El Cardenal Carlos Osoro y la misericordia devaluada
Hace más de dos años ya del debate que tuve con Alejandro Bermúdez sobre el tema del castigo divino, y para ese entonces era mucha la ignorancia del pueblo católico sobre este tema. Recuerdo que el tema trascendió a las redes sociales, y muchas personalidades ilustres de la Iglesia participaron, pero sólo un obispo se plantó públicamente en una entrevista —que puede escuchar AQUÍ— para recordar que era un error enseñar que Dios no castiga. Me refiero a Monseñor José Ignacio Munilla.
Hoy sin embargo veo con pesar que ahora uno de los nuevos cardenales es quien ha enseñado lo contrario en una entrevista. Me refiero a quien desde hoy es el Cardenal Carlos Osoro, quien ha declarado:
“Dios ama, nunca castiga. Es amigo del hombre. Otra cosa es que los hombres no quieran vivir según ese amor que nos tiene y relegan muchas cosas. Pero Dios nos señala situaciones en las que podemos entregar ese Amor. En la vida, uno puede vivir matando o haciendo vivir. Dios vino a este mundo para hacernos vivir. No hay duda de que el Dios en el que creemos los cristianos, revelado en Jesucristo, es un Dios que ama y que sale a favor del hombre. Tan es así que dio la vida a favor nuestro. Y nos pide que hagamos lo mismo nosotros.”
Ante este tipo de declaraciones heterodoxas me veo obligado otra vez a abordar el tema, refrescando algunas de las cosas que en ese entonces se dijeron, y añadiendo algunas reflexiones personales que he tenido desde entonces.
En el año de la misericordia ¿devaluada?
Cuando comenzó el año de la misericordia temí lo peor y creo que no me equivoqué. Preveía que en ola de lo políticamente correcto abundarían las predicaciones sobre la misericordia divina, pero no la misericordia que enseña el evangelio, sino una misericordia devaluada donde el perdón se regala indiscriminadamente aunque no haya conversión ni arrepentimiento.
Hoy muchos prelados de la Iglesia están convencidos de que este es el camino correcto a la hora de predicar a Cristo: un Cristo siempre sonriente que acepta a todos como son, comprensivo de la debilidad humana: Dios es sólo amor, Dios es sólo misericordia, Dios es sólo acogida.
Por qué la misericordia devaluada no atrae
Pero es un hecho que este tipo de predicaciones buenistas ni siquiera está ayudando a que la Iglesia atraiga a más personas, ni a que mantenga a los fieles dentro de la Iglesia. Tampoco «el efecto Francisco» ha podido detener la debacle, y los números no mienten. Échese un vistazo por ejemplo a las cifras del CARA (Center or Applied Research in the Apostolate) en donde se observa que difícilmente las cosas podrían ir peor.
En mi opinión, esto ocurre en parte porque la predicación católica se ha devaluado, y con esto no estoy invitando a que fomentemos la imagen de un Dios “castigador”, sino insistiendo en que si no se predica la doctrina católica de manera ortodoxa, mostrando un Dios que es a la vez justo y misericordioso, no vamos a llegar a ninguna parte.
Yo soy un laico de a pie que conoce bien “el olor a oveja”, porque yo mismo soy una oveja, y veo con claridad que en un mundo que se ha perdido totalmente la noción de temor de Dios, es absolutamente inútil predicar una misericordia que el mundo siente que no necesita, y la predicación católica diluida le confirma en su posición.
Usemos un poco de sentido común: si a mí me dicen por un lado que “Dios no castiga nunca”, y por el otro que “Dios es misericordioso”, ¿quién puede creer que necesita la misericordia? Queda como un bonito adorno del que se puede prescindir perfectamente sin consecuencias.
La predicación misma de la misericordia depende de que se comprenda que esta es una cualidad de Dios, en cuanto ser perfecto, por la cual perdona los pecados de las personas y les sustrae del justo castigo que merecen. Sólo puede sentirse gozosamente perdonado, el que sabe que se ha librado de un castigo merecido… pero si ni merecen castigo porque Dios no castiga, y no hay nada que perdonar, la misericordia no tiene sentido.
