Don Marcelo, figura clave para entender la España actual
Qué duda cabe de que una de las figuras clave de la Iglesia en la España de la segunda mitad del siglo fue el Cardenal Marcelo González: es difícil exagerar su importancia como pastor, como obispo primado y responsable en gran medida de que la Iglesia en España no naufragase completamente en las agitadas aguas combinadas del post-franquismo y del post-Vaticano II. Se agradece por eso mismo la publicación de un monumental libro dedicada a Don Marcelo, El alma católica de España. El pensamiento del Cardenal Marcelo González Martín, obra de Gonzalo Pérez-Boccherini Stampa. Un libro extenso y documentado, perfecto para este tiempo de verano en el que tenemos más tiempo para leer con calma, y que está escrito con una claridad que se agradece, lejos del panfleto (a favor o en contra) y desmontando muchos prejuicios que aún hoy en día pesan sobre Don Marcelo.
El libro viene a ser una biografía intelectual de Don Marcelo, algo que por sí mismo tiene ya gran valor. Pero es más: por un lado constituye un potente trabajo sobre qué es España, por otro es un retrato de la historia reciente de nuestro país, en especial de los agitados años que fueron testigos del paso del régimen franquista al régimen del 78. Y para acabar, un pequeño tratado sobre el papel y las relaciones entre la esfera religiosa y la esfera política.
Los temas en los que concentra su atención este trabajo, que fueron temas muy queridos y estudiados por Don Marcelo, están íntimamente ligados a lo que es España: el Concilio de Toledo, la Hispanidad, la impronta de Santa Teresa de Jesús de la mano de San Enrique de Ossó, la relevancia de los mártires españoles del periodo 1934-1939. Encontramos también una visión y un juicio histórico muy sugerente sobre nuestros siglos XIX y XX que convirtieron a Don Marcelo en una persona especialmente preparada para ver más allá del cortísimo plazo en el momento en que se ponían los fundamentos de nuestro actual régimen.
Precisamente encontramos aquí algunas de las páginas más interesantes del libro. Don Marcelo osó salirse del rebaño, se negó a repetir el guión que otros habían escrito y que tantísimos obispos siguieron a pie juntillas, y se atrevió a plantear objeciones de mucho peso a la Constitución de 1978. Por ejemplo, no veía el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos suficientemente garantizado. Tampoco veía que fuera a proteger a la familia sino que, más bien, ya oteaba el destrozo que se iba a realizar. Y ya vio que el queridamente indeterminado «todos tienen derecho a la vida» podría abrir las puertas al aborto. En definitiva, veía que la Constitución, al no reconocer nada por encima de ella, al no hacer ninguna referencia a Dios, no tenía límites para legislar contra la ley natural.
Arreciaron críticas por todos lados, incluso de otros obispos que tenían luz verde para aparecer en Televisión Española siempre y cuando fuera para criticarle. Lo cierto es que el tiempo ha vindicado el juicio de Don Marcelo: todas y cada una de las reservas que el cardenal primado señaló, y que fueron despreciadas en su momento como exageraciones sin fundamento, obsesiones de un supuesto nostálgico de Franco (algo que queda en el libro muy bien documentado que nunca fue), se han ido cumpliendo inexorablemente. Si Don Marcelo aparece ahora como un sabio analista, quienes le denostaban quedan desautorizados. Frivolidad, superficialidad, complejos, falta de valentía, errores graves de juicio, incomprensión de las dinámicas religiosas, políticas y sociales en base a visiones profundamente distorsionadas… de todo ello hubo en combinaciones y proporciones diferentes, pero, qué duda cabe, el error con el que la mayoría de los obispos encaró la Transición fue mayúsculo. Sólo un 10% de los obispos del momento suscribió la instrucción de Don Marcelo sobre la Constitución. Poco tiempo después, la misma incomprensión, incluso entre sus hermanos obispos, sobre la cuestión del divorcio. Don Marcelo acertaba, la mayoría erraba y de aquellos polvos los omnipresentes lodos que embarran la vida de nuestro país.
