Weigel alza la voz contra el desastre de la Iglesia en Alemania
George Weigel es todo un personaje. Conocedor como pocos tanto de las grandes tendencias como de los entresijos de la Iglesia, pertenece al minoritario club de los estadounidenses con mirada y preocupaciones que van mucho más allá de sus fronteras, como lo atestigua su presencia de modo regular en Europa. Su nombre, además, ha quedado vinculado al de san Juan Pablo II, a quien conoció en profundidad y del que nos dejó la que es hasta el momento la mejor biografía. Uno puede no compartir el cien por ciento de lo que dice y escribe, pero hay que reconocerle que cuando mete el bisturí, lo cual hace con esa libertad y ausencia de precaución con que suelen escribir los norteamericanos, acostumbra a cortar por donde más duele (seguramente porque es la zona que está infectada). Puede ser afilado y cortante, un jab directo a la mandíbula que deja K.O. a sus rivales. Es lo que acaba de suceder con su último post en el blog de First Things titulado La crisis alemana de la Iglesia católica.
Creo que la Iglesia católica en Alemania es más que Kasper y Marx (hoy mismo La cigüeña de la torre nos lo recuerda), pero me parece que, con esta salvedad, el retrato que hace George Weigel del estado de la Iglesia en Alemania es certero, valiente y demoledor. Cuando acabé de leerlo pensé que poco más podía añadir y que ayudaba a comprender lo que estamos viviendo. Así que me apresuré a traducirlo para darlo a conocer. Le cedo la palabra a Weigel:“La Iglesia del siglo XXI debe mucho al catolicismo alemán del siglo XX: por su generosidad hacia los católicos del Tercer Mundo; por el testimonio de los mártires como Alfred Delp, Bernhard Lichtenberg y Edith Stein; por sus contribuciones a los estudios bíblicos, a la teología sistemática y moral, la renovación litúrgica y la doctrina social de la Iglesia, a través del cual el catolicismo alemán jugó un papel muy relevante en los esfuerzos del Vaticano II para renovar el testimonio católico en el tercer milenio. En el Concilio, no fue sólo el Rin el que fluyó en el Tíber; no olvidemos el Sena, el Mosa, el Potomac y el Vístula. Pero el flujo del Rin fue fuerte.
Lo que sencillamente intensifica el impacto al leer el informe de los obispos alemanes para el Vaticano en preparación para el próximo sínodo de octubre. Uno de mis amigos con quien me escribo regularmente lo considera una declaración de cisma de facto. Yo lo leo como un involuntario cri du coeur: una confesión de desastre catequético y fracaso pastoral a escala nacional, a los que el episcopado alemán no tiene ninguna respuesta excepto urgir a los demás a que sigan por el camino que ha llevado al catolicismo en Alemania a una profunda incoherencia.
Cuando uno trata de hablar de esta catástrofe con clérigos alemanes de nivel, rara vez se encuentra, en nuestros días, una apertura seria, nacida del reconocimiento de que algo ha ido terriblemente mal y de que se debe encontrar otro enfoque para la evangelización y la catequesis, una actitud enraizada en la alegría del Evangelio predicado y vivido en su plena integridad. Más bien, lo que se encuentra normalmente es una terca insistencia. “Usted no entiende nuestra situación” es la antífona, típicamente dicha con cierta vehemencia.
Sin embargo, ¿se trata realmente de que nosotros, obtusos no alemanes, no lo entendemos? Las estadísticas de práctica religiosa entre los católicos alemanes, o con mayor precisión, la falta de ella, no es ningún secreto pontificio. Esas estadísticas se encarnan en lo que los visitantes pueden observar en las ciudades alemanas el domingo: iglesias casi vacías. Ahora llega este informe para el sínodo, sugiriendo que, en materia de matrimonio, familia, moral del amor humano y las cosas que cuentan para una verdadera felicidad, el pensamiento católico alemán es prácticamente indistinguible del de los no creyentes.
Y aún así el episcopado alemán sugiere que la respuesta es bajar el listón aún más de la doctrina y la práctica católica, ahora a escala global. Es bastante notable. Y ciertamente se hablaré de ello, y no favorablemente, en Roma en octubre.
En octubre de 2001 tuve una interesante conversación de dos horas con el cardenal Karl Lehmann, ahora uno de los pesos pesados de la jerarquía alemana. Hablamos de la crisis de fe en toda Europa (y la crisis demográfica de Europa, relacionada con la anterior) largo tiempo. Luego el cardenal me ofreció un ejemplar de su libro más reciente, “Ahora es el momento de pensar en Dios". Debo decir que encontré el título… llamativo. Ya entiendo que lo eligió como un desafío al secularismo reinante en nuestra época, pero uno no podía dejar de preguntarse: ¿De qué otra cosa este distinguido erudito, y sus colegas en las más elevadas alturas de la teología alemana, han estado hablando todos estos años?
