Stalin nos da una lección sobre la importancia de la lectura
Es muy frecuente que, ante personas que actúan de modo inmoral, se proponga como solución la cultura o la educación. Vale para todo: los latin kings, el antisemitismo, las masacres genocidas… siempre hay alguien que dice que la solución es la educación, proporcionar una cultura que, se supone, quitará a esos criminales sus malas ideas de la cabeza. Es como esa tontería de que el nacionalismo (que es una ideología) se cura viajando.
Esta idea se da de bruces contra la realidad. Por poner un ejemplo histórico, en la Alemania de los años 30 no faltaba precisamente educación y algunos de quienes enviaban a prisioneros a las cámaras de gas sin inmutarse luego se emocionaban y soltaban lagrimillas escuchando una pieza de música clásica.
Pensaba en esto al leer la reseña sobre un libro recién editado en el Reino Unido titulado Stalin’s Library: A Dictator and His Books, de Geoffrey Roberts, que estudia y analiza los libros que leía uno de los mayores genocidas de la historia de la humanidad.
Stalin, el genocida que mató de hambre a millones de ucranianos, el tipo que envío a millones a la muerte en el Gulag, el de los procesos farsa que estableció un clima de terror generalizado (no dejen de ver la película La muerte de Stalin, bajo capa de sátira refleja muy bien cómo se vivía bajo su égida)… el bestia sediento de sangre que no habría leído un libro en su vida. Ay!, si hubiese tenido una buena educación, si hubiera leído a grandes autores, no se habría comportado así, pensarán muchos de nuestros contemporáneos.
Lo que el libro antes citado nos dice es justo lo contrario: si hubiera sido un ignorante, no hubiera pasado de ser un bruto y el daño que podría haber infligido se hubiera limitado a los pocos desafortunados que se habrían cruzado en su camino. Fue precisamente el hecho de que era una persona culta y educada lo que le ayudo a llegar hasta la cúpula de la Unión Soviética y, desde allí, desplegar sus planes genocidas.
Stalin era un lector ávido. Su biblioteca personal comprende unos 25.000 volúmenes, que abarcan una amplia gama de temas, como el marxismo, la historia política y militar, la economía, las biografías y las obras clásicas de la literatura rusa. La biblioteca de alguien cultivado, un humanista estaríamos tentados de decir hoy en día.
En su juventud, Stalin fue un poeta reconocido por sus poemas románticos y patrióticos escritos en su georgiano nativo (otro genocida como Mao era también un valorado poeta). Luego, una vez que la política absorbiera sus energías, siguió escribiendo y mucho: sus obras completas estaban previstas que ocuparan 16 volúmenes, aunque su muerte detuvo el plan cuando ya habían parecido trece tomos.
El libro de Roberts muestra cómo las lecturas de Stalin moldearon sus acciones, cómo transformaron al brillante seminarista en un feroz revolucionario, dispuesto a sacrificarlo todo en el altar de su ideología. Roberts subraya en todo momento que Stalin era un intelectual, cuya firme creencia en el marxismo se basaba en un profundo estudio del tema; que sus acciones, por muy crueles que fueran, se derivaban de la convicción de que estaba construyendo el primer Estado socialista del mundo, que iba a ser el modelo según el cual se iba a erigir la nueva humanidad.
Toda mi vida he trabajado entre libros y soy un ferviente propagandista de los beneficios de la lectura… pero ejemplos como los de Stalin nos confirman que no hay relación de causa-efecto entre lectura y virtud, y que la lectura, que puede ser tan benéfica, también puede ser terriblemente nociva: todo dependerá de qué libros se lean. Titulaba esta entrada «Stalin nos da una lección sobre la importancia de la lectura»; la lección es que, dependiendo de la elección de lo que se lee, uno puede acabar siendo un santo o un genocida. Piénselo la próxima vez que decida leer o regale un libro a la ligera.
12 comentarios
Hay un libro ya antiguo que se titula STALIN Y LOS VERDUGOS que abunda en esa cuestión. En todo lo que leía Stalin, que leía mucho y como subrayaba los libros. Sin embargo aunque el libro es muy bueno no es ni mucho menos una biografía definitiva, dejando muchos aspectos inconclusos.
Las tres biografías que retratan completamente o casi completamente a Stalin, son las dos de SIMON SEBAG MONTEFIORE y la JEAN JACQUES MARIE, eso si, el que las quiera leer que se tome unos cuantos dias libres. Simon Sebag es un cretino, pero un magnifico escritor e investigador, cuando no se involucra personalmente es de lo mejor.
