Hay otras voces que hablan al Sínodo… y que deberían ser escuchadas
Para algunos el recién inaugurado Sínodo de la Familia no es más que una batalla entre obispos y cardenales. Se equivocan. Es más, mucho más, lo que hay en juego, y en definitiva es una oportunidad magnífica para que la Iglesia, en vez de amoldarse a lo que quiere el Mundo, haga resonar su mensaje de salvación que tanto necesitan los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
No voy pues a glosar aquí la última declaración de ningún cardenal. No es que no me interesen (algunas han sido muy acertadas y clarificadoras), sino que me gustaría llamar la atención sobre otras voces que creo que haríamos bien en escuchar.
Como la de la cincuentena de personalidades, expertos en temas familiares o conocidos defensores de la familia, que han publicado una carta abierta al Sínodo titulada “Compromiso con el Matrimonio”. Entre los firmantes encontramos a la profesora de Harvard Mary Ann Glendon, quien fuera enviada por san Juan Pablo II a la Conferencia de Pekín, al profesor de Princeton Robert P. George, al antiguo presidente del senado italiano, Marcelo Pera, o al sociólogo Mark Regnerus, de la Universidad de Texas. Entre los hispanoparlantes encontramos a Ana Mª Celis, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Juan Navarro, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Rafael Navarro Valls, Rafael Palomino y Javier Martínez Torrón, de la Universidad Complutense, y Vicente Prieto, de la Universidad de la Sabana en Bogotá.
La carta no se enreda con casuísticas a lo Kasper, sino que afirma la oportunidad de que la Iglesia vuelva a presentar al mundo “verdades inmutables sobre el matrimonio”, unas verdades que los hombres y mujeres de hoy necesitan desesperadamente escuchar.
A continuación, reproduzco la traducción de la carta, que creo que vale la pena leer con atención:
“Santo Padre, Eminencias y Excelencias,
¡Nos alegramos de que el Santo Padre haya captado la atención del mundo y tanta buena voluntad para la fe cristiana! Como otros muchos, estamos profundamente conmovidos por sus expresiones de amor y misericordia, haciéndose eco del amor y la misericordia de Cristo, especialmente para aquellos que están indefensos y abandonados.
Es en este contexto en el que damos la bienvenida a la decisión de convocar un Sínodo extraordinario de los Obispos para examinar los desafíos al matrimonio y la familia. Como todos ustedes, creemos que la familia es, junto con la misma Iglesia, la más grande manifestación institucional del amor de Cristo. Para aquellos que desean amar como Él quiere que amemos, el matrimonio y la familia son indispensables, tanto como vehículos de salvación y como baluartes de la sociedad humana.
Papas recientes han enfatizado estos puntos muy claramente. Por ejemplo, el Papa Benedicto XVI escribió que, “El matrimonio es verdaderamente un instrumento de salvación, no sólo para los casados, sino para el conjunto de la sociedad.” Y en Evangelii Gaudium, Su Santidad escribió que “la contribución indispensable del matrimonio a la sociedad trasciende los sentimientos y las necesidades momentáneas de la pareja".
Este Sínodo es una oportunidad para expresar verdades eternas sobre el matrimonio. ¿Por qué importan esas verdades? ¿Cómo representan el verdadero amor, y no la “exclusión” o el “prejuicio", o cualquiera de los otros cargos presentados contra el matrimonio hoy en día? Los hombres y las mujeres necesitan desesperadamente oír la verdad acerca de por qué deberían casarse en primer lugar. Y, una vez casados, por qué Cristo y la Iglesia desean que permanezcan fieles el uno al otro durante toda su vida en esta tierra. Que, cuando el matrimonio se pone difícil (como sucede en la mayoría de las parejas), la Iglesia va a ser una fuente de apoyo, no sólo para los cónyuges individuales, sino para el propio matrimonio.