Así no predicó Jesucristo
Jesús fue el primero en predicar la misericordia, y anunciar el año de gracia del Señor, pero fue también quien más duramente advirtió a aquellos que estaban endurecidos sobre el castigo que les esperaba si no se convertían:
“Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” (Mateo 7,13-14)
“El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mateo 13,41-42)
“Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»” (Lucas 21,34-36)
“…le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mateo 24,51)
“dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.” (Mateo 24,41-46)
“Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.” (Mateo 5,28-29)
“le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»” (Mateo 22,12-14)
“Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: “Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?» El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.»” (Juan 8,21-24)
“Así que por sus frutos los reconoceréis. «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!” (Mateo 7,20-23)
“El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día;” (Juan 12,48)
“Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin. Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» Yo, Jesús, he enviado a mi Ángel para daros testimonio de lo referente a las Iglesias. Yo soy el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba.»” (Apocalipsis 22,12-16)
“Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.” (Juan 15,2-6)
Así no han predicado los Papas
Los últimos Papas aunque también han predicado la misericordia, nunca han enseñado que Dios no castiga. San Juan Pablo II por ejemplo, enseñó claramente que no se puede enseñar una cosa sin la otra:
“Al mal moral del pecado corresponde el castigo, que garantiza el orden moral en el mismo sentido trascendente, en el que este orden es establecido por la voluntad del Creador y Supremo Legislador. De ahí deriva también una de las verdades fundamentales de la fe religiosa, basada asimismo en la Revelación: o sea que Dios es un juez justo, que premia el bien y castiga el mal: « (Señor) eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios. Y has juzgado con justicia en todos tus juicios, en todo lo que has traído sobre nosotros … con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados ».(Daniel 3,27)” (Juan Pablo II, Salvífici Doloris, 10)
El Papa Juan Pablo II fue uno de los Papas que más ha predicado la misericordia, pero también ha sido uno de los que más claramente ha explicado que el amor paterno de Dios no excluye el castigo. En su audiencia del Miércoles, 29 de Setiembre 1999 explicó:
“El amor paterno de Dios no excluye el castigo, aunque éste se ha de entender dentro de una justicia misericordiosa que restablece el orden violado en función del bien mismo del hombre(cf. Hb 12, 4-11).”
Señaló también en otra ocasión:
“Pero Dios, siempre misericordioso incluso cuando castiga, « puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara » (Gn 4, 15). Le da, por tanto, una señal de reconocimiento, que tiene como objetivo no condenarlo a la execración de los demás hombres, sino protegerlo y defenderlo frente a quienes querrán matarlo para vengar así la muerte de Abel. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Es justamente aquí donde se manifiesta el misterio paradójico de la justicia misericordiosa de Dios, como escribió san Ambrosio: « Porque se había cometido un fratricidio, esto es, el más grande de los crímenes, en el momento mismo en que se introdujo el pecado, se debió desplegar la ley de la misericordia divina; ya que, si el castigo hubiera golpeado inmediatamente al culpable, no sucedería que los hombres, al castigar, usen cierta tolerancia o suavidad, sino que entregarían inmediatamente al castigo a los culpables. (…) Dios expulsó a Caín de su presencia y, renegado por sus padres, lo desterró como al exilio de una habitación separada, por el hecho de que había pasado de la humana benignidad a la ferocidad bestial. Sin embargo, Dios no quiso castigar al homicida con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte” (San Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, 9)
El Papa Benedicto XVI profundizó en esta misma línea:
“Asimismo, en su condición de pecador, el hombre continúa siendo destinatario del amor de Dios, pues este amor es incondicional, y tras la caída asume el rostro de la misericordia. Incluso el castigo que Dios inflige al hombre y a la mujer hace surgir el amor misericordioso del Creador. En este sentido la descripción más precisa de la criatura humana es la de un ser en camino, homo viator. En esta peregrinación hacia la patria, el hombre está llamado a una lucha para poder elegir constantemente el bien y evitar el mal." (Benedicto XVI, Carta Apostólica Ad perpetuam rei memoriam)
