El Ecumenismo y el Concilio Vaticano II
En un anterior post relacionado al ecumenismo trataba de resumir los errores más comunes en que caen muchos católicos mal informados, que terminan practicando, sin saberlo, una especie de pancristianismo sincrético condenado por la Iglesia (ver por ejemplo: Pio XI, Mortalium Animos). Hoy deseo tratar el tema para analizarlo desde otro punto de vista: el tradicionalismo lefebvrista. Para ello he traducido algunos párrafos del libro More Catholic than the pope donde sus autores, Patrick Madrid y Pete Vere tratan el tema.
Patrick Madrid es un activo y reconocido apologeta editor de la Revista Envoy Magazine, director del Envoy Institute of Belmont Abbey College. En el pasado fue varios años vicepresidente de Catholic Answers. Pete Vere es también apologeta y ex adherente del lefebvrismo.
Sin más presentación aquí el artículo:
El Concilio Vaticano II y el ecumenismo
“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí” Juan 17,20-23
Algunos tradicionalistas de tendencia lefebvrista asumen que el Concilio Vaticano II contradijo la Tradición de la Iglesia en su enseñanza sobre el ecumenismo. Si esta aseveración es correcta, entonces la Iglesia Católica tiene un serio problema: El Concilio Vaticano II no puede ser legítimo, dado que un concilio ecuménico legítimo puede desarrollar pero no puede contradecir previas enseñanzas dogmáticas de la Iglesia. Para abordar este asunto, por supuesto, tenemos que ver cómo los padres del Concilio Vaticano II entendieron el ecumenismo. Básicamente, la mayor parte de la enseñanza referente a esta materia se encuentra contenida en la Unitatis redintegratio, la cual es el Decreto sobre el Ecumenismo del Concilio. Este documento inicia con el siguiente párrafo:
“Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el Sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo. Los discípulos del Señor, como si Cristo mismo estuviera dividido. División que abiertamente repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo”
El ecumenismo concierne a la relación entre cristianos que caen dentro de distintas iglesias y comuniones eclesiales. Su propósito busca ayudar a restaurar la unidad de los cristianos, reconociendo que solo Cristo fundó una Iglesia. El ecumenismo es, pues, el diálogo espiritual y la actividad en la que la Iglesia Católica se dedica a otros cristianos. Entendiendo “otros cristianos” como aquellos que son válidamente bautizados pero no son católicos. Esto significa, por ejemplo, que el diálogo católico-ortodoxo o el diálogo entre católicos y anglicanos constituye ecumenismo, ya que tanto anglicanos y ortodoxos son válidamente bautizados pero no son cristianos católicos.
El ecumenismo no incluye sin embargo, el diálogo con musulmanes o con hindúes, porque ni los musulmanes ni los hindúes son cristianos. La Iglesia se describe este tipo de actividad espiritual con las religiones no-cristianas como “diálogo interreligioso”. Los padres conciliares trataron este tema en la Nostra Aetate, que es la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las Religiones no cristianas del Concilio Vaticano II. Es importante tener esto en cuenta, ya que algunos tradicionalistas se quejan del “ecumenismo con los hindúes y los budistas” o alguna otra religión no cristiana, lo cual es un malentendido del significado del ecumenismo.
Aquí es donde otra distinción debe hacerse sobre los términos empleados por los padres del Concilio Vaticano II. Generalmente, cuando los documentos hablan de ”otras Iglesias” se están refiriendo a Iglesias orientales no católicas que han conservado los siete sacramentos, a saber, la Iglesia ortodoxa oriental, las Iglesias ortodoxas orientales, y las Iglesias asirias de Oriente. Posteriormente documentos eclesiales han también empleado el término Iglesias no católicas orientales o sus equivalentes de ley. Esta amplia definición incluye todas las Iglesias orientales no católicas, así como tales entidades eclesiásticas que han conservado los siete sacramentos, como la Iglesia Católica Nacional Polaca, la Iglesia Católica Patriótica China, y las antiguas iglesias católicas históricas; y, en el futuro, es posible ver a la Sociedad de San Pio X añadida a esta categoría.
