Explosión de gozo en Covadonga

El anuncio de que se iba a organizar una peregrinación en España como la que transcurre desde hace casi 40 años entre París y Chartres me llamó mucho la atención. ¿Cómo no iba a ser así si desde hace tiempo miro con envidia esas fotos de Francia que reflejan una juventud que se echa a los caminos a peregrinar, a rezar, a dar testimonio, a ondear sus bellas banderas y estandartes, recordándonos dónde está el elemento vital de nuestra civilización, tantas veces enterrada pero que sigue muy viva en esos jóvenes?

Una conversación con un amigo me acabó por animar y unirme al Capítulo (la peregrinación está organizada por grupos que reciben este nombre) de Santa Eulalia, que se había formado en Barcelona. No podía haber caído en un lugar mejor (y no solo por su intendencia, envidia de tantos capítulos). Empezaba así una aventura a la que se unieron los miembros de mi familia sin compromisos anteriores esos días, una incógnita para quienes no habíamos estado nunca en una peregrinación de este tipo, que además se realizaba por primera vez, así que no podíamos recurrir a la experiencia de nadie. ¿Qué nos íbamos a encontrar?

Los días previos al inicio de la peregrinación fueron turbulentos. Se anunciaban lluvias en Asturias, que luego casi no tuvieron lugar (la Divina Providencia nos cuida siempre con cuidado maternal), pero lo que realmente sacudió a los peregrinos fue el motu proprio Traditionis Custodes, pues la santa misa durante la peregrinación se iba a realizar según la forma extraordinaria. La incertidumbre se disipó pronto: la peregrinación se mantenía y si no se podía celebrar en las iglesias, se celebrarían misas de campaña. Aquello era imparable.

Así llegamos a Oviedo, un poco preocupados por los ánimos de los participantes y por cómo podría repercutir en el ambiente de la peregrinación, temiendo que se pudiera convertir en algo tristón, o peor aún, resentido y quejoso. Los temores eran infundados.

¿Qué me encontré? En torno a 600 peregrinos, con una abrumadora mayoría de gente joven, alegres, entusiastas, convencidos de estar viviendo algo muy bueno, un gran regalo, una peregrinación histórica que marcará un antes y un después. Dispuestos a pasar fatigas e incomodidades (y puedo asegurar que no son pocas en un trayecto de tres días y casi 100 kilómetros) por algo que realmente grande. ¿Quién había dicho que los jóvenes de hoy en día son unos comodones incapaces de afrontar retos exigentes? A lo mejor es que no les proponemos nada por lo que valga la pena dejarse la piel.

El ambiente que encontramos era alegre, festivo a pesar del cansancio, un ambiente de camaradería entre todos los participantes en el que enseguida te encontrabas a gusto, consciente de la suerte de estar viviendo unos días inolvidables. Y también recogido cuando tocaba, como en los momentos de adoración al Santísimo o, especialmente, durante las misas, preciosas, cuidadas, vividas con gran piedad y con un coro que nos ayudó, y mucho, a vivir con intensidad el momento más importante del día. Pudimos asistir además a las misas solemnes de San José, de la solemnidad del Apóstol Santiago y de Nuestra Señora de Covadonga. Los sermones fueron para enmarcar y mucho podría comentarse sobre ellos: desde aquello del converso Mahler sobre que la Tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego, hasta la advertencia de que, en nuestros días, quizás la tentación más grande sea la de la desesperanza (de ahí la importancia de pedir la gracia de la esperanza y cultivarla) o la insistencia, sin ocultar los momentos difíciles que vive la Iglesia de seguir rezando, con más intensidad si cabe, por la Iglesia y por el Santo Padre. Los vivas al Papa que aquellos jóvenes lanzaron en numerosas ocasiones eran un grito de amor y fidelidad al vicario de Cristo que desarbolaban por completo las falaces acusaciones que han de soportar día sí, día también. En esta reacción la actitud de los sacerdotes que han acompañado la peregrinación, intachable, creo que sido clave.

Me gustaría destacar también el tono espiritual de la peregrinación, dedicada en esta ocasión a San José en su año jubilar, y el intenso tono mariano de la misma, la devoción con que se ha rezado el rosario durante la marcha y las canciones que se han entonado, voces jóvenes que te animaban a superarte cuando flaqueaban las fuerzas. La llegada a Covadonga, todos en grupo, entonando el Laudate Mariam a pleno pulmón fue de las cosas más emocionantes que he vivido. Y luego, la adoración al Santísimo en el interior de la iglesia (con unas calurosas palabras de bienvenida del rector del santuario, recordando la importancia de pedir por la Iglesia y por nuestra patria, España, que se agradecen mucho), que fue bellísima.

No puedo acabar esta breve crónica de lo que he vivido estos días sin resaltar el enorme trabajo de los voluntarios que la han organizado: tiene mucho mérito y estoy convencido de que se han ganado un trocito de cielo. Y también el esfuerzo por organizar la peregrinación de familias, en las que las familias con niños pequeños podían participar en la peregrinación andando menos gracias a unos autocares con los que cubrían algunos tramos. Si la presencia de jóvenes, decíamos antes, ha sido abrumadoramente mayoritaria, el hecho de que también hubiera familias (¡qué buena gente todos aquellos con los que pude charlar!) creo que le da un tono especial a una peregrinación que representa a toda la Iglesia en marcha.