Usted ha escrito con tanta fuerza, Santo Padre, de la importancia de una nueva evangelización en la Iglesia: “Una comunidad evangelizadora se involucra con la palabra y con las obras en la vida cotidiana de las personas; tiende un puente sobre distancias, está dispuesta a rebajarse si es necesario y abrazar la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en los demás “.
¿Podríamos sugerir humildemente que en el contexto del matrimonio y la vida familiar sus palabras son una llamada a la responsabilidad personal, no sólo para nuestros propios cónyuges e hijos, sino para los matrimonios de los que Dios ha puesto a nuestro lado: nuestros familiares y amigos, aquellos en nuestras iglesias y en nuestras escuelas?
Hay mucho en juego. Según el informe internacional Tendencias del Niño 2013: “Los aumentos dramáticos en la cohabitación, el divorcio y los nacimientos fuera del matrimonio en América, Europa y Oceanía durante las últimas cuatro décadas sugieren que la institución del matrimonio es mucho menos relevante en estas partes del mundo”. En los Estados Unidos la tasa de matrimonios es la más baja jamás registrada, la cohabitación sin matrimonio se está convirtiendo en una alternativa aceptable para el matrimonio y más de la mitad de los nacimientos en mujeres menores de 30 años de edad se producen fuera del matrimonio. Entre otras innumerables asociaciones negativas, cada una de estas tendencias se ha relacionado con menor patrimonio neto y menos movilidad económica, pobreza y asistencialismo para las mujeres y los niños, en particular.
Entre los matrimonios existentes, muchos de ellos son frágiles y sometidos a tensión. Entre el 40% y el 50% de todos los primeros matrimonios en los EE.UU. se prevé que terminarán en divorcio. Esta tasa se eleva abruptamente con cada nuevo matrimonio sucesivo y la investigación sugiere que la razón no es la baja calidad marital, sino un compromiso débil.
Las consecuencias del divorcio y la cohabitación de los niños y los adultos son muchas y diversas - desde la pobreza y resultados educativos inferiores a una peor salud física; desde un menor compromiso matrimonial en la edad adulta hasta una muerte más temprana. Y mientras cada nación es única, los estudios muestran que el impacto de estas tendencias se extiende por el mundo. Una pequeña muestra de este tipo de estudios: China, Finlandia, Suecia, Uruguay, México, Grecia, África, y las naciones de Asia-Pacífico Oriental.
Los costos de la pornografía para las sociedades son significativos. Los estudios sobre el impacto de la pornografía en las relaciones sugieren que es un importante contribuyente a la destrucción de los matrimonios. Desafortunadamente, la investigación a largo plazo sobre el efecto de la pornografía en el matrimonio es prácticamente inexistente.
Las llamadas leyes de “divorcio sin culpa” en los EE.UU. y muchos otros países han instaurado un sistema en el que los jueces y abogados facilitan la disolución de los matrimonios, a menudo en contra de la voluntad de los cónyuges que se mantienen firmes en su compromiso matrimonial.
A pesar de lo desoladoras que son estas tendencias, nos alienta y nos da ánimos la resolución de la exhortación del Santo Padre: “¡existen retos que hay que superar! Seamos realistas, pero sin perder nuestro gozo, nuestra valentía y nuestro compromiso lleno de esperanza”.
Tal vez la nueva manera más audaz como podemos evangelizar a las parejas casadas (y, por extensión, a los futuros matrimonios de sus hijos) es la construcción de pequeñas comunidades de parejas casadas que se apoyan mutuamente, incondicionalmente, en sus vocaciones a la vida matrimonial. Estas comunidades podrían proporcionar redes de apoyo basadas en los lazos de la fe y la familia, el compromiso con el matrimonio de toda la vida y la responsabilidad hacia y para los demás.
Aquí ofrecemos algunas maneras prácticas para crear y sostener dichas comunidades:
- Comisionar al Consejo Pontificio para la Familia para realizar investigaciones interdisciplinares sobre el papel de la pornografía y del divorcio “sin culpa” en la crisis matrimonial.
