La Tradición, Sola Scriptura y la Iglesia primitiva
“Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.” 2 Tesalonicenses 2,15
“Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido” 1 Corintios 11,2
“Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis.” 2 Tesalonicenses 3,6
Uno de los pilares del protestantismo es la doctrina de la Sola Scriptura. Esta doctrina que afirma que la Biblia y solamente la Biblia, bajo la libre interpretación de cada creyente es la única regla de fe y moral, ha sido la causante de las continuas y exponenciales divisiones protestantes, cada una pretendiendo regirse solo por la Biblia, pero siendo incapaz de ponerse de acuerdo ni siquiera en las doctrinas fundamentales de la fe cristiana.
La Iglesia primitiva no era solo escriturista. Ella reconocía si la gran autoridad de la Escritura (máxima norma de fe), pero nunca pretendió que todo, absolutamente todo lo referente a doctrina tuviese que estar contenido en las Escrituras, y mucho menos que fuera un aval para no someterse a la autoridad de la Iglesia y a sus pronunciaciones dogmáticas.
Sin embargo, el protestantismo ha creado una especia de historia alternativa casi mitológica donde afirman que efectivamente la Iglesia primitiva si era solo escriturista. No es raro verles citar textos de los padres donde ellos hablan de la autoridad de las Escrituras, creyendo que esto implica un rechazo a la Sagrada Tradición. Un análisis más cuidadoso de sus escritos revelará que es todo lo contrario.
Algunas objeciones protestantes.
Un ejemplo de las objeciones que utilizan los protestantes para argumentar que la Sola Scriptura era una doctrina creída por la Iglesia primitiva, lo he tomado del sitio ChristianAnswers.net, del artículo “¿Qué creía la Iglesia Primitiva acerca de la autoridad de las Sagradas Escrituras?”. Ellos escriben:
“El concilio de Trento en el siglo XVI declaró que la revelación de Dios no estaba contenida solamente en las Escrituras. Declaró que en parte está contenida en las Sagradas Escrituras y en parte en la tradición; por lo tanto, materialmente las Escrituras no eran suficientes.
Está fue la postura de la iglesia católica romana durante varios siglos después del concilio de Trento.”
Observe como este sitio afirma que fue a raíz del concilio de Trento (siglo XVI) cuando la Iglesia Católica tomó la postura de creer que no todo estaba contenido en las Escrituras. Esta afirmación toca el extremo de la ignorancia. Bastaría decir que casi un milenio atrás el segundo concilio de Nicea había decretado “Si alguno rechaza toda tradición eclesiástica, escrita o no escrita, sea anatema“ sin embargo citaremos numerosos textos patrísticos todavía muy anteriores para demostrar lo falso de la afirmación.
El artículo más adelante afirma:
”El punto de vista promovido por el concilio de Trento estaba en directa contradicción con lo que creía y practicaba la Iglesia Primitiva. La Iglesia Primitiva siempre sostuvo el principio de “Sola Scriptura.” Sostenía que todas las doctrinas deberían ser sometidas a la prueba de las Escrituras y si la doctrina no lograba pasar el examen, entonces debería ser rechazada”
En este comentario se deja claro la posición protestante que afirma que la Iglesia primitiva profesaba y creía en la Sola Scriptura.
¿Que creía la Iglesia primitiva?
Ignacio de Antioquía
Obispo de Antioquia, martirizado en Roma (devorado por los leones) en tiempos del emperador Trajano (98-117). Se conservan de él las siete cartas que escribió camino al martirio. Pueden consultar la traducción protestante de las cartas de San Ignacio directamente de http://escrituras.tripod.com/Textos/EpIgnacio.htm la cual está basada en el libro “Los Padres Apostólicos, por J. B. Lightfoot. Editorial CLIE”.
En la carta a los Filadelfios escribe:
San Ignacio, Carta a los Filadelfios VIII.
“Yo hice, pues, mi parte, como un hombre amante de la unión. Pero allí donde hay división e ira, allí no reside Dios. Ahora bien, el Señor perdona a todos los hombres cuando se arrepienten, si al arrepentirse regresan a la unidad de Dios y al concilio del obispo. Tengo fe en la gracia de Jesucristo, que os librará de toda atadura; y os ruego que no hagáis nada en espíritu de facción, sino según la enseñanza de Cristo. Porque he oído a ciertas personas que decían: Si no lo encuentro en las escrituras fundacionales (antiguas), no creo que esté en el Evangelio. Y cuando les dije: Está escrito, me contestaron: Esto hay que probarlo. Pero, para mí, mi escritura fundacional es Jesucristo, la carta inviolable de su cruz, y su muerte, y su resurrección, y la fe por medio de Él; en la cual deseo ser justificado por medio de vuestras oraciones. ”
Papías
Papías fue obispo de Hierápolis de Frigia, en Asia Menor. San Ireneo afirma que fue discípulo de San Juan y amigo de San Policarpo. Es uno de los padres apostólicos por lo cual sus escritos son sumamente importantes para entender el cristianismo primitivo.
Sorprendentemente Papías nos deja un testimonio de no ser solo Escriturista, sino de haber dado preferencia a la tradición oral:
Papías, fragmentos en Eusebio, Historia eclesiástica III,39
Junto con las interpretaciones, no vacilaré en añadir todo lo que aprendí y recordé cuidadosamente de los ancianos, porque estoy seguro de la veracidad de ello. A diferencia de la mayoría, no me deleité en aquellos que decían mucho, sino en los que enseñan la verdad; no en los que recitan los mandamientos de otros, sino en los que repetían los mandamientos dados por el Señor. Y siempre que alguien venía que había sido un seguidor de los ancianos, les preguntaba por sus palabras: que habían dicho Andrés o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo o cualquiera otro de los discípulos del Señor, y lo que Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor, estaban aún diciendo. Porque no creía que la información de libros pudiera ayudarme tanto como la palabra de una voz viva, sobreviviente. (1)
San Ireneo.
San Ireneo (obispo y mártir). Fue discípulo de San Policarpo que a su vez fue discípulo del apóstol San Juan. Celebre por su tratado “Contra las Herejías” donde combate las herejías de su tiempo, en especial las de los gnósticos.
La exposición sobre la importancia de la Tradición es tan clara en San Ireneo que los protestantes han tratado de negarla. Un ejemplo lo tenemos en el siguiente comentario del sitio Web ya citado:
“Ambos maestros [refiriéndose a Tertuliano y San Ireneo] proporcionan el contenido doctrinal real de la Tradición Apostólica que fue predicada en las Iglesias. A partir de eso podemos claramente ver que toda la doctrina era extraída de las Escrituras. No existe doctrina a la que ellos se refieran como tradición apostólica que no estuviera bien fundada en las Escrituras.”
Sin embargo un cuidadoso estudio de las obras de San Ireneo echa por tierra esta afirmación. San Ireneo explica como la Iglesia combate a los herejes por medio de la Tradición custodiada por medio de la sucesión apostólica. Inclusive teniendo las Escrituras –afirma-, no se puede en ella descubrir la verdad sino se conoce la tradición. Objeta también que los herejes no pueden probar que han sido instituidos por los apóstoles y al rechazar la Tradición terminan contradiciendo no solo la Tradición sino también las Escrituras.
San Ireneo, Contra las herejías III,2,1-2
Porque al usar las Escrituras para argumentar, la convierten en fiscal de las Escrituras mismas, acusándolas o de no decir las cosas rectamente o de no tener autoridad, y de narrar las cosas de diversos modos: no se puede en ellas descubrir la verdad si no se conoce la Tradición. Porque, según dicen, no se trasmitiría (la verdad) por ellas sino de viva voz, por lo cual Pablo habría dicho: «Hablamos de la sabiduría entre los perfectos, sabiduría que no es de este mundo». Y cada uno de ellos pretende que esta sabiduría es la que él ha encontrado, es decir una ficción, de modo que la verdad se hallaría dignamente unas veces en Valentín, otras en Marción, otras en Cerinto, finalmente estaría en Basílides o en quien disputa contra él, que nada [847] pudo decir de salvífico. Pues cada uno de éstos está tan pervertido que no se avergüenza de predicarse a sí mismo depravando la Regla de la Verdad.
