Desvelando al verdadero San Francisco de Asís
Hace ya unos años escribí sobre la visión empobrecida y casi diríamos que caricaturesca de San Francisco de Asís, que nos lo presenta como un hippie y un revolucionario. El Francisco real con el que, escribía entonces, uno de sus biógrafos, Augustine Thompson se había topado, era, en palabras de ese autor, un “purista en cuestiones de liturgia”, que cuidaba cada detalle y para nada cultivaba esa estética poco cuidada con que tantos sacerdotes nos han castigado en tiempos recientes. Por eso cuando tuve noticia de la aparición de un libro en italiano, obra de Guido Vignelli, titulado “San Francesco antimoderno. Il vero volto del Santo di Assisi”, me lancé a leerlo.
El libro aborda a fondo y con abundante documentación la misma cuestión: el “espíritu del tiempo” y las ideologías de moda han deformado al santo de Asís, presentándonos una falsa imagen al gusto hodierno: buenista, pacifista, contrario a las Cruzadas, ecumenista, filomusulmán, ecologista, vegetariano y revolucionario.
Ante esta manipulación, el estudio de las fuentes históricas nos permite descubrir al verdadero San Francisco, un reformador combativo, austero, exigente, noble y generoso. Un santo medieval y “anti-moderno", como afirmó Chesterton, que, precisamente por este motivo es muy actual.
Vignelli señala que la manipulación tiene ya una larga historia. Al principio fueron los humanistas, los protestantes, los “libertinos” y los ilustrados quienes se burlaban de San Francisco, denigrándole como idiota, masoquista, alucinado, asocial. Estos ataques cambian a partir del Romanticismo, en que el santo pasa de insultado a elogiado… pero por falsas características. Así, se le presenta como campeón de un ascetismo anti-eclesial, de la herejía pauperista, del “pensamiento libre” masónico e incluso de la revolución socialista.
Se quiso trasladar a San Francisco la dialéctica modernista entre el “Cristo de la historia” y el “Cristo de la fe” y entre la “Iglesia primitiva” y la “Iglesia institucional". El “Francisco de la historia” sería un personaje profético que trató de crear una hermandad de “espíritus libres", liberados de las instituciones eclesiásticas y prontos para regresar al comunismo primitivo. Contra éste, se habría elaborado un “Francisco de la fe", impuesto por los Papas y encarnado en una orden religiosa sometida al poder de Roma. Pero el primero habría subsistido en las comunidades minoritarias disidentes, como las de los Espirituales y los Fraticelli. De aquí nace un Francisco imaginario, melancólico y sentimental, escéptico en materia dogmática y permisivo en moral, “abierto al mundo” y “amigo de todos".
Ya en 1921 el Papa Benedicto XV advirtió: «Ese personaje de Asís, invención puramente modernista, que algunos nos presentan recientemente como poco respetuoso con la Sede apostólica y como defensor de un ascetismo vago y vacío, no puede ser identificado con Francisco ni considerado como un santo».
Los puntos que caracterizan al Francisco imaginario y progre, y que Vignelli va destruyendo uno por uno, son los siguientes:
San Francisco no fue buenista
Francisco de Asís habría inventado un modelo de apostolado del mero “testimonio", negándose a recurrir no solo a cualquier tipo de polémica o condena, sino también a la imposición o la prohibición.
Pero la verdad es que San Francisco no sólo empleó palabras y formas suaves, sino también muy duras cuando lo creía conveniente. No disimulaba las culpas, sino que las mostraba tal cual. Ante el pecado, no empleaba excusas, sino amargos reproches. Además, Francisco solía estimular el santo temor de Dios amenazando con el castigo del infierno.
En la Segunda carta a los fieles escribe: «Los que aman las tinieblas más que la luz, negándose a observar los Mandamientos de Dios, son maldecidos por Él […]. En cualquier lugar, tiempo y manera en que el hombre muere en pecado mortal, el diablo […] le arranca el alma del cuerpo, causándole tal angustia y tribulación que nadie puede entenderlo si no lo ha sufrido […]. Así, el pecador pierde su alma y su cuerpo en su breve vida y termina en el infierno donde es atormentado eternamente».