Para no hacer el cuento muy largo, habían estado hablando acerca de hablar-sobre-Dios: es decir, habían estado persiguiendo sus propias “colas” para tratar de responder a la crisis de la fe en la modernidad tardía. Y al hacerlo, quedaron atascados en el interior de lo que el filósofo polaco Wojciech Chudy, un bisnieto intelectual de Juan Pablo II, ha llamado la “trampa de la reflexión” post-kantiana: pensar-sobre-el pensamiento-sobre-el pensamiento, en lugar de pensar sobre la realidad, en este caso, el Evangelio y sus verdades. Menos elegantemente, yo describiría la “trampa de la reflexión” de Chudy como el pozo de arenas movedizas de un subjetivismo que se convierte en auto-absorción, de la que es muy difícil sacarse a uno mismo y responder a la llamada del Maestro, “Ven y sígueme".
La crisis católica alemana no es primordialmente institucional; la Iglesia Católica es el segundo mayor empleador de Alemania y sus instituciones son sólidas. La crisis es de fe. El catolicismo alemán está en crisis porque los católicos alemanes no han abrazado al Señor Jesús y su Evangelio con pasión, convicción y alegría, y están buscando su felicidad en otro lugar. Esto es triste; esto es trágico; esto es desalentador.
Pero también es algo que no se puede recomendar como un modelo para los demás, excepto como una advertencia acerca de los efectos de rendirse al espíritu de la época.”
32 comentarios
¡¡Basta de dictadores contra la fe "empoderados" en la Iglesia de Dios!!
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Curiosamente la Iglesia Alemana es una de las mas ricas con el sistema de impuestos que tienen en Alemania. "No podemos servir a Dios y al dinero"
El católico siempre tiene que vivir a contra corriente y en las dificultades, sobre todo en la “civilización” del consumo y del bienestar.
Ser católico no es ser miembro de una ONG o de una administración, o vivir tranquilamente como los demás no católicos, ser católico puede parecer ser una fatalidad, pero es la fatalidad de la salvación, olvidarlo es perderse.
Benedicto XVI conocía perfectamente el problema alemán y por eso lo combatieron tanto durante su pontificado y hasta quizás provocar su renuncia.
No hay duda: La ciencia hincha cuando hay capacidad para pensar mucho y se reza poco.
Creo que el problema es que los ancianos (mayoría en la Iglesia alemana) no dejan espacio a los jóvenes, no permiten ningún cambio y espantan a las familias con niños. ¿Cómo puede ser que UNICAMENTE se permita tocar el órgano de viento y cantar a Bach en las Catedrales? Sumado a los sermones tediosos, monótonos y anacrónicos... Mis hijos fueron una vez y quedaron espantados, ahora ni pisan la Iglesia. Para mi la misa del domingo es la mortificación de la semana; lo ofrezco como sacrificio. Si no fuera por la Eucaristía yo tampoco iría porque me siento muy incómoda.
Gerontocracia enquistada en la cúpula y apatía enquistada en la sociedad.
Que Dios os bendiga
Por ejemplo, recién salida la Caritas in veritate, Weigel hace unas graves acusaciones respecto de su confección, llegando a señalar que hay que separar las partes “benedictinas” -escritas por Benedicto XVI- de las que claramente “reflejan el pensamiento de Justicia y Paz [el Consejo Pontificio].” (cf. Caritas in veritate in gold and red, National Review, julio 2009)
Más reciente es un artículo muy crítico de Pablo VI titulado The last counter-reformation pope. En él Weigel señala que los abusos en el Misal habrían sido introducidos nada menos que por el propio Pablo VI. Luego, hablando de la Humanae vitae, Weigel opina que el lenguaje con que Pablo VI defendió la enseñanza de la Iglesia sobre los métodos de regulación de la natalidad era un lenguaje que “pocos podían oír”, lo que habría dejado a Juan Pablo II la tarea de trazar una respuesta católica convincente a la revolución sexual en todas sus dimensiones.
Weigel es además defensor de las políticas internacionales de la administración Bush y de su "guerra contra el terror" -recordemos que Juan Pablo II fue un crítico sin reservas de la Guerra de Irak y que la Iglesia condena la guerra preventiva-.
Y respecto a la Caritas in Veritate, me parece que tiene razón. Y no hay porque poner el grito en el cielo, eso que dice pasa con la mayoría de las encíclicas papales, en especial las que tocan temas sociales y económicos (como el mismo artículo enfatiza).
Ýo siempre leo con gran interés a Weigel. Es todo un ejemplo de la viva y dinámica iglesia norteamericana, que, aunque está muy castigada por el progresismo eclesial, sea probablemente la que está mejor de todo el occidente.