Cuando nosotros los atacamos con la Tradición que la Iglesia custodia a partir de los Apóstoles por la sucesión de los presbíteros, se ponen contra la Tradición diciendo que tienen no sólo presbíteros sino también apóstoles más sabios que han encontrado la verdad sincera: porque los Apóstoles «habrían mezclado lo que pertenece a la Ley con las palabras del Salvador»; y no solamente los Apóstoles, sino «el mismo Señor habría predicado cosas que provenían a veces del Demiurgo, a veces del Intermediario, a veces de la Suma Potencia»; en cambio ellos conocerían «el misterio escondido», indubitable, incontaminado y sincero: esto no es sino blasfemar contra su Creador. Y terminan por no estar de acuerdo ni con la Tradición ni con las Escrituras. (2)
Así, nótese que San Ireneo a continuación afirma que la unidad doctrinal que existe en las Iglesias no se debe solo a las Escrituras, sino a la sucesión apostólica que garantiza la ortodoxia y de salvaguardar la Tradición sin “recortarla”.
San Ireneo, Contra las herejías I,10,2
“Como antes hemos dicho, la Iglesia recibió esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con cuidado la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón, y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. Ciertamente son diversas las lenguas, según las diversas regiones, pero la fuerza de la Tradición es una y la misma. Las iglesias de la Germania no creen de manera diversa ni transmiten otra doctrina diferente de la que predican las de Iberia o de los Celtas, o las del Oriente, como las de Egipto o Libia, así como tampoco de las iglesias constituidas en el centro del mundo; sino que, así como el sol, que es una creatura de Dios, es uno y el mismo en todo el mundo, así también la luz, que es la predicación de la verdad, brilla en todas partes e ilumina a todos los seres humanos que quieren venir al conocimiento de la verdad. Y ni aquel que sobresale por su elocuencia entre los jefes de la Iglesia predica cosas diferentes de éstas -porque ningún discípulo está sobre su Maestro -, ni el más débil en la palabra recorta la Tradición: siendo una y la misma fe, ni el que mucho puede explicar sobre ella la aumenta, ni el que menos puede la disminuye".
Afirma de forma tajante que la verdad hay que buscarla en la Iglesia, ya que los apóstoles la depositaron en ella la cual mantiene la tradición apostólica.
San Ireneo, Contra las herejías III,4,1
Siendo, pues, tantos los testimonios, ya no es preciso buscar en otros la verdad que tan fácil es recibir de la Iglesia, ya que los Apóstoles depositaron en ella, como en un rico almacén, todo lo referente a la verdad, a fin de que «cuantos lo quieran saquen de ella el agua de la vida». Esta es la entrada a la vida. «Todos los demás son ladrones y bandidos». Por eso es necesario evitarlos, y en cambio amar con todo afecto cuanto pertenece a la Iglesia y mantener la Tradición de la verdad.
Entonces, si se halla alguna divergencia aun en alguna cosa mínima, ¿no sería conveniente volver los ojos a las Iglesias más antiguas, en las cuales los Apóstoles vivieron, a fin de tomar de ellas la doctrina para resolver la cuestión, lo que es más claro y seguro? Incluso si los Apóstoles no nos hubiesen dejado sus escritos, ¿no hubiera sido necesario seguir el orden de la Tradición que ellos legaron a aquellos a quienes confiaron las Iglesias?
El artículo protestante citado también escribe:
“Para Irenéo, con toda certidumbre, la doctrina de la Iglesia nunca es simple tradición. Por el contrario, la noción de que pueda existir alguna verdad transmitida exclusivamente de “viva voce” (oralmente) corresponde a la línea de pensamiento de los gnósticos..”
Pero si hubieran estudiado seriamente a San Ireneo se hubieran dado cuenta que niega explícitamente lo que aquí afirman, ya que explica que la Tradición recibida de los apóstoles permite que inclusive los bárbaros cristianos que han recibido el evangelio “sin papel y tinta” puedan reconocer una doctrina herética de una ortodoxa gracias a que guardan la Tradición que han recibido de forma oral.
San Ireneo, Contra las herejías III,4,2
“Muchos pueblos bárbaros dan su asentimiento a esta ordenación, y creen en Cristo, sin papel ni tinta en su corazón tienen escrita la salvación por el Espíritu Santo, los cuales con cuidado guardan la vieja Tradición, creyendo en un solo Dios Demiurgo del cielo y de la tierra y de todo cuanto se encuentra en ellos, y en Jesucristo su Hijo, el cual, movido por su eminentísimo amor por la obra que fabricó, se sometió a ser concebido de una Virgen, uniendo en sí mismo al hombre y a Dios. Sufrió bajo Poncio Pilato, resucitó y fue recibido en la luz. De nuevo vendrá en la gloria como Salvador de todos los que se salvan y como Juez de los que son juzgados, para enviar al fuego eterno a quienes desfiguran su verdad y desprecian a su Padre y su venida. Cuantos sin letras creyeron en esta fe, son bárbaros según nuestro modo de hablar; pero en cuanto a su juicio, costumbres y modo de vivir, son por la fe sapientísimos y agradan a Dios, al vivir con toda justicia, castidad y sabiduría.
Si alguien se atreviese a predicarles lo que los herejes han inventado, hablándoles en su propia lengua, ellos de inmediato cerrarían los oídos y huirían muy lejos, pues ni siquiera se atreverían a oír la predicación blasfema. De este modo, debido a la antigua Tradición apostólica, ni siquiera les viene en mente admitir razonamientos tan monstruosos. El hecho es que, entre ellos (los herejes) no se encuentra ni iglesia ni doctrina instituida".
La prueba de que esta tradición ha sido conservada en la Iglesia -afirma- es que ellos pueden enumerar a quienes han sido constituidos obispos y sucesores de los apóstoles hasta ellos.
San Ireneo, Contra las herejías III,3,1
3,1. Para todos aquellos que quieran ver la verdad, la Tradición de los Apóstoles ha sido manifestada al universo mundo en toda la Iglesia, y podemos enumerar a aquellos que en la Iglesia han sido constituidos obispos y sucesores de los Apóstoles hasta nosotros, los cuales ni enseñaron ni conocieron las cosas que aquéllos deliran. Pues, si los Apóstoles hubiesen conocido desde arriba «misterios recónditos», en oculto se los hubiesen enseñado a los perfectos, sobre todo los habrían confiado a aquellos a quienes encargaban las Iglesias mismas. Porque querían que aquellos a quienes dejaban como sucesores fuesen en todo «perfectos e irreprochables», para encomendarles el magisterio en lugar suyo: si obraban correctamente se seguiría grande utilidad, pero, si hubiesen caído, la mayor calamidad.
Y como en su tratado considera demasiado largo enumerar la sucesión de todas las Iglesias, se limita a enumerar la sucesión apostólica de la Iglesia de Roma, a la cual llama “las más antiguas”. Enumera así a la Iglesia de Roma fundada por Pedro y Pablo.
San Ireneo, Contra las herejías III,3,2.
“Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva la Tradición y la fe anunciada a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros. Así confundimos a todos aquellos que de un modo o de otro, o por agradarse a sí mismos o por vanagloria o por ceguera o por una falsa opinión, acumulan falsos conocimientos. Es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con esta Iglesia, cuya fundación es la más garantizada -me refiero a todos los fieles de cualquier lugar-, porque en ella todos los que se encuentran en todas partes han conservado la Tradición apostólica”
Más adelante en el quinto libro de la misma obra refiriéndose a los herejes escribe:
San Ireneo, Contra las herejías V,20,1
“Porque todos éstos vinieron mucho después de los obispos, a los cuales los Apóstoles encomendaron las Iglesias; y esto lo hemos expuesto con todo cuidado en el tercer libro. Todos los predichos herejes tienen pues necesidad, por su ceguera acerca de la verdad, de caminar por otros y otros atajos, y por eso las huellas de su doctrina se dispersan de modo desacorde e inconsecuente. Mas el camino de los que pertenecen a la Iglesia recorre el mundo entero, porque posee la firme Tradición que viene de los Apóstoles, y al verla nos ofrece una y la misma fe de todos…”
San Clemente de Alejandría
Nació hacia el año 150. Su conocimiento de los escritos paganos y de la literatura cristiana es notable; según Quasten, en sus obras se encuentran unas 360 citas de los clásicos, 1500 del Antiguo Testamento y 2000 del Nuevo, por tanto es considerado cronológicamente como el primer sabio cristiano conocedor profundo no sólo de la Sagrada Escritura sino de obras las obras cristianas anteriores a él, e incluso obras de literatura profana.