Una curiosa anécdota acaba de destruir esa imagen buenista del Santo: solía entregar los frailes ingobernables en “manos del boxeador florentino", esto es, de un fraile de Florencia, fra Giovanni, que era conocido por su capacidad para dar puñetazos. Parece ser que el remedio era bastante eficaz.
San Francisco no fue pacifista
La paz que San Francisco predicaba está radicalmente alejada de la paz de los pacifistas y consistía en la conversión de la criatura al Creador. «La paz franciscana no es la paz que el hombre encuentra en sí mismo, sino la paz que el hombre encuentra en Dios cuando, […] en la humildad de un abandono perfecto, se confía solo a Dios», escribe Barsotti en su libro sobre el Santo.
Tras su conversión, Francisco adaptó su espiritualidad juvenil a su nueva misión de conquista religiosa, transfiriendo la batalla de lo natural a lo sobrenatural. Así, gustaba de presentarse como un “soldado de Cristo” y un “heraldo del gran Rey". Al contemplar a su Orden reunida en el primer Capítulo general, el Santo la describió en términos militares como “el ejército de los caballeros de Dios” y solía llamar a sus primeros compañeros “mis caballeros de la mesa redonda".
Y en su Primera Regla escribe que “los hermanos no lleven armas ofensivas, si no para defender a la Iglesia Romana, a la fe cristiana o a su tierra natal, o con el permiso de sus ministros“. O sea, que cuando estaba justificado, San Francisco no ponía reparo al empleo de las armas.
San Francisco no estuvo en contra de las Cruzadas
Al contrario, mostró un sincero entusiasmo y admiración por aquella empresa.
San Francisco no se limitó a decir bellas palabras, sino que quiso participar personalmente en la Quinta Cruzada, proclamada en 1213 por el Papa Inocencio III, para poder predicar a los musulmanes y ayudar a los cruzados ante los peligros físicos y especialmente espirituales a los que se enfrentaban.
Como recogió Fray Illuminato de Rieti, que acompañó a San Francisco cuando se presentó ante el sultán, éste le habría espetado lo siguiente: “Cuando invaden las tierras que has usurpado, los cristianos actúan con justicia, porque blasfemas del Nombre de Cristo y te esfuerzas por alejar de la verdadera Religión a tantas personas como puedes. Si, por el contrario, quisieras conocer, confesar y adorar al Creador y Redentor del mundo, los cristianos te amarían como a ellos mismos”. Cómo salió con vida de allí es realmente un milagro notorio.
San Francisco no fue “ecumenista”
Entiéndase, nos referimos a ese “ecumenismo”, falso si quieren, que apuesta por disolver todas las religiones en un sincretismo relativista. San Francisco fue especialmente virulento al enfrentarse contra la herejía cátara, especialmente odiosa para el Santo por cuanto negaba la bondad de la creación material.
De hecho, prohibió estrictamente que las personas sospechosas de herejía fueran aceptadas tanto en su Orden regular como en la Tercera Orden: «Si alguien, de palabra o con hechos, se aleja de la fe y de la vida católica, y si no se enmienda, sea expulsado totalmente de nuestra fraternidad», se recoge en la Primera Regla. Y en su Testamento exige que los frailes sospechosos de herejía o cisma sean encarcelados y entregados al cardenal protector de la Orden para ser investigados.
San Francisco no fue filomusulmán
Ya hemos hablado de su participación en la Quinta Cruzada, motivada por su intención inequívoca de “predicar la Fe de Cristo a los Sarracenos para favorecer su conversión“. Y en su Regla recoge la obligación de “Anunciar la palabra de Dios, para que [los incrédulos] pueden creer en Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en su Hijo Redentor y Salvador, a fin de que sean bautizados y convertido en cristianos, porque quien no nazca de nuevo por el agua y el Espíritu Santo no podrá entrar en el Reino de Dios”.
