Dios sí castiga: conclusiones
Y llegamos ahora sí al último artículo de esta serie dedicada al tema del castigo divino. Me imagino que los que han seguido cada una de las entregas han de estar agotados, pero seguro no más que yo. De verdad espero que haya servido para profundizar en este tema que no es poco importante, y en el que lamentablemente hay distorsiones que son difundidas en no pocas parroquias católicas inclusive por sacerdotes (Hay que decirlo, así está el patio). En esta ocasión analizaré los argumentos de los dos últimos programas de Alejandro Bermúdez que pueden ser escuchados de manera íntegra acá:
Alejandro Bermúdez – Por qué Dios no castiga II
Alejandro Bermúdez – Por qué Dios no castiga III
Pero antes de comenzar quiero pedirles dos favores:
1) Todo lo que he dicho en este debate, así como la evidencia documental que ha venido creciendo con el aporte de muchos de ustedes, lo he recopilado en un pequeño libro digital gratuito en formato PDF que pueden descargar y compartir en la siguiente dirección:
¿Dios castiga? - Un debate entre hermanos católicos para comprender mejor nuestra fe
Actualización: Ya ha salido publicada también la edición de libro físico y la edición digital para Kindle en Amazon.
2) Les agradeceré que además del libro compartan esta serie de artículos, ya sea a través de las redes sociales (Facebook y Twitter) como por cualquier otro medio. Tengan en cuenta la gran difusión que tienen los errores en sentido contrario en los medios de comunicación inclusive católicos.
Comencemos…
¿Sólo porque en ocasiones no podemos tener certeza de cuando Dios castiga, quiere decir que no lo hace?
Uno de los primeros argumentos de Alejandro consiste en alegar que como nadie puede tener certeza en que determinado mal es un castigo divino, eso implica que Dios nunca castiga.
Para intentar demostrar su tesis parte de la relación que hay entre un padre humano y su hijo y la traslada por analogía a la relación entre Dios y nosotros. Sabemos que cuando un padre castiga a su hijo, le explica de manera clara por qué hace, de manera que entienda cual es la conducta que tiene que corregir. Como a Dios no le vemos actuar de esa manera, eso le hace entender que Dios tampoco castiga, ya que para hacerlo tendría que explicarnos la razón como lo hace un padre con su hijo.
Problemas de este argumento
Hemos mencionado numerosos ejemplos del Nuevo Testamento en los que se puede apreciar que Dios puede castigar tanto revelando, como sin revelar las razones. Por ejemplo, cuando Dios castiga a Zacarías dejándole mudo hasta el nacimiento de Juan el Bautista, el ángel le indica que la razón es su incredulidad (Lucas 1,18-19), lo mismo en el caso de Ananías y Safira, San Pedro les revela que pecaron gravemente contra el Espíritu Santo (Hechos 5,1-10), pero hay otros casos donde no es así, como cuando Herodes blasfema y enferma hasta morir (Hechos 12,21-23). Sabemos que fue castigado porque lo dice el evangelio, pero no hay evidencia de que a él se le revelara. Igualmente cuando los cristianos enfermaban y morían por profanar la Eucaristía, tampoco queda claro que lo supieran sino hasta que San Pablo se los advierte (1 Corintios 11,29-30).
Y aquí entramos en el segundo fallo de este argumento, pues se trata de una falsa analogía. Una falsa analogía es un tipo de falacia en la que el argumento analógico no se apoya en una semejanza relevante u olvida diferencias que impiden la conclusión. En este caso, si bien es cierto que Dios se comporta con nosotros de manera análoga a un “padre”, eso no quiere decir que podamos trasladar cada una de las características de una relación de paternidad humana a la relación entre Dios y el hombre. Un padre humano por ejemplo, se comunica directamente con sus hijos, habla con ellos cara a cara, lo abraza, le explica claramente el por qué de las cosas. Dios en cambio no se comunica con nosotros de esa manera, sino que se sirve de sus causas segundas. De esta manera, si tomamos en serio la forma de razonar de Alejandro, tendremos que concluir no sólo que Dios no castiga en esta vida, sino que no corrige, no educa, no ama, no recompensa, etc. Ya ve cómo partiendo de una falsa analogía se puede llegar a conclusiones absurdas.
La solución por lo tanto no es concluir que Dios no castiga, sino entender que la función medicinal de las penas no requiere necesariamente que la persona sepa que es una pena por sus pecados. El sufrimiento hace reflexionar y logra que las personas tomen mayor contacto con la realidad y empiecen a darse cuenta de que sus caminos son errados, aunque no sea más que razonando a partir de las consecuencias. Para ejemplificarlo, y no porque considere que los ejemplos bíblicos sean insuficientes, mencionaré una anécdota tomada de la biografía del padre Pio de Pieltrecina, santo estigmatizado de la Iglesia Católica. Se narra allí que una joven mujer fue a Benevento a pedir la gracia para su marido que había quedado totalmente ciego. El Padre Pio le dijo que su ceguera era un castigo de Dios para salvarle y purificarlo porque en su juventud cometió el grave pecado de haberle dado una golpiza a su padre. La joven que no lo podía creer se lo contó a su marido quien inicialmente lo negó; pero finalmente confesó y reconoció que a los dieciséis años sí le había dado una tremenda paliza a su padre con una vara de hierro[1].
Otro elemento que hay que tener en cuenta es que el castigo es ante todo reparación del orden de la justicia, y no siempre o necesariamente correctivo, como hemos visto en el caso del castigo eterno. Como explica Santo Tomás, en el castigo hay un elemento de justicia, y el elemento correctivo o medicinal se agrega en determinados casos. De hecho, sería absurdo que Dios castigase sin querer restablecer el orden de la justicia, habiendo un pecado de por medio, y que lo hiciese exclusivamente por una razón medicinal.
Una buena explicación de todo esto, la da el padre Antonio Royo Marín, reconocido teólogo autor de más de una treintena de clásicos de teología:
“624. 5. Efecto. Siendo la causa subjetiva del pecado la voluntad defectible, la pena deberá afectar a esa misma voluntad. Efectivamente, es de esencia de la pena que sea contraria a la voluntad; tiene por efecto contrariar la voluntad del pecador.