También enfatiza la importancia de preservar la tradición para que no se pierda:
Clemente de Alejandría, Stromata I,1
“Bien, ellos preservaban la tradición de la bendita doctrina derivada directamente de los santos apóstoles, Pedro, Santiago, Juan, y Pablo, los hijos que la recibían del padre (pero pocos fueron como los padres), vino por la voluntad de Dios a nosotros también para depositar aquellas ancestrales y apostólicas semillas. Y bien sé que se exultarán; No quiero decir encantado con este tributo, sino solamente a causa de la preservación de la verdad, según como la entregaron. Para un bosquejo como este, bien, pienso, sean conforme a un alma deseosa de preservar de perderse la bendita tradición” (3)
Clemente de Alejandría, Stromata I,1
“Los dogmas enseñados por las sectas notables serán aducidos; y a éstos se opondrá todo aquello que debería ser premisa de acuerdo con la más profunda contemplación del conocimiento, el cual, como nosotros procede del renombrado y venerable canon de la tradición…De modo de poder tener nuestros oídos atentos para la recepción de la tradición del verdadero conocimiento; el suelo que es previamente despejado de las espinas y de cada mala hierba por el sembrador, en orden de la plantación de la vid”
San Hipólito de Roma
Se desconoce el lugar y fecha de su nacimiento, aunque se sabe fue discípulo de San Ireneo de Lyon. Su gran conocimiento de la filosofía y los misterios griegos, su misma psicología, indica que procedía del Oriente. Hacia el año 212 era presbítero en Roma, donde Origenes—durante su viaje a la capital del Imperio—le oyó pronunciar un sermón.
Con ocasión del problema de la readmisión en la Iglesia de los que habían apostatado durante alguna persecución, estalló un grave conflicto que le opuso al Papa Calixto, pues Hipólito se mostraba rigorista en este asunto, aunque no negaba que la Iglesia tiene la potestad de perdonar los pecados. Tan fuerte fue el contraste que se separó de la Iglesia y, elegido obispo de Roma por un reducido círculo de partidarios suyos, fue así el primer antipapa de la historia. El cisma se prolongó tras la muerte de Calixto, durante el pontificado de sus sucesores Urbano y Ponciano. Terminó en el año 235, con la persecución de Maximino, que desterró al Papa legítimo (Ponciano) y a Hipólito a las minas de Cerdeña, donde se reconciliaron. Allí los dos renunciaron al pontificado, para facilitar la pacificación de la comunidad romana, que de este modo pudo elegir un nuevo Papa y dar por terminado el cisma.
Sería absurdo objetar que San Hipólito fue solo escriturista, siendo una de sus célebres obras la titulada “La Tradición Apostólica”
San Hipólito, La Tradición Apostólica, I,1
Ahora pasamos, de la caridad que Dios ha testimoniado a todos los santos, a lo esencial de la tradición que conviene a las iglesias, a fin de que los que han sido bien instruidos guarden la tradición que se ha mantenido hasta el presente, según la exposición que de ella hacemos, y al comprenderla sean fortalecidos, a causa de la caída o del error que se ha producido recientemente por ignorancia o a causa de los ignorantes
En la tercera parte de esta misma obra aconseja:
San Hipólito, la Tradición Apostólica, III,38
“Aconsejo a los sabios que observen esto. Porque, si todos prestan oído a la Tradición apostólica y la guardan, ningún hereje los inducirá a error”
Orígenes
Orígenes fue padre de la Iglesia, teólogo y comentarista bíblico. Vivió en Alejandría hasta el 231. Fue el mayor maestro de la doctrina cristiana en su época y ejerció una extraordinaria influencia como intérprete de la Biblia.
Sorprendentemente Orígenes es otro escritor eclesiástico que afirma el artículo mencionado que era solo escriturista. Lo cierto es que también es incorrecto. Orígenes mantiene la misma idea que Ireneo, la cual expone que la enseñanza de la iglesia ha sido salvaguardada por la sucesión apostólica. No niega tampoco la importancia de lo que llama “la tradición eclesial y apostólica”
Orígenes. Las doctrinas fundamentales 1,2 [inter A.D. 220-330]
“Aunque haya muchos que creen que ellos mismos mantienen las enseñanzas de Cristo, hay todavía algunos entre ellos que piensan diferente de sus predecesores. La enseñanza de la iglesia se ha impuesto de hecho con una orden la sucesión de los apóstoles y de los restos en las iglesias incluso al tiempo actual. No se ha de aceptar como verdad más que aquello que en nada difiera de la tradición eclesiástica y apostólica” (4)
No es de extrañar que Orígenes para apoyar ciertas doctrinas no recurra solo a la Escritura sino a la Tradición de la Iglesia. Así precisamente defiende el bautismo de infantes, alegando que es una tradición que han recibido de los apóstoles.
Orígenes, In Rom. com. 5,9: EH 249
La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu
Así Orígenes no solo rechaza aquello que difiere de la tradición eclesiástica y apostólica, sino que afirma que aquellos que difieren de esta y se vuelven herejes no pueden salvarse, proclama que fuera de la Iglesia no hay salvación “Extra hanc domum, id est Ecclesiam, nemo salvatur” (In Ios. hom. 3,5). Así, para el escritor eclesiástico, las doctrinas y leyes que Cristo trajo a la humanidad solamente se encuentran en la Iglesia (ibid.). Por lo tanto afirma no puede haber fe fuera de esta Iglesia. La fe de los herejes no es fides, sino una credulitas arbitraria (In Rom. 10,5).
Tertuliano
Si bien Tertuliano no es considerado un padre de la Iglesia, sino un apologeta, y al final de su vida cae en herejía abrazando el montanismo, fue muy leído antes de abandonar la Iglesia Católica.
La visión pre-montanista de Tertuliano claramente define que los herejes no pueden afirmar tener una Iglesia legítima sino pueden comprobar que su origen desciende de las Iglesias fundadas por los apóstoles que conservan la verdadera Tradición (sucesión apostólica). Absurdo sería pensar que hubiera sido Solo Escriturista si inclusive negaba a los herejes apelar a la Escrituras ya que estas pertenecían a la Iglesia:
Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XXXII.
“1. Por lo demás, si algunas [herejías] se atreven a insertarse en la edad apostólica para parecer transmitidas por los Apóstoles por cuanto existieron en tiempo de los Apóstoles, nosotros podemos decir: publiquen, entonces, los orígenes sus iglesias, desplieguen la lista de sus obispos, de modo que, a través de la sucesión que discurre desde el principio, aquel primer obispo haya tenido como garante y antecesor a alguno de los Apóstoles o a alguno de los varones apostólicos, pero que haya perseverado con los Apóstoles.
2. En efecto, de esa manera dan a conocer sus orígenes las iglesias apostólicas: como la iglesia de los esmiornitas cuenta que Policarpo fue puesto por Juan, como la de los romanos que Clemente fue ordenado por Pedro. 3. De igual modo, ciertamente, también las otras iglesias muestran que vástagos de semilla apostólica poseen destinados al episcopado por los apóstoles. 4. Inventen algo semejante los herejes. Pues, luego de tanta blasfemia ¿qué es ilícito para ellos?” (5)
Obsérvese que al igual que otros padres y escritores eclesiásticos, no se considera válida que cualquiera basado en solo la Escritura intente imponer su interpretación de ella sobre la de la Iglesia. Tertuliano ante el hecho de que los herejes suelen cubrir sus doctrinas en una amalgama de textos bíblicos, les rechaza de plano escribiendo:
Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XVss.
“2. Ellos [los herejes] ponen por delante las Escrituras y, con semejante audacia, inmediatamente impresionan a algunos. Pero en el debate mismo fatigan, ciertamente, a los fuertes, captan a los débiles, dejan llenos de escrúpulos a los de condición intermedia. 3. Por eso los atajamos adoptando esta posición, la mejor: no admitirlos a ninguna discusión sobre las Escrituras. 4. Si éstas son sus fuerzas, para que ellos puedan usarlas, primero debe ser discernido a quién corresponde la posesión de las Escrituras, a fin de que no sea admitido a ellas aquél a quien de ningún modo corresponde. XVI. 1. Podría haber introducido este planteamiento por desconfianza o por gusto de acometer de otro modo la cuestión, sino existiesen razones. En primer lugar, la de que nuestra fe debe obediencia al apóstol, que prohíbe emprender discusiones, prestar oídos a palabras nuevas, visitar al hereje luego de una corrección…” (6)
Otro punto importante es que Tertuliano hace referencia en numerosas ocasiones a la Regla de fe (la cual era una tradición oral que mantenía la Iglesia que resumía las principales doctrinas de la fe cristiana), y como esta regla permitía identificar cuando un hereje torcía las Escrituras para apoyar sus doctrinas heréticas.
Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XXXVII.1
“Si las cosas están de forma que la verdad se nos adjudica a nosotros, a cuantos caminamos por esa regla que las iglesias han transmitido de parte de los apóstoles, los apóstoles de parte de Cristo, Cristo de parte de Dios, entonces permanece firme la razón de nuestra resolución, que establece que no deben ser admitidos los herejes para emprender un desafío sobre las Escrituras, pues sin las Escrituras probamos que ellos no tienen nada que ver con ellas” (7)
Inmediatamente critica la actitud de los herejes en cuanto a su uso de la Escritura, donde admiten algunas, o no las admiten enteras, sino que las deforman para apoyar sus posturas.
Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XVII.
1. “Esta herejía no admite ciertas Escrituras, y si admite algunas, no las admite íntegras, las cambia, sin embargo, componiendo interpretaciones contrarias a la fe cristiana. 2. Tanto se opone a la verdad una inteligencia falsificadora como una pluma corruptora. Sus vanas conjeturas necesariamente se niegan a reconocer aquellos pasajes mediante los cuales son refutadas; 3. se apoyan en aquellos que han retocado fraudulentamente y en los que han elegido por razón de su ambigüedad.” (8)
Para Tertuliano para conocer el verdadero sentido de la Escritura hay que recurrir a la escuela de Cristo, o sea, a los apóstoles, por tanto, solo en las Iglesias apostólicas, puede darse con la correcta interpretación de las Escrituras.
Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XXI.
1. “Así que, partiendo de lo anterior, dirigimos esta prescripción: si el Señor Jesús envió a los Apóstoles a predicar, no deben ser admitidos otros predicadores que los que Cristo instituyó, 2. porque nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo lo reveló, ni a nadie parece que el Hijo se reveló sino a los Apóstoles que envió a predicar, se entiende, lo que él les había revelado.
3. Ahora bien, qué hayan predicado, esto es, qué les haya revelado Cristo, también aquí deduciremos esta prescripción: esto no se debe probar de otro modo sino por medio de las mismas iglesias que los apóstoles fundaron, predicándoles ellos mismos ya sea de viva voz, como se dice, ya sea, después, por medio de cartas.
4. Si así están las cosas, es cierto, igualmente, que toda doctrina que concuerde con la doctrina de aquellas iglesias apostólicas, matrices y fuentes de la fe, debe ser considerada verdadera, pues sin duda mantiene aquello que las Iglesias recibieron de los Apóstoles, los Apóstoles de Cristo, Cristo de Dios;
5. pero toda doctrina que sepa a algo contrario a la verdad de las iglesias y de los Apóstoles de Cristo y de Dios ha de ser prejuzgada como proveniente de la mentira.
6. Queda, pues, por demostrar, si esta doctrina nuestra cuya regla hemos formulado arriba, procede de la tradición de los Apóstoles y , por lo mismo, las otras provienen de la mentira. 7. Nosotros estamos en comunión con las iglesias apostólicas, lo que no cumple ninguna doctrina contraria: esto es prueba de la verdad.”
El texto anterior es un tan claro rechazo a la Sola Scriptura, que si luego de leerlo un protestante todavía persiste en decir que Tertuliano era solo escriturista, no queda menos que pensar que está bajo el influjo de estupefacientes.
Tertuliano, De baptismo 1
“Un tratado sobre esta materia no será del todo inútil para instruir tanto a los que están todavía en un estadio de formación como a los que, satisfechos con su fe sencilla, no investigan los fundamentos de la tradición, y, debido a su ignorancia, poseen una fe que está a merced de todas las tentaciones”
San Cipriano de Cartago
San Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey.
San Cipriano tampoco era solo escriturista, por el contrario, manda con toda diligencia a guardar la tradición divina y prácticas apostólicas:
San Cipriano, Epist. 67, 5
Con toda diligencia hay que guardar la tradición divina y las prácticas apostólicas, y hay que atenerse a lo que se hace entre nosotros que es lo que se hace casi en todas las provincias del mundo… (9)
Rechaza también que cualquiera ostente autoridad en la Iglesia sin tener sucesión apostólica, a lo que llama un desprecio a la tradición evangélica, al surgir por su propia cuenta:
San Cipriano de Cartago, Ep 75,3
“La Iglesia es una sola, y así como ella es una, no se puede estar a la vez dentro y fuera de la Iglesia. Porque si la Iglesia está con doctrina del (hereje) Novaciano, entonces está en contra del (Papa) Cornelio. Pero si la Iglesia está con Cornelio, el cual sucedió en su oficio al obispo (de Roma) Fabián mediante una ordenación legítima, y al cual el Señor, además del honor del sacerdocio concedió el honor del martirio, entonces Novaciano está fuera de la Iglesia; ni siquiera puede ser considerado como obispo, ya que no sucedió a ninguno, y despreciando la tradición evangélica y apostólica, surgió por su propia cuenta. Porque ya sabemos que quien no fue ordenado en la Iglesia no pertenece a ella de ningún modo”. (10)
San Cipriano es muy citado por protestantes debido a su conflicto con el Papa Esteban donde se obstinó en su posición de rebautizar herejes. Si bien su caso podría citarse como un ejemplo de un obispo que en un momento dado resistió la autoridad del obispo de Roma, no hay fundamento alguno para insinuar que San Cipriano fuera solo escriturista. De hecho, su escrito sobre la unidad de la Iglesia (De Ecclesiae unitate) escrito aproximadamente en el 251, combate el cisma de Novaciano y se muestra como exponente excepcional de la doctrina católica, de su unidad, universalidad y exclusividad. Su visión de la Iglesia como un organismo visible es opuesta radicalmente a la visión protestante de una iglesia invisible (tal como inclusive reconocen historiadores protestantes como Philip Schaff) donde cada quien so pretexto de regirse por la sola Biblia se separa de la Iglesia produciendo cismas y divisiones.
En el mismo escrito (c.12) compara a la Iglesia con el Arca de Noé “Fuera del arca de Noé nadie se salvó; lo mismo sucede con la Iglesia", y alerta contra los herejes que abandonando la Iglesia fundan sus propios grupos religiosos, y escribe: “Se engañan a sí mismos interpretando erróneamente las palabras del Señor: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. No se puede entender este pasaje correctamente sin tener en cuenta su contexto. Los que citan tan sólo las últimas palabras, omitiendo el resto, corrompen el Evangelio.
San Cipriano. De la Unidad de la Iglesia. 4.5
“El Señor habla a San Pedro y le dice: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella…” Y aunque a todos los apóstoles confiere igual potestad después de su resurrección y les dice: “Así como me envió el Padre, también os envío a vosotros. Recibid el Espíritu Santo. Si a alguno perdonareis los pecados, le serán perdonados; si alguno se los retuviereis, le serán retenidos”, sin embargo, para manifestar la unidad estableció una cátedra, y con su autoridad dispuso que el origen de esta unidad empezase por uno. Cierto que lo mismo eran los demás Apóstoles que Pedro, adornados con la misma participación de honor y potestad, pero el principio dimana de la unidad. A Pedro se le da el primado, para que se manifieste que es una la Iglesia de Cristo…El que no tiene esta unidad de la Iglesia ¿cree tener fe?.. El que se opone y resiste a la Iglesia, ¿Tiene la confianza de encontrarse dentro de la Iglesia?…El episcopado es uno solo, cuya parte es poseída por cada uno in solidum. La Iglesia también es una, la cual se extiende con su prodigiosa fecundidad en la multitud, a la manera que son muchos los rayos del sol, y un solo sol, y muchos los ramos de un árbol, pero uno solo el tronco fundado en firme raíz, y cuando varios arroyos proceden de un mismo manantial, aunque se haya aumentado su número con la abundancia de agua, se conserva la unidad de su origen. Separa un rayo del cuerpo del sol: la unidad no admite la división de la luz, corta un ramo del árbol: este ramo no podrá vegetar, ataja la comunicación del arroyo con el manantial y se secará. Así también la Iglesia, iluminada con la luz del Señor, extiende sus rayos por todo el orbe; pero una sola es la luz que se derrama por todas partes, sin separarse la unidad del cuerpo; con su fecundidad y lozanía extiende sus ramos por toda al tierra, dilata largamente sus abundantes corrientes, pero una es la cabeza, uno el origen y una la madre, abundante en resultados de fecundidad. De su parto nacemos, con su leche nos alimentamos y con su espíritu somos animados
Eusebio de Cesárea
Reconocido como el más grande historiador de la Iglesia primitiva. Murió en el 308 martirizado con Adrián en Cesárea, Palestina, cuando visitaban a cristianos en esa ciudad.