El papa y beato Pablo VI insistió también en lo mismo:
“Según nos enseña la Divina Revelación, las penas son consecuencia de los pecados, infligidas por la santidad y justicia divinas, y han de ser purgadas bien en este mundo, con los dolores, miserias y tristezas de esta vida y especialmente con la muerte, o bien por medio del fuego, los tormentos y las penas catharterias en la vida futura. Por ello, los fieles siempre estuvieron persuadidos de que el mal camino tenía muchas dificultades y que era áspero, espinoso y nocivo para los que andaban por él.” (Pablo VI, Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina, 2)
La doctrina católica también enseña que así como Dios es el supremo legislador, que premia el bien y castiga el mal, también enseña que es la segunda Persona de la Santísima Trinidad, Jesucristo, a quien el Padre ha conferido la potestad judicial para premiar y castigar, inclusive durante nuestra vida mortal, y no sólo en el más allá:
“El mismo Jesús, al responder a los judíos, que le acusaban de haber violado el sábado con la maravillosa curación del paralítico, afirma que el Padre le había dado la potestad judicial, porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo el poder de juzgar se lo dio al Hijo. En lo cual se comprende también su derecho de premiar y castigar a los hombres, aun durante su vida mortal, porque esto no puede separarse de una forma de juicio. Además, debe atribuirse a Jesucristo la potestad llamada ejecutiva, puesto que es necesario que todos obedezcan a su mandato, potestad que a los rebeldes inflige castigos, a los que nadie puede sustraerse” (Pío XI, Encíclica Quas Primas, 13)
Los Papas anteriores también entendían que predicar el castigo divino podía ser “políticamente incorrecto", pero había que enseñarlo porque era una verdad de fe:
“Un gran obispo francés, Dupanloup, solía decir a los rectores de seminarios: Con los futuros sacerdotes sed un padre, sed una madre. Esto agrada. En cambio ante otras verdades, sentimos dificultad. Dios debe castigarme si me obstino; me sigue, me suplica que me convierta, y yo le digo: ¡no!; y así casi le obligo yo mismo a castigarme. Esto no gusta, pero es verdad de fe.” (Juan Pablo I, Audiencia 13 de Septiembre de 1978)
Inclusive el propio Papa Francisco, cuando era cardenal, no dudaba en advertir que Dios castiga sobre todo a aquellos que sirven a la injusticia y que utilizan medios malos con fines buenos.
Muchas más enseñanzas de papas, padres de la Iglesia y santos a lo largo de la historia se podrían agregar, pero aquellos que me leen y estuvieron al tanto del debate las conocen bien. Aquellos que no lo leyeron, pueden revisar lo que se escribió del tema en el libro de descarga gratuita que publiqué y cuyos enlaces coloco al final del post.
Al Cardenal Osoro le pido como un laico preocupado porque en la predicación de un cardenal se desvirtúe la doctrina milenaria de la Iglesia, que no se vaya por los caminos políticamente correctos. Hay que predicar la verdad completa: Dios es justo y misericordioso, no sólo misericordia, ni sólo justicia. Recuede la enseñanza del Papa Juan Pablo II, que no era Dios castiga O Salva, sino Dios castiga Y Salva.
Actualización:
Elentir también ha escrito sobre el “Dios no castiga nunca” del Cardenal Osoro:
¿Aún hay infierno o ha desaparecido en aras de una concepción buenista del Cristianismo?
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37 comentarios
Cuando se trata de la divinidad y de nuestra salvación, sólo hay un camino: "Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad".
Quizás la mención bíblica más impresionante, sea la Parábola aquella que narra el Señor en Lucas -19,11-27- , de aquel noble que se marcha a recibir la investidura real, pero "sus conciudadanos le odiaban y dijeron: no queremos que él reine entre nosotros".
Cuando el Señor volvió, ya investido rey, no sólo castigó a aquellos conciudadanos que, aunque fieles, fueron negligentes en la administración del capital que él previamente les había entregado para administrar.
Sobre todo -recalca el relato- el Rey mandó castigar aquellos traidores que, al rechazarle, habían cometido un crimen de lesa majestad: "En cuanto a mis enemigos, a aquellos los que no querían que reinase sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia"
está ud. perdiendo el tiempo si piensa que Carlos Osoro rectificará sobre esa opinión errada; pierda usted la esperanza.
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JM: Mi artículo no sólo pretende su rectificación, sino reiterar la doctrina católica para quienes lean esto.