Al enviar a los primeros frailes franciscanos a Marruecos, San Francisco les dio este mandato: “Jesucristo me ha ordenado que os envíe al país de los sarracenos, como ovejas en medio de lobos, para predicar y confesar su fe y combatir la ley de Mahoma. ¡Disponeos pues a cumplir la voluntad del Señor!“. Aquellos heroicos frailes llevaron a cabo con admirable radicalidad las órdenes de su Fundador: no se limitaron a “predicar la fe de Cristo y las enseñanzas del Evangelio", sino que les echaron en cara a los musulmanes su infidelidad al único y verdadero Dios, diciéndoles que: “Mahoma os guía por un camino falso y mentiroso que os llevará al infierno, donde ahora sufre ya tormento junto con sus seguidores”, tal y como recoge Giacomo da Vitry.
Cinco de aquellos hermanos fueron torturados y decapitados por el califa de Marrakech en enero de 1220 y exaltados por San Francisco como los primeros verdaderos frailes menores, algo confirmado por la Iglesia cuando los beatificó como mártires.
Y ya hemos explicado las palabras del Santo ante el sultán, quien, perplejo ante la sinceridad de Francisco, le pidió que orara para que Dios le aclarara cuál es el camino más seguro para la salvación.
San Francisco no fue ecologista
No al modo moderno, pues a amor a la Creación no hay quien le ganara. Pero en su Regla, escribe: «No debemos desear nada más, ni querer nada más, ni en nada más encontrar placer y deleite, si no en nuestro Creador, Redentor y Salvador, el único Dios verdadero, que es el sumo bien, y todo bien, y el único que es bueno».
«Y si él mismo pareció dejarse llevar por el más tierno amor hacia las creaturas, y «por más pequeñas que fueran» las llamaba «con el nombre de hermano y hermana» -amor que, por lo demás, si no se sale del debido orden no está prohibido por ninguna ley-, era movido a amarlas tan sólo por el amor de Dios, porque «sabía que todas ellas tenían con él un mismo principio», y porque veía en ellas la bondad de Dios » escribió Pío XI en Rite expiatis, 19. Y concluye el Papa : «El que fue heraldo de tan gran Rey, quiere a los hombres conformes con la vida evangélica y con el amor a la Cruz, y no sólo amantes y enamorados de las flores, las aves, los corderos, los peces, y las liebres».
Como escribiera B. Tomasso de Celano, su amor a la naturaleza era para «alabar en todo al Artífice divino, refiriendo al Creador todo aquello que admiraba en las criaturas […]. En la belleza de la Creación veía un reflejo de la suma Belleza celestial».
Y en su Cántico de las criaturas no encontramos ni rastro de veneración idolátrica a la “madre naturaleza", sino que Francisco reafirma la bondad intrínseca de las realidades terrenales en tanto obras de Dios; “teofanías” que manifiestan la bondad divina y permiten al hombre contemplar, en la belleza creada, la Belleza increada.
San Francisco no era vegetariano
Al contrario, tal y como numerosos episodios testimonian. Como cuando San Francisco invitó a sus discípulos a que comieran la carne que habían recibido como limosna, exclamando con alegría: “¡Como dice el Evangelio, comamos libremente la comida que recibimos!“.
El Santo gustaba de celebrar las Navidades con un almuerzo a base de carne y decía: «Cuando es Navidad, ¡no hay abstinencia que valga! Y si las paredes pudieran comer carne, ¡habría que dársela también a ellas!»
San Francisco no era revolucionario
Ya desde el inicio, Francisco ve su misión más bien como una restauración: no en vano el encargo del mismo Cristo había sido aquel “restaura mi casa”.
Francisco nunca animó a los pobres a rebelarse. A diferencia de los pauperistas, no estaba obsesionado con el problema de la pobreza económica, sino con el de la pobreza espiritual, tanto que a menudo repetía que hay que preocuparse no por las condiciones terrenas, sino por el destino en el otro mundo: “Hay que desear no tanto la salvación del cuerpo como la de las almas“.