Eusebio, Historia Eclesiástica IV,21
Entre los que florecieron en la iglesia en este tiempo estuvieron Hegesipo, a quien hemos visto antes. El obispo Dionisio de Corinto, el obispo Pinito de Creta Felipe, Apolinar, Melintón, Musano, Modesto y, sobre todos, Ireneo. Su ortodoxia y fervor por la tradición apostólica nos han llegado en forma escrita. (11)
Eusebio nos da un dato significativo cuando narra el conflicto que hubo entre el Papa San Esteban y San Cipriano de Cártago. El papa se oponía el rebautismo de los herejes, mientras San Cipriano los hacía rebautizar. El Papa escribe una carta donde dice “que no se innove nada que haya sido transmitido” (Epist. 74,1). Es interesante este evento porque el mismo Eusebio entiende que San Cipriano introducía una novedad contraria a la Tradición.
Eusebio, Historia Eclesiástica VII,3,1
El primero entre los hombres de este tiempo, Cipriano, pastor de la comunidad de Cartago, pensaba que ellos (los herejes) no debían ser admitidos si antes no habían sido purificados de sus errores por el baño (bautismal). Pero Esteban, juzgando que no se debía introducir ninguna innovación contraria a la tradición vigente desde el principio, se indignó vivamente contra él“
San Atanasio
Obispo de Alejandría, nacido alrededor del año 296 y fallecido el 2 de mayo del año 373. Se considera santo en la Iglesia Católica y en la Iglesia Ortodoxa, además de Doctor de la Iglesia Católica y Padre de la Iglesia Oriental. Fue intenso defensor de la divinidad absoluta de Jesús, fue uno de los principales opositores de Arrio y su doctrina unitaria. Fue importante su participación en el Concilio de Nicea.
La siguiente carta no es trabajo exclusivo de San Atanasio, sino de noventa obispos de Egipto y Libia reunidos en un sínodo en Alejandría en el 369, lo que la hace más relevante como testimonio de cuan importantes y autoritativos eran los concilios ecuménicos para la Iglesia:
Carta sinodal para los obispos de África [inter A.D. 368/372]
Pero las palabras del Señor las cuales vinieron a través del concilio ecuménico de Nicea permanecerán por siempre.(12)
En su carta en defenza de los decretos del concilio de Nicea (De Decretis Nicaenae sysynodi), pide a los arrianos que prueben de donde han sacado sus opiniones (maestro o tradición) acerca de la creación del Verbo, lo cual sería absurdo sino diera crédito a la importancia de la Tradición. Lo mismo se aprecia cuando afirma que los decretos de Nicea mantienen la misma doctrina que ellos han recibido por Tradición
San Atanasio, De Decretis Nicaenae sysynodi 13
“Déjenlos decirnos de que maestro, o de que tradición, ellos derivaron esas nociones referentes al Salvador” (13)
San Atanasio, De Decretis Nicaenae sysynodi 4
“En efecto, lo que nuestros Padres han entregado, esto es la doctrina verdadera, y esto es verdaderamente el símbolo de los doctores, que confiezan lo mismo unos con otros, y ni discrepan entre ellos ni de sus padres; mientras ellos que no tienen esta característica son llamados no verdaderos doctores sino malvados”
San Atanasio, Ep. Ad Serap. 1,28
“desde los orígenes, la auténtica tradición, doctrina y fe de la Iglesia Católica, que el Señor dio, los apóstoles predicaron y los padres conservaron” (14)
San Atanasio, Cartas Festales 2,6
“Pero después de él y con él están todos los inventores de impías herejías, que en realidad se refieren a las Escrituras, pero no mantienen las opiniones como los santos han dictado, y recibiendoles como la tradición de hombres, se equivocan, porque les conocen correctamente, ni su poder”
San Atanasio, Contra los paganos 6
Pero los sectáreos, que han caído fuera de la enseñanza de la Iglesia, han naufragado en lo relacionado a su fe.
La carta a Epiteto (Epistula ad Epictetum episcopum Corinthi), la cual tuvo una gran reputación y fue muy citada en las controversias cristológicas al punto que el concilio de Calcedonia la adoptó como la mejor expresión de sus convicciones (MANSI, Conc. 7,464), es bastante ilustrativa al punto que nos acopia, ya que inclusive estando convencido San Atanasio de que la doctrina Trinitaria tenía profundo sustento escriturístico, replica que para refutar a los herejes basta con mostrarles que lo que profesan es distinto a la enseñanza de la Iglesia y de los padres.
Epistula ad Epictetum episcopum Corinthi, 3
“Es suficiente sólo para responder a ese tipo de cosas lo siguiente: estamos contentos con el hecho de que esta no es la enseñanza de la Iglesia Católica, ni la que los padres mantienen. Pero para evitar que los inventores de maldades hagan del entero slencio de nuestra parte un pretexto para la desvergüenza, será bueno mencionar unos cuantos puntos de la Sagrada Escritura”
San Agustín de Hipona
Nacido hacia el 354 y fallecido en el 430. Es considerado junto con San Jerónimo, San Gregorio y San Ambrosio uno de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia latina.
A pesar de que no han sido pocas las veces que he escuchado a protestantes afirmar que San Agustín era solo escriturista, la evidencia apunta a todo lo contrario:
San Agustín. C. ep. Man. 5,6; cf. C. Faustum 28,2
“No creería en el Evangelio, si a ello no me moviera la autoridad de la Iglesia católica” (15)
El texto que cito a continuación es particularmente revelador, porque tenemos nada menos que a San Agustín predicando de forma completamente normal, como en la Iglesia se debe guardar todo lo que provenga de la tradición, aunque no se halle escrito. Esto ocurrió más un milenio antes de Trento, en el cual supuestamente -según el artículo protestante citado- fue cuando esto comenzó a profesarse en la iglesia Católica.
San Agustín, Carta a Jenaro (Ep 54,1-2)
“…Todo lo que observamos por tradición, aunque no se halle escrito; todo lo que observa la Iglesia en todo el orbe, se sobreentiende que se guarda por recomendación o precepto de los apóstoles o de los concilios plenarios, cuya autoridad es indiscutible en la Iglesia. Por ejemplo, la pasión del Señor, su resurrección, ascención a los cielos y venida del Espíritu santo desde el cielo, se celebran cada año. Lo mismo diremos de cualquier otra práctica semejante que se observe en toda la Iglesia universal. (16)
Para San Agustín la autoridad de los concilios y del obispo de Roma es indiscutible. Fue él quien en la controversia pelagiana dio la causa por finalizada cuando el Papa Inocencio emitió un edicto aprobando los concilios de Cartago y Milevis.
San Agustín, Carta a Dióscoro (Ep 118,32)
“Los que no están en la comunión católica y se glorían, sin embargo, del nombre cristiano, se ven obligados a oponerse a los creyentes; osan engañar a los indoctos como si se valiesen de la razón, siendo así, que el Señor vino cabalmente a traer esta medicina de la fe impuesta a los pueblos. Pero los herejes se ven obligados a hacer eso, como he dicho, porque sienten que serían repudiados con desdén si comparasen su autoridad con la de la Iglesia Católica.
Tratan, pues, de superar la autoridad de la Iglesia inconmovible con el nombre y promesa de la razón. Esta temeridad es normal en todos los herejes. Pero aquel emperador clementísimo de la fe, nos dotó también a nosotros del magnífico aparato de la invicta razón, valiéndose de selectos varones y piadosos y doctos y verdaderamente espirituales. Y al mismo tiempo fortificó la Iglesia con la ciudadela de la autoridad, valiéndose de concilios famosos de todos los pueblos y gentes y de las mismas sedes apostólicas.” (17)
En Sobre el bautismo, Contra los donatistas, escribe comentando la posición del Papa respecto al rebautizo de los conversos:
San Agustín, Sobre el bautismo, contra los donatistas V,23,31
“Los apóstoles, de hecho, no dieron instrucciones en este punto, pero la costumbre que se opone a Cipriano, puede suponerse tuvo su origen en la tradición apostólica, así como hay muchas cosas que son observadas por toda la Iglesia, y por lo tanto son firmemente sostenidas por haber sido impuestas por los apóstoles, y que no se mencionan en sus escritos. (18)
En una epístola que escribe contra los maniqueos (Contra epistolam Manichaei quam vocant fundamenti liber I) rechaza las objeciones que estos hacían en base a la Escritura para atacar a la Iglesia Católica. Responde que él cree en las Escrituras precisamente por la autoridad de la Iglesia Católica, y que si ellos inclusive lograran por medio de las Escrituras encontraran un testimonio contra ella, lo que lograrían es hacer que dejara de creer tanto en la Iglesia Católica, como en las Escrituras.
San Agustín. C. ep. Man. 4,5-6.
