El Ránking de la Rata: Top 5 de Cine Católico
La recordada Rata de la Buhardilla volvió a aparecer. Mientras disfrutaba de un pedazo de Beaufort saboyano en homenaje a San Francisco de Sales, patrón de las plumas católicas, el Noble Roedor deleitó a los Ancianos Buhardilleros contándoles algo de su vida previa antes de recalar en la Apostólica Mansarda. En su juventud habitó en un cine, en uno de esos viejos cines de barrio; allí, el dueño, un Congregante Mariano viudo nacido en los tiempos de Benedicto XV, gustaba de proyectar buenas películas católicas los lunes en la mañana, cuando la sala estaba vacía, a no ser por algún ingenuo durmiendo la mona. Pero el Barrio decayó y se convirtió en un Campo de Pruebas de Pandilleros y Narcotraficantes, el Congregante moriría años después y sus herederos vendieron el Cine a una Secta. Ahora, allí se alaba a Jehová y todos son prosperados. Especialmente los Pastores. Pero la Rata tuvo la inmejorable oportunidad durante algunos años de disfrutar del mejor cine del mundo, in toto senso.
A medida que caía la noche, sin embargo, la Rata se enfrascó en una discusión apasionada con Jerónimo, el Patriarca de la Buhardilla, con respecto a cuál sería la mejor película católica de todos los tiempos, quien fiel a su entraña escolástica, exigió al impresionista Roedor una sistematización de sus preferencias. Y aquí está:
1) Dialogues des Carmélites (1960) Dir.: Philippe Agostini y Raymond Leon Bruckberger O.P. – De lo mejor en lo que a aspectos puramente cinematográficos corresponde -comenta la Rata- , y en cuanto a su contenido, Diálogos de Carmelitas es una película excepcional y conmovedora. Su delicada belleza sumada a su sensus y dispositio absolutamente tradicionales y católicas (y en esa medida vinculadas a los Trascendentales de la misma forma sencilla, orgánica y profunda que la obra de Fra’ Angelico o la Tradición Gregoriana) sin sentimentalismos ni psicologismos ni demás paterías anacrónicas “para acercarnos a los personajes” tan comunes en el cine de temática “espiritual” de nuestros días. (v.g.: Algunos intragables y ya no sé si bien intencionados telefilmes italianos recientes, como cierta tendenciosa, falsa, ideologizada y ridícula vida de Santa Rita de Casia y otro bodrio donde San Francisco de Asís es presentado como un progre que es instruido en la cárcel por un Abate Faría trucho y valdense en un evangelio en vernáculo para acabar, una vez libre, ¡¡asistiendo a una Misa Nueva!!) Finalmente sólo queda aconsejar: preparen los pañuelitos, porque esta rendition del Martirio de las Carmelitas de Compiegne por los jacobinos les dejará una huella indeleble. Un recuerdo y una oración también para Gertrude Von Le Fort y Georges Bernanos, escritora y adaptador de la historia, respectivamente.
2) La Pasión de Juana de Arco (1928) Dir.: Carl Theodor Dreyer. –Se consideró a este filme perdido durante mucho tiempo, hasta que fue encontrado en el clóset del conserje de un manicomio de Oslo en los ochentas –murmura la Rata, habiéndose acabado ya todo el Beaufort y arrastrándose hasta su bebedero-. Dreyer, luterano conservador danés, nos presenta siempre en sus filmes, en sordina espléndida, lo que pudo ser el esplendor y profundidad de un imaginario católico nórdico. En este filme podamos presenciar también la mejor actuación cinematográfica de todos los tiempos, a cargo de una extática Maria Falconetti, encarnado a La Pucelle. Doctrinariamente reverente y mística. El mejor cine, el más puro, a cargo de un gran genio como don Carlos Teodoro.
3) A Reluctant Saint (1962) Dir. Edward Dymtryk: -De las regiones aéreas con cierto regusto trágico –continúa la Rata- pasamos al mundo cotidiano y popular de la Comedia. Pero dirán algunos, ¿puede el género hagiográfico acercarse al horizonte de lo cómico? “¡Pos sí!” Empezando porque tanto la Comedia como la Vida del Santo empiezan siempre mal y acaban bien, in hora mortis, a minutitos no más del “ven, siervo fiel”. Toda vida de Santo es una comedia. Y mucho más este delicioso relato basado en la vida del franciscano italiano José de Cupertino, prefiguración barroca del Cura de Ars y del Padre Pío, amén de fraile volador y savant de polendas. Edificante, delicadamente chistosa y sin concesiones al moderno espíritu de vértigo, Maximilian Schell y Ricardo Montalbán – don Ricardo, el Santo de Hollywood, que Dios tenga en su Gloria- brindan actuaciones excepcionales. ¡Aquellos tiempos, amigos, donde un director filocomunista y un guionista anarco-liberal (el “realista sucio” John Fante), podían glorificar a un santo católico, con decoro y grandeza! Eran los tiempos en que si no todas, por lo menos muchas rodillas se doblaban ante Cristo y su Iglesia. Incluso en el Abismo. Claro está: eran los tiempos de Nuestras Santas Abuelitas, antes del Desmadre Monstruoso que empezaría a reventar dentro de poco.