Francisco no predicó ningún tipo de lucha de clases, sino que siempre trató de promover la concordia y armonía entre señores y súbditos. En su Asís natal se recuerda aún al Santo con gratitud también porque reconcilió las clases superiores e inferiores de la ciudad en el acto que tuvo lugar en noviembre de 1210 en el gran salón del Ayuntamiento.
En cuanto a un presunto compromiso político de San Francisco, hay que recordar que prohibió a sus frailes cualquier injerencia en asuntos estrictamente sociales o económicos: “¡Que los frailes no se inmiscuyan en cuestiones temporales!“. Si necesitásemos alguna prueba de su carácter no revolucionario bastaría recordar esta admonición suya: “No es lícito tomar las cosas de otros o distribuir a los necesitados la propiedad de otros“.
Lo decíamos al principio, el verdadero San Francisco no ha perdido ni un ápice de actualidad.
37 comentarios
Je... iba a decir algo, pero me callo, aunque ya se imaginan ustedes lo que iba a decir.
Porque en realidad ¿qué hacen este tipo de santos? Nada práctico como fundar hospitales, colegios, leproserías, etc...su vida es una pura Adoración y una perpetua Escucha. Así que si empezamos, como solemos hacer, por los DDHH vamos en dirección contraria a ellos y, para hacer que los entendemos, tenemos que darles la vuelta para que nuestro antropocentrismo quede satisfecho, y solo los que invierten la dirección, que ya son poquísimos, pueden acercase verdaderamente a su espíritu. Así que la ecología, el pacifismo y demás zarandajas son las explicaciones que nos damos para no entender nada creyendo que entendemos algo.
Me barrunto que en muchas órdenes, actualmente, esto significaría prácticamente echar el cierre. Y el tremendo bien que se haría, quedarían tres o cuatro, enamorados verdaderamente de Cristo, y podrían volver a sembrar y quemar la cizaña.
Pero claro, cuanto los herejes son mayoría... está dificil que salgan.
Cuando leemos atentamente la vida, escritos y testimonios de San Francisco de Asís; su conversión. Cristo Jesús se complacía en este humilde siervo. Jamás había cometido un pecado grave, y ya se cuidaba en no caer en los pecados veniales. Y con qué fuerza se perfeccionaba en la oración contemplativa.
Fue el que más amó a Jesucristo, leemos en algún episodio de su vida; y también, lloraba porque Cristo no era amado, ni respetado.
Que buen testimonio, cuánto amor a Jesucristo tuvo el Santo de Asís. Nos ayuda también a ser fiel al Altísimo, a que no nos rindamos en la fe y en la vida de santidad.
Fue un eficiente defensor de la Tradición del Señor, no quiso saber nada de otras doctrinas distintas, y que los hermanos frailes no se relacionasen con aquellos que no fueran católicos.
Precisamente el Santo de Asís, me enseño mucho lo mismo que los Santos Apóstoles como custodiar la Tradición Apostólica, rechazando las doctrinas contrarias a la Voluntad de Dios. Y la Iglesia Católica, la auténtica, se mantiene fiel a la Tradición del Señor. Se ajustaba claramente a la unidad de la Iglesia Católica.
Los milagros que hizo, muchos, siempre por amor a Jesús, su misericordia y también practicó la justicia. Las conversiones de los pecadores, la cura de leprosos, todo eso es porque Cristo estuvo con él. Fue llamado «otro Cristo».
Hablar mal de San Francisco de Asis, es rechazar a Dios que nos lo envió, para restaurar la Iglesia que se estaba desmoronando, cayendo a pedazos. Porque su conversión fue auténtica.
Hoy, cada hermano de la Familia Franciscana ha de ser como ese humilde fraile: San Francisco de Asís, retornar a los escritos del Santo, que podemos aprender mucho y siempre bien, y así, es mucho mejor hacer más por los intereses de Nuestro Señor Jesucristo y la salvación de las almas.
Siempre a mayor gloria y alabanza de Dios que es bendito por todos los siglos de los siglos. Amén.