“En la Iglesia Católica, sin hablar de la sabiduría más pura, al conocimiento de la cual pocos hombres espirituales llegan en esta vida, de manera que la sepan, de la manera mas extensa, efectivamente, porque son hombres, todavía con incertidumbre (ya que el resto de la multitud de gente deriva toda su seguridad no de la agudeza de intelecto, sino de la simpleza de la fe,) - Aún prescindiendo de la sincera y genuina sabiduría…, que en vuestra opinión no se halla en la Iglesia Católica, muchas otras razones me mantienen en su seno: el consentimiento de los pueblos y de las gentes; la autoridad, erigida con milagros, nutrida con la esperanza, aumentada con la caridad, confirmada por la antigüedad; la sucesión de los obispos desde la sede misma del apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó, después de la resurrección, apacentar sus ovejas, hasta el episcopado de hoy; y en fin, el apelativo mismo de Católica, que son sin razón sólo la Iglesia ha alcanzado….Estos vínculos del nombre cristiano – tantos, tan grandes y dulcísimos- mantienen al creyente en el seno de la Iglesia católica, a pesar de que la verdad, a causa de la torpeza de nuestra mente e indignidad de nuestra vida, aún no se muestra…
… Si tu te encuentras con una persona que no cree aun en las Escrituras, ¿Como le contestarías si esta te dice que no cree? Por mi parte, no creeré en las Escrituras a menos que la autoridad de la Iglesia Católica me mueva a ello. Así que cuando aquellos en cuya autoridad yo he aceptado creer en las Escrituras me dicen que no crea en Maniqueo, ¿Que mas puedo hacer sino aceptarlo?. Escoge. Si tu dices, cree a los Católicos: Su consejo para mi es que no ponga mi fe en lo que tu dices; así que, creyéndoles, soy prevenido de creerte; - Si tu dices, No creas a los Católicos: Tu no puedes con rectitud utilizar las Escrituras para traerme a la fe en Maniqueo; porque fue bajo el mandato de los Católicos que yo creí en las Escrituras. - Nuevamente, si tu me dices, estabas en lo correcto al creer a los Católicos cuando ellos te dijeron que creas en las Escrituras, pero estabas equivocado al creer su vituperaciones en contra de Maniqueo: ¿Me crees tan tonto como para creer lo que a ti te da la gana y no te da la gana, sin ninguna razón? Así que es por eso más justo y más seguro, habiendo puesto a primera instancia mi fe en los Católicos, no ir a ti, hasta que, en ves de que me insistas que te crea, me hagas entender algo de la manera mas clara y abierta. Para convencerme, entonces, tienes que poner de lado las Escrituras. Si mantienes las escrituras, yo me apegaré a aquellos quienes me mandaron a creer en las Escrituras; y, en obediencia a ellos, no te creeré en lo absoluto. Pero si por casualidad tienes éxito en encontrar en las Escrituras un testimonio irrefutable del apostolado de Maniqueo, debilitarías mi consideración para con la autoridad de los Católicos quienes me dicen que no te crea; y el efecto de esto será, que yo no creeré mas en las Escrituras tampoco, porque fue a través de los Católicos que yo recibí mi fe en ellas; y así lo que sea que me traigas de las Escrituras no tendrá mas peso para conmigo. Así que, si no tienes una prueba clara apostolado de Maniqueo encontrada en las escrituras, yo creeré a los Católicos en ves de a ti. Pero si tu encuentras, de alguna manera, un pasaje claramente a favor de Maniqueo, no les creeré ni a ellos ni a ti: ni a ellos, porque ellos me mintieron con respecto a Maniqueo; ni a ti, porque me estas citando esas Escrituras en las cuales he creído bajo la autoridad de “esos mentirosos". Pero lejos de que yo no vaya a creer en las Escrituras; creyendo en ellas, no encuentro nada en ellas que me haga creerte a ti.”
San Juan Crisóstomo
Nació en Antioquia, de padres cristianos, hacia el año 349. Su madre era un modelo de virtud. Estudió retórica bajo Libanius, el más famoso orador de su época y en el 374 comenzó una vida de anacoreta en las montañas. En el 386, su mala salud le forzó a regresar a Antioquia. Allí fue ordenado sacerdote. Ejerció, con gran provecho, el ministerio de la predicación. El año 397 fue elegido obispo de Constantinopla, cargo en el que se comportó como un pastor ejemplar.
San Juan Crisóstomo nos deja una excelente evidencia de como la Iglesia hace más de 1600 años se interpretaba 2 Tesalonicenses 2,15 tal cual como lo hacemos los católicos hoy (como un rechazo bíblico a la doctrina de la Sola Scriptura):
San Juan Crisóstomo. Homilía sobre la segunda epístola a los tesalonicenses
“’Por lo tanto, los hermanos, permanezcan firmes y mantengan las tradiciones que han recibido de nosotros por palabra o por carta. De esto está claro que no dejaron todo escrito, sino que hay mucho también que no fue escrito. Como lo que fue escrito, lo que no quedó escrito es también digno de creerse. Así, miremos la tradición de la iglesia también como digna de creencia. ¿Es una tradición? No busquemos mas” (19)
San Basilio el Grande
Nació alrededor del año 330. En el 364 fue ordenado sacerdote, y seis años más tarde sucedió a Eusebio como Obispo de Cesárea, metropolitano de Capadocia, y exarca de la diócesis del Ponto. Falleció en el año 379. Por sus servicios a la fe, San Basilio es llamado el Grande, y es contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal. Su producción literaria comprende trabajos dogmáticos, ascéticos, pedagógicos y litúrgicos.
San Basilio afirma que los dogmas y mensajes preservados en la Iglesia han sido recibidos tanto por medios orales como por medios escritos, y rechaza la idea de abandonar las costumbres no escritas:
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 9,22
“Vamos a investigar cuáles son nuestras concepciones comunes en relación con el Espíritu, así como los que han sido recogidas por nosotros a partir de la Sagrada Escritura en relación con aquellas que hemos recibido de la tradición no escrita de los Padres“
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 10,25
El objetivo del ataque es la fe. El único objetivo de la entera banda de opositores y enemigos de la “sana doctrina” es sacudir las bases de la fe de Cristo llevando al suelo la tradición apostólica y destruirla totalmente. Así como deudores, - por supuesto, deudores de buena fe. – Ellos piden una prueba escrita, y rechazan como inútil la tradición no escrita de los Padres.
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 12,28
“En un solo Espíritu", dice, “fuimos todos bautizados en un solo cuerpo". Y en armonía con esto son los pasajes: “Serán bautizados en el el Espíritu Santo” y “El los bautizará con el Espíritu Santo.” Pero nadie a este respecto justificaría en llamar ese bautismo un perfecto bautismo donde sólo el nombre del Espíritu Santo fue invocado. Porque la tradición que nos ha sido entregada por gracia debe seguir siendo para siempre inviolable.
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 27,66
“De los dogmas y de los mensajes preservados en la iglesia, algunos los tenemos de la enseñanza escrita y otros recibimos de la tradición de los apóstoles…Por lo que se refiere a la piedad, ambas tienen la misma fuerza. Nadie contradirá ninguno de estos, nadie, que sea inclusive moderadamente versado en materias eclesiásticas. De hecho, si rechazáramos costumbres no escritas como si no tuvieran gran autoridad, podríamos dañar involuntariamente el evangelio en su vitalidad; o peor, podríamos reducir el mensaje a un mero término” (20)
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 27,67
“Me faltaría tiempo si intento enumerar los misterios no escritos de la Iglesia…Mientras las tradiciones no escritas son muchas, y su incidencia en “el misterio de la Piedad es tan importante…”
San Basilio el Grande, El Espíritu Santo 27,71
Es respuesta a la objeción de que el doxología en la forma “con el Espíritu” no tiene autoridad escrita, sostenemos que si no hay otro ejemplo de lo aquello que no es escrito, entonces este no debe ser recibido. Pero si el mayor número de nuestros misterios son admitidos en nuestra Constitución, sin mandato escrito, entonces, en compañía de esos muchos otros, vamos a recibir este. Porque yo mantengo respetar también tradiciones no escritas. “Yo los alabo “, dice [Pablo], porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las ordenanzas tal como os las he transmitido” y “Mantenganse firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, por palabra o por epístola". Una de estas tradiciones es la práctica que tenemos ante nosotros, que ordenó que desde el principio, firmemente arraigada en las iglesias, entregada a sus sucesores……Si, como en un Tribunal de Derecho, perdimos las pruebas documentales, somos capaces de traer ante ustedes un gran número de testigos”
San Epifanio de Salamina
Nacido hacia el 315 y muerto en el 403. Fundó y estuvo frente a un monasterio entre los monjes egipcios por casi treinta años. Fue obispo de Salamina y, por tanto, metropolitano de Chipre, en el 367.