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JM: El castigo temporal tiene un doble componente: por un lado es correctivo, y por otro lado restaura el orden moral perturbado por el pecado. Sobre la distinción entre castigo temporal y eterno hablé en el primero post de la serie.
¿Dios castiga o no castiga?
1-¿Qué habrá sido de San Dimas?¿Fundará un sindicato?¿Hará lío?
2-El ladrón obstinado ¿Habrá salido del infierno? ¿Lo canonizarán uno de estos días?
3-El crucificado que está en medio de San Dimas y el otro ¿Para qué está allí colgando, desangrándose hasta morir?
¿PARA QUÉ?
Abrazo fraterno, que Dios te bendiga abundantemente por tu gran labor.
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JM: De acuerdo.
La pedagogía de Dios habla distinto a cada persona de acuerdo a su madurez espiritual. Lo ideal es que le busquemos por amor, pero a los obstinados les advierte del castigo. Es un recurso pedagógico que ha utilizado durante toda la historia de la Salvación, desde cuando envió a Jonas a Ninive, hasta cuando anunció los castigos al mundo en el libro del Apocalipsis.
Del tema hace algún tiempo publiqué este artículo de Monseñor Charles Pope:
Jesús nunca vaciló a predicar el temor al castigo, y tampoco deberían los predicadores modernos
P.D. Recemos por el Cardenal Osoro.
Excelente post. Que el Espíritu Santo te siga iluminando.
No son de extrañar, entonces, los cismas de hecho, que ya andan divulgándose en la Iglesia con bombo y platillo, publicidad y aplausos.
Que no se canse el Señor de tener misericordia de nosotros.
El Señor le bendiga y le guarde junto a su querida familia.
Paz y Bien.
Brillante. Bonito diálogo de sordos al que lleva la pastoral "buenista":
- No temas, Dios no castiga, es pura Misericordia.
- ¡Bueno fuera que me castigara, cuando yo tengo derecho a ser feliz y soy libre para elegir cómo serlo!
- ¡Tranquilo, tranquilo, no te dejes dominar por la angustia y el miedo!
:)
Saludos cordiales.
Quisiera resaltar aquí una de las últimas expresiones que se oyen con frecuencia en las homilías y que desconciertan y confunden: "Dios nos ama como somos, con nuestro pecado". Sé que es así, pero creo que es indispensable completar el aserto añadiendo que Dios me ama pero aborrece mis pecados y que me invita a la conversión, a superar con su gracia y mi colaboración esa situación de pecado. De lo contrario, ¿para qué esforzarme en procurar mi salvación? Y más, ¿para qué se encarnó el Señor y murió en la cruz?
Negar el castigo supone negar la libertad del hombre, uno de los mayores dones de Dios. Y supone reducirnos a una condición infrahumana, que es lo que pastores desnortados hacen cuando consideran inútil predicar que nos esforcemos por superar nuestros pecados, pues muchas personas no son capaces. Y, como en un post escribía Luis Fernando, afirmar esto último supone no creer en el poder de la gracia, en que Dios actúa en la vida de las personas.
En efecto, nos protestantizamos rápidamente. La cultura actual facilita este proceso. Por eso, hay que agradecerle a usted, y a páginas como Infocatólica, que nos recuerden la sana doctrina.
Que Dios le bendiga.
La respuesta del Cardenal es similar a la del Señor cuando le hicieron una pregunta parecida, la de la Torre de Siloé y los galileos que mató Pilatos: Lc 13, 1-5.
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JM: La frase "Dios no castiga nunca" aplica para todos los contextos, porque nunca es nunca, y bajo ninguna circunstancia. Si a mi me preguntan si Dios me castigó aquí o allá puedo decir que creo que sí o creo que no, pero si digo que no castiga nunca, no hay vuelta de hoja.
Permítam recordar una frase suya: "en un mundo que se ha perdido totalmente la noción de temor de Dios, es absolutamente inútil predicar una misericordia". Apliqumos el mismo ritrio de interpretación literal y sin matices.
¿Realmente en el mundo se ha perdido TOTALMENTE la misericordia de Dios? Nadi, abolutamente nadie, tiene concincia de la misericordia de Dios? No me diga que algunos sí la tienen porque entonces estará uando una vara de medir distinta de la que le aplica al Cardenal.