José Luis (OFS)
A todos los que dicen añorar otros tiempos y la religiosidad tradicional, me gustaría saber si para ellos eso es simplemente rezar en latín, o también van a recuperar las mortificaciones corporales. Y que prediquen con el ejemplo claro.
L.F., si no lo dice vd., lo digo yo. Propongo que, en aplicación de lo mandado por San Francisco de Asís, sean expulsados de la Orden - y de otras Órdenes y Congregaciones- todos los 'leonardos Boff' que se dedican a atacar la fe desde las parroquias que obispos cobardes y hasta cómplices de sus herejías les han encomendado.
Entendería que me editaran el comentario, especialmente por lo que digo sobre los obispos, pero es que ya no puedo más. Estoy harto de soportar lo que estamos soportando.
Un saludo. Don Jorge, muchas gracias por el artículo. Chesterton y la biografía novelada de Louis de Wohl me descubrieron hace años la figura real de San Francisco de Asís y entroncan con todo lo que vd. dice. Un abrazo. El Señor y Santa María Inmaculada le bendigan.
José Luis (OFS)
Quiniela matizar algunas de sus palabras, concretamente estas:
«Porque en realidad ¿qué hacen este tipo de santos? Nada práctico como fundar hospitales, colegios, leproserías, etc...su vida es una pura Adoración y una perpetua »
Bueno precisamente San Pío sí que fundó un hospital: El Hospital Casa Alivio del Sufrimiento...
Verdad es que lo que no hizo es poner la labor asistencial por delante de la Adoración y es de eso de lo que se trata.
Por lo momentos me quedo con Messi, que al menos se sabe lo que es, evasión de impuesto incluida...
Para comprender a San Francisco de Asís, no hay que aceptar autores que escriben con malicia, porque ahí está las intenciones del maligno. Y se aprovecha de la mentalidad de los resentidos para atacar a San Francisco de Asís,
En alguna librería religiosa, podrías comprar el libro:
San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época. De la Biblioteca de Autores Cristianos.
__Fin de la nota a Jr________________________
Por otra parte:
San Francisco de Asís no fue una invención. Muchas veces se intenta atribuir datos a los Santos incluso a los Papas, de frases que jamás habrían dicho.
San Francisco de Asís era profundamente de Tradicion Apostólica, Benedicto XV no dijo una mala palabra contra Él pues también amaba la Tradición Apostólica. Defendió el honor del Santo de Asís.
Benedicto XV (6 de enero de 1921) había escrito una bellísima encíclica, «Sacra propediem» con ocasión del VII Centenario de la Fundación de la Tercera Orden Franciscana. En que exhorta que se debe abrazar con mucho fervor esta Tercera Orden.
Benedicto XV tenía conocimiento que como algunos deformaban la realidad del Santo de Asís, y en esta parte dice:
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«2. Verdadero espíritu de san Francisco. Ante todo conviene que cada cual fije sus ojos en los verdaderos rasgos del espíritu de san Francisco; pues el hombre de Asís que nos pintan algunos en nuestros días, pergeñado en el estudio de los modernistas, como poco afecto a esta cátedra apostólica, y como dechado de cierta vana y etérea religiosidad, ese tal no puede llamarse Francisco, ni santo. »
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Y tenéis que seguir leyendo esta preciosa encíclica al completo, que todo aquel que busca lo encuentra.
Hoy día también se falsea la realidad de San Francisco de Asís, y esto es pecar contra Dios, son los modernistas, tan alejados de Dios y de su salvación eterna.
San Francisco de Asís, era claro defensor de la paz, pero no según el mundo, sino desde Jesucristo. Pues fuera de Cristo no existe la verdadera paz, y el Santo de Asís, fue llevando a Cristo a todos, y quien lo aceptase, la paz entraría en su vida. Rechazar a Cristo es huir de la verdadera paz.
