Una regla de Newman para reconocer a la verdadera Iglesia
Dado los tiempos que corren, con disputas doctrinales de primer orden y discusiones sobre lo que está en consonancia con el Magisterio y la Tradición y lo que supone ruptura con los mismos, decidí alejarme del fragor de la batalla e ir a descansar en “prados seguros". En concreto, en el “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana” del Cardenal Newman. Y como no podía ser de otro modo, encontré un libro preciso, revelador, de una enorme erudición y muy realista; eso sí, no es de lectura sencilla, pero el esfuerzo se ve recompensado.
La obra es riquísima en ramificaciones, pero quiero señalar hoy una apreciación de Newman que me ha llamado poderosamente la atención y que es de perfecta aplicación en nuestros días. Además, tiene un punto de provocación y de ironía británica que la hacen especialmente atractiva..
Una de las cuestiones clave que Newman aborda es cómo reconocer a la verdadera Iglesia, la que es continuidad y una misma con la de los tiempos de los apóstoles. Es aquí cuando se detiene unas páginas en revisar las acusaciones que los cristianos de los primeros siglos recibían por parte de los paganos… y que eran de todo tipo y pelaje. Entonces, da una sencilla regla para reconocer en nuestros tiempos a la verdadera Iglesia:
“En resumen, concluyo como sigue: si hoy en día en el mundo existe una forma de cristianismo a la que se acuse de superstición grosera, de tomar sus ritos y costumbres del paganismo y de otorgar una virtud oculta a las fórmulas y ceremonias; si existe una religión de la que se considere que carga y esclaviza la mente con sus requerimientos, que se dirige hacia los débiles mentales y los ignorantes, que se apoya en la sofistería y en la impostura y que contradice a la razón y exalta la mera fe irracional; si existe una religión que imprima en las mentes visiones muy serias y penosas de la culpa y de las consecuencias del pecado, que establezca sobre los actos insignificantes del día, uno por uno, su valor definitivo de alabanza o culpa arrojando así una grave sombra sobre el futuro; si existe una religión que sostenga con admiración la renuncia a la riqueza e inhabilite a las personas serias de disfrutarlas lo que quisieran; si existe una religión cuyas doctrinas, sean buenas o malas, son desconocidas para la masa humana, que se considera que en su misma superficie porta signos de locura y falsedad tan claros que basta con un vistazo para juzgarla y es absurdo examinarla cuidadosamente, de la que se siente tan simplemente que es mala que se la puede calumniar con osadía y a placer al resultar absurdo proponer la distribución de sus faltas entre sus actos particulares (…)Una religión como la descrita, de tal modo que los hombres miran a uno que se convierte a ella con una sensación de curiosidad, sospecha, temor y disgusto, como si le hubiera ocurrido algo extraño, como si hubiese tenido una iniciación a un misterio y hubiera llegado a la comunión con malas influencias, como si pasara a pertenecer a un complot que le reclama, le absorbe, le despoja de su personalidad y le reduce a un mero órgano o instrumento de un todo. Si existe una religión a la que los hombres odien como proselitista, antisocial, revolucionaria, y a la que se acuse de dividir las familias, separar los amigos íntimos, corromper las máximas de los gobernantes, hacer burla de la ley, disolver el Imperio, ser enemiga de la naturaleza humana y que conspira contra sus derechos y privilegios. Si existe una religión a la que consideran la campeona e instrumento de la oscuridad, (…) si existe hoy día tal religión en el mundo, no es distinta del cristianismo tal como lo vio el mismo mundo cuando salió al principio de su autor divino.”
Pues ya lo saben, cuando les ataquen por dar demasiada importancia a fórmulas y ceremonias, por no ser suficientemente sofisticados intelectualmente, por insistir demasiado en el pecado, por ser proselitistas y contrarios a las leyes, al buen sentido y la concordia social, además de represora e inhumana… que no les quite el sueño, es señal de que su fe es la de los apóstoles. Newman dixit.
18 comentarios
Eso sí, recomiendo vivamente no aplicar ambas definiciones a lo que vemos hoy en el catolicismo, porque el resultado puede provocar un problema de fe importante. Y sé perfectamente de lo que hablo.
Los modernistas creen que todas las religiones son mas o menos lo mismo. Los católicos creemos que hay una religión de Dios y el resto es el reino del Mundo, el Demonio y la Carne. Está claro cual es el lado de los modernistas.
Según San Agustín, está La ciudad de Dios y está la ciudad terrena. Los que aman a Dos y los que se aman a si mismos. Newman está describiendo el catolicismo con los prejuicios del que se ama a si mismo, que juzga según su propio criterio mundano en lugar del mostrado por la Revelación. las demás religiones están en la segunda ciudad. Y esto nunca para un católico puede mover al desprecio, sino a la conversion de uno mismo y a la evangelización.
Y es lógico, porque todas las religiones son obra humana menos la mas loca de todas, la de un Dios que revela su amor por los hombres y en la que los hombres, ante esa casi monstruosa demostración que es la muerte de su Hijo, solo pueden vivir para agradecerlo, recordando y repitiendo ritualmente cada palabra y cada gesto de nuestro Salvador como algo precioso, guardando cada uno de sus preceptos, comportándose de formas extrañas, que son "escándalo para los judíos, necedad para los gentiles"
Si yo veo que haya gente que considera un líder admirable al autócrata ruso, tras los chinos el segundo gobernante más abortista del mundo (desde que gobierna no es exagerado hablar de quince millones de abortos), al que le perdonan esos "detallitos" (y las guerras contra sus vecinos, y los crímenes en Chechenia, asesinato de periodistas), pienso que esa gente no pertenece a la verdadera Iglesia.
Y ya, cuando el César es Dios y Dios es El César...malo, malo, malísimo.
Entonces Santo Tomás de Aquino no era católico?
Lo que tú pienses o dejes de pensar sobre el catolicismo y los católicos nos importa un carajo a los demás.
Un saludo
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