Otro juguete más de la derecha carca que quiere mezclar su ideología clasista, los privilegios de su elevado nivel de vida con la Iglesia y el Evangelio. Lo que es la cuadratura del círculo.
Defender la cultura de la vida con bombas de racimo e interrogatorios tortura.
Normal que los más ideologizados que se autodenominan ( haciendo malabarismos) cristianos lo aplaudan.
Así de simple.
No entiendo el comentario de Palas. Las iglesias a las que yo voy suelen estar muy llenas. Hay que ir pronto para no quedarse de pie.
Se abrió un debate sobre la obra y las ideas de ese señor y me sumé a él.
Pero no me refiero en ningún caso a la situación de la Iglesia alemana.
Porque aunque a mi no me guste Hegel, si hace una afirmación que me parece correcta, no viene a cuento que yo cargue contra su filosofía precisamente a cuenta de esa única afirmación con la que estoy de acuerdo.
¡Elemental, querido Watson!
Pero otros son deplorables y se equivoca gravemente en varios puntos que no es posible desarrollar ahora. A mí me indignó escucharle negar la Realeza Social de Cristo y relativizar Quas Primas. Es un clerical de mercado. Y su apoyo a guerras injustas promovidas por los EEUU me parece inaceptable.
Saludos.
Efectivamente, he leído mal. Weigel no acusa a Pablo VI de introducir los abusos. Lo que dice es que "the abuses of the Missal he introduced in 1970 were so grave..."
Respecto de la doctrina sobre la regulación de la natalidad, lo que afirma Weigel no es sólo que la de Juan Pablo II sea más actual. Weigel critica abiertamente el lenguaje con que la Humanae vitae formula su doctrina y que, según él, sería la causa -o al menos una de ellas- del rechazo de la Encíclica. Copio el pasaje.
"He [Paul VI] correctly decoded the impact of the oral contraceptive pill on society; but his defense of the Church’s teaching on the morally proper means of regulating fertility was couched in a language that few could hear, and it was left to John Paul II to devise a compelling Catholic response to the sexual revolution in all its dimensions."
En cuanto a la Critas in veritate, la separación que hace Weigel entre las partes "benedictinas" y las que "reflejan el pensamiento de Justicia y Paz" va mucho más allá de un mero análisis de las diferentes influencias que ha tenido el documento. La misma desfachatez para validar y legitimar unas encíclicas sociales y desautorizar otras la tiene para validar y legitimar ciertos pasajes de la Caritas in veritate y desautorizar otros que atribuye al Consejo Pontificio. Así, no tiene pelos en la lengua para criticar que la Encíclica hable más de la redistribución de la riqueza que de la creación de la riqueza; que vuelva a plantear la necesidad de una autoridad pública mundial (y como no está de acuerdo con esta idea en general, atribuye su origen a la Curia y no al magisterio de los Pontífices); o en criticar la exposición que hace la Encíclica sobre la gratuidad.
Es también inadmisible la caricatura que hace del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, acusándolo de "creerse el guardián curial de la llama de la auténtica enseñanza social católica"; de estar en oposición a la doctrina de la Centesimus annus y de Juan Pablo II; de considerar la Caritas in veritate como un "contraataque" y una "venganza" en contra de estos últimos; de romper con la doctrina social anterior a la Populorum progressio; o de tener una visión de la doctrina social propia, distinta de la de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
En su crítica a la Populorum Progressio llega a afirmar que en "la larga línea de la enseñanza social pontificia que va desde la Rerum novarum hasta la Centesimus annus, la Populorum progressio es claramente el patito feo, tanto en su estructura intelectual (cuya continuidad con el marco del pensamiento social católico establecido por Leon XII y ampliado por Pio XI en la Quadragesimo Anno es apenas reconocible) como en su errada interpretación de los signos económicos y políticos de los tiempos (interpretación que estuvo nublada por ciertas concepciones izquierdistas y progresistas, por entonces de moda, acerca del problema de la pobreza del Tercer Mundo, sus causas y sus remedios)". Y a la vez señala que Juan Pablo II habría corregido estos "defectos" en la Centesimus annus.
Yo también tenía a George Weigel como referencia y voz autorizada en la Iglesia. Ha sido una gran decepción descubrir este lado negro suyo, pero sus errores son graves y no se pueden soslayar.
La relación con Dios va de dentro afuera, nunca al revés porque, de lo contrario, falla. Es algo así como la motivación en las escuelas: el niño no estudia porque el profesor es aburrido y sólo cierto tipo de profesores pueden atraer la atención.
El niño estudia si tiene interés y curiosidad y el católico se siente bien en misa porque es la Casa de Dios y está el Santísimo.
El profesor motivador y el sacerdote brillante en las homilías contribuyen pero no son causa.
