El destino de los pastores que no cuidan del rebaño del Señor
He visto el Concierto de Navidad en la Santa Sede, y tengo amargo sabor de boca de ver lo que ocurre a partir del minuto 1:44, en donde invitan a una joven de los pueblos indígenas a compartir unas palabras respecto a la preservación de la biodiversidad y el propio sacerdote le pide que hable de su relación con la “Madre Tierra”
Cuando comienza a hablar pide al público cruzar sus manos sobre el pecho. El público, en el que se encuentran desde sacerdotes, hasta obispos y cardenales obedece sonriente y dócil mientras recibe una catequesis de la Madre Tierra y su significado para ellos:
“Para nosotros, los pueblos indígenas, la madre tierra, la Hizca Guaia, es todo. Es la madre que nos da los alimentos, la comida, el agua sagrada, las plantas medicinales; y lo que ofrecemos a la tierra es para rendirle homenaje: la placenta, los primeros cabellos que nos cortamos. Para nosotros la Madre Tierra es fundamental, la conexión con ella es constante, como se siente el pulso, como se siente el corazón”.
Comparto unas precisiones respecto a esto:
- No existe la “madre tierra", existe un Dios creador del cielo y tierra, que es de quien proviene todo lo bueno, por tanto lo que los indígenas entienden como “madre tierra” no es sino “creatura” y todo culto (latría) a la creatura en lugar del creador es idolatría.
- Como cristianos estamos llamados a evangelizar precisamente a personas que piensan así, con caridad cristiana, no a la inversa.
- Vivimos una época dura donde muchos de nuestros líderes religiosos han perdido el celo por la pureza de la fe, y han dejado de ser sal de la tierra. De ellos advirtió el Señor:
Ezequiel, 34
1.La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2.Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice el Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño?
3.Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño.
4.No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza.
5.Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas.
6.Mi rebaño anda errante por todos los montes y altos collados; mi rebaño anda disperso por toda la superficie de la tierra, sin que nadie se ocupe de él ni salga en su busca.
7.Por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh:
8.Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, lo juro: Porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mi rebaño;
9.por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh.
10.Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra los pastores: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa.
11.Porque así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él.
12.Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas.
13.Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra.
14.Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por los montes de Israel.
15.Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahveh.
16.Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la exterminaré: las pastorearé con justicia.
- Y para finalizar: como cristianos estamos llamados a hacer nuestra parte. Todos somos parte de la Iglesia, y cada quien rendirá cuentas de cómo lo haga ante el tribunal de Cristo. No perdamos la esperanza de que Cristo ha vencido y al victoria final está asegurada, aunque en el intermedio presenciemos espectáculos como este.
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