Debate sobre los efectos civiles del matrimonio cristiano
Mi último post sobre la posibilidad de separar el matrimonio sacramental del llamado matrimonio estatal ha provocado reacciones críticas que quiero recoger, pues pienso que señalan un riesgo cierto. Las críticas hacen hincapié en que desligar el matrimonio por la Iglesia del “matrimonio” que reconoce el Estado significaría una huída de los católicos del espacio público, un encerrarnos en un gueto, en el que se nos reconoce un matrimonio especial, pero que supondría un reconocimiento implícito del derecho del Estado a redefinir el matrimonio civil a su antojo. Como me escribía un buen amigo, parecería que nos “desentendemos del problema de la redefinición estatal del matrimonio, salvaguardándonos en nuestra esfera privada, como si el hombre no fuera un animal social por naturaleza”.


Un buen amigo me ha regalado un libro titulado “Curas Villeros”, de Silvina Premat, que explica la historia de esos curas que, desde finales de los años 60, ejercen su ministerio en las “villas” de Buenos Aires, asentamientos informales, una especie de favelas, que recogen a los estratos más pobres de la sociedad argentina, con abundante presencia de inmigración paraguaya y boliviana.
Mañana, 6 de noviembre, es la fecha establecida por la Conferencia Episcopal Española para celebrar la festividad conjunta de los 11 mártires ya canonizados y de los 1.512 beatificados, sacrificados en odio a la fe durante la persecución religiosa en España de los años 1934 a 1939. Es una fecha de gran trascendencia para toda la Iglesia, especialmente para la que peregrina en España.
¿Cómo llevar a nuestros hermanos a Jesucristo? ¿Cómo anunciarles más eficazmente que Dios les ama tanto que se ha hecho hombre para salvarlos? En definitiva, ¿cómo evangelizar?





