En ocasiones, algunas personas que han visto que me he referido a la organización de los testigos de Jehová como una secta han mostrado algún grado de mayor o menor conformidad.
“No sé por qué tratarlos de esa manera”, “predican como lo hacía Jesús”, “se esfuerzan por seguir sus mandatos”, “¿por qué no les dan el mismo trato que les dan a otros protestantes?”, “¿no son ellos una iglesia cristiana más?”, “¿No deberíamos reconocerles como organización religiosa que es como le reconocen algunos países?”
Incluso una comentarista en el post anterior me escribía que calificarlos de ese modo me debería dar vergüenza porque era “tratar al prójimo como basura”
Alguien podría pensar que yo tengo algo personal contra los testigos de Jehová, que les guardo algún tipo de resentimiento, o que les imagino como seres malvados y malintencionados. Lo cierto es que nada es más lejano a la realidad. Conozco muchos testigos de Jehová algunos de los cuales son parte de mi familia (mi suegra por ejemplo) y por tanto guardo por ellos una gran estima. Me consta que entre ellos hay gente muy honesta y bienintencionada, así como también otras que no lo son tanto.
Pero las personas son las personas, y la organización es la organización, y precisamente, porque la conozco, puedo asegurar que la organización de los testigos tiene características que la identifican de manera inequívoca no solo como una secta, sino como una peligrosa y destructiva.
Si alguien piensa que esto suena duro, le invito que se tome el tiempo de leer esta serie de artículos en donde planeo sustentarlo.
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