Lo mismo podriamos decir de que es ABSOLUTAMENTE inútil predicar la misericordia en un un mundo así. Entonces, ¿es inútil prdicar la misericordia? ¿Defiende ud. que dejemos de predicar la misericordia?
Agradeceré saber si ratifica sus palabras tan tajantes o las matiza. Lo único que quero que sepa, es que le voy a pedir que use el mismo criterio con los demás, incluido el Cardenal Osoro, por aquello de que con la misma vara con que ud. mida, será medido.
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JM: Lo que digo está claro si se lee todo. Es inutil predicar la misericordia si a la vez se enseña que Dios no castiga nunca. Totalmente inutil, absolutamente inutil, en todos los casos inutil, porque si no he hecho nada que merezca castigo, no necesito que me perdonen.
Lo ví a diario:
- Dios no castiga nunca
- Porque Dios es misericordioso
- Ah, ok, que bien, sigo en lo mío sin preocupaciones.
Los Padres y Doctores de la Iglesia Católica estaban muy interesados en la salvación de las almas, y procuraron mucho conocimiento de la Sagrada Biblia, ya se ve que tuvieron mucho tiempo. Los pastores de nuestros días no pueden excusarse de que no tienen tiempo, vemos a un San Juan Crisóstomo, a un San Alfonso María de Ligorio, a un San Agustín, a un San Antonio de Padua, San Buenaventura, incluso el Papa Benedicto XVI, también en nuestros tiempos seglares, incluso casado y trabajando por mantener su familia tienen tiempo para ir creciendo en la fe estudiando la Sagrada Biblia y el Magisterio de la Iglesia Católica. Sí, que hay tiempo para conocer las verdades, y entre ellos que Dios castiga cuando el pecador le provoca continuamente, si el alma no aprende en este mundo, y no hace que su castigo se convierta en un remedio para la salud espiritual, y una verdadera conversión del corazón, ese castigo continuará después de la muerte, porque habiendo tenido muy cerca la salvación de Dios, no quisieron hacer caso, y ahora sufren sus propias desobediencias.
No hace mucho que un sacerdote en Italia me parece que fue, cuando mencionó que terremotos eran como castigos de Dios, muchos cristianos en lugar de examinar la Sagrada Biblia para verificarlo, "se rasgaron las vestiduras", pues lo que dijo ese sacerdote, se puede encontrar en la Sagrada Biblia. Los terremotos, los huracanes, las sequias, el granizo, etc. todo se explica cuando más se examina la Palabra de Dios, pero ante todo, no por curiosidad sino buscando la gloria de Dios. Los terremotos suceden porque no quiere el Señor que el alma se condene, sino que recapacite, hay almas que lo hacen, tras una vida de pecados, aprenden la lección.
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JM: El tema de si Dios castiga con desastres naturales es un debate distinto en este caso porque habría que entrar en el tema si Dios castiga a inocentes junto con culpables. Es un debate muy interesante en el que tengo mi opinión bien formada, pero nunca lo mezclo con este para no dar oportunidad a quienes niegan el castigo divino de que se agarren de allí.
Dios Nuestro Señor te bendiga.
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JM: Lo sé. Lo puntualizo porque en su momento Alejandro Bermúdez en su libro intentó desviar el tema por allí, endonsándome esa tésis, y citando autores que opinan que Dios no castiga con desastres naturales, para así intentar probar que Dios no castiga nunca.
Lo único que le pido es que si pide que se mire el contexto par sus palabras, tan tajantes, entonces mire el contexto para las palabras del Cardenal.
Pero si ud. critica al Cardenal por sus palabras descontextualizadas, yo diré que ud. afirma doctrinas totalmente incompatibles con el Magisterio de la Iglesia.
Es ud. el que elige: o palabras en su contexto o palabras sin contexto.
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JM: Elijo el contexto para ambas. Yo he visto el contexto de las palabras del Cardenal. Y aún leyéndolo todo, si a la pregunta:
– ¿Dios pudo haber castigado acá?
Se responde:
– No, Dios no castiga NUNCA.
No hay forma de remendarlo, y no redundaré más sobre lo evidente.
Saludos cordiales.
JM: No voy a redundar indefinidamente sobre lo mismo, así que vaya y quéjese a otro lado.
