueblos latinoamericanos.
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A propósito de viajes, la Sala de Prensa del Vaticano ha confirmado que está en estudio uno a México y a Cuba…
Nuestra Comisión no tiene competencia sobre esto, que es propia del Papa y de la Secretaría de Estado. De todos modos, el viaje del Papa a Aparecida fue extraordinario. Y Benedicto XVI ha anunciado que la próxima JMJ del 2013 se celebrará en Río de Janeiro. Se puede pensar, entonces, que entre dos viajes sucesivos a Brasil era importante estudiar la posibilidad de que el Papa pudiese visitar también el mundo hispanoamericano. Si este viaje es confirmado, esta Misa de mañana será un preludio a este importante evento.
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Desde este privilegiado observatorio, ¿cuáles son las luces y las sombras que ve en la sociedad y en la Iglesia latinoamericana?
A nivel social y económico, América Latina está viviendo un momento propicio y favorable. La gran crisis financiera que está golpeando al primer mundo, al menos hasta ahora, no se ha descargado aún sobre el continente, que desde el 2002 hasta hoy vive el proceso más largo y consistente de crecimiento económico de toda su historia. Decenas de millones de latinoamericanos han abandonado la fase de pobreza, si bien las desigualdades continúan siendo gravísimas. Ahora a América Latina, y a Brasil en particular, se le pide ayudar al Fondo Monetario Internacional y a la vieja Europa en crisis. Nos parece vivir es escenarios inimaginables sólo veinte años atrás. Debo decir que, para un latinoamericano, todo esto suscita un cierto orgullo interior. Permanece, de todos modos, el grave problema de la violencia y de la seguridad y de un grave déficit en la calidad de los sistemas educativos y políticos.
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¿Y cómo ve la situación de la Iglesia?
América Latina es depositaria de un gran patrimonio de fe. El 80 por ciento de la población está bautizada en la Iglesia católica, que en las diversas encuestas continúa siendo una de las instituciones que suscita más credibilidad y esperanza. Mientras la piedad popular, en lugar de agotarse y empobrecerse, permanece todavía con manifestaciones que conmueven a nuestros pueblos.
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En Aparecida el Pontífice habló también de la fuerte erosión que está sufriendo este gran patrimonio de fe…
Este patrimonio no puede ser dilapidado, sería gravísimo. La secularización avanza sobre todo en las grandes metrópolis. Existe la proliferación de las comunidades evangélicas neopentecostales y de las sectas que, si bien no avanzan de modo exponencial como en el pasado, permanecen muy activas allí donde la presencia de la Iglesia católica es escasa o sus respuestas están diluidas a causa de una cierta auto-secularización. Y por otro lado América Latina, participando cada vez más de los escenarios globales, está investida por esta cultura dominante a nivel mundial caracterizada por impulsos relativistas y hedonistas, que ciertamente van erosionando el carácter humano y cristiano de nuestro pueblo. Esto se manifiesta también en diversos proyectos legislativos que tocan aspectos fundamentales del ethos que el cristianismo ha sembrado en la vida de nuestro continente. Todos estos son desafíos serios. Pero…
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¿Pero?
No se debe olvidar que el mayor desafío que tenemos es el interno. Es decir, cómo la Iglesia y las comunidades católicas de América Latina acogen, adhieren, celebran, dan testimonio y comunican la fe que les ha sido dada. Éste es el mayor desafío. Por eso la última gran respuesta del episcopado latinoamericano en Aparecida ha sido el lanzamiento de la misión continental. Con el objetivo de convertir este pueblo de bautizados en un pueblo de auténticos discípulos y misioneros.
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Fuente: Avvenire
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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