Pero se equivoca quien analiza a Don Marcelo desde la estricta óptica política. En realidad Don Marcelo fue, ante todo, pastor, enamorado de Cristo, de la Iglesia, y también de España, en la que veía a una nación que, con todas las imperfecciones propias de lo terrenal, estaba animada desde su origen por la religión católica. Y como pastor, veía que eso tenía impacto en las almas, un impacto positivo que había ayudado a tantas y tantas almas a vivir más unidos a Cristo. Por el contrario, su preocupación al ver implantarse leyes contrarias a lo que Jesucristo y su Iglesia enseñan no era abstracta: Don Marcelo veía las almas de quienes iban, por culpa de estas leyes, a perderse y desorientarse en su camino de salvación. Su insistencia en mantener siempre una visión sobrenatural, también sobre las cuestiones terrenas, dan testimonio de este celo pastoral por llevar almas a Jesús. Sólo así se entiende la figura de Don Marcelo, el resto es politiqueo y valoraciones históricas de vuelo gallináceo por parte de quienes creen que todos, también Don Marcelo, son de su condición.
Estamos pues ante una obra primordial para sumergirnos en el pensamiento y en la acción pastoral de uno de los gigantes de la Iglesia en España en tiempos recientes, un libro que se lee con avidez y que nos ayuda a comprender cómo hemos llegado a la situación en que estamos, sí, pero también a recuperar la esperanza que nunca abandonó a Don Marcelo.
8 comentarios
Así de simple.
2. El cardenal Marcelo se enfrentó a Franco. Así lo cuenta
Santiago Calvo, el que fuera secretario particular del cardenal Marcelo González --Primado de España y arzobispo de Toledo de 1971 a 1993--.
3. El secretario del cardenal desveló que éste impidió la expulsión de España del obispo de Bilbao, monseñor Antonio Añoveros, en la última etapa del franquismo por una homilía que se pronunció en todas las iglesias de la Diócesis de Bilbao y que no gustó a Franco porque "era un atentado contra la unidad de España".
4. Don Marcelo, tal vez, debería haber defendido la unidad de España en la Constitución, sin privilegios, pues de aquéllos lodos este barro también.
En cuanto a su punto 4, también señala el libro que Don Marcelo ya vio el problema que entrañaba el término nacionalidades, pero que decidió no reflejarlo en la versión final de su Instrucción para cebtrarse en las cuestiones indiscutibles.
2. El libro, El alma católica de España. El pensamiento del Cardenal Marcelo González Martín, parece ser que trata y se centra en el tema de la Transición y Constitución del régimen actual con sus debilidades y carencias denunciadas por Don Marcelo.
3. Pero, lo que no termino de entender es por qué se decía que Francisco Franco era más católico que los propios obispos, algo inaudito. Y no es cuestión de adular su régimen ni de criterio propio, sino de Cristo Rey.
4. La cruzada de 1936 salvó millones de vidas de católicos y no tan católicos.
5. En la Iglesia Católica española veo traición a Cristo Rey por lo que veo hoy.
6. El caso Añoveros, espero que se exponga la homilía, es de la misma gravedad que ocurre hoy con muchos obispos.
7. El relativismo, quizás don Marcelo no supo ver que la traición del obispo Añoveros no era a Franco, sino a Cristo Rey. Esto puede observarse hoy, no hay evangelización, sino moderación consensuada para vivir cómodamente, sin problemas, sin importar las almas de los bautizados. Si la actual España católica se analiza, quizás debería analizarse a don Marcelo y quienes fueran de alrededor para entenderlo. Y pongo un ej.: mañana Domingo existe posibilidad real de derogar la ley del aborto votando a Vox, pero la mayoría de obispos en silencio y, si estuviera Franco, gritando contra él. No lo entiendo.
Es un libro maravilloso que se lee del tirón.
Dejar un comentario