Stalin, además de leer mucho, fue el mayor asesino de intelectuales, entre ellos poetas y novelistas. La lista de escritores represaliados es larguísima, tan larga, casi, como el número de libros que tenía en su biblioteca. El exterminio de los acmeístas (con la excepción de Ajmátova) empezó con Lenin y siguió con él, sigue con el suicidio de otros como Marina Ivánovna Tsvetáyeva, los poetas nacionalistas ucranianos, los escritores en yidish asesinados en la "Noche de los poetas muertos"
Péretz Márkish
David Bergelson
Itzik Feffer
Leib Kwitko
David Hofstein
Benjamin Zuskin
Solomón Lozovski
Borís Shimelióvich
y algún otro que murió en la cárcel, como Der Nister.
En realidad los únicos dos poetas de prestigio que lograron ver su entierro fueron Anna Ajmátova y Boris Pasternak, que por alguna razón que él sabría, fueron confinados pero no represaliados.
La mayor parte de los literatos que pretendieron sobrevivir se dedicaron a dos cosas bastante inocuas: los libros infantiles y la traducción.
Así que no me hablen de alguien tan libresco que asesina a los escritores. No conozco a los escritores que leía, conozco a los que mató.
Lutero era un gran ávido lector de las Sagradas Escrituras. Y es uno de los heresiarcas más grandes, sino el mayor, de toda la historia. Su herejía ya ha mandado a cientos de millones de almas al infierno, ha destruido la Cristiandad y ha sembrado y abonado el campo para el liberalismo y el marxismo, causas próximas de la apostasía y destrucción de los restos de civilización que hoy vivimos.
Por lo tanto, tampoco hay relación causa-efecto en dependencia del libro que se lea, sino es ocasionalmente. «Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden: para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte; para los otros, olor que de la vida lleva a la vida» (II Corintios 2, 15-16)
Todos sabemos, o deberíamos saber, que las bibliotecas rusas eran buenas porque también lo eran los traductores y que, en general, los rusos leían mucho en las largas tardes de invierno. Ahora bien, el que tratara de leer una buena traducción de San J. H. Newman en Rusia se jugaba el tipo, lo mismo que aquel que pretendiera leer algún libro de Pável Florenski para el que no necesitaba traductor. Eso sí "Los Tres Mosqueteros" y "El Conde de Montecristo" no solo se leían sino que algunos zeks, que habían sido profesores de Literatura, consiguieron salvar la vida a base de hacer de cuentacuentos en los asentamientos del GULAG donde no había distracciones. Ser narrador era un oficio que aseguraba que los presos comunes no te atacaran por no quedarse sin el relato nocturno. Los rusos, en general, son aficionados a la literatura, lo mismo que buenos literatos, por lo que el hecho de que Stalin leyera no es asombroso, asombrosa es la frase de Ossip Mandelstam: "Solo en Rusia se respeta la poesía: hace que maten a la gente. ¿Hay algún otro lugar donde la poesía sea un motivo tan común para el asesinato?"
La conclusión del artículo sin embargo aclara el asunto y es lo importante: Un libro bueno es un santo a nuestra derecha y un libro malo un demonio a nuestra izquierda. Así le escuché decir mas o menos al actuál obipo de Tijuana. Saludos en Cristo
Ecclesiam ha escrito un buen comentario.
Todo dependerá de por quién nos dejamos llevar. Por Dios al Cielo o por el Maligno al Infierno. Elijamos la primera opción, siempre.
Pienso q Stalin era una persona inteligente, pero fría y cruel. Puede q se viera afectado por las vivencias de niño, pues su padre era un maltratador. Aunque tambien puede ser q en sus genes hubiera algo de herencia genética hacia esa frialdad y crueldad.
El caso es q ni los genes ni el ambiente nos determinan, pues siempre existe la posibilidad de hacer elecciones conscientes buenas o malas.
Y nos consta q Dios da a todo ser humano la gracia suficiente para salvarse (con el significado normal de la palabra suficiente, no con el que le dan los deterministas vergonzantes). Así q todo el mal q hizo Stalin, podría no haberlo hecho si no hubiera rechazado la gracia de Dios. A Él tiene que dar cuentas.
Cuando alguien peca, no yerra ni se equivica, hace mal.
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