Por otra parte, los protestantes y otras comunidades cristianas no han preservado la sucesión apostólica y por lo tanto la capacidad de administrar válidamente los siete sacramentos, por lo cual pertenecen a la categoría de “comunidades eclesiales”. La Iglesia Católica incluye la Comunión Anglicana (a pesar de su histórica protesta) en esta última categoría de “comunidad eclesial” .
Además, respecto a las definiciones, deberíamos notar que los padres conciliares distinguieron entre communicatio in sacris y communicatio in spiritualibus en sus enseñanzas. El 14 de mayo de 1967, la Secretaría para la Promoción de la Unidad de los Cristianos promulgó la Ad Ecclesiam Totam, en la que se definen estos dos términos de la siguiente manera: “El término communicatio in spiritualibus (participación en las cosas espirituales) cubre aquellas oraciones ofrecidas en común, uso de lugares sagrados y objetos (por ejemplo, La Biblia).. Hay communicatio in sacris (comunión en las cosas sacradas) cuando alguien toma parte en la adoración litúrgica o en los sacramentos de otra iglesia o comunidad eclesial. En términos prácticos, communicatio in sacris se aplica a la participación ecuménica de los sacramentos, mientras que communicatio spiritualibus se aplica a la participación ecuménica de todas las actividades espirituales.
En general, la Iglesia alienta la communicatio en spiritualibus entre católicos y protestantes, pero limita estrictamente la communicatio in sacris a unos pocos sacramentos, e incluso entonces sólo entre los católicos y los miembros de una Iglesia no católica oriental. Véase, a este respecto, el Canon 844 del actual Código de Derecho Canónico. Bajo ciertas circunstancias, los católicos pueden compartir el sacramento de la confesión, la Sagrada Comunión y la Unción de los enfermos con los miembros Iglesias orientales no católicas o sus equivalentes de ley. Estas circunstancias, aunque bien definidas, no son excesivamente restrictivas. Sin embargo, de acuerdo con el canon, “el peligro de error o de indiferentismo debe evitarse…”
El espíritu del diálogo ecuménico
Es cierto que en la Iglesia han ocurrido abusos en nombre del ecumenismo desde la clausura del Concilio Vaticano II. Adherentes de la FSSPX están familiarizados con muchos de estos abusos, y a menudo culpan de los mismos al propio Concilio. Ellos creen que la corriente del diálogo ecuménico debilita la doctrina de la Iglesia y conduce a la herejía del indiferentismo religioso (la idea de que las diferencias religiosas no son tan importantes). Algunos incluso argumentan que el ecumenismo mismo es una herejía. Creen que el ecumenismo debe necesariamente implicar un debilitamiento de la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica única fundada por Cristo - que sólo ella es el Arca de la Salvación en el marco de la Nueva Alianza.
Al hacer esas acusaciones, estas personas no toman en cuenta la perenne Tradición de la Iglesia. Reconciliatio et Paenitentia es la exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la reconciliación y la penitencia, la cual aclara la posición de la Iglesia en relación con el diálogo ecuménico. De hecho, el Santo Padre va más allá del mero diálogo ecuménico para incluir todos los diálogos en los que la Iglesia actualmente participa con el propósito de lograr una verdadera reconciliación entre las personas. Con su típica claridad de pensamiento, enseña el Santo Padre:
“Hay que reafirmar que, por parte de la Iglesia y sus miembros, el diálogo, de cualquier forma se desarrolle —y son y pueden ser muy diversas, dado que el mismo concepto de diálogo tiene un valor analógico— , no podrá jamás partir de una actitud de indiferencia hacia la verdad, sino que debe ser más bien una presentación de la misma realizada de modo sereno y respetando la inteligencia y conciencia ajena. El diálogo de la reconciliación jamás podrá sustituir o atenuar el anuncio de la verdad evangélica, que tiene como finalidad concreta la conversión ante el pecado y la comunión con Cristo y la Iglesia, sino que deberá servir para su transmisión y puesta en práctica a través de los medios dejados por Cristo a la Iglesia para la pastoral de la reconciliación: la catequesis y la penitencia”
Esta sólida enseñanza sitúa el diálogo ecuménico dentro de la tradición teológica y doctrinal de la Iglesia. En primer lugar, el Papa Juan Pablo II señala la preocupación de que el diálogo ecuménico sea usado para propagar el indiferentismo religioso. El reitera que el diálogo “no podrá jamás partir de una actitud de indiferencia hacia la verdad”. El recuerda a los cristianos nunca acercarse a un diálogo ecuménico con indiferencia hacia la verdad. De esta manera el Santo Padre autoritativamente cierra la puerta a cualquier mal uso, o abuso, del diálogo ecuménico. A continuación, reitera los principios del Concilio Vaticano II que deben regir el diálogo ecuménico.