- Educar a los seminaristas. Proporcionar cursos obligatorios que cubran las evidencias derivadas de las ciencias sociales sobre los beneficios del matrimonio, las amenazas al matrimonio y las consecuencias del divorcio y la convivencia en los niños y la sociedad.
- Entrenar a los sacerdotes para que muestren en sus homilías el valor espiritual y social del matrimonio, los desafíos contemporáneos a él y la ayuda de las parroquias para matrimonios con problemas. Un estudio reciente encontró que el 72% de las mujeres católicas estadounidenses dicen que la homilía semanal es su principal fuente para aprender sobre la fe.
- Crear redes pequeñas y vibrantes de parejas casadas sólidas como mentores a nivel parroquial, disponibles para dar a los cónyuges las herramientas para sostener toda la vida los matrimonios sanos.
- Educar a los feligreses en la extraordinaria influencia que pueden tener sobre los matrimonios de amigos y familiares. Datos de las ciencias sociales muestran que la presencia de familiares y amigos divorciados aumenta el propio riesgo de divorcio. Alternativamente, los datos sugieren que los familiares y amigos pueden aumentar el compromiso y la satisfacción dentro de los matrimonios de sus seres queridos a través de su ejemplo y apoyo.
- Fomentar y apoyar la reconciliación de las parejas casadas que se separan o se han divorciado por tribunales civiles.
- Solicitar a los obispos de todo el mundo que inicien oraciones regulares durante la misa del domingo pidiendo matrimonios fieles y sólidos.
- Apoyar los esfuerzos para preservar lo que es correcto y justo en las leyes matrimoniales existentes, para resistir cualquier cambio en las leyes que debilitarían aún más la institución y para restaurar las disposiciones legales que protegen el matrimonio como una unión conyugal de un hombre y una mujer, celebrados con la apertura al don de los hijos y vividas con fidelidad y permanentemente como el fundamento de la familia natural.
- Apoyar la libertad religiosa en los tribunales de divorcio. Muchos no saben que la libertad religiosa es violada sistemáticamente por los jueces de divorcio que ignoran las opiniones de un cónyuge que busca salvar un matrimonio, mantener a los niños en una escuela religiosa, o prevenir que un cónyuge que los ha abandonado exponga a los niños a su nueva pareja sexual. Lancen un consorcio de abogados y legisladores para combatir este problema.
Lograr cualquiera de estos objetivos a escala internacional sería un gran paso adelante para los matrimonios y las familias. Llevar a cabo todos ellos podrían transformar la crisis mundial del matrimonio.
Con vuestro liderazgo ayudaremos a los matrimonios a tener éxito y prosperar dando el mayor valor al compromiso marital, en todos los niveles de la sociedad, en todos los rincones del mundo. Damos las gracias a Su Santidad, Eminencias y Excelencias por asumir esta tarea vital y pueden tener la seguridad de nuestras oraciones por su gran éxito.”
Ojalá escuchen los padres sinodales estas voces, sensatas, realistas, fieles al Magisterio y con verdadero anhelo de evangelizar, no de rendirse ante las embestidas del Mundo.
7 comentarios
Los matrimonios fracasan hoy más que nunca porque el ambiente social y moral propicia que acabe en ruptura cualquiera de las muchas crisis que todas las parejas pasan, no por falta de preparación o de madurez de los contrayentes.
La carta "Compromiso con el Matrimonio", sencillamente da en el clavo para combatir la "peste" del Divorcio,...
Que seamos cuidadosos con los medios de comunicación sin compromiso con lo correcto, que le demos su justo valor a las modas y costumbres, que sigamos haciendo lo que consideremos bueno y evitemos lo malo.
Si estoy de acuerdo que son buenas las pláticas prematrimoniales, pero no se requiere un doctorado para hacerlo. Hay gente ignorante de escuela que lleva un buen matrimonio y profesionistas que no, sabiendo que la educación principalmente se da en casa y que la familia nuclear y ampliada ayuda. Y para los casados que haya platicas cada cierto tiempo pero de exposiciones de una o dos horas. Más homilía y menos rito.
Dejar un comentario