Testimonios de cristianos en el Laogai chino indican que oraban, meditaban y conservaban la fe en las condiciones más adversas y sin ningún apoyo exterior.
Sólo el meditar en las condiciones en que se propaga el cristianismo en algunos países nos tendría que hacer cambiar de actitud y empezar por nosotros mismos.
George Weigel no sólo disiente de intervenciones prudenciales del Magisterio, sino que desecha Encíclicas completas. Al hacerlo olvida que toda expresión del Magisterio auténtico, incluido el ordinario y universal, -en donde se ubican las Encíclicas sociales- debe ser recibida como lo que verdaderamente es: una enseñanza dada por los Pastores que, en la sucesión apostólica, hablan con el carisma de la verdad, revestidos de la autoridad de Cristo, y a la luz del Espíritu Santo.
Por otra parte, las intervenciones prudenciales del Magisterio no están sujetas a cualquier tipo de crítica. Su finalidad, valor y grado de adhesión ha sido expuesta con claridad en la Donum veritatis.
"Con el objeto de servir del mejor modo posible al pueblo de Dios, particularmente al prevenirlo en relación con opiniones peligrosas que pueden llevar al error, el Magisterio puede intervenir sobre asuntos discutibles en los que se encuentran implicados, junto con principios seguros, elementos conjeturales y contingentes. A menudo sólo después de un cierto tiempo es posible hacer una distinción entre lo necesario y lo contingente. La voluntad de asentimiento leal a esta enseñanza del Magisterio en materia de por si no irreformable debe constituir la norma."
"En este ámbito de las intervenciones de orden prudencial, ha podido suceder que algunos documentos magisteriales no estuvieran exentos de carencias. Los pastores no siempre han percibido de inmediato todos los aspectos o toda la complejidad de un problema. Pero sería algo contrario a la verdad si, a partir de algunos determinados casos, se concluyera que el Magisterio de la Iglesia se puede engañar habitualmente en sus juicios prudenciales, o no goza de la asistencia divina en el ejercicio integral de su misión." (cf. 24)
Cabe señalar además que junto con las intervenciones prudenciales, las Encíclicas sociales también contienen afirmaciones que recuerdan doctrinas de fe que han sido propuestas como revelación divina, las que requieren, obviamente, la adhesión de fe teologal. Y también afirmaciones que, aun no siendo de revelación divina, recuerdan verdades referentes a la fe y a las costumbres, las cuales deben ser firmemente aceptadas y mantenidas. Y además afirmaciones que, aunque sin la intención de establecer un acto definitivo, enseñan una doctrina para ayudar a una comprensión más profunda de la Revelación y de lo que explícita su contenido, o bien para llamar la atención sobre la conformidad de una doctrina con las verdades de fe, o en fin para prevenir contra concepciones incompatibles con esas verdades; estas, por su parte, requieren un religioso asentimiento de la voluntad y de la inteligencia, el cual no puede ser puramente exterior y disciplinar, sino que debe colocarse en la lógica y bajo el impulso de la obediencia de la fe.
En mi opinión, Weigel es un gran pensador católico que ama a la Iglesia y a su país. No estoy de acuerdo con su lectura de la Laborem exercens ni con sus análisis sobre ciertos episodios de la historia reciente, pero me parece un autor fiable y necesario. Que disfrute más leyendo a Vittorio Messori no quita a las reflexiones de Weigel ni un ápice de su interés. Esta misma sobre el estado del catolicismo alemán es buena prueba de ello.
Casi todas las herejías las provocaron presuntos teólogos , enamorados de sí mismos, y presos de su orgullo intelectual, que es por donde el diablo los coge.
Cuando se convencerán en la iglesia que lo que es necesario son obispos santos y no obispos "listos". El santo cura de Ars era bastante burro pero convirtió muchísimo. Tampoco se puede decir que los apóstoles fueran unos genios y también hicieron lo mismo
"Clarito y profundo. En efecto, el kantismo es eso, pensar sobre el pensamiento a ver si el pensamiento puede pensar en otra cosa que no sea el pensamiento mismo."
He leído poco a Kant, y esta afirmación no la entiendo: pensar sobre el pensamiento. ¿Dónde la dijo Kant? ¿Por qué está mal?
Hacer esto es bueno, siempre que salga algo operativo.
Y pensar sobre el pensar está bien, indica un alto grado de capacidad de abstracción.
POR ESTA RAZON LA GENTE SE ALEJA SON DECIR NADA
La iglesia desde el Vaticano debe marcar la pauta a seguir apegadas a las enseñanzas de Jesucristo y la Biblia y no callar aceptando las jugosas participaciones monetarias alemanas. Por que si la salvación se puede comprar entonces la Iglesia tendría que cambiar a ser una sociedad anónima.
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