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Mons. Barriola, de una pincelada ha retratado usted la actual crisis de la Iglesia.
Señalando de paso uno de los grandes problemas, quizás la falla eclesial más grande que padecemos: las promociones eclesiales que no son ni justas, ni santas, ni meritorias.
Y ni hablarle quiero de algo mucho peor, como es la persecución hasta la defenestración de muchos buenos obispos designados por Benedicto y SJPII.
¡Ven Señor Jesús!
Leo con mucha satisfacción, que usted a llegado al detalle de este
asunto del la Misericordia de Dios y el Perdón de los pecados o el
Castigo por los cometidos,
Exactamente; estoy completamente de acuerdo con usted, de que se
ha manifestado en este año de la MISERICORDIA, y por muchos religiosos, una MISERICORDIA QUE CONCILIA CON EL PECADO QUE COMETE EL PECADOR, CUANDO LO CORRECTO ES QUE ESTA ACOJA AL PECADOR PERO RECHAZE SU PECADO.
Dios da a los ELEGIDOS en este MUNDO, UN CASTIGO DE CORRECCIÓN, EL CUAL OBVIAMENTE ES TEMPORAL, PERO A LOS QUE LE DESPRECIAN Y RECHAZAN POR CASTIGAR EL PECADO LOS RESERVA PARA EL CASTIGO ETERNO,
JM: Mucha gracia me produce su último comentario totalmente desubicado. Lamento decirle que en el área de comentarios de mi blog mando yo. Al que no le gusta se va, y no tengo que soportar nada. Si incluso el mensaje aparece editado es por cortesía, pero con borrarlo y ni leerlo tengo. Así que si se quiere desgastar enviando comentarios, haga la prueba y se dará cuenta. ¡Adelante Don Quijote!.
Ah, y un consejo más: hágase ver con un psicólogo que se nota que no está usted muy bien de la cabeza. Eso de "amenazarme" con hacerme lesionar el dedo presionando el botón "borrar comentario" no es un sensato. Yo sólo presiono un botón y ni tengo que leer, ud se va a cansar más.
vatican.va/archive/bible/nova_vulgata/documents/nova-vulgata_nt_apocalypsis-ioannis_lt
¿Porqué no obstante lo niega, y de manera terminante?
¿Es lícito inferir que su promoción cardenalicia pueda estar de algún modo vinculada con la adhesión de Mons. Osoro a alguna corriente no muy heterodoxa, por decirlo suave?
Y no es que me haya vuelto loco ni esté proponiendo un mundo del revés, sino que si vemos el perfil de algunos varios cardenales, entenderemos que no es aventurado asegurar que por ahí van los tiros.
Porque hoy en día en nuestra irreconocible Iglesia, la ortodoxia es un serio obstáculo para cualquier promoción eclesial.
Y ello es así desde el diaconado para arriba.
¿O hacen falta ejemplos?
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JM: Yo no infiero nada, simplemente señalo una afirmación que no es católica. Ahora, es evidente que un sacerdote, un obispo o un cardenal que por fuerza tiene que haber leído la Biblia completa debe haberse "topado" sí o sí con alguno de lo textos bíblicos donde se dice que Dios castiga, sin mencionar en su clase de teología el tema de la justicia divina, pero puede haberse adherido a la corriente de interpretación de moda que en su momento denunció el Papa Benedicto XVI y que ve oposición entre el castigo y el amor:
“Me comentó algo muy interesante el arzobispo de Dublín. Dijo que el derecho penal eclesial funcionó hasta los últimos años de la década de 1950, que si bien no había sido perfecto -mucho hay en ello para criticar-, se lo aplicaba. Pero desde mediados de la década de 1960 dejó simplemente de aplicarse. Imperaba la conciencia de que la Iglesia no debía ser más Iglesia del derecho, sino Iglesia del amor, que no debía castigar. Así, se perdió la conciencia de que el castigo puede ser un acto de amor.