Epifanio de Salamina, Medicina contra todas las herejías 61,6
“Es necesario también hacer uso de la Tradición, porque no todo se puede conseguir en las Sagradas Escrituras. Los santos apóstoles dejaron algunas cosas en las Escrituras, otras cosas en la Tradición” (21)
San Gregorio de Nisa
Hermano de San Basilio (el grande), nacido probablemente entre los años 331 a 335. Fue consagrado obispo de Nisa en el año 371. Falleció hacia el 394. Es frecuentemente citado por protestantes como un fiel defenzor de la Sola Scriptura, debido a textos como este:
Gregorio de Nisa. De anima el resurr.: PG 46,49B
“No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos”
Sin embargo, esta objeción es bastante floja ya que lo que hace es reconocer la autoridad de la Escritura como máxima norma de fe (literalmente la posición católica). Para un protestante que muchas veces en su prejuicio cree que lo que los católicos llamamos Tradición es “inventar lo que nos place” definitivamente interpretará ese texto como un apoyo a la Sola Escritura, pero lo cierto es que allí no está rechazando ni haciendo referencia a la Tradición de la Iglesia, por el contrario, al igual que su hermano (San Basilio el Grande) reconocía la importancia de mentener siempre firme la Tradición que recibieron de sus padres por sucesión.
San Gregorio de Nisa, Quod non sint tres dii: PG 45.117
Si es que nuestro razonamiento no está a la altura del problema, hemos de mantener siempre firme e inmóvil la tradición que hemos recibido de los Padres por sucesión” (22)
San Cirilo de Jerusalén
Padre de la Iglesia, nacido cerca de Jerusalén en el año 315. Se cree que fue ordenado sacerdote por el obispo de Jerusalén San Máximo, llegó a ser arzobispo de Jerusalén por ser un Padre de la Iglesia y Arzobispo de Jerusalén en el 348.
Es frecuentemente citado por los protestantes como ejemplo de un padre de la Iglesia que era solo escriturista, por los siguientes textos:
San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 4,17
“Ten siempre esta señal en tu mente, pues a ella se le está anunciando todo esto de modo sumario; pero si Dios lo permite, todo lo explicaremos más ampliamente, según nuestras fuerzas, demostrándolo según las Escrituras. Pues, acerca de los divinos y santos misterios de la fe, no debe transmitirse nada sin las Sagradas Escrituras, ni deben aducirse de modo temerario cosas simplemente probables y apoyadas en argumentos construidos con palabras artificiosas. Y no creas, pues, que voy a proceder de este modo, sino probando por las Escrituras lo que te anuncio. Pues esta fe, a la cual debemos nuestra salvación, no recibe su fuerza de los comentarios y las disputas, sino de la demostración por medio de la Sagrada Escritura.”
San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 5,12
“Al aprender y confesar la fe, debes abrazar y guardar como tal sólo la que ahora te es entregada por la Iglesia con la valla de protección de toda la Escritura. Pero, puesto que no todos pueden leer las Escrituras —a unos se lo impide la impericia y a otros sus ocupaciones—, para que el alma no perezca por la ignorancia, compendiamos en pocos versículos todo el dogma de la fe. Quiero que todos vosotros lo recordéis con esas mismas palabras y que os lo recitéis en vuestro interior con todo interés, pero no escribiéndolo en tablillas, sino grabándolo de memoria en tu corazón. Y cuando penséis en esto meditándolo, tened cuidado de que en ninguna parte nadie de los catecúmenos escuche lo que se os ha entregado.”
Aquí no debe haber problema en reconocer que San Cirilo lo que está admitiendo aquí es la suficiencia material de las Escrituras. Los protestantes no solo creen en la Escritura como principio material de teología, sino que esto incluye al juicio privado como principio formal. Para San Cirilo sin embargo hay que recibir como verdad aquello que se recibe “entregado por la Iglesia con la valla de protección de toda la Escritura".
San Cirilo también proclama a la Iglesia columna y fundamento de la verdad, no es lícito para él, la separación de cristianos en sectas, y llama a cualquier grupo que se separe de la Iglesia “abominable".
San Cirilo de Jerusalén, Catequesis XVIII,26-27
26. Pero el nombre de «Iglesia» se acomoda a realidades diversas, de modo que también de la multitud que se encontraba en el teatro de los efesios está escrito: «Dicho esto, disolvió la asamblea» (Hech 19,40). También alguien dijo intencionadamente que la «asamblea de malhechores» (Sal 26,5) es el conjunto de los herejes: me refiero a los marcionitas, maniqueos y a los restantes. Por tanto, la fe te muestra muy cautamente que esto es lo que has de sostener: «Y en la Iglesia, una santa, católica», para que, huyendo de esos grupos abominables, te adhieras siempre a la santa Iglesia católica, en la cual volviste a nacer. Y si alguna vez viajas por ciudades diversas, no preguntes simplemente dónde está el «Kyriakón», pues también las restantes sectas y herejías de los impíos se esfuerzan en hacer presentables sus madrigueras con el nombre de «Kyriakón», ni simplemente dónde está la iglesia, sino dónde hay una iglesia católica, pues éste es el nombre propio de esta santa Iglesia, madre de todos nosotros. Ella es ciertamente la esposa de nuestro Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios (pues está escrito: «como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella», etc., Ef 5,25 ss) y ofrece una imagen y una imitación de «la Jerusalén de arriba», que «es libre; ésa es nuestra madre» (Gál 4,26). Habiendo sido ella anteriormente estéril, ahora es madre de una numerosa prole (cf. Gál 4,27 e Is 54.1).
Extendida sin fronteras por la paciencia de los mártires
27. Repudiada la primera, en la segunda, es decir, en la Iglesia católica, como dice Pablo, los puso Dios a algunos como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego los milagros; luego el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas» (I Cor 12,28) y toda clase de cualquier virtud. Me refiero a la sabiduría y a la inteligencia, la templanza y la justicia, la misericordia y la humanidad, y la paciencia invencible en las persecuciones. Fue ésta, «mediante las armas de la justicia, las de la derecha y las de la izquierda, en gloria e ignominia» (2 Cor 6,7-8), la que redimió, en primer lugar, a los santos mártires en sus persecuciones y angustias con coronas diversas, unidas entre sí por las numerosas flores del sufrimiento. Ahora, en tiempos de paz, ese sufrimiento recibe, por gracia de Dios y de mano de reyes y hombres conspicuos por la grandeza de su dignidad, los honores que le deben incluso los hombres de cualquier linaje y apariencia. Y mientras tiene fronteras determinadas el poder de los soberanos de pueblos distribuidos por lugares diversos, sólo la santa Iglesia católica posee una potestad sin fronteras en todo el mundo. Pues, como está escrito, Dios puso en su término la paz (Sal 147,14). Pero si sobre este asunto quisiera decirlo todo, necesitaría un discurso de muchas horas.
Es interesante también mencionar que la enseñanza dogmática de San Cirilo era completamente católica y opuesta a lo que sostiene el protestantismo. Fue un gran defensor de la doctrina Trinitaria, creía por el bautismo nos hacemos partícipes del sacrificio de Cristo, su muerte y su resurrección, el bautismo perdona los pecados y necesario para la salvación. También explica de forma diáfana la transubstanciación “Lo que parece pan no es pan, aunque así sea sentido por el gusto, sino el cuerpo de Cristo, y lo que parece vino no es vino, aunque el gusto así lo quiera, sino le sangre de Cristo ” (Catequesis XXII,9), también se antempone con más de un milenio de antelación a la herejía protestante que niega el caracter sacrificial de la Eucaristía y llama a esta sacrificio espiritual e incruento, el cual se ofrece por todos los que están en necesidad incluyendo los difundos (Catequesis XXIII,8-9).
Volvamos ahora sobre objeciones protestantes.
Luego de haber visto estos testimonios sobre la Iglesia Primitiva, no es fácil darse cuenta lo errados de los argumentos protestantes inicialmente citados. Ahora quiero comentar otro argumento que citan los protestantes en contra de la Tradición apostólica, y que más bien se vuelve en su contra. A continuación lo transcribo del artículo citado.
“Es verdad que la Iglesia primitiva también ha sostenido el concepto de tradición en referencia a la costumbre y prácticas eclesiásticas. Se creía, frecuentemente, que tales prácticas habían sido heredadas de los apóstoles, aún cuando no podían ser necesariamente validadas por las Escrituras. Esta práctica, sin embargo, no involucraban la doctrina de la fe y frecuentemente eran contradictorios entre los diferentes segmentos de la Iglesia.