La culpa se distingue de la pena en que la primera es voluntaria y la segunda contra la voluntad del que la mereció. Todos los males que caigan sobre el pecador en castigo de su culpa, aunque no recaigan directamente sobre su voluntad misma, no le afectan sino en función de su voluntad. Esta oposición o contrariedad puede ser o a la voluntad actual, o a la voluntad simplemente habitual, o a la inclinación natural de la voluntad. Por eso puede ocurrir que el pecador no se dé cuenta, en un momento dado, de que está siendo castigado por su pecado, por no oponerse el castigo a la voluntad actual, sino sólo a la habitual o a la simple inclinación natural de la voluntad. Nada queda impune en el orden moral perturbado por el pecado, aunque no se dé cuenta de ello el pecador.
625. 6. Finalidad. El acto del pecado constituye al hombre reo de pena en cuanto que constituye—como hemos dicho—una transgresión del orden de la justicia divina; orden al que el hombre no puede volver sino por la reparación de la pena, que vuelve a su fiel la balanza de la divina justicia desequilibrada por el pecado. El que se ha permitido voluntariamente un placer o una satisfacción desordenada, es muy justo que sufra, según el orden de la justicia divina, de grado o por fuerza, algún dolor o pena contraria a su voluntad.
La finalidad de la pena consiste, pues, esencialmente, en compensar por esta contrariedad involuntaria la voluntaria contrariedad con que el agente se hizo culpable ante el principio ordenador, revolviéndose contra él y contra el fin legítimamente impuesto por él. Existen, sin embargo, otros fines accesorios o secundarios de la pena, tales como el restablecimiento del orden de la justicia violada por el pecado; la curación de las potencias del alma—de la voluntad sobre todo—que la culpa precedente había desordenado; la reparación del escándalo causado a los demás por el pecado, etc.”
(P. Antonio Royo Marín, Dios y su obra, Biblioteca de Autores Cristianos, p. 610)
¿Son los desastres naturales castigo de Dios?
Como siguiente argumento, Alejandro intenta probar que el Magisterio avala su tesis, y para esto menciona un reciente debate donde Mons. Inos Biffi rebatió las afirmaciones del profesor Roberto de Mattei, un conocido intelectual tradicionalista que afirmó que el terremoto de Japón pudo haber sido producto de un castigo divino por sus pecados. Alejandro agrega que Inos Biffi respondió a petición de la Santa Sede publicando un artículo en importantes revistas católicas estrechamente relacionadas con el Vaticano, como la Civitta Católica o el Observatore Romano.
Problemas de este argumento
El primer error de esta argumentación es que pasa por alto el hecho de que un artículo publicado por una revista católica por más respetable que sea, no es en ningún modo Magisterio. ¿Qué la Santa Sede de alguna manera revisa lo que allí aparece? Probablemente, pero eso no lo hace Magisterio. El hecho que presente un artículo en una revista católica como la posición oficial del Magisterio confunde a su audiencia que puede terminar tomando como magisterio algo que no lo es.
Otro error presente en esa argumentación es que descontextualiza el debate de la misma manera que ha venido descontextualizado el Catecismo de la Iglesia Católica y otros documentos del Magisterio (Dives in Misericordia, Reconciliatio et paenitentia, etc.), pero para poder entender por qué, tenemos que conocer el contexto de la discusión.
Cuando ocurre un desastre natural de la magnitud del terremoto de Japón, en donde mueren miles y a veces millones de personas, más que poner en tela de juicio si Dios puede castigar o no, surge la necesidad de explicar si es posible que Dios envíe un castigo en donde paguen justos y pecadores. En el caso específico del terremoto de Japón una niña escribió al Papa Benedicto XVI para preguntarle si la muerte de sus padres había sido un castigo divino. Una afirmación como la que se le atribuye al profesor Roberto de Mattei lastimaría los sentimientos de esa niña y de muchas personas sin causa justificada, ya que sería por lo menos temeraria. Como hemos venido explicando en los capítulos anteriores, si no es por una revelación especial no es posible tener certeza si determinado mal es producto de un castigo divino.
Para ejemplificar a que me refiero con “temeraria” tomaré como ejemplo el conocido caso del candidato presidencial de Brasil Trancredo Neves en las elecciones de 1985. Antes de las elecciones el candidato había afirmado que si conseguía 500.000 votos más, ni Dios lo quitaría de la presidencia, y aunque consiguió los votos y ganó las elecciones, enfermó un día antes de la toma de posesión para luego fallecer. Muchas personas afirmaron que Dios le había castigado por su blasfemia. En este caso, aunque todo parecería apuntar a que efectivamente fue un castigo divino, de hecho muy similar al caso de Herodes narrado en el evangelio que enfermó luego de blasfemar, aquí no contamos con una revelación especial que nos de certeza de que efectivamente fue así, por lo tanto, sería temerario afirmarlo y en estos casos la prudencia nos exige esperar a enterarnos en la otra vida.
Ahora bien, sin dar certeza de algún caso en particular ¿puede Dios castigar por medio de una catástrofe en el que se vean afectadas personas inocentes? La respuesta es irrelevante para lo que analizamos, porque incluso respondiendo negativamente, eso no implicaría que no pudiera enviar castigos que afecten sólo a los culpables. Se trata pues de un debate enteramente distinto.
Lo que sí podemos decir con seguridad sin entrar a debatir aquello, es que si bien los pecados de unos pueden afectar a otros, nunca uno puede recibir castigo en sus bienes espirituales por el pecado de otra persona. Una explicación de Santo Tomás puede ayudar a entenderlo mejor:
“Se puede considerar la pena de dos modos. Primero, como castigo, y en este sentido únicamente el pecado la merece, porque por ella se restablece la igualdad de la justicia, en cuanto que aquel que pecando se excedió en lo de seguir su propia voluntad, padece contra su voluntad algún daño. Por lo cual, como todo pecado es voluntario, incluso el original, conforme a lo dicho (1-2 q.81 a.1), se sigue que nadie es castigado de esta forma sino por el pecado voluntario.
Desde otro ángulo, puede ser considerada la pena como medicina, que no sólo es sanativa del pecado pasado, sino que tiene asimismo virtud para preservar del pecado futuro y para empujarnos a hacer algo bueno. Según esto, uno es castigado a veces sin culpa, aunque nunca sin causa. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nunca la medicina priva de un bien mayor para procurar un bien menor —por ejemplo, dejarle a uno sin vista para curarle el calcaño—, sino que, a veces, causa un daño en lo menor para prestar ayuda en lo más importante. Y como los bienes espirituales son los de mayor valor y los temporales los de menor, es por lo que a veces se le castiga a uno en estos últimos sin culpa, por ejemplo, con muchas penalidades de esta vida presente, que Dios le inflige para que le sirvan de humillación o de prueba. En cambio, no se castiga a nadie en los bienes espirituales sin culpa propia, ni en ésta ni en la otra vida, ya que en la vida futura las penas no son medicina, sino consecuencia de la condenación espiritual.”(Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.4)
La Salvifici Doloris ¿Fuera de contexto?