En ese entonces se dio también entre gente muy buena una peculiar ofuscación del pensamiento. Hoy tenemos que aprender de nuevo que el amor al pecador y al damnificado está en su recto equilibrio mediante un castigo al pecador aplicado de forma posible y adecuada. En tal sentido ha habido en el pasado una transformación de la conciencia a través de la cual se ha producido un oscurecimiento del derecho y de la necesidad de castigo, en última instancia también un estrechamiento del concepto de amor, que no es, precisamente, sólo simpatía y amabilidad, sino que se encuentra en la verdad, y de la verdad forma parte también el tener que castigar a aquel que ha pecado contra el verdadero amor”
Benedicto XVI, Luz del mundo, Herder 2010, p. 16-17
Tal vez sea bueno poner en este post ese vídeo, las aguas están muy revueltas, y aunque El Papa a veces puede ser ambiguo y pecar de ingenuo, se esta creando una imagen de él demagogo que no le hace justicia. Y conste que no lo digo por tu blog, precisamente creo que aunque muchas veces no estoy de acuerdo contigo en muchas cosas, soy consciente de lo ecuánime que eres en dar los datos y de promover el sano equilibrio de ni ser papólatra ni ser un despotricador contra el Papa. Es por eso que me he sentido con la libertad de dar este consejo.
Un saludo.
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JM: El Papa Francisco también ha enseñado como Papa que Dios castiga.
Véase por ejemplo la Carta Apostólica “Misericordia et misera” presentada hoy. Da un ejemplo bien concreto de castigo divino y dice "Sabemos que Dios los castigó"
También en la audiencia del 2 de marzo de 2016 enseñó respecto al castigo temporal:
"Y este es el camino de la misericordia divina: Dios no nos trata según nuestras culpas (cf. Sal 103, 10). El castigo se convierte en instrumento para provocar la reflexión. Se comprende así que Dios perdona a su pueblo, lo dispensa y no destruye todo, sino que deja siempre abierta la puerta a la esperanza..."
En ese caso Paulo Vi actuó despóticamente porque lo hizo cargándose lo dispuesto en el DC, sin alegar razones que justificaran la flagrante violación de un cuerpo de normas que tiene a los papas por garante de su aplicación.
Esto significó el principio del fin del DC, pues las señales que se dieron fueron terribles y claras: la voluntad arbitraria del Papa está por encima del DC.
Los obispos tomaron nota y muchos en sus jurisdicciones actuaron con similares criterios. Y hubo sacerdotes que ídem. El despotismo cundió y el DC devino papel mojado, que se terminó aplicando según el criterio discrecional de la autoridad, o no se lo aplica en absoluto.
SJPII y Bendicto intentaron encarrilar las cosas, pero el autoritarismo aderezado de misericordia se terminó imponiendo.
Porque detrás del cacareado "rechazo a la ley" (o sea concretamente al DC), lo que muchas veces se agazapa es el deseo de hacer lo que me viene en ganas. La inexistente oposición entre el "amor" y la "ley" se ha inventado al mero efecto de encubrir dulzonamente un incipiente despotismo.
¿Aún hay infierno o ha desaparecido en aras de una concepción buenista del Cristianismo?
Dios ha castigado a personas, ciudades y naciones enteras por su obstinación eso sí siempre ha dado todas las posibilidades para nuestra salvación tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Así que su eminencia reverendísima antes de hablar por favor piense lo que va a decir, que Vd siempre ha sido prudente.
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JM: El Papa Benedicto XVI recordó eso mismo: que Dios ha castigado personas e incluso pueblos por su infidelidad:
"Lo que denuncia esta página evangélica interpela nuestro modo de pensar y de actuar. No habla sólo de la "hora" de Cristo, del misterio de la cruz en aquel momento, sino de la presencia de la cruz en todos los tiempos. De modo especial, interpela a los pueblos que han recibido el anuncio del Evangelio. Si contemplamos la historia, nos vemos obligados a constatar a menudo la frialdad y la rebelión de cristianos incoherentes. Como consecuencia de esto, Dios, aun sin faltar jamás a su promesa de salvación, ha tenido que recurrir con frecuencia al castigo.
En este contexto resulta espontáneo pensar en el primer anuncio del Evangelio, del que surgieron comunidades cristianas inicialmente florecientes, que después desaparecieron y hoy sólo se las recuerda en los libros de historia. ¿No podría suceder lo mismo en nuestra época?"
(Benedicto XVI, Homilía del Domingo 5 de octubre de 2008)
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