Un ejemplo de este se encuentra en los inicios del segundo siglo en la controversia sobre cuando celebrar la Resurrección. Algunas iglesias del Este la celebraban en días diferentes de aquellos del Oeste, pero cada una aseguraba que su práctica particular había sido heredada directamente de los apóstoles. En realidad, esto creó un conflicto entre el obispo de Roma, el cual exigía que los obispos del Este se sometieran a la práctica del Oeste. Ellos rehusaron, creyendo firmemente que estaban cumpliendo con la tradición apostólica.”
El primer error de este argumento, es asumir sin evidencia, que la tradición que sostenía la iglesia primitiva se limitaba exclusivamente a prácticas eclesiásticas, de hecho ninguno de los textos patrísticos que se han citado permiten sacar una deducción similar. Papías no hace excepción en cuanto a lo que aprendió por medio de las enseñanzas de viva voz, San Ireneo habla de como no se puede encontrar la verdad en las Escrituras si se desconoce la Tradición y como utilizaban esta Tradición para atacar las herejías (es absurdo pensar que atacaban a los herejes con solamente costumbres y prácticas eclesiásticas). Orígenes habla de la ensenanza de la Iglesia transmitida por los apóstoles a través de la tradición apostólica (aquí tampoco parece estarse limitando a cuestiones de mera disciplina eclesiástica). San Basilio el grande habla de “los dogmas y de los mensajes preservados en la iglesia” a través de la tradición (no se puede interpretar la palabra dogma en ese sentido). Clemente de Alejandría habla de esta como la bendita doctrina derivada directamente de los apóstoles, San Agustín incluye en la tradición lo expuesto por los concilios (absurdo a este respecto también el argumento protestante).
El segundo error es que el evento que mencionan precisamente demuestra cuan firmemente atesoraba la Iglesia primitiva la tradición, al punto se casi producirse un cisma solo por mantenerla. A este respecto escribe el historiador José Orlandis (23):
“En el siglo II la Iglesia romana vio cómo se planteaban dos cuestiones de orden muy distinto, pero que cada uno tuvo a su manera una incidencia en su vida: la controversia pascual y los intentos de infiltración de las doctrinas gnósticas. La controversia pascual surgió como consecuencia de las diferencias existentes entre la Iglesia Romana –a la que seguían casi todas las demás-, y las iglesias asiáticas a propósito del día de la celebración de la Pascua. Pretendían esas iglesias que la celebración tuviera lugar el 14 del mes de Nisán, cualquiera que fuese el dia de la Semana en que cayera -, mientras que la praxis romana, instituida oficialmente por el papa Pio I, era que la Pascua se conmemorase siempre en domingo, el domingo siguiente a aquella fecha del 14 de Nisán. Aunque pueda parecer otra cosa, no se trataba de una cuestión baladí, puesto que la fecha de la Pascua condicionaba todo el ciclo litúrgico y era un signo tangible de comunión entre todas las iglesias.
Para tratar de resolver esta cuestión, y a pesar de su avanzada edad de más de 80 años, en tiempo del papa Aniceto (155-166) se trasladó a Roma el venerable obispo de Esmirna (San Policarpo), que poco después moriría mártir. Pese a los esfuerzos de una y otra parte, fue imposible llegar a un acuerdo. Policarpo no podía renunciar a la tradición pascual de las iglesias de Asia, una tradición de raíz judeocristiana, que él aprendió del propio Apóstol Juan Evangelista, de quien fue discípulo directo; los dos obispos, ante la imposibilidad de lograr la unidad litúrgica, quisieron dejar constancia del mantenimiento de la paz entre ellos, y como signo visible de comunión, el papa Aniceto hizo a Policarpo el honor de invitarle a celebrar la Eucaristía en su propia iglesia.
El problema se agravó a finales del siglo II, como coneecuencia de la introducción el la liturgia de las iglesias asiáticas de algunas observancias de sabor judaizante, como el rito del cordero pascual. A la vista del sesgo que tomaba la cuestión, el papa Victor I (189-198), en un acto significativo de ejercicio de la potesdad primacial, convocó la reunión de sínodos provinciales en las diversas iglesias, y todos ellos, salvo los de Asia, se mostraron de acuerdo con el uso romano. Los asiáticos se reafirmaron en su postura y, en nombre de ellos, el obispo Policrates de Efeso escribió una vehemente misiva al papa. Victor I reaccionó con dureza y amenazó a los asiáticos con sanciones canónicas, incluida la excomunión. La ruptura no llegó a consumarse, y a ello contribuyó la intervención apaciguadora de Ireneo de Lyon quien tras reiterar su adhesión a la observancia romana, pidió al papa que no rompiera comunión con aquellas iglesias, por el apego que mostraban a sus antiguas tradiciones, siendo como era una msima la fe de todos. Victor I acogió los ruegos de Ireneo, y con el tiempo, las iglesias asiáticas terminaron por aceptar la disciplina romana….”
No hay que ser genio para darse cuenta del gran apego que tenían estos primeros cristianos por mantener la tradición que habían recibido de los apóstoles, en la cual, inclusive en una cuestión liturgica y no dogmática, estuvo a punto de producirse un cisma. (24)
Conclusión
En otro estudio vimos que la Sola Scriptura no tiene fundamento bíblico, con este hemos demostrado que tampoco la Iglesia primitiva creía en esta doctrina que ha sembrado tan gran cantidad de divisiones y cismas dentro del protestantismo. El simple hecho de que los protestantes sepan cuales son los libros de la Biblia lo deben a la tradición, ya que en ninguna parte de la Biblia se enumeran los libros que pertenecen a ella. Los protestantes también se hacen los distraidos ante el hecho de que los primeros cristianos no tenían un canon del Nuevo Testamento completamente definido. El fragmento de muratori, el cual es el catálogo más antiguo de los libros del Nuevo Testamento no incluía todos los libros del canon que conocemos hoy. Así, aunque los libros que pertenece hoy al canon del Nuevo Testamento fueron escritos en el primer siglo, el canon como tal vino a ser definido definitivamente al final del siglo IV.
Referencias
(1) Tomado de Eusebio, Historia de la Iglesia. Paul L. Maier, Pág. 126
(2) Las citas de San Ireneo están tomadas de Contra los herejes, San Ireneo de Lyón, Conferencia del Episcopado Mexicano. Edición preparada por el P. Carlos Ignacio Gonzáles.
(4) Traducido de The Faith of the early Fathers, Vol I, Willian A. Jurgens. Pág. 190
(3) Traducido de New Advent Encyclopedia en http://www.newadvent.org/fathers/02101.htm
(5) Tomado de Fuentes Patrísticas 14. Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Edición preparada por Salvador Vicastillo, Editorial Ciudad Nueva. Pág. 253
(6) Ibid. Pág. 197
(7) Ibid. Pág. 275
(8) Tomado de Fuentes Patrísticas 14. Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Edición preparada por Salvador Vicastillo, Editorial Ciudad Nueva. Pág. 199-201
(9) Puede consultar esta carta en ingles en New Advent Encyclopedia en http://www.newadvent.org/fathers/050667.htm
(10) Ibid. http://www.newadvent.org/fathers/050675.htm
(15) Ibid. http://www.newadvent.org/fathers/1405.htm
(16) Tomado de Obras de San Agustín VIII (BAC 69), Pág. 338
(17) Ibid. Pág. 879
(18) Traducido de New Advent Encyclopedia en http://www.newadvent.org/fathers/14085.htm
(19) Traducido de The Faith of the Early Fathers, Vol 2, William A. Jurgens. Pág 124
(11) Tomado de Eusebio, Historia de la Iglesia, Paul L. Maier, Pág. 157
(12) Traducido de The Faith of the Early Fathers, Vol 1, William A. Jurgens. Pág 343
(13) Traducido de New Advent Encyclopedia en http://www.newadvent.org/fathers/2809.htm
(14) Tomado de Patrología II, Johannes Quasten (BAC 217), Pág. 70
(20) Traducido de The Faith of the Early Fathers, Vol 2, William A. Jurgens. Pág 18-19
(21) Ibid. Pág 73
(22) Tomado de Patrología II, Johannes Quasten (BAC 217). Pág. 317
(23) José Orlandis fue catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Zaragoza. En la Universidad de Navarra ha sido primer decano de la Facultad de derecho canónico y primer Director del Instituto de Historia de la iglesia. Ha publicado dos centenares de trabajos y más de veinte libros.
(24) El pontificado Romano en la Historia, José Orlandis, Ediciones Palabra, Pág. 37-38
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5 comentarios
El contexto parece aludir a que se refiere a los escritos que circulaban en aquella época que narraban las enseñanzas de Jesús (muchos los cuales seguramente serían los actuales escritos del Nuevo Testamento), ya que se refiere a lo que aprendió referente a "los mandamientos dados por el Señor".
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