El Concilio Vaticano II afirma la función tradicional del papado
Sin embargo, ¿Cuál es la verdad presentada por la Iglesia Católica? ¿Cuáles son los principios con los que la Iglesia se acerca a los cristianos separados? Estas son preguntas importantes, porque los tradicionalistas adherentes al lefebvrismo a menudo argumentan que con el fin de facilitar el diálogo ecuménico, el Concilio Vaticano II restó importancia al clamado indisputable de la Iglesia de ser la única fundada por Cristo sobre la roca de San Pedro. Pero precisamente por esto, los Padres del Concilio anticiparon estas acusaciones en su Declaración sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio, en el cual claramente enseñan:
“Para el establecimiento de esta su santa Iglesia en todas partes y hasta el fin de los tiempos, confió Jesucristo al Colegio de los Doce el oficio de enseñar, de regir y de santificar. De entre ellos destacó a Pedro, sobre el cual determinó edificar su Iglesia, después de exigirle la profesión de fe; a él prometió las llaves del reino de los cielos y previa la manifestación de su amor, le confió todas las ovejas, para que las confirmara en la fe y las apacentara en la perfecta unidad, reservándose Jesucristo el ser El mismo para siempre la piedra fundamental y el pastor de nuestras almas” .
Partiendo de un sólido fundamento escriturístico, los principios del Concilio Vaticano II fluyen desde las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles. El Concilio enseña la Iglesia del Señor, y por tanto la unidad de los cristianos, debe ser edificada sobre la roca de San Pedro. Por otra parte, el Concilio afirma que la tarea de preservar y confirmar esta unidad dentro de la Iglesia del Señor corresponde a San Pedro y a sus legítimos sucesores en el papado romano. La objeción de que el Concilio Vaticano II debilita la función primacial del Papa falla, porque este texto reitera lo que la Iglesia ha enseñado siempre de acuerdo con su Sagrada Tradición. El ministerio petrino es, y siempre lo ha sido, el fundamento de la unidad entre los cristianos.
El ecumenismo auténtico ratifica la presencia real de Cristo en la Eucaristía
San Pedro y sus sucesores son el fundamento de la unidad en la Iglesia. Sin embargo, esta base se establece por medio de Jesucristo. Nuestro Señor es la fuente de la unidad dentro de la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a su presencia real en el Santísimo Sacramento. Debemos tener esto en cuenta cuando se defiendan las enseñanzas del Concilio sobre el ecumenismo, ya que muchos lefebvristas también alegan que el ecumenismo debilita la fe católica en nuestra presencia real del Señor con el fin de calmar a los no católicos. Esto no es cierto. Basta continuar leyendo el decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II para descubrir la siguiente enseñanza:
“[Cristo] instituyó en su Iglesia el admirable sacramento de la Eucaristía, por medio del cual se significa y se realiza la unidad de la Iglesia”
En otras palabras, el Concilio Vaticano II llama a la Iglesia a promover la unidad de los cristianos a través del diálogo ecuménico. Sin embargo, el Concilio reconoce que la unidad no puede ser ni completamente realizada sino solo hacia el Sacramento de la Santa Eucaristía. Así, el Concilio Vaticano II no sólo defiende la doctrina tradicional católica sobre el Santísimo Sacramento, sino que afirma claramente esta posición en el mismo decreto a través del cual se promueve el ecumenismo. Los Padres del Concilio, por la promoción del diálogo ecuménico, tratan de atraer a nuestros hermanos cristianos separados de nuevo a la plena comunión con la Iglesia Católica por medio de la Sagrada Eucaristía. La Eucaristía simboliza nuestra unidad en la Iglesia, primeramente con Dios, y en segundo lugar con los demás. Sin embargo, este simbolismo sólo puede realizarse plenamente a través del Santo Sacrificio de la Misa
Al traernos el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, así como la perpetuación del santo sacrificio de Cristo en la cruz, la Misa nos une a todos los discípulos de Cristo a través del tiempo y el espacio, reuniéndonos en una sola Iglesia. La intención de la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo es para ayudar a reunir con la Iglesia los discípulos cristianos que han quedado separados a través de cismas y herejías históricas.
“Esta postura ecuménica representa una desviación de la tradición católica”, afirman algunos adeptos al tradicionalismo lefebvrista. “No encontramos ningún ejemplo de la Iglesia Católica participara en una actividad ecuménica similar antes del Concilio Vaticano II” . Esta objeción podría causar problemas a algunos católicos, porque ellos no conocen otros ejemplos de la práctica ecuménica de la Iglesia católica con los que se han separado de ella. Sin embargo, tales precedentes si existen dentro de la Tradición católica. El ejemplo más llamativo es, probablemente, el Concilio Ecuménico de Florencia. Este Concilio ofrece todo un precedente claro en la Tradición católica de la participación actual de la Iglesia en el diálogo ecuménico. Después de todo, el Concilio de Florencia intentó reunir a los ortodoxos orientales y el occidente católico. Durante el cuarto período de sesiones de este Concilio, el Papa Eugenio IV decretó:
“Eugenio, obispo, siervo de los siervos de Dios, para perpetua memoria. Nos corresponde dar gracias a Dios todopoderoso… Porque he aquí, los pueblos occidentales y orientales, que han sido separados por mucho tiempo, se apresuran a entrar en un pacto de armonía y unidad, y los que fueron justamente afligidos por esta larga disensión que les mantiene separados, por fin después de muchos siglos, en el marco del impulso de Aquel de quien procede toda buena dádiva, se reúnen en persona en este lugar por el deseo de una santa unión”
Un par de cuestiones debe llamar nuestra atención. En primer lugar, el Oriente y Occidente se separaron el uno del otro, obviamente en cisma, tal como reconoció el Papa Eugenio IV en su decreto. Estas Iglesias, sin embargo se reunieron después de muchos siglos para tratar de conciliar sus diferencias. Este es un acto de ecumenismo, que el Papa Eugenio IV atribuye al Espíritu Santo. De hecho, el Papa no sólo atribuye este diálogo ecuménico a la inspiración del Espíritu Santo, sino que procede a mantener ese diálogo en el Concilio de Florencia como nuestra obligación cristiana, diciendo: «Somos conscientes de que es nuestro deber y el deber de toda la Iglesia esforzarnos al máximo para asegurar que estas iniciativas felices avanzan y tratar nuestros problemas juntos, tal que podamos merecer ser llamados cooperadores con Dios»”
Al sostener la posición católica tradicional del Concilio de Florencia - en otras palabras, una posición verdaderamente basada en la Sagrada Tradición de la Iglesia - un católico puede objetar que todo esto aplica al ecumenismo católico con la Iglesia Ortodoxa Oriental. ¿Acaso aplica al ecumenismo entre católicos y protestantes después del Concilio Vaticano II? ¿Hay un ejemplo similar de los anteriores concilios ecuménicos?
Estas son preguntas importantes, ya que algunos de estos tradicionalistas suelen hacer gran alboroto por la invitación a seis teólogos protestantes a participar en el Concilio Vaticano II en calidad de asesores. Brevemente, debemos hacer notar que había muchos más observadores ortodoxos y protestantes en el Concilio. Los famosos “seis protestantes” constantemente mencionados por los opositores del Concilio Vaticano II eran simplemente observadores en lo referente a la reforma litúrgica.
La sugerencia de que estos “seis protestantes” prácticamente hicieron