Alejandro también ha afirmado que descontextualicé lo dicho por el Papa Juan Pablo II en la Carta Apostólica Salvifici Doliris. El texto fue citado realmente por mi amigo Adrian Ferreira, quien también ha participado en el debate. Yo cité otros en donde también el Papa Juan Pablo II afirmó que Dios sí castiga (vea por ejemplo la audiencia del 25 de Julio del 2001 titulada “Dios castiga y Salva”[2]), pero aun así es oportuno hacer notar que la cita no está fuera de contexto. Leamos algunos extractos de la Salvífici Doloris:
“Al mal moral del pecado corresponde el castigo, que garantiza el orden moral en el mismo sentido trascendente, en el que este orden es establecido por la voluntad del Creador y Supremo Legislador. De ahí deriva también una de las verdades fundamentales de la fe religiosa, basada asimismo en la Revelación: o sea que Dios es un juez justo, que premia el bien y castiga el mal: « (Señor) eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios. Y has juzgado con justicia en todos tus juicios, en todo lo que has traído sobre nosotros … con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados”
“Ya en el Antiguo Testamento notamos una orientación que tiende a superar el concepto según el cual el sufrimiento tiene sentido únicamente como castigo por el pecado, en cuanto se subraya a la vez el valor educativo de la pena sufrimiento. Así pues, en los sufrimientos infligidos por Dios al Pueblo elegido está presente una invitación de su misericordia, la cual corrige para llevar a la conversión: « Los castigos no vienen para la destrucción sino para la corrección de nuestro pueblo.”
“El libro de Job no desvirtúa las bases del orden moral trascendente, fundado en la justicia, como las propone toda la Revelación en la Antigua y en la Nueva Alianza. Pero, a la vez, el libro demuestra con toda claridad que los principios de este orden no se pueden aplicar de manera exclusiva y superficial. Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está unido a la culpa, no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo. La figura del justo Job es una prueba elocuente en el Antiguo Testamento. La Revelación, palabra de Dios mismo, pone con toda claridad el problema del sufrimiento del hombre inocente: el sufrimiento sin culpa. Job no ha sido castigado, no había razón para infligirle una pena, aunque haya sido sometido a una prueba durísima. En la introducción del libro aparece que Dios permitió esta prueba por provocación de Satanás.”
El documento no requiere muchas explicaciones porque está bastante claro, por lo que sólo haré un par de puntualizaciones.
En primer lugar note que dice: “El libro de Job no desvirtúa las bases del orden moral trascendente, fundado en la justicia, como las propone toda la Revelación en la Antigua y en la Nueva Alianza”. Empiezo por acá para que no se utilice de nuevo la excusa de que como el libro de Job pertenece al Antiguo Testamento, el Papa no está dejando una enseñanza válida para nosotros. Recuerde que está hablando del orden moral trascendente, y eso incluye la antigua y nueva alianza.
Ahora vamos a la parte clave del texto que dice: “Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está unido a la culpa, no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo”, que es precisamente lo que hemos dicho: no todo sufrimiento es castigo, pero sí lo es cuando está unido a la culpa.
La parábola del hijo pródigo, ¿No demuestra que Dios no castiga?
Otro argumento recurrente en los podcast de Alejandro es la interpretación que hace de la parábola del hijo pródigo, en la que el padre se mostró compasivo y no castigó a su hijo luego de que había dilapidado su herencia, de allí razona que si el padre no le castigó, de la misma manera Dios que es un padre bueno, tampoco nos castigará.
Pero cuando se dice que Dios puede castigar si así lo determina, no se niega que como soberano universal tenga derecho a ser clemente. Tampoco decimos que esté obligado a aplicar una justicia meramente conmutativa. Si generalizamos a partir de una parábola cuya finalidad es poner de relieve la misericordia podríamos terminar creyendo junto con los protestantes que no existe el purgatorio sólo porque Jesucristo fue clemente con el buen ladrón y le prometió estar con Él ese mismo día en el paraíso. No hay que olvidar que el mismo Jesús en otros textos donde el tema principal es la responsabilidad personal de cada persona les advierte el castigo que recibirán sino actúan en consecuencia: “Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.” (Lucas 12,47-48).
Conclusiones
Con esto ya finalizamos y considero que he analizado todos los argumentos que expone Alejandro Bermúdez en su serie de programas (en total siete). Quiero agradecer especialmente al padre José María Iraburu, Luis Fernando Pérez director de Infocatólica, y a Néstor Martínez, quienes me han asesorado en este tema. Agradezco también a quienes con sus comentarios han contribuido a enriquecerlo y han ayudado a mejorar notablemente el resultado final, así como a los que pacientemente han venido leyendo cada una de las entregas.
Como complemento, una predicación del tema del padre Gabriel Tucuman, muy buena por cierto:
Dios les bendiga.
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NOTAS
[1] Carty, Charles Mortimer Fr., El Padre Pio: El Estigmatizado 2ª edición, Ed. Poblet. Buenos Aires (Argentina) 1960
Una copia digital en pdf de este libro está publicada en la Web de AutoresCatólicos:
http://www.autorescatolicos.org/misc12/reinadelcielopadrepio.pdf
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54 comentarios
Él habla para su público, al cual le cuenta su versión de lo que dice el "interlocutor" -en rigor, un "hombre de paja"- al cual "derrota" dentro de la campana de cristal en la que se mueve. Confiando, quizás, en su posición mediática dominante.
Todo ello me ha parecido tan intelectualmente deshonesto que hace imposible que este intercambio de ideas pueda ser considerado propiamente una "disputatio".
Todo ello sin perjuicio de haber posido detectar algunas inexactitudes -como por ejemplo que la Misa Vetus Ordo puede celebrarse merced a un "indulto", siendo que es evidente que eso no es así- que me confirman en la presunción de que AB ha tratado de compensar el bajo nivel de su argumentación, con "recursos" que no le honran precisamente.
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JM: Todo lo que dice me parece muy acertado, excepto en lo que dice de que probablemente mi nivel teológico es superior al de Alejandro. Realmente no, no es que yo sepa mucho, sino que acudo al Magisterio y a las fuentes seguras de doctrina para no meter la pata. Si Alejandro hubiese hecho lo mismo, y echado mano a cualquier manual de dogmática o filosofía de tantos que hay con aprobación eclesiástica, se hubiese dado cuenta que sus objeciones eran débiles y ya habían sido respondidas dentro de la Iglesia. Yo no reinvento la rueda, la rueda ya estaba inventada.
Gracias Jose miguel.
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JM: A mí sólo no, en parte es mérito también de Adrián Ferreira que hizo la recopilación de citas del Apéndice.
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JM: Muchas gracias.
Es ALTAMENTE preocupante que personas que tienen una responsabilidad pública ante multitud de fieles católicos se empeñen en negar las evidencias, a pesar de que se les ha explicado con todo lujo de detalles el error en que quieren mantenerse pertinazmente. Eso demuestra una falta de sometimiento a le enseñanza de la Iglesia que puede tener consecuencias nefastas para muchos fieles. Y por eso José Miguel se ha empeñado, con la ayuda de otros, en defender aquello en lo que creemos.
Puede que muchos piensan que el tema no merecía tantos posts y artículos. Creo que sí. Que era necesario dar una lección sobre cómo los católicos hemos de formar nuestra conciencia. Acudiendo a las fuentes: Escritura, Tradición y Magisterio.
Paz y bien.
Tengo algunas sugerencias:
1) Abordar la errada concepcion que se hacian muchos judios de que males fisicos eran castigos de Dios, como por ejemplo la lepra. Si bien explicas que el mal fisico no es necesariamente castigo cuando lo leia me daba la sensacion de que necesitaba aclararse un poco mas el tema.
2) El articulo hace referencia a los castigos "en vida". Lo que no me quedo claro y me surgio como pregunta en cuanto al infierno es: ¿Dios castiga con el infierno? Yo creo que uno es el que elige no ir al Cielo y que despues en el infierno uno recibe las penas de los pecados que cometio, pero estimo que esas penas serian temporales pero lo principal es verse privado de la presencia de Dios... Estaria bien afirmar que Dios castiga EN el infierno, pero no CON el infierno? Tengo la duda no me cierra el tema.
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JM: Los condenados sufren dos penas eternas (no temporales), la pena de daño y la pena de sentido. La pena de daño es la privación de la visión beatífica, y la pena de sentido se refiere en cambio al tormento de los condenados causado externamente por medios sensibles. Esta pena no es temporal como se ve en como Apocalipsis 20,10 “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
Ahora bien, el problema no es que alguien diga que la persona es la que se condena, o que Dios es la que la condena, ambas cosas son ciertas y no se excluyen mutuamente. El error es negar una para afirmar la otra. La persona se condena al rechazar el amor de Dios, es el abuso de su libre albedrío el que la conduce a ello, y en ese sentido se "auto-excluye". Pero también es correcto decir que Dios como juez universal, a quien corresponde juzgar y retribuir, será quien recompense a unos y castigue a otros.
Saludos
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JM: Nada de eso, como he dicho, sólo he consultado las fuentes que están disponibles para todos.
Quisiera proponerte otro tema, de distinta índole; se trata del debate ideológico respecto al mal llamado "matrimonio homosexual" y/o la unión civil para homosexuales que actualmente, y sobre todo en el Perú viene teniendo una propaganda mediática sin precedentes, con una avalancha desmesurada de artículos en los principales diarios a favor de una propuesta de ley de unión civil para homosexuales, que contiene todas las premisas de estos nuevos supuestos "derechos fundamentales". ¿Podrías desarrollar algunos argumentos racionales y confesionales de porqué la Iglesia condena los actos homosexuales?
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JM: Muchas gracias, lo consideraré, aunque para lo que requiere ya tiene al blog de Juanjo Romero aquí mismo enInfocatólica es especialista en esos temas, así como en otras relacionadas a la defensa de la vida y la familia.
Y yo no soy un experto en nada, sino que alguien que está acostumbrado a leer y releer las Sagradas Escrituras y algunos de los Santos Padres y doctores de la Iglesia Católica. En mi caso, no soy apologista. Pero admiro a los apologistas católicos que trabajan con el mismo sentir con la Santa Madre Iglesia Católica.
La oración nos ayuda a no cansarnos de alimentarnos de la Palabra de Dios: Antiguo y Nuevo Testamento. Y cuánto más se lee, más se comprende lo que Dios nos pide.
Sin duda, es también José Miguel un ejemplo para nosotros, es decir, que también nosotros debemos acostumbrarnos a meditar las Sagradas Escrituras, el Magisterio de la Iglesia Católica.
Veo que José Miguel cumple aquellas máximas de San Isidoro de Sevilla:
• «Todo el que es sabio según Dios, es feliz. La vida feliz está en el conocimiento de la Divinidad, es el poder del bien obrar es gozo de eternidad» O esta otra: «Ninguno recibe de lleno la Sabiduría de Dios, sino quien trabaja por separarse del cuidado de los negocios. Por lo cual está escrito: (Eclo. 38, 25): la sabiduría la adquiere el letrado en el tiempo que está libre de negocios; y el que tiene pocas ocupaciones» (San Isidoro de Sevilla, Libro segundo de las sentencias, 244 y 247. Apostolado Mariano. Sevilla).
Como él, José Miguel nos dice, que se ha dedicado a la atención del Magisterio de la Iglesia Católica, etc. Si hemos observados, en las dedicatorias sobre todo ha sido un servicio para gloria Dios, la Iglesia Católica, en honor a la Santísima Madre de Dios, además de sus seres queridos.
Todos los cristianos tienen tiempo para la oración y el estudio de la fe. Nos engañaríamos si decimos no tengo tiempo para Dios. Pues el tiempo que le quita a Dios se lo das al diablo, lo cual el demonio no es buen consejero.
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JM: Entrar a comentar en esta serie las opiniones del profesor Roberto de Mattei y Inos Biffi nos sacaría del tema, ya que recuérdese que ellos no discuten si Dios puede castigar o no, sino, si Dios puede hacerlo por medio de desastres naturales que afecten a inocentes. Lo primero no es discutible bajo la luz de la fe católica, lo segundo sí.
El último Catecismo recoge esta categoría de pecados que “claman al cielo”. Luego, implícitamente, reconoce que Dios puede castigar, incluso temporalmente, ciertos pecados especialmente graves.
Saludos.
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JM: ¿Como cuales?
Todo eso lo entendí desde la primera vez que leí Lc 13, 1-5. Ya hace muchos años, lo tengo muy en cuenta. Pero como bien dices, estos puntos nos sacaría del tema.
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JM: Yo no digo que pueda o no ser cierto, sino que es irrelevante para responder la pregunta que se debate. Ceder a debatir ese punto hubiese sido permitirle desviar la atención sobre el verdadero punto en discusión, y eso nunca se debe hacer.
Con relación al debate de Mattei y Biffi, no conozco más que lo que AB cita al respecto, pero me parece que lo que está en debate ahí es sobre todo la cuestión que la aclaras de manera nítida y contundente en este post: a pesar de que Dios sí castiga, no podemos afirmar que un mal particular sea un castigo de Dios a menos que Dios mismo haga una revelación particular de tal hecho. En el caso del tsunami del Japón, Mattei nunca recibió esa revelación divina (al menos hasta donde entiendo, él nunca afirmó tal cosa), luego no puede afirmar que sea un castigo divino, y más, en mi opinión es bastante desubicado por hacerlo.
Me parece que hacen tanto daño a la Iglesia y a las almas quienes dicen que Dios no castiga, como quienes se ponen a afirmar que tal acontecimiento es un castigo de Dios sin tener ninguna revelación auténtica de que eso fue así.
Quería añadir un comentario final a este lindo debate. Yo sigo a AB en sus puntos de vista hace unos... 4 años, con los cuales me edifiqué muchísimo, pero ese es otro tema. Lo que quería decir es que entre los tantos puntos de vista que escuché de AB, él mismo en por lo menos DOS OCASIONES, mencionó el castigo de Dios que cayó sobre Francia eliminando las cepas de este país, que fue anticipado por una advertencia de la Virgen en la Salette, y después se pudo verificar que efectivamente ocurrió así. De hecho, yo me enteré de este acontecimiento escuchando a AB!! Y en aquella ocasión AB no tuvo ningún problema con este castigo de Dios :-)
Que Dios los bendiga a todos. Pienso que tal vez la mejor lección que podemos aprender de este debate, algo que no enseñan los manuales de teología, es el ejemplo de JM sobre cómo llevar un debate con caridad, serenidad, paciencia, humildad y tranquilidad de conciencia. ¡¡Qué difícil es encontrar este tipo de interlocutores en internet!!
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JM: A usted podrán parecerle "pendejadas" las cuestiones de doctrina, pero yo puedo asegurar que al Papa no. Pero como su argumento no se basa más que en una mera suposición, en donde endosa al Papa sus falencias personales, no hace falta que aclare nada.
Sus disputas son interminables porque cada quien interpreta privadamente las Sagradas Escrituras.
Nosotros los católicos no tenemos ese problema, el Magisterio de la Iglesia es quien interpreta la Sagrada Revelación, sí alguien rechaza lo que la Iglesia enseña, simplemente esa persona no tiene la Fe católica.
Sí rechazamos la Revelación, sí rechazamos lo que la Iglesia enseña, nos fabricamos un ídolo a nuestra imagen y semejanza.
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JM: Seguro que en 2000 años más, aprendemos que el amor infinito de Dios nos enseña que no existe en infierno (sarcasmo off)
Incalculable el valor de esta serie. Todo sea para gloria de Dios. Es una lástima que la netbook se haya roto, y no pueda descargar el libro.
PD(Off toppic): Ya "publiqué" mi primer "post" en catholic.net :)
JM
Tengo algunas dudas:
1) En la explicación de Sto Tomás, que dice: "Por lo cual, como todo pecado es voluntario, incluso el original, conforme.....". ¿Acaso el pecado original también repercute como pecado voluntario para toda la humanidad, y no solamente dirigido para Adán y Eva, que son los autores del pecado original; en lo cual, en todo caso, el pecado original es transgredido a la humanidad como dice la escritura, mas no pecado voluntario, que esto sólo le correspondería a nuestros primeros padres que fueron los causantes del pecado original como reitero.
2) Luego en los últimos 3 renglones del 2do. párrafo de la explicación de Sto. Tomás (en negrillas), yo entiendo en contexto, si no corrígeme,..... dice que el tema "espiritual", que en la vida futura es causa de condenación(infierno), entendiéndose desde luego para todo aquel que abusó del libre albedrío ¿ES ASÍ?
3) Aunque hasta ahorita ninguna autoridad de peso en la iglesia católica ha señalado de manera oficial que alguien tuviese una revelación divina del desastre de Japón. Entonces, se puede atribuir que esta calamidad del pueblo nipón es (tipo el caso de Job) para corrección de su gente para llevarlos a una verdadera conversión, así parecido por lo dicho en el Salvifici Doloris del Papa JPII???
4)Cuando la gente se gana la lotería y se vuelve millonario ¿se podría considerar un premio divino temporal, o simplemente un gran golpe de buena suerte?
JM:
1) El pecado original es un pecado contraído, no cometido. Para entender mejor a que se refiere Santo Tomás con que todo pecado es voluntario, sería mejor ir a la parte de la Suma a la que él mismo hacer referencia: 1-2 q.81 a.1)
2) Lo que dice Santo Tomás allí es que el castigo en el infierno ya no tiene caracter correctivo sino sólo vindicativo.
3) Simplemente lo mejor cuando no se sabe a que se debe algo, es no aventurarse a atribuirlo a alguna causa específica.
4) En la línea de lo anterior puede ser ambas cosas. Pero como todo lo bueno lo viene de Dios, incluso los golpes de suerte, está muy bien agradecer a Dios todo lo bueno que nos pase.
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JM: La Civilta Catolica no es Magisterio y punto. Eso es algo tan básico y elementao que no debe ser necesario ni que lo mencionara. Y lo menciono, no porque algún artículo allí apoye la tesis de que Dios no castiga, que es falso, sino porque no se puede confundir a las personas haciéndoles creer que es Magisterio algo que no lo es.
Y creo que hasta ahora ha quedado más que claro que aquí nadie defiende que se pueda afirmar con certeza que un mal en particular es causa de un castigo divino o de otra circunstancia. Se ha dicho hasta la saciedad, podría usted ponerse al tanto leyendo los post previos o afinar su comprensión de lectura.
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JM: Y qué cree usted que ayuda más al discernimiento, por sí representar realmente al magisterio: una revista, por más importante que sea, o lo dicho un un Concilio Ecuménico,juntamente con Encíclicas, Cartas Apostólicas, de los Papas. Y no es que no bastara para refutar la objeción de Alejandro Bermúdez demostrar que está fuera de contexto, sino que tampoco se puede quedar uno sin aclarar que realmente es magisterio y que no lo es.
Muchas bendiciones!!
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JM: Yo también veo mucho sus programas, y me parecen en general muy buenos. Precisamente lo que va a hacer es lo adecuado: tener cuidado y si algo no se adecua a la enseñanza de la Iglesia, poner en primer lugar la enseñanza de la Iglesia. Dios la bendiga.
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JM: Ya en los artículos previos se explica bien (tal como lo hacen muchos manuales de teología citados) que las penas no sólo nos acarrean una pena ontológica (consecuencia natural de nuestras acciones), sino también jurídica. Le pongo algunos ejemplos:
-La consecuencia "natural" de la incredulidad de Zacarías, no pudo haber sido quedar mucho durante un tiempo.
-La consecuencia "natural" de haber blasfemado, no pudo haber sido enfermarse hasta morir.
-La consecuencia "natural" de haber mentido al Espíritu Santo por Ananías y Zafira, no pudo haber sido morir inmediatamente.
Por tanto, sí, la pena ontológica es un castigo por el pecado, pero no es la única. Tomar textos donde se hace referencia a la pena ontológica para excluir otras penas, es precisamente pensar como protestantes que creen que cuando se afirma una cosa en la Escritura se niega otra, lo cual no necesariamente es así.
Por otro lado, aquí no se defiende la tesis de que hay que seguir a Dios por miedo, o que no sea siempre misericordioso y esté dispuesto a perdonarnos si nos arrepentimos. Defendemos precisamente que porque Dios ama y es justo castiga, contra la tesis contraria de que Dios no castiga porque ama.
Dios te guarde, ayudemos entre todos a echar tierra encima para que no se despierte esto error nunca jamás y no ande por ahí de zombie haciendo daño al concepto de Justicia de Dios, infierno, purgatorio y todas las realidades que se desprenden de la infinita Justicia de Dios a través de las penas temporales o infinitas, según sea el caso.
Ce Fini
La culpa se distingue de la pena en que la primera es voluntaria y la segunda contra la voluntad del que la mereció. Todos los males que caigan sobre el pecador en castigo de su culpa, aunque no recaigan directamente sobre su voluntad misma, no le afectan sino en función de su voluntad. Esta oposición o contrariedad puede ser o a la voluntad actual, o a la voluntad simplemente habitual, o a la inclinación natural de la voluntad. Por eso puede ocurrir que el pecador no se dé cuenta, en un momento dado, de que está siendo castigado por su pecado, por no oponerse el castigo a la voluntad actual, sino sólo a la habitual o a la simple inclinación natural de la voluntad. Nada queda impune en el orden moral perturbado por el pecado, aunque no se dé cuenta de ello el pecador.
625. 6. Finalidad. El acto del pecado constituye al hombre reo de pena en cuanto que constituye—como hemos dicho—una transgresión del orden de la justicia divina; orden al que el hombre no puede volver sino por la reparación de la pena, que vuelve a su fiel la balanza de la divina justicia desequilibrada por el pecado. El que se ha permitido voluntariamente un placer o una satisfacción desordenada, es muy justo que sufra, según el orden de la justicia divina, de grado o por fuerza, algún dolor o pena contraria a su voluntad.
La finalidad de la pena consiste, pues, esencialmente, en compensar por esta contrariedad involuntaria la voluntaria contrariedad con que el agente se hizo culpable ante el principio ordenador, revolviéndose contra él y contra el fin legítimamente impuesto por él. Existen, sin embargo, otros fines accesorios o secundarios de la pena, tales como el restablecimiento del orden de la justicia violada por el pecado; la curación de las potencias del alma—de la voluntad sobre todo—que la culpa precedente había desordenado; la reparación del escándalo causado a los demás por el pecado, etc. “ (Royo Marín, A. Dios y su obra, p. 610)
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JM: Gracias, valdrá la pena modificar el PDF para incluir esta valiosa cita del padre Royo Marin, reconocido catedrático en teología, que en paz descanse.
Ayer que leí el post, no recuerdo haber leído la explicación del padre Antonio Royo Marín. Será que me salté esa parte, o tú acabas de implementar esa parte??
Saludos
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JM: La acabó de agregar porque un lector la acaba de colocar y vale la pena incluirla.
No se angustie por las expresiones de Alejandro Bermudez, pues él ha demostrado en este debate
que ---EDITADO---
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JM. No me angustio ni un poquito. Le he editado parte de su comentario que se pasaba de la raya.
Dios, al obrar misericordiosamente, no actúa contra sino por encima de la justicia. Ejemplo: Si a quien se le deben cien denarios se le dan doscientos, quien hace esto no es injusto, sino que obra libre y misericordiosamente. Lo mismo sucede cuando se perdonan las ofensas recibidas. Pues quien algo perdona, algo da. Por eso el Apóstol, al perdón lo llama don cuando dice en Ef 4,32: Daos unos a otros como Cristo se dio a vosotros. Queda claro, así, que la misericordia no anula la justicia, sino que es como la plenitud de la justicia. Por eso se dice en Sant. 2,13: La misericordia hace sublime el juicio.
Por lo demás, la obra de la justicia divina presupone la obra de misericordia, y en ella se funda. Pues a la criatura no se debe algo, a no ser por algo preexistente o presupuesto; incluso esto se deberá también por algo previo. Y como no se puede llevar un proceso indefinido, es necesario llegar a algo que dependa de la exclusiva bondad de la voluntad divina, que es el fin último. Como si dijéramos que tener manos es algo debido al hombre por tener alma racional; tener alma racional, por ser hombre; ser hombre, por bondad divina. De este modo, en cualquier obra de Dios aparece la misericordia como raíz. Y su eficacia se mantiene en todo, incluso con más fuerza, como la causa primera, que actúa con más fuerza que la causa segunda. Por eso, también lo que se debe a alguna criatura, Dios, por su misma bondad, lo da con más largueza que la exigida por lo debido. Pues para mantener un orden justo se necesita mucho menos de lo que la bondad divina otorga y que sobrepasa toda proporción exigida por la criatura.
Algunas obras son atribuidas a la justicia y otras a la misericordia, porque en algunas aparece con más relevancia la justicia; en otras, la misericordia. Y sin embargo, en los condenados aparece la misericordia no porque les quite totalmente el castigo, sino porque se lo alivia, ya que no los castiga como merecen. Y en la justificación del pecador aparece la justicia,, pues quita la culpa por amor, el mismo amor que infunde misericordiosamente. Se dice de la Magdalena en Lc 7,47: Mucho se le perdonó porque mucho amó.
También en el hecho que los justos sufran en este mundo aparece la justicia y la misericordia. Pues por tales sufrimientos se les limpian pequeñas manchas, y el corazón, dejando lo terreno, se orienta más a Dios. Dice Gregorio: Los males que en este mundo nos oprimen, nos empujan a ir a Dios.
Y que la paz reine en su corazon.
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JM: Si no se toma la molestia de leer no va a entender. Y nada hace comentando sin saber que se ha dicho precisamente de lo que dice.
(3, 19) Ego, quos amo, arguo et castigo. Aemulare ergo et paenitentiam age.
Y el comentario al respecto de Tertuliano:
Ahora bien, si pensamos que determinadas desgracias son enviadas hacia nosostros por el Señor, ¿a quién deberemos mostrarnos pacientes mejor que al Señor? Es más, Él nos ha enseñado a congratularnos y estar alegres por ser merecedores del castigo Divino: "Yo castigo -dice- a los que amo". Siervo bienaventurado es aquel a quien el Señor corrige, al que juzga digno de su cólera, al que no le engaña omitiendo sus advertencias. "Sobre la paciencia", 11, 3-5.
Algo similar escriben Cipriano ("Sobre los lapsos", 14) y Fulgencio de Ruspe ("Carta a Venancia", 7, 16), enfocando el aspecto medicinal de las tribulaciones y amonestaciones.
Cesáreo de Arlés por su parte dice ("Sermones", 5, 3): "Ciertamente, si esos (los impíos) no son totalmente afligidos en este mundo, es porque se les reserva para el suplicio eterno, por culpa del exceso de sus pecados".
Por falta de tiempo no transcribo el resto pero más adelante tendré el tiempo, y si gustas, Arráiz, lo pongo aquí.
Salu2. Paz y Bien.
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JM: Sí, las contribuciones de los santos padres de la Iglesia complementan bien el tema.
Enhorabuena de nuevo.
El castigo siempre será perfecto, justo y ecuánime desde la Infinita Sabiduría y Amor de Dios. El propósito será que rectifiquemos. Dios siempre esperará y siempre respetará nuestra libertad.
El fuego eterno se produce ya en este mundo cuando obramos mal y nos abrasa interiormente, de manera similar ocurre en el purgatorio. Por ello el infierno nos puede abrasar eternamente si desde nuestra libertad nos alejamos de Dios. Unirnos a Dios, regresar a Dios, es nuestra salvación y unidos como Hijos Verdaderos de Dios, (de una forma similar a Jesús ...hasta donde Dios Padre quiera)en Dios permaneceremos en aquel estado en que los pesares jamás osarán entrar.
Únicamente Dios es ETERNO: sin principio y fin.
Todas las criaturas (incluidos los ángeles) tenemos un principio, si bien nuestra alma es inmortal y vivirá en la eternidad.
El Amor es ETERNO: sin principio ni fin.
El odio tiene un principio porque la libertad implica elección entre el Bien y el mal.
El Plan de Dios se basa en el Amor y el Amor siempre perdona y siempre espera porque el Amor es la Fuerza que existía antes que el odio y por ser anterior siempre vencerá.
Desde esa seguridad sólo cabe preguntar : ¿cuánto estamos dispuestos a sufrir? ¿cuánto tiempo podemos aguantar el fuego abrasador en nuestro interior?
¿Qué hacemos para ayudarnos a nosotros mismos y ayudar a los demás?
"La paz os dejo mi paz os doy"
Sabemos si estamos unidos a Dios por nuestra paz. Si la santidad llena nuestro corazón podemos despertar el Amor en todos los corazones y cuando el Amor reina y brilla en nuestro corazón es cuando ya aquí, en este mundo, atisbamos el Cielo con todo su esplendor.
Ánimo y un abrazo.
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JM: La condenación sí es un castigo eterno.
Señor José Miguel Arraiz:
Primero mis mas sinceras disculpas por los prejuicios
manifestados por mi en mi intervención del 27 del presente. Agradezco su censura.
Cierto es; y es la voluntad del Señor que todos cambien y que la puerta de su misericordia
( plenitud de la Justicia ) no se la cerremos a nadie.
Creo fehacientemente que Alejandro Bermudez es el equivocado; mas él puede cambiar y acceder al conocimiento sobre este asunto que ha manifestado infocatólica y usted de acuerdo a la Doctrina de la Unica Verdad que es la Sagrada Biblia.
El Verbo Encarnado no vino a abolir la Ley sino a se se cumpla y sobre el castigo a los que permanecen en la mala fé y no cambian esta sentencia que se ecuentra en Isaías 13,11:
"Yo castigaré al mundo por su perversidad, a los
malos por su maldad;acabaré con la insolencia de
los orgullosos y humillaré la sobervia de los
despotas ".
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JM: Muchas gracias, Dios la bendiga a usted y a toda su familia también.
----EDITADO----
Es la libertad lo que marca la eternidad y el Amor es eterno porque no tiene ni principio ni fin. Siempre ha existido y existirá.
Todo requiere tiempo, pero en la eternidad sólo existe el ETERNO PRESENTE. Y en el Eterno Presente el Amor que es la esencia de Dios PERFECTA siempre vencerá y permanecerá.
Un abrazo.
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JM: Precisamente por amor es que Dios nos hace libres, y respeta nuestra libertad hasta sus últimas consecuencias. El tema de la salvación de los niños que mueren luego de ser bautizados o sin él, no es el tema de este post. Agradezco no salir del tema, tal como pide el reglamento para los comentaristas para este blog.
Que Dios castiga, es más verdad como el aire que respiramos.
El demonio ha conseguido extender de tal forma esta mentira de "Dios no castiga", para que la gente, incluso ya se olviden por completo el examen de conciencia, y siguen pecando. Dios es tan Misericordioso como Justo, debemos tomarnos muy en serio la salvación de nuestra alma. El demonio quiere perdernos con sus mentiras.
El padre de la mentira dice: "tú tranquilo, eso no es pecado", pero aquello que creemos que no es pecado, si nos decidimos con todo el corazón por la meditación de la Palabra de Dios y las enseñanzas de los Santos Padres, etc., resulta que por donde allí nos han dicho que no es pecado, en la presencia de Dios, en la luz del Sagrario, de la oración, y de la negación de nuestro hombre viejo, comenzamos a ver las cosas como Cristo quiere que la veamos y no nuestro hombre viejo y la mundanidad.
Si en algún momento hay alguien que se pueda pronunciar en esa línea (de sufrir en lugar de ser feliz) es por algo en particular, no por pleno convencimiento y conciencia.
Luego esas últimas consecuencias no son desde la plena conciencia, por eso Jesús expresaba: "Perdónalos porque no saben lo que hacen"
Siento haber mencionado el tema, pero aislar todo en compartimentos estancos, en muchas ocasiones, no es posible. De todos modos comprendo que el tema es muy complicado.
Compartimos el hecho de que Dios castiga pero no el matiz que aunque nos puede castigar eternamente el castigo nunca será eterno.
Cada persona tiene sus profundas convicciones. En mi caso es algo que percibo desde mi intuición desde Dios. Creo firmemente que es lo que Dios me dice. Y antes que a nada, ni a nadie, me debo a Dios y a mi conciencia. Respeto las convicciones profundas de las personas pero para mí lo más infalible es lo que percibimos desde nuestra conciencia e intuición de Dios.
Agradezco, José Miguel, todo el trabajo realizado y sobre todo el hecho que con este tema nos invita a reflexionar y matizar. He manifestado en varias ocasiones que considero que Orígenes no fue un hereje, además, del grave error que se cometió. Este error algún día se corregirá y entonces se comprenderá la gran trascendencia de ese gravísimo error.
La VERDAD siempre permanecerá y con el tiempo, cuando Dios lo estime oportuno, todo se irá esclareciendo. Podemos influir para que sea antes pero siempre será la Voluntad de Dios la que se dispondrá.
Recemos a Dios para que avancemos siempre, poco o mucho, según Su Voluntad, pero que avancemos.
Gracias, ánimo y un abrazo.
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JM: El origenismo no va a ser reivindicado porque ya fue condenado por la Iglesia de manera definitiva. Con todo lo célebre y bien intencionado que fue Orígenes y sus aportes a la teología, en eso se equivocó, y se le disculpa porque fue en una fecha donde esas doctrinas no habían sido suficientemente clarificadas. Defender el origenismo hoy día implica apartarse de la fe de la Iglesia y caer en herejía. No se aparte de la fe de la Iglesia.
JM: Crea una falsa dicotomía para defender la herejía. Para ser fiel a Dios hay que ser fiel a la Iglesia. Doy por finalizada su participación en este tema.
Ya que se menciona, ¿Qué era el origenismo?
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JM: No, no he hecho mención en ninguna parte del post ya que no era lo que se discutía. Ninguna de las partes ha defendido que el castigo de los condenados no sea eterno.
A propósito del post, en la primera oración hay un pequeño error: dice "a las último artículo" en vez de "al último artículo".
Saludos.
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JM: El origenismo es una doctrina herética que profesa que la condenación no es eterna, osea, que tarde o temprano todos se salvarán, incluyendo los demonios. Fue uno de los errores de Orígenes que la Iglesia posteriormente condenó. Se lo mencioné a Enric porque en varios de sus comentarios lo defiende e incluso supone que algún día la Iglesia rehabilitará el Origenismo.
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JM: Esa objeción se analizó en la entrega anterior:
Respuesta a Alejandro Bermúdez: Que implica negar que Dios castiga
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JM: Ese historiador no me gusta para nada. Yo recomendaría historiadores como José Orlandis, García-Villoslada, Joseph Lortz entre otros.
Hace tiempo escribí una recomendación de libros de historia de la Iglesia AQUI.
No podemos descuidar nuestra salvación, pues leyendo la Palabra de Dios por una parte, luego revelaciones privadas, luego el testimonio de personas que han experimentados esas experiencias como San Juan Bosco, Santa Teresa de Jesús, las revelaciones de Santa Brígida de Suecia, libro difícil de conseguir en las editoriales hasta el dia de hoy.
No podemos pasar por este mundo como si fuera un tiempo de descanso. Leyendo ¿Por qué a los poderosos gobernantes, ricos les van bien en este mundo, incluso mueren tranquilos después de todo el mal que ha hecho?, la respuesta ya la encontramos en el Antiguo Testamente, y son las mismas que en algunas revelaciones privadas, Jesús habla. Pues en este mundo, el Señor les compensa con aquellas cosas que su corazón desea como las riquezas, fama, honores... Pero eso se termina, y lo vemos también cuando Jesús habla de aquel rico que está atormentado entre las llamas, pero rico puede ser también cualquier poderoso de la tierra, cualquier persona que no haga bien por los pobres, la codicia del dinero, y ya lo dijo el Papa Francisco hace algún tiempo, que esas cosas no dan la felicidad ni placer a nadie.
Pero también tenemos que mirar por la salvación de nuestra alma, que no somos ni ricos ni poderosos, y debemos ser permanentemente fieles al Señor.
Nuestra única ocupación debe ser la misión que Cristo y la Iglesia nos encomienda, no el mundo. El mundo nos perderá, comenzando en primer lugar, que perdamos la gravedad del sentido del pecado. Debemos estar siempre vigilantes, porque no sabemos que podemos encontrar a la vuelta de la esquina.
(Suma de Sagrada Teologia Escolastica/De Deo Creante et Elevante/libro5/Capitulo3)
Que decir de los santos, personas que no cometían pecados y pasaron tremendas pruebas.
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JM: Precisamente, eso se ha aclarado desde el comienzo, y por eso se añadió a la explicación de los santos padres, la predicación del padre Luis Burdalue, que podrá encontrar en la entrega anterior.
¿Por que vamos a amargarnos recordandolo?
La gran mayoría de las personas nos vemos a obligadas a desarrollar existencias tristes que nunca pudimos elegir, como para encima aumentar nuestra ya tendencia natural de temor a la muerte.
Si Dios es Dios hara lo que le da la gana con nosotros, poco pintamos.
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JM: Todo punto en la enseñanza católica tiene un propósito y una importancia relativa a nuestra salvación.
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JM: No cuento con esa información. Sólo compartimos su vídeo que está en Youtube.
JM: Ya he perdido la cuenta de cuantas veces he analizado los mismos argumentos.
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JM: En mi opinión, lo que vivimos en Venezuela es la consecuencia natural (pena ontológica) de los pecados del pueblo venezolano. Algo de ello trato aquí:
Los pecados de Venezuela
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