Tomás de Celano, San Buenaventura. San Buenaventura (OFM) es doctor de la Iglesia Católica, y nos habla lo que realmente sucedió en el encuentro con el sultán, sarraceno, y la amabilidad del sultán era con propósito de que Francisco renunciase a Cristo, con regalos, mujeres, pero no lo consiguió, no llegaron a aceptar el Evangelio de Cristo, que fue por ese propósito, como un mensajero de Dios, para ser mártir, pero por inspiración del Señor tuvo que alejarse de aquellas gentes con ansias de guerra y destrucción. Y se puede saber también gracias a las crónicas de los Santos Mártires Franciscanos.
José Luis (OFS)
Todo lo que hizo San Francisco fue según Jesucristo en una época en que las contaminaciones del mundo eran mucho menores y la gente aún podía percibir la santidad. Por otra parte es natural que haya en él aspectos que solo puedan ser reconocidos por la misma gente que siguió a Jesucristo, que no fue toda.
Había habido anteriormente movimientos en la Iglesia bastante más radicales, como los dulcinistas, por lo que cuando San Francisco pidió audiencia con el Papa Inocencio III y éste le aprobó su regla, algunos cardenales advirtieron al Papa de la posibilidad de herejía, a lo que él contestó: "Este monje es humilde, los herejes nunca lo son".
Porque el peor pecado, por ser el mismo de Lucifer, es la soberbia. Aparte de eso Lucifer, por ser un espíritu, solo puede tener otro pecado: la envidia. Estaba claro que el santo de Asís no tenía ninguno de los dos: ni quiso instaurar otra iglesia ni pasó de ser un simple diácono. Porque, si alguno no lo sabe, San Francisco de Asís no fue sacerdote.
Hay tres diáconos que son gloria de la Iglesia: San Esteban Protomártir, San Efrén de Siria (fue declarado Doctor de la Iglesia, llamado Doctor Exégeta de la Biblia en 1920) y San Francisco de Asís.
"En esto se puso de pie la venerable figura del cardenal De San Pablo, y dijo: Hermanos del Sacro Colegio Cardenalicio. Me complace veros juzgar fríamente. Considero que es deber vuestro atajar fantasías artificiales. Lo único que... aquí hizo una breve pausa, tenemos que ser consecuentes y no cortar nunca el lazo de la coherencia. Si Sus Eminencias opinan que no se debe aprobar esta forma de vida por ser imposible de practicar, yo les pregunto: ¿qué otra cosa propone este Pobrecito de Dios sino cumplir al pie de la letra e íntegramente el Evangelio del Señor Jesús? Si este programa es impracticable —continuó—, entonces, ¡seamos consecuentes!, el Evangelio mismo es también utopía y su autor un fantaseador. Ahora, si el Evangelio es imposible, ¿qué sentido tiene la Iglesia? ¿Qué significa y para qué vale el Colegio Cardenalicio y el Papa mismo? ¿Y qué hacemos nosotros aquí? Concluyamos: Todos nosotros somos unos impostores".
"Un rayo caído en medio no hubiese causado tanto efecto. Los cardenales quedaron en silencio y mirando al suelo. Era obvio; en adelante, el que levantara la voz para impugnar aquella Regla, era un embaucador. Ni el dialéctico más audaz podría tomar en sus manos aquella brasa ardiente. El debate mismo quedaba abortado. Lo único que cabía era levantar la sesión."
Sorprende saber que San Francisco sí legitimaba el uso de las armas, pero sólo para defender los derechos de Cristo, de la fe y de la Iglesia Católica. Justo lo contrario que se nos propone/impone ahora desde el buenismo relativista. No se puede matar "en nombre de Dios", que es como se califica a la legítima defensa, pero, al parecer, sí se puede matar en nombre de las ideologías, o del estado.
San Francisco de Asís había combatido en su juventud contra Perugia y, como después San Ignacio, dejó las armas por una vida consagrada a Dios más perfecta tratando de buscar en el Amor a Dios la solución de los problemas de los hombres que se habían olvidado de Él. Pero nunca se consideró que los militares fueran, per se, malos cristianos. De hecho el santoral recoge a múltiples militares mártires, incluyendo a San Sebastián y a San Mauricio y la Legión Tebana, los cuales fueron militares hasta su martirio.
