Una regla de Newman para reconocer a la verdadera Iglesia
Dado los tiempos que corren, con disputas doctrinales de primer orden y discusiones sobre lo que está en consonancia con el Magisterio y la Tradición y lo que supone ruptura con los mismos, decidí alejarme del fragor de la batalla e ir a descansar en “prados seguros". En concreto, en el “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana” del Cardenal Newman. Y como no podía ser de otro modo, encontré un libro preciso, revelador, de una enorme erudición y muy realista; eso sí, no es de lectura sencilla, pero el esfuerzo se ve recompensado.
La obra es riquísima en ramificaciones, pero quiero señalar hoy una apreciación de Newman que me ha llamado poderosamente la atención y que es de perfecta aplicación en nuestros días. Además, tiene un punto de provocación y de ironía británica que la hacen especialmente atractiva..
Una de las cuestiones clave que Newman aborda es cómo reconocer a la verdadera Iglesia, la que es continuidad y una misma con la de los tiempos de los apóstoles. Es aquí cuando se detiene unas páginas en revisar las acusaciones que los cristianos de los primeros siglos recibían por parte de los paganos… y que eran de todo tipo y pelaje. Entonces, da una sencilla regla para reconocer en nuestros tiempos a la verdadera Iglesia: