La Biblia y su interpretación
Un buen amigo sacerdote, el padre Arturo, estará colaborando de ahora en adelante escribiendo algunos artículos para ApologeticaCatolica.org. El primero de ellos es una reflexión muy interesante sobre la manera correcta de interpretar las Escrituras que quiero compartirles.
La Biblia: una “bandera discutida” (Cfr. Lc 2,35)
Las misteriosas palabras del anciano Simeón a la Santísima Virgen María, sobre su Hijo Jesús, siguen siendo válidas, después de más de dos mil años, no solo referentes a la persona misma de Jesús, sino también a la del conjunto de Escrituras que lo tienen a Él como centro y que son el testimonio escrito fundamental de su vida, obra y mensaje: la Biblia.
Esta “bandera” siempre ha sido enarbolada para justificar muchas doctrinas e “iglesias”, sobre todo a partir del s. XVI cuando Martín Lutero se apoyó en ella para justificar su separación de la Iglesia Católica dando así comienzo al movimiento protestante. A partir de ese momento el recurso de apoyarse en la Sagrada Escritura sigue siendo utilizado por todos aquellos que, partiendo de supuestas “revelaciones” divinas, han dado a luz miles de “iglesias” o denominaciones “cristianas” (solo en USA y hasta hace pocos años, más de treinta mil ¡!). Cada una de ellas dice basarse “en la Biblia”. Algunos pretenden ser los únicos que en dos mil años han entendido lo que “realmente enseña la Biblia[1]. Casi todas estas denominaciones ofrecen Cursos Bíblicos y materiales impresos con llamativas ilustraciones y ediciones populares de la Sagrada Escritura con un catálogo (canon) reducido de 66 libros.
Pero, preguntémonos: ¿Es posible que durante más de 1.500 años (hasta la aparición del protestantismo) toda la cristiandad estuviera equivocada al leer el contenido del libro sagrado? ¿Es cierto que todas las denominaciones nacidas de la Reforma protestante y más modernamente de tantos “iluminados” se basan “únicamente” en la Biblia? ¿Por qué, entonces, hay tanta diferencia de interpretación de determinados pasajes de la Sagrada Escritura entre las distintas denominaciones que se dicen apoyar en ella?
La mayoría de católicos encuentra serias dificultades a la hora de “dialogar” con hermanos –antiguos católicos- miembros de diversas denominaciones cristianas. La dificultad -dicen la mayoría- está en la actitud cerrada por parte de los miembros de dichas iglesias. Y en parte es verdad: la actitud cerrada (por eso a esos grupos se les denomina “sectas”) ya impide todo diálogo. Esa actitud cerrada es fruto de otra actitud llamada “fanatismo”: la absolutización apasionada de una determinada verdad, punto de vista, opinión, etc. que excluye –de forma a priori- el que el interlocutor tenga también la razón o parte de ella. Esta actitud “fanática” puede ser fruto de una inmadurez o de un cierto desequilibrio psicológico…
Pero, aparte de la actitud cerrada, la dificultad para “entenderse”, acerca de los mismos textos, con estos hermanos admiradores de las Sagradas Escrituras, se debe sobre todo a dos fallos “capitales” a la hora de abordar el texto sagrado: 1) -Un error “teológico” y 2) –un error “metodológico”.
Del “enfoque” teológico católico sobre la Sagrada Escritura y las diferencias de enfoques acerca de la Sagrada Escritura, en las distintas denominaciones protestantes, me gustaría seguir discurriendo en los próximos artículos.
Un error “teológico” en la interpretación de la Sagrada Escritura (I): Separar la Biblia de la Iglesia
La principal dificultad a la hora de “entenderse” con hermanos de otras denominaciones cristianas acerca de la Sagrada Escritura es, sin duda, debido a un “error teológico” que cometen estos grupos: separar las Sagradas Escrituras de su contexto interpretativo: La Iglesia.
Al formular, en el s. XVI M. Lutero el principio de “SOLA ESCRITURA” despojó a ésta de su “contexto interpretativo” dejándola, así sin su base, sin su fundamento y, por tanto sin la “corriente vital” que le dio su existencia y que es indispensable para saber cuál es su mensaje auténtico. Al desgajar la Biblia de la Iglesia la dejó sola e indefensa frente a todas las “manipulaciones” que vendrían sobre ella y que es lo que estamos viendo: cantidad de grupos aislados dicen basarse en ella para justificar sus creencias, siempre contra la Iglesia Católica y, en muchos de los casos, antagónicas entre sí.
En efecto, la Biblia no se basta a sí misma. La Biblia no surgió por generación espontánea sino en medio de un pueblo de creyentes (Israel), un pueblo al que Dios se le fue manifestando desde muchos siglos antes de ser puesta por escrito. Un pueblo que guardó la memoria (Cfr. Ex 13,14; Dt 4,9) y la interpretación de esos hechos (muchos salmos reinterpretan el Éxodo, la Alianza, 80; 104; 105 etc.). Un pueblo que no tenía la costumbre de escribir sino de “guardar en la memoria”. Lo que dio origen a una larga “tradición oral” antes de escribir esas “memorias”, (Cfr. Jer 36: el profeta escribe sus oráculos después de veinte años ¡!) Un pueblo que desembocó en la Iglesia como su continuación madura (Cfr. Mt 16, 18-19). Jesús mismo –hijo de su pueblo- no escribió nada ni mandó escribir nada. Recordemos que los Evangelios se comenzaron a escribir aproximadamente después de veinte años después de la muerte del Señor (el primer “libro” del NT, la 1ª. Carta a los Tesalonicenses, se escribió hacia el año 52)
Todo esto nos confirma en que no se puede “absolutizar” la Biblia: Primero fue la comunidad de creyentes en medio de la cual nació: Israel-Iglesia Católica, luego fue “el libro”. Es más: fue esta primera comunidad de creyentes fundada por el Señor Jesús la que asumió el conjunto de escrituras del A.T. (Versión griega de Los Setenta: LXX) como Palabra de Dios inspirada (2Tm 3,16) para comprender el designio de Dios contenido en las profecías antiguas acerca de Jesús. Fue esta Iglesia la que escribió los libros que formarían parte del canon del N.T. y “discernió” entre otros escritos (60 “apócrifos” según el Diccionario Enciclopédico de la Biblia) que circulaban entonces y que reclamaban ser también inspirados. También con respecto al A.T. la Iglesia tuvo que hacer su “discernimiento” (circulaban entonces 67 libros “apócrifos”, según el Dic. E. de la B.). Recuerda que la Biblia misma no dice la cantidad de libros (canon) que debe formar parte de ella. Aquí se manifiesta la incongruencia de las distintas denominaciones cristianas al considerar “inspirados”, por lo menos, todos los libros del NT y negar, al mismo tiempo, la “inspiración”, es decir, la asistencia del Espíritu Santo a aquella Iglesia que escribió y discernió el canon. En la Exhortación Apostólica Verbum domini nos die el Papa Benedicto XVI: “…la auténtica hermenéutica de la Biblia solo es posible en la fe eclesial, que tiene su paradigma en el sí de María.” (29). (Más adelante hablaremos de la “exégesis eclesial” de Benedicto XVI)
Así es posible comprender por qué es casi imposible entenderse con aquellos que pretenden entender, interpretar la Sagrada Escritura partiendo de un error tan evidente como es separarla de su contexto interpretativo: la Iglesia fundada por Jesús. Se está partiendo de un punto de vista diametralmente anti-eclesial. Se comprende, entonces, por qué tanta manipulación del libro sagrado y el surgimiento, cada vez más, de “iglesias”.
Un error “teológico” en la interpretación de la Sagrada Escritura (II): Identificar “Palabra” y “Escritura”
Este error –común en las distintas denominaciones protestantes- es un “reduccionismo”. Es decir: reducir la Palabra de Dios a su testimonio escrito: La Sagrada Escritura o Biblia.
Aunque parezcan equivalentes, no es lo mismo decir: “La Palabra”, “Palabra de Dios” o “Sagrada Escritura” (= Biblia) Son términos muy relacionados entre sí, pero no necesariamente equivalentes. De identificarlos sin más arranca un “mal entendido” cuando nuestros amigos evangélicos (o cristianos como se hacen llamar), testigos de Jehová, etc. hablan de la Biblia: reducen la Palabra a su testimonio escrito como hemos dicho al principio. Y sin embargo la Palabra es más amplia que la Escritura.
Como sabemos, “Palabra de Dios” es todo lo que Dios nos ha revelado para nuestra salvación: su obra (la creación), sus designios (planes), sus enseñanzas, lo que somos, nuestro destino, etc. Todo esto lo fue revelando Dios a su pueblo (Israel) desde el comienzo, desde su elección con Abraham. Y toda esta revelación terminó con la muerte del último de los apóstoles: San Juan. “Palabra de Dios” es también todo lo que Él nos sigue revelando cuando –a la luz del Espíritu Santo- leemos el libro sagrado, cuando, también con la asistencia de este Espíritu, la Iglesia nos enseña, nos corrige, nos indica el camino a lo largo de los siglos. (Cfr. “…Él os guiará hasta la verdad completa…” Jn 16, 13)
La misma Sagrada Escritura nos da testimonio de que la “Palabra de Dios” es más amplia que su testimonio escrito:
· El Salmo 8 nos dice que toda la creación “nos habla” de Dios, de su poder, de su perfección y sabiduría. Es decir, que la creación es también “Palabra de Dios”.
· Ese mismo salmo nos dice que, dentro de la creación de Dios, el hombre (el ser humano) es, de una manera particular “palabra de Dios” ya que la imagen divina está grabada en la misma naturaleza del varón y de la mujer: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…” (Gn 1,26)
· En el NT san Juan nos dice que la Palabra es también el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (el Verbo, como traducían otras versiones): “En el principio existía la Palabra… y la Palabra era Dios… y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,1-14)
· Finalmente recordemos que el mismo s. Juan nos dice que NO TODO quedó escrito: “Y Jesús realizó también en presencia de sus discípulos otras muchas «señales» que no se han puesto por escrito en este libro…” (20,30) “Hay también otras mucha cosas que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, creo que ni el mundo entero tendría sitio para los libros que habrían de escribirse” (21, 25)
El Papa Benedicto XVI nos dice en la Exhortación Apostólica Verbum Domini que el término “Palabra de Dios”. Y nos da seis (6) significados de esta expresión dentro de la misma Biblia: “… las distintas maneras en que se usa la expresión «Palaba de Dios». Se ha hablado justamente de una sinfonía de la Palabra, de una única Palabra que se expresa de diversos modos: «un canto a varias voces» A este propósito, los Padres sinodales han hablado de un uso analógico del lenguaje humano en relación a la Palabra de Dios.” (7 Leer todo este número)
Recordemos, finalmente que la Iglesia, en el año 1.965, promulgó la Constitución Dogmática Dei Verbum (= la Palabra de Dios) en la que nos habla de la DIVINA REVELACIÓN (Documentos del Concilio Vaticano II). La Iglesia Católica, consciente de la grandeza y amplitud de la Palabra de Dios nos dice: “…la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado.” (Vaticano II, D.V. 9)
Un error “metodológico”: Creer que se puede leer la Sagrada de una manera “neutral”, “sin prejuicios” o, “desde cero”.
Muchas veces hemos visto y oído cómo las personas pertenecientes a las distintas denominaciones “cristianas” popularmente conocidos como “evangélicos” o protestantes, Testigos de Jehová, etc. pretenden, en la presentación de sus creencias, basarse “únicamente” en lo que “realmente” dice la Biblia o Sagrada Escritura. Para hacer más evidente esto andan “con la Biblia en la mano”. El recurso últimamente usado por los Testigos de Jehová, en sus visitas por las casas, es pedirle al fiel católico, cuando le abre su puerta, que le preste su biblia católica para, con ella en la mano, leer sobre todo algunos pasajes que les interesan y decirle: “¿No ve? hasta su misma Biblia está diciendo que nosotros tenemos la razón y que ustedes –católicos- están equivocados”. También escriben en las orillas de las carreteras, muros, etc. consignas que dicen: “Lea la Biblia”, “La Biblia es la verdad”, etc. etc. Estos hermanos que dicen basarse en la Biblia creen poder leerla e interpretarla de una manera neutral, es decir, “sin prejuicios”.
Pero, pensemos: ¿es esto posible? En el planteamiento anterior están ocultas dos cosas:
1-Un grave error (¿inconsciente?) de metodología ya que –según se sabe- nadie que se acerque a un texto escrito puede hacerlo de una manera “neutral”. Y menos aún en el caso de la Sagrada Escritura.
2- Un prejuicio consciente anticatólico que formulan luego de la siguiente manera: La Iglesia Católica “no dice la verdad” o “los está engañando” (“los ha tenido engañados siempre”).
La filosofía del lenguaje ha demostrado que siempre nos acercamos a un texto escrito nos precede una “pre-comprensión”. Es decir, cada vez que nos acercamos al texto de la Sagrada Escritura lo hacemos desde cierta posición o punto de vista previo (y muchas veces inconsciente): El no-creyente se acercará por curiosidad, interés literario, histórico, cultural, etc. El ateo o materialista se acercará quizás con la convicción de encontrar mitos, leyendas fábulas, es decir, relatos desprovistos de todo carácter histórico y real. El creyente se acerca con la convicción de que está leyendo un libro “sagrado” o “religioso” portador de un mensaje para su vida. En el caso que nos interesa hay una “pre-comprensión” o expectativa muy distinta entre el católico y el miembro de alguna denominación protestante al acercarse al texto sagrado: el católico se acerca al texto dentro de una fe recibida en la gran tradición multisecular de la Iglesia. El evangélico/protestante/testigo de Jehová, generalmente se acerca desde una actitud “anti-católica”. Esta “pre-comprensión” determina entonces lo que “leemos” en el texto. Y también hasta la misma selección que hacemos de los textos. Uno de los “descubrimientos” del norteamericano ex-pastor presbiteriano Scott Hahn, al convertirse al catolicismo (según lo expresó públicamente en una entrevista por EWTN) fue el darse cuenta que durante todo el tiempo que fue creyente y ministro presbiteriano, había estado leyendo las Sagradas Escrituras desde una perspectiva muy particular que le llevaba no solo a interpretarlas en cierta dirección, sino también a seleccionar algunos pasajes y a ignorar otros, lo cual se evidenciaba cuando miraba los textos que tenía subrayados en su Biblia. Cuando escuchamos interpretar la Sagrada Escritura a un evangélico o Testigo de Jehová nos damos cuenta que están interpretando el texto “como les han enseñado” sus pastores, los cuales a su vez siguen la óptica de su fundador: Martín Lutero, William Miller, Helen G. de Withe, Charles T. Russel, etc. En conclusión, que no la leen como pretenden: neutralmente.
La Iglesia Católica, por el contrario, es consciente de que al leer la Sagrada Escritura lo hace desde una “pre-comprensión”, es decir, desde una óptica determinada. Sólo que esta “óptica”, esa “manera determinada” o enfoque tiene su fundamento en la misma Sagrada Escritura: la leemos, la interpretamos siguiendo una dinámica interna a la Sagrada Escritura misma. Dinámica interpretativa seguida también por la comunidad de fe que nos la transmitió: el pueblo de Israel, en un primer momento y la primitiva comunidad de creyentes fundada por el Señor: la Iglesia. Los autores del Nuevo Testamento, guiados por el Espíritu Santo (Jn 16, 13), interpretaron el A.T. a la luz de la resurrección del Señor y escribieron lo que tenemos en el N.T. Por esto el Papa Benedicto XVI ha repetido insistentemente que la Sagrada Escritura debe ser interpretada “dentro de la fe la Iglesia”. Es lo que él llama una “hermenéutica eclesial”. “eclesial” porque es fruto de ese mismo Espíritu que actuó en el origen y vida de la misma Iglesia naciente. (V.D. 29-30) Solo leyendo la Sagrada Escritura dentro de esta corriente interpretativa (tradición viva de la Iglesia) es posible ser fiel al texto bíblico sin deformarlo o traicionarlo. Decía Scott Hahn, en la entrevista arriba indicada, que si se interpreta la Sagrada Escritura “como los escritores del N.T. interpretaron el A.T.” se llega necesariamente a la fe católica.
NOTAS
[1] Cfr. “¿Qué enseña realmente la Biblia?” (de los Testigos de Jehová) 2005
P.ArturoG.
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33 comentarios
Desde hace tiempo opino que la biblia viene y es determinada por la Iglesia. Se hace dentro de ella. La Iglesia -comunidad de creyentes- es anterior a la Biblia, simplemente porque pasaron los hechos que narra, algunos lo contaron oralmente y luego se puso por escrito. Siempre con el control de la comunidad de creyentes que garantiza la verdad de lo narrado.
Recuerdo que -hace ya muchos años- me impactaron las palabras de Joseph Huby en su excelente libro "El Evangelio y los Evangelios" dónde se consideran con gran altura los temas tratados en este artículo del P Arturo.
Dice Huby que "los evangelios han sido compuestos en la Iglesia y para la Iglesia. Ella es la que los ha recibido y aprobado, poniendo particular esmero en protegerlos contra apócrifas falsificaciones. Por consiguiente, participando de su espíritu e inspirándonos en su tradición, tenemos todas las probabilidades de comprender sus libros santos."........"La Iglesia es la esposa de Cristo; los evangelios son sus joyas, el tesoro que ella guarda con amor más vigilante; pero la esposa es más preciosa que sus adornos y, por más que los evangelios desapareciesen, la Iglesia no dejaría de ser Iglesia. Pues la Iglesia ha existido antes que los evangelios; el espíritu antes que la letra; y la religión de autoridad antes la religión de un libro, por excelso que sea éste."
-Siendo en modo de tiempo y lugar que el libro de la Biblia sea y deba de ser un libro vivo, de palabra viva que procede de un Dios vivo; Que este libro en texto y contexto sea la exhortanción constante que Dios hace a los hombres vivos, -sean estos como individuos o en comunidad de iglesias-; En tanto y cuanto que la exhortación bíblica por Dios allí requerida sea atendida: ¿El texto y contexto bíblico anterior allí expresado cambia?
Este libro es un insulto a la legitimidad de el mensaje divino, porducto de indóctos que venden enseñanzas apartadas de la verdad divina, negando la Santísima Trinidad, prohibiendo las tranfusiones de sangre, prediciendo el fin del mundo desde los inicios de este colectivo que se autodefine impropiamente, "Testigos de Jehová".
Por eso, San Agustín tenía muy claro que "no creería en el Evangelio si no fuera por la autoridad de la Iglesia".
---EDITADO---
Comentario del blogger: Hombre amigos, no hacía falta dedicarme un para tratar de decirme que la Fraternidad San Pio X no comete actos cismáticos. Eso podrán creerlo ustedes con algo de voluntarismo.
Remuevo el enlace para no darles publicidad gratuita, que por las continuas propagandas que intentan colocar en este blog y por su propio contador de visitas, se ve que la necesitan.
¿Por qué estas enseñanzas siempre terminan "defendiendo" o "atacando" a alguien?
Me parecía muy bien el planteamiento original: "Sobre la interpretación de la Biblia". Excelente.
Cinco líneas más adelante, y hasta el final del artículo, sólo se habla de lo equivocados que están los demás. ¿Dónde quedó "la interpretación de la Biblia"?
Digo que la pregunta es de fondo, porque lo mismo pasó en la pastoral de catequesis de mi parroquia hasta que alguien dijo "¡Basta!" y se dedicó a hablar de la interpretación de la Biblia y no de lo equivocados que estaban los demás. Una de las conclusiones que sacamos, que no viene al caso pero es válida, es que nosotros (y digo los fieles, no la Iglesia) también nos equivocamos a veces al hacer las interpretaciones.
No quisiera decir lo tontos que nos ponemos cuando agarramos ese camino, creo que todos lo hemos experimentado ya alguna vez. Pero sí me gustaría señalar lo improductivo: Nos pasamos la vida diciendo qué tan equivocado está aquél y aquél otro, y nunca nos tomamos un minuto para "interpretar la Biblia" para nosotros.
Comentario del blogger: Una de las funciones de la apologética consiste en señalar los errores y las razones de por qué son errores. Hacer esto es muy necesario porque permite "vacunar" a quienes pueden ser vulnerables a caer en este tipo de errores para no caer en ellos.
Aunque dicho sea de paso, creo que hay suficiente información sobre los errores que se señala uno y otro bando (sobre los que nunca se pondrán de acuerdo, hasta el día que la Santísima Virgen se decida a intervenir), como para estar abriendo temas con nombres diversos para tratar lo mismo una y otra vez.
Comentario del blogger: El título lo he puesto yo porque me ha parecido el más conveniente.
Apreciado Gaby:
Me permito aclararle lo siguiente: es verdad que el artículo publicado "La biblia y su interpretación" tiene un cierto aspecto "polémico". Estoy consciente de ello. Sé también que lo que se trata en él no abarca -ni mucho menos- todos los aspectos de tan delicado diálogo acerca de la Sagrada Escritura y su interpretación. También sé que hay que habría que matizar más teológicamente algunas de las afirmaciones hechas. Por esto agradezco sus observaciones. Solo quisiera añadir varias cosas:
1- Ese artículo forma parte (la primera) de otros en los que he pensado hablar (desarrollar) ya más concretamente lo específico de la interpretación católica de la Sagrada Escritura. Concretamene he pensado hacerlo a partir del rico magisterio que el Papa Benedicto XVI nos está dando (con la Verbum Domini, Jesús de Nazaret y con Lectio Divina y demás catequesis, discursos, etc.) hasta donde pueda hacerlo debido a que no puedo dedicarme a tiempo completo a tan importante labor.
2- Escribo desde Venezuela donde la invasión de sectas protestantes (como Ud. comprenderá distintas del protestantismo serio de Europa) manipula descaradamente la Biblia para confundir a la gente sencilla de nuestro pueblo. Me duele ver cómo se doforma la Sagrada Escritura. Estos artículos están destinados sobre todo a este pueblo sencillo. No hago calificativos ofensivos a nuestros hermanos separados (protestantes: "evangélicos o testigos de Jehová).
3- Soy párroco y -aunque he estudiado Sagrada Escritura- no tengo el tiempo suficiente para hacer artículos en los que pueda atar todos los cabos, no decir imprecisiones, etc. (Después de publicados los he releído y he visto algunas cosas que tego que precisar) Reconozco esta limitación y pido perdón por los mal entendidos. No obstante agradezco sinceramente cualquier observación. Me es muy útil. Éscríbame si lo desea.
Me encomiendo a sus oraciones.
Affmo. en Cristo y María
P.ArturoG.
Gracias por su nota.
Mi oposición a estas posturas "anti-lo-que-sea" se fundamentan en el Evangelio de hoy que dice "Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella".
Gracias a las sectas, pero principalmente gracias a los sectarios, nos hemos acostumbrado a entrar a las casas a golpe y porrazo, tirando patadas y dando alaridos, en lugar de entrar, como dice el Señor "invocando la paz sobre ellos".
No es extraño entonces que obtengamos una respuesta anticristiana de quienes no comparten nuestra fe.
Estoy segura que si los católicos aprendiéramos un poco más, seríamos bastante más caritativos a la hora de escuchar un "ataque", que no es un ataque en contra nuestra, sino un ataque contra Dios. Y si Él no ha decidido todavía lanzar fuego y azufre del cielo, ¿por qué debemos nosotros hacerlo?
Comentario del blogger: Hombre, se me hace evidente que una cosa es señalar los errores (Cristo lo hizo, los apostoles lo hicieron y los padres de la Iglesia lo hicieron) y otra lanzar fuego y azufre del cielo sobre sus cabezas.
Vamos a ver si dejamos de exagerar o vamos a terminar condenando a San Agustín de Hipona por haber escrito extensos tratados contra los arrianos, contra los pelagianos, contra los donatistas, contra los maniqueos y pare de contar. Un servicio excelente que sirve de vacuna todavía hoy en contra de los mismos errores cuando intentan reaparecer. Mucho agradezco particularmente a San Jerónimo su "Contra Helvidio" que me salvó de ser protestante. Yo le sugiero no malentender el significado de la caridad.
Leamos Lucas 9, 52-56
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Y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?».
Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo.
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El celo excesivo no es invento de este siglo. Sus consecuencias tampoco son novedosas. Y hoy, igual que hace dos mil años (el Señor lo sabía) es algo completamente inútil.
Comentario del blogger: ¿Y se puede saber en qué sentido es comparable señalar los errores protestantes como se hace en este artículo, con pedir arrojar fuego del cielo sobre sus cabezas?.
Tu interpretación de las Escrituras también deja mucho que desear. Una cosa es solicitar a Dios la muerte de alguien (texto que citas) y otra el celo del cristiano por las cosas de Dios. Cristo mismo fue quien hizo recordar a sus apóstoles el Salmo que decía "El celo de tu casa me consume" (Salmo 69,9) cuando echó a los mercaderes del templo (Juan 2,17).
Vuelvo y te repito: Si tomaramos en serio tu forma de razonar, tendríamos que condenar a San Agustín, San Justino, San Atanasio, San Hilario de Poitiers, San Ireneo y toda la incontable cantidad de santos que hicieron extensos tratados en defensa de la fe y no les tembló el pulso al señalar los errores de los herejes, y menos bajo un falso entendimiento de la caridad que confundía las cosas como lo haces tu.
Si yo, que soy católica, me irrito y desespero de tanto ataque a los hermanos separados, ¿existirá posibilidad de que ellos escuchen nuestras diatribas, convencidos que están en lo correcto?
La dulzura del corazón no es contraria a la verdad, por el contrario, nace de ella y se expande como la hiedra entre las grietas de las mentiras, hasta romper los muros que nos separan.
Yo entiendo el deseo de los apóstoles y los cruzados de enfrentarse a capa y espada contra los infieles, pero en estos tiempos vernos tan ofuscados sólo hace que nos confundan con otros infieles, se levanten barreras más grandes y la mentira (o más bien, la verdad a medias) corra más deprisa.
Mire cómo el beato Juan Pablo II enfrentó el protestantismo y luego hablemos de luchas agustinianas. Abracemos con Benedicto XVI la apertura hacia todos los cristianos, firmes en la fe y abiertos hacia los hermanos, antes de hacer masacres intelectuales por el bien de... ¿quién?
Comentario del blogger: A este comentario habría que preguntar
¿En que parte de este artículo nota usted que el padre se irrita y desespera o "ataca" a los hermanos separados? ¿En que parte no se nota dulzura de corazón?
Usted parece seguir muy confundida y creer que señalar los errores es de alguna manera caer en "masacres intelectuales". No ha entendido nada de lo que sostiene Benedicto XVI en Caritas inveritate, y en el proceso es sumamente injusta con el sacerdote que ha escrito este irreprochale artículo atribuyéndole actitudes que no tiene.
Yo soy muy paciente pero ya creo que ya se le ha aclarado de manera suficientemente clara la finalidad de este artículo. Lo mismo que seguirá viendo que otros artículos apologéticos publicados en este blog la denuncia de los errores cuando haya que hacerlo. Si a usted le incomoda esto simplemente no los lea y punto.
Y aquí acabo la serie de explicaciones que le he dado al respecto. Noy voy a dejar que el blog se llene de comentarios diciendo lo mismo a la misma persona. Si entendió (espero que si) bien, y sino, también.
No es un acto de caridad extender información falsa ¿no crees?
Un cordial saludo.
Comentario del blogger: Yo más que una demostración vi unos argumentos bastante pero bastante débiles. Espero no sea usted como los protestantes que dicen que han demostrado que la doctrina católica es falsa, y son felices porque se lo creen solo ellos.
Comentario del blogger: Precisamente. Estas objeciones son producto de una confusión muy peligrosa en algunos católicos, que tiende a perder de vista que la caridad no está reñida con la verdad, y es un deber cristiano sacar del error a quien lo está. Un problema muy extendido también en quienes tienen una falsa concepción del ecumenismo.
Y si digo peligrosa es porque puede llevar a la inactividad e indiferencia de algunos católicos, con la excusa de que si se denuncian los errores de alguna manera se comete algún tipo de violencia. Un dislate tremendo, como el de oponer a Benedicto XVI a San Agustín de Hipona como si el uno u el otro no fueran firmes defensores de la verdad
Comentario del blogger: Que distintas denominaciones protestantes tengan en común algunos errores, como los que menciona el artículo, no quiere decir que se les coloque en el mismo cesto. No debe asumir que porque se señala que tanto los testigos de Jehová como los evangélicos cometen errores fundamentales al interpretar las Escrituras, de alguna manera se dice que creen lo mismo o son lo mismo.
- No, no! La tengo yo! La mía es la verdadera!
Jejeje. Sois como niños. Qué risa dáis. Y todo esto es sin salirnos de una misma religión. Luego, además, están las demás religiones, que también son "verdaderas". Si la palabra de vuestro Dios fuese absoluta y no relativa no habría tantas y tan confusas interpretaciones. ¿Para cuándo un ejercicio de inteligencia y honradez de alguno de ustedes que se atreva a reconocer que sois estafados?
Comentario del blogger: Precisamente los que estamos firmemente afincados en la Roca de Pedro instituida por Jesucristo y al Magisterio de la Iglesia no tenemos el problema de ser volubles ante cualquier viento de doctrina. Cuando no se está asido a esta Roca, ocurre lo que menciona.
No solo el Papa tiene posturas menos intransigentes. Habemos católicos (y muchos) que preferimos enfocarnos en lo que tenemos en común y a partir de allí construir un diálogo en el que ambos salgamos beneficiados, aunque ambos mantengamos nuestras posturas en todo lo demás.
El hecho que nosotros creamos firmemente que a ustedes "les falta algo", no significa que lo que tienen sea completamente inválido. A los fieles católicos que aún no hemos alcanzado la santidad también nos faltan muchas cosas, y no por eso Jesús deja de amarnos.
Comentario del blogger: Son cosas distintas la santidad personal y la pureza doctrinal. Alguien puede profesar una pureza doctrinal intachable y ser el más grande pecador sobre la tierra, pero eso no quiere decir que no se deba buscar la pureza doctrinal. Tampoco quiere decir que se pueda eludir el deber de sacar al hermano del error.
Ya ha sido en esto bastante claro el Papa Juan Pablo II:
"En efecto, la unidad dada por el Espíritu Santo no consiste simplemente en el encontrarse juntas unas personas que se suman unas a otras. Es una unidad constituida por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos y de la comunión jerárquica. Los fieles son uno porque, en el Espíritu, están en la comunión del Hijo y, en El, en su comunión con el Padre: « Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo » (1 Jn 1, 3). Así pues, para la Iglesia católica, lacomunión de los cristianos no es más que la manifestación en ellos de la gracia por medio de la cual Dios los hace partícipes de su propia comunión, que es su vida eterna. Las palabras de Cristo « que todos sean uno » son pues la oración dirigida al Padre para que su designio se cumpla plenamente, de modo que brille a los ojos de todos « cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas » (Ef 3, 9). Creer en Cristo significa querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo: « Ut unum sint ».”
Juan Pablo II, Ut unum sint 9
Y en En Reconciliatio et Paenitentia es más claro todavía cuando señala:
“Hay que reafirmar que, por parte de la Iglesia y sus miembros, el diálogo, de cualquier forma se desarrolle —y son y pueden ser muy diversas, dado que el mismo concepto de diálogo tiene un valor analógico— , no podrá jamás partir de una actitud de indiferencia hacia la verdad, sino que debe ser más bien una presentación de la misma realizada de modo sereno y respetando la inteligencia y conciencia ajena. El diálogo de la reconciliación jamás podrá sustituir o atenuar el anuncio de la verdad evangélica, que tiene como finalidad concreta la conversión ante el pecado y la comunión con Cristo y la Iglesia, sino que deberá servir para su transmisión y puesta en práctica a través de los medios dejados por Cristo a la Iglesia para la pastoral de la reconciliación: la catequesis y la penitencia.”
Comentario del blogger: No puede haber contradicción entre la Escritura y la Tradición (con T mayúscula), porque ambas parten de una misma fuente y tienen un mismo fin. Lo que pueden haber es contradicciones en la interpretación que alguna de ellas hace algún grupo religioso haciendo uso de su libre interpretación de la Biblia. Es lo mismo que ocurre inclusive entre protestantes que dicen regirse por la misma Biblia pero la interpretan distinto. No es que la Biblia se contradiga con la Biblia es que unos y otros cometen errores de interpretación y atribuyen al otro el estar equivocado.
Comentario del blogger: No se admiten comentarios en minúsculas
Es más, me parece que lo contrario es más posible.
Comentario del blogger: Precisamente un error común en la concepción del ecumenismo (y que no es más que un falso ecumenismo), es el pensar que se trata solo en profundizar en lo que compartimos en común con otros cristianos dejando en segundo plano las diferencias.
Observa que en tu comentario has dicho "No solo el Papa tiene posturas menos intransigentes. Habemos católicos (y muchos) que preferimos enfocarnos en lo que tenemos en común y a partir de allí construir un diálogo en el que ambos salgamos beneficia, aunque ambos mantengamos nuestras posturas en todo lo demás"
En ese "aunque" endosas al Papa un ecumenismo muy distinto el que él mismo predica y practica, y por eso es que te cité sus palabras para que te dieras cuenta de que no es el Papa quien ve el ecumenismo de esa manera, pues la búsqueda de la verdadera unidad entre los cristianos no consiste en eso: un simple diálogo en donde pasa a segundo plano que los demás mantengan una posición equivocada:
"En efecto, la unidad dada por el Espíritu Santo no consiste simplemente en el encontrarse juntas unas personas que se suman unas a otras. Es una unidad constituida por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos y de la comunión jerárquica"
El verdadero ecumenismo no puede pasar por alto que el cristiano está en el deber moral de presentar la verdad al hermano equivocado (Leer el Ezequiel 33 por ejemplo). En ese sentido, como dice el padre Fernando Ocáriz, se debe ser "proselitista" en el buen sentido de la palabra (lo explica AQUI).
En tu caso encuentro quizá un problema similar, en parte por tus comentarios y también porque de lo contrario no se explican algunas reacciones respecto a un artículo que pretende presentar la verdad y sacar del error a nuestros hermanos protestantes, tomándolo como una agresión, o comparándolo como una petición a Dios para "caer fuego del cielo sobre sus cabezas", todas acompañadas de algunas insinuaciones bastante injustas para el sacerdote autor del mismo. Todo esto ya te lo he explicado y creo que está suficientemente claro.
Para Luis el canario. ¿Cómo es posible que existan tantas opiniones diferentes sobre tus islas entre los que las hemos visitado, ¡hemos sido estafados! ¿nos han enseñado islas diferentes? o bien es que el hombre posee una imnata capacidad, para viendo lo mismo, sentirlo y contarlo de forma diferente. La Vida y Dios nuestro Padre tienen algo para ti, lo que te contemos o leas de las experiencias de los demás, solo estimularan tu imaginación, si quieres conocerlo tendrás que descubrirlo y vivirlo personalmente. Paz y Bien a todos en Cristo Jesús Señor nuestro.
Comentario del blogger: Estimado amigo, sus objeciones todas tienen explicación. Como no puedo extenderme mucho en la sección de comentario seré breve puntualizando solamente lo más relevante y conduciéndole a donde puede terminar de aclarar el asunto.
1) No hay nada en el acuerdo sobre la justificación entre la Iglesia Católica y la Luterana que no haya sido ya dicho por la Iglesia Católica en concilios anteriores. Puede usted verificar por ejemplo el Concilio de Trento, el Concilio de Orange o cualquiera de los otros concilios que se pronunciaron contra los pelagianos. El problema medular de la doctrina de Lutero era la negación del libre albedrío, una negación que el día de hoy sigue siendo herética para la Iglesia Católica.
2) Respecto al celibato, usted comete el error de no distinguir entre cuestiones doctrinales y disciplinares. El celibato nunca ha sido una doctrina sino una disciplina, y eso la Iglesia no lo ha negado nunca, y a este respecto ya tiene publicado en este blog desde hace 3 años el siguiente artículo explicándolo en detalle:
Objeciones contra el celibato sacerdotal
3) Si el celibato es disciplinario no habría que sorprenderse que Pedro tuviera suegra.
4) El el punto cuatro donde menciona la "sinonia" (palabra que no existe, me imagino que se refiere a la simonía) aquí presenta una confusión distinta a la anterior: Usted confunde heterodoxia con heteropraxis y no termina de comprender a que llamamos nosotros "Tradición". Esta no se refiera ni siquiera a tradiciones particulares, mucho menos a prácticas erróneas que la Iglesia en algún momento de su historia pudo cometer, sino al mensaje transmitido por nuestro Señor Jesucristo cuya revelación ha llegado a nosotros tanto por medios orales o escritos.
5) No creí que sea necesario explicarle la diferencia entre Escritura y "palabra" porque habría que ver en que contexto usted usa dichas las acepciones de dichas palabras.
Finalmente todo se reduce a lo mismo: No es que haya contradicción entre Escritura y Tradición, lo que si puede haber es una contradicción entre la forma que interpreta (usted o cualquier grupo religioso) alguna de ellas (o ambas) con la otra y viceversa.
Comentario del blogger: Si hay personas que se dicen cristianos pero no profesan la verdadera doctrina se separan ellos mismos de la Iglesia. La Iglesia es UNA y no deja de ser una porque algún miembro se separe y deje de ser parte de ella, o inclusive aunque tenga una comunión imperfecta.
El Magisterio es un oficio instituido por Jesucristo y encomendado a los apóstoles y sucesores de interpretar auténticamente la palabra de Dios. De no existir este oficio estaríamos en la situación en que se encuentra usted, que no sabe distinguir entre lo que usted entiende de la Biblia y lo que puede decir, y terminaríamos en una especie de idolatría del propio entendimiento. Así pues la disyuntiva no es: O Cristo o la Iglesia, sino su "Interpretación" de las verdades de fe (que atribuye a Cristo), versus la de la Iglesia.
Observe el resto de protestantes: Dicen también obedecer la Biblia a pie de juntillas y regirse solo por ella y no se pueden poner de acuerdo ni entre ellos ni con usted de los puntos más fundamentales de la fe.
1) ¿Quién fundó la Iglesia Católica?
2) ¿Quién fundó su "iglesia" o secta?
Ya lo ve. Y no empiece con las leyendas negras de la Iglesia porque me va a hacer creer que es un ignorante y no una persona con la que se pueda hablar en un cierto nivel intelectual. Hasta es Wikipedia puede Ud. hallar la verdad ante tanto mito.
Y cuando Ud. comprenda cuán difícil es llevar adelante una familia y una parroquia (católica)-no una oficina protestante- va a dejar de hacer esas preguntas.
Saludos,
Pax et Bonum!
PD: voy a rezar por Ud. y por su conversión.
No soy pastor de ninguna iglesia ni me he definido como tal, soy un cristiano médico de profesión y trabajo en la sanidad nueve horas diarias, estoy casado y tengo dos hijos.
No sé si se han dado cuenta, los primeros cristianos daban testimonio de su fe y se reconocían por el amor que se demostraban entre ellos, nosotros, como señala Luis el Canario,damos testimonio por ser incapaces, no ya de ponernos de acuerdo o amarnos, sino, de respetarnos.
Paz y Bien
Comentario del blogger: Que los protestantes crean que la fe católica está errada no es ninguna novedad, y no pasa de ser una simple opinión. Ahora, que usted diga que todas las comunidades eclesiales tienen una misma fe es casi querer tapar el sol con un dedo. Una reflexión de eso que dejé escrita en este mismo blog está aquí:
Me importa un pepino, unas reflexiones sobre la "unidad" protestante
Comentario del blogger: "Me importa un pepino" fue la pintoresca respuesta que recibí de un protestante respecto a la posición teológica de otros protestantes (bastaría haber leído el artículo enlazado para darse cuenta). Vamos a ver si nos informamos un poco antes de opinar alegremente, sobre todo cuando esas opiniones pretenden descalificar a otros.
Con toda claridad Pablo, hablando a los gentiles, dice: "y tú por la fe estás en pie. No tengas pensamiento de orgullo sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales -judíos-, a tí -gentil- tampoco te perdonará. Considera pues la bondad y severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los caídos, mas la bondad de Dios para tí, SI PERMANECES EN ESA BONDAD" (Rm. 11,20-22)
Jesús dijo exactamente lo mismo: "El que PERSEVERE hasta el final se salvará". Por tanto, no nos confiemos y "trabajemos por nuestra salvación con temor y temblor" (Fil. 2,12). Estamos salvados, sí, pero en esperanza mientras vivimos en el mundo. No la defraudemos.
Sólo existe una Persona que desde siempre ha sido esperada o adorada, esa es Jesucristo, el Verbo Eterno hecho Hombre, y no hay ninguna religión ni sistema filosófico que desde su doctrina lo niegue. No hay tres, cinco o siete "cristos" a elegir según que religión. Sólo hay Uno. Por tanto, no hay ninguna contradicción, ni lucha entre "dioses".
Por su parte, el judaísmo es la religión de espera del catolicismo, por tanto, la confirma, y el Islam teológicamente hablando es una herejía, necesita por tanto del catolicismo para existir como el resto de herejías.
Sólo los católicos decimos que nuestra religión es la verdadera porque es la fe, los seguidores de las religiones al uso no lo dicen respecto a las suyas, y a los únicos que os molesta esta afirmación porque es cierta es a los ateos.
Comentario del blogger: Este post trata de la Biblia y su interpretación, no de la doctrina protestante "Salvo siempre Salvo" que dicho sea de paso, es rechazada por una buena parte de iglesias evangélicas (comunidades eclesiales estrictamente hablando) de la actualidad. Resulta curioso que haya sido usted mismo quien venía diciendo que todos los evangélicos creían lo mismo y luego viene precisamente con una de las doctrinas en las que no se pueden convencer mutuamente.
Pero como este no es el tema del post, le remito a donde lo traté recientemente:
Como colabora la gracia con la libertad humana
Nota: Resulta también bastante paradójico que venga aquí a hablar del amor de Dios perteneciendo a una comunidad protestante que no cree que Dios quiere que todos los hombres se salven.
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