Ninguna de las dos cosas tienen nada que ver con la religión cristiana, no son contrarias a ella pero son ajenas y dirigidas por movimientos extrarreligiosos. Nadie que lea la Biblia ni a los Padres de la Iglesia se encontrará con la palabra "pacifismo" ni con la palabra "ecología". Un cristiano sabe que debe respetar la Creación de Dios, protegerla y no dañarla sin necesidad de ser ecologista; también sabe que debe contener su ira-que es un pecado mortal-y que el 5º Mandamiento de la Ley de Dios dice: "No matarás" sin necesidad de ser pacifista.
Hay iglesias que están fundamentadas de tal forma en el pacifismo que son famosas por eso, como los cuáqueros o los testigos de Jehová y se negarán a tomar un arma en ninguna circunstancia, pero la mayoría de las iglesias protestantes, los católicos y los ortodoxos no llegan a eso.
Si tan importante es el pacifismo aconsejo que se hagan testigos de Jehová porque de todos son los más estrictos. Ser pacifista estaba prohibido en la Alemania Nazi y los únicos que llevaron eso hasta sus últimas consecuencias fueron ellos-Bibelforscher les llamaban-así que les mandaron a todos los campos de concentración con un triángulo púrpura por negarse a tomar las armas. Muchos testimonios del GULAG hablan de que los pocos que había en la URSS también fueron deportados allí. Se niegan a portar armas y a combatir en ningún caso porque creen que la Segunda Venida de Cristo solo se producirá cuando el mundo esté en paz.
Las iglesias cristianas son pacíficas pero no pacifistas, es decir no apoyan la violencia pero tampoco llegan a esos extremos.
[Capítulo XIV: Cómo deben ir los hermanos por el mundo]
Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino, ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón (cf. Lc 9,3; 10,4; Mt 10,10). Y en cualquier casa en que entren, digan primero: Paz a esta casa (cf. Lc 10,5). 3Y, permaneciendo en la misma casa, coman y beban de lo que haya en ella (cf. Lc 10,7). No resistan al malvado, sino, al que les pegue en una mejilla, preséntenle también la otra (cf. Mt 5,39 y Lc 6,29). Y al que les quite el manto, no le prohíban que se lleve también la túnica (cf. Lc 6,29). Den a todo el que les pida; y al que les quite lo que es de ellos, no se lo reclamen (cf. Lc 6,30).
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Se muestra que sí amaba la paz, no era favorable a las guerras, Pues las guerras proceden de quienes no han llegado a comprender o aceptar a Jesucristo, es una lucha que encabeza el demonio contra los hijos de Dios, y los débiles. Pues ha habido cristianos, y los hay que justifican la guerra. Pero es necesario defender la fe, uno los hacen con la oración, la penitencia y todo lo demás que Jesús nos pide. Otros en cambio, se dejan llevar por el maligno.
En este otro capítulo:
[Cap. XVI: De los que van entre sarracenos y otros infieles]
Entre otras cosas, cuando el creyente tiene ya el permiso, debe anunciar a Cristo, sin necesidad de entrar en litigio ni contiendas, y enseña también:
«Un modo consiste en que no entablen litigios ni contiendas, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios (1 Pe 2,13) y confiesen que son cristianos. El otro modo consiste en que, cuando vean que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios, para que crean en Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en el Hijo, redentor y salvador, y para que se bauticen y hagan cristianos, porque el que no vuelva a nacer del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (cf. Jn 3,5). (6-7)»
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El Santo de Asís, siempre buscaba la paz con todos. y aquellos que no lo aceptaban, él se retiraba y continuaba su camino. No se habla sobre el uso de las armas para defender el país.
El verdadero San Francisco de Asís, lo conocemos si leemos, no cualquier autor modernista.. Pues San Francisco siempre trabajó con la Tradición Apostólica.