4) A Man for All Seasons (1966) Dir. Fred Zinnemann Esta película es un consumado retrato de lo que algunas figuras seculares denominan “the ultimate man of conscience”, Santo Tomás Moro, Canciller mártir de Inglaterra. Y también es todo un tratado sobre la virtud de la prudencia, que no es cobardía, y sobre la virtud de la fortaleza, que no es temeridad. Todo, en medio de una escenografía lujosa y convincente de lo que antes se conocía como “superproducción”. Paul Scofield ha pasado casi a “substanciarse” con el Santo. Ningún otro papel que haya hecho será siquiera recordado, ni tampoco nadie que encarne a Tomás Moro en toda la historia humana trascenderá como él lo hizo.
5) El Pequeño Mundo de Don Camilo (1954) Dir. Julien Duvivier. ¡Esplendor cincuentero de las parroquias rurales! ¡Auroras de la Democracia Cristiana Italiana, todavía algo defendible! ¡Comunistas campechanos! Esta película es quizá una de las mejores representaciones artísticas de ese fenómeno complejo y antiguo denominado “amistad”. Amistad entre Peppone y Don Camillo, capitoste comunista y alcalde, y párroco admirable y atrabiliario. También es una lección sobre la grandeza de la Santa Intolerancia, la verdadera Intolerancia Católica, nacida de la devoción a la persona humana y el aborrecimiento proporcional a los errores que profesa, y de la claridad de mente, tan rara en estos tiempos de “neoconadas” autistas.
- ¿Terminaste? –preguntó Jerónimo al exhausto Roedor -. ¡Eres una Rata filolefebvrista!
- ¿Por qué? – exclamó la perpleja criatura.
- Porque casi todas tus películas son en-blanco-y-negro.
Y hubo silencio en toda la Buhardilla.
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6 comentarios
Estoy de acuerdo con "la Rata" en el primero del ranking (en el resto no, pero eso da igual)
Todos aquellos que deseen ver estas películas, las podrán ver en nuestro sitio:
www.convicciontv.cl
AMDG
Cordialmente
- ¿Por qué? – exclamó la perpleja criatura.
- Porque casi todas tus películas son en-blanco-y-negro.
Y hubo silencio en toda la Buhardilla.
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¡Ja, ja, ja!
La historia de Don Camilo la leí en la década (¿mejor, decenio?) de los sesenta, aunque mucho más tarde, pasada ya la frontera del siglo, vi la película en televisión y, efectivamente, es en blanco y negro. (Inciso segundo: me niego rotundamente a decir “frontera del milenio”, no me gusta abusar del milenio, que son mil años y no es seguro que los vivamos todos).
Lástima que de películas entiendo poco, pues mis aficiones no me han llevado ‘por ahí ’. No puedo, por eso, enfrascarme en discusiones con la ratita que, sospecho, no es aquella “Ratita Presumida” de los cuentos radiofónicos infantiles de los años cincuenta, años preconciliares por los cuatro costados. (Inciso tercero: al final del decenio, -año 1.959-, sólo por los tres costados, pues ya había sido convocado el Concilio Vaticano Segundo, dando por concluido el Primero. Es decir, que antes de ese año estábamos en el Concilio Vaticano Primero, y las gentes “de a pie” sin enterarnos).
Así que no puedo hablar de cine con la ratita dichosa, pues estoy en inferioridad de condiciones. Pero me acuerdo que en las salas españolas veíamos en aquella época sabrosas (ignoro si buenas o malas) películas en blanco y negro (también en “tecnicolor”), como por ejemplo “Balarrasa”, “La mies es mucha”, “Cerca del Cielo”, “Marcelino Pan y Vino” y otras que no me acuerdo, del cine religioso de una época que no me gusta llamar “franquista”. (Renuncio, aquí, a poner el inciso cuarto: lloverían sobre mi cabeza toda suerte de … y uno carece de paraguas apropiado para protegerse) Después, vinieron otras películas, como las de Marisol, Joselito y otros niños, ya, en los años sesenta, pero no eran cine “religioso” aunque, sí, películas decentes, por lo menos, las que yo he visto.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, podría extenderme aquí en consideraciones sobre aquella lejana época, pero no lo haré, pues me saldría del tema. Renuncio, pues, a consignar los cuatro párrafos siguientes con sus incisos respectivos. No obstante, me gustaría recordarle a la dichosa Ratita que en aquella época hubo un “cura” aficionado al cine y a la radio, que se proponía predicar con el celuloide rodando alguna que otra película y metiéndose en alguna de ellas como actor secundario, y aclarar la conciencia de los que se atrevían a exponérsela buscando resolver sus dudas en un consultorio radiofónico: hablo del Reverendo Padre Venancio Marcos y de sus "Charlas de orientación religiosa", inicialmente en Radio Madrid, después,en Radio Nacional de España y en los años sesenta también en Televisión Española. (Inciso quinto: ¡Cuánto han cambiado las cosas!).
¡Qué buen internauta habría sido el Padre Marcos en la actualidad, y qué buen bloguero!, sobre todo, empleando el mismo estilo de escenificación de problemas sociales e individuales que le planteaban. Pero vivió en otra época... (Aquí, sin inciso, y no es porque no los haya...) Otros curas le reemplazan en la labor apostólica, que no es exclusiva de ellos, sino que abarca a todos los cristianos, cada uno, según su condición, claro.
Bendito sea Dios.
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