Algunos pensaban que la peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad iba a ser algo mortecino, el canto del cisne de unos pocos nostálgicos. Fue todo lo contrario: una explosión de gozo y vitalidad de centenares de fieles, muchísimos jóvenes, que superó todas las previsiones, algo que no habría sido posible con solo los meros esfuerzos humanos y en lo que se percibe que el Espíritu Santo sigue inspirando a quienes se abren a su acción con docilidad. En definitiva, un gozo muy grande que quienes lo hemos vivido no podemos callar y que esperamos repetir el año que viene de nuevo. Y quienes este año no han podido asistir, os aseguro que no os arrepentiréis. Algo muy bueno para la Iglesia, para nuestra patria y para todos y cada uno de los peregrinos, ha nacido camino a Covadonga.

 

10 comentarios

  
Diana Catalán
Gracias Jorge, gracias por tan bello testimonio. Todavía no soy consciente de la grandeza de haber participado en algo así. Dios nos ha acompañado en esta peregrinación y hemos notado su mano providente durante todos los meses de preparación. ¡Todo sea para su mayor gloria!
29/07/21 12:16 PM
  
Albert L
Muchas gracias a los organizadores. Hubiera deseado asistir pero me enteré demasiado tarde, sin tiempo para ponerme mínimamente en forma. Espero poder asistir el año que viene, aunque lo de dormir en tienda de campaña me echa un poco para atrás. No duermo en tienda de campaña desde que hice la mili... eso debió de ser poco después de la guerra de Cuba, más o menos. Pero si entreno, todavía podré hacer la peregrinación, creo.
29/07/21 12:32 PM
  
África Marteache
A Covadonga peregrinamos muchos que no estuvimos, en la misma forma que Santa Teresita de Lisieux es patrona de las Misiones habiendo sido monja de clausura. Yo rezo todos los días por los obispos malquistos en China: Monseñor Guo Xijin, Monseñor Shao Zhumin, Monseñor Zhan Weizhu y Monseñor Cui Tai con la Oración a Nuestra Señora de Sheshan escrita por Benedicto XVI y sé que estoy con ellos por la Comunión de los Santos. Este es uno de los artículos del Credo de los Apóstoles que nos da, en cierta forma, el don de la ubicuidad.
Por eso recibir este informe de lo maravillosa que fue la Peregrinación de la Cristiandad llena nuestros corazones de gozo porque en las estadísticas de Dios también figuramos. Gracias por contar con nosotros comunicándonos vuestras vivencias.
29/07/21 1:38 PM
  
Mariana M
¡Qué alegría! Las peregrinaciones son algo indescriptible.
Van personas de toda edad y condición física. Más y menos practicantes.
Eso de convocar a la juventud, yo lo interpreto como quienes tengan el hábito de caminar. Todos somos peregrinos.
Como hay apoyo de colectivos, entre parada y parada, es fácil para todo el que tenga voluntad. Hay mucha gente que colabora a lo largo del camino dando asistencia a los peregrinos.
Se ven Confesiones al costado de la ruta, se hacen Bautismos, Misas al aire libre. Sobre todo se ve la Fe del pueblo.
Ánimo Albert, a la Virgencita no se le puede faltar.
30/07/21 7:38 PM
  
sofía
Aunque sea x libre, tengo el propósito de ir a Covadonga. Ojalá se cumpla.
01/08/21 1:42 PM
  
SC
Y esa explosión de gozo a mí me gustaría que fuera contagiosa, pero cuántos buenos deseos han quedado ocultos a los ojos de los demás, por razones desconocidas, para más tarde acabar apagándose...
02/08/21 1:36 AM
  
Jorge Cantu
En estos eventos se gesta el renacer y reverdecer de la Iglesia de Dios en la Gran España, Sierva de Cristo y María, Hija Fiel de la Iglesia y Madre de Pueblos.
03/08/21 12:36 AM
  
hornero (Argentina)
¡Felicitaciones, hermanos españoles! Estoy seguro que vuestro número crecerá, es todo un signo de los "nuevos tiempos" de que nos habla la Virgen.

Deseamos alentaros, porque podréis llegar a ser miles y más aún. Nuestra experiencia de peregrinaciones a nuestros distintos santuarios desparramados por el país, suman siempre miles y decenas de miles de peregrinos, en varios de ellos debemos hablar de cientos de miles.

Mi modesta sugerencia: los que tengan alguien conocido que participe en las comisiones organizadoras de algunas de las peregrinaciones de Argentina, que les pidan que oren de modo especial por Covadonga.

Oraré por ustedes.

13/08/21 6:03 PM
  
marcelo 2
Soy de Oviedo y estuve muchas veces en Covadonga.

Recuerdo cuando era niño en tiempo de la guerra del 36 en las oraciones diarias en familia siempre añadíamos: "VIRGEN SANTA DE COVADONGA, SALVADNOS Y SALVAD AESPAÑA"...

Invocación muy apropiada también para la España actual.

Mis felicitaciones por el éxito de la peregrinación y que se repita y se instituonalice.
14/08/21 7:58 PM
  
Teresa Ortiz de Záratre
PODRÍAN DECIRME CÓMO APUNTARSE A ESTA PEREGRINACIÓN PARA IR EL AÑO QUE VIENE?
15/08/21 4:44 PM

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