Es una verdad que San Francisco de Asís, no quiso relacionarse con el "ecumenismo", que había rechazado cualquier diálogo con otras personas de distintas doctrinas. Y esto lo hacía por motivo del Espíritu Santo y su amor auténtico a Cristo Jesús, que lo había aprendido así, y nos lo ha enseñado. Cualquier diálogo interreligioso siempre es contrario a los intereses de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Nos lo enseña la Sagrada Biblia. El mismo Jesús, los Santos Apóstoles.
José Luis (OFS)
Como ya nos han ganado por la bondad el cristianismo tiene que revindicar la parte fuerte del Evangelio y esa no resulta agradable. Si el mundo no puede ver la realidad, que es sufrimiento, y trata de evitarla abortando a los deficientes, matando a los enfermos, quitando de la vista todo aquello que le resulta desagradable y exaltando la libertad por encima de la caridad, los cristianos podemos parecer crueles.
El Diablo jamás tienta con la maldad, tienta con la bondad:
No dice: "Abandona a tu mujer que, como te quiere mucho, la vas a dejar hecha polvo" sino "Si ya no la quieres eres más sincero y mejor si te separas de ella y eso no es, de ninguna manera, un abandono".
No dice: "Mata a tu hijo al que han diagnosticado Síndrome de Down porque va a coartar tu libertad toda tu vida" sino "Es mejor que muera ahora antes de que la vida le enfrente a su propia deficiencia porque le harás un favor".
No dice: "Da tu consentimiento para que eutanasien a tu padre porque así acabas antes y no tendrá que sufrir impotencia ante su dolor" sino "Si su vida se acaba está en tus manos evitar su sufrimiento".
Si el Demonio tentara con el mal nadie caería en la tentación, esto está perfectamente explicado en "Cartas del Diablo a su sobrino" de C.S. Lewis. Así que el auténtico cristiano aparece ahora mucho menos bueno que el que no lo es. Una cosa es el bien y otra ser bueno, porque ser bueno tiene muchas interpretaciones si al falso bien nos dirige Satán y no Jesucristo.
Pero, ya llego a temblar con tristeza cuando leo un comentario que empieza con "el verdadero fulano...". Casi siempre el "verdadero" termina siendo un tipo mucho más desagradable que el construido por una leyenda sentimental. De modo que quedamos entre Scila y Caribdis: un personaje simpático, aprobable por Walt Disney Productions, y un desgraciado dispuesto a romper lanzas y cabezas por las miras más estrechas y antipáticas de lo faccioso.
Sobre todo, veo a veces que los reproches a las imágenes neotradicionales (o sea, las que quieren convertir personajes antiguos en seres aceptables para la modernidad) parten de los mismos prejuicios y hasta los mismos términos: el "buenismo" (que se rechaza. Uno se pregunta si el "malismo" es preferible...), el modernismo y el liberalismo, que son vistos como cosas execrables, casi que reprobables, como si el mundo que tenemos y disfrutamos hubiese surgido de la tradición y no de lo que se opuso a ella, y luego otras cosas que aparecen en el texto y que parece causan disgusto o repugnancia, como la masonería y el protestantismo (por no decir ya el islam), como si no fueran productos históricos (es decir, productos de la voluntad humana y las vicisitudes en que todos participamos). La verdad, cuesta elegir la tropa de locos con la que se ha de estar. La línea predominante molesta por lo sensiblera y la línea ultrahiperhistéricoortodoxa molesta por lo obtusa. Elijo esta última tropa de locos, aunque sean detestables y hasta necios en su obcecación de querer impedir a los siglos su error correspondiente.
Los enemigos ideológicos de la Fé Cristiana católica y apostólica, se atreven incluso a decir que el mismo Jesús de Nazaret era un humanista y pacifista, defensor de la "igualdad de género" y un anticlericalista, opositor de la religión institucional.
Es que estamos en guerra! Y debemos recuperar el espíritu de "soldados de Cristo", luchar intensamente en todas las batallas, que por ahora y principalmente son y serán de orden espiritual y eclesial. Necesitamos todas las armas de la Fé Católica, mucha oración, sacramentos, sana praxis en base a la sana doctrina católica y apostólica y buen entrenamiento en la apologética.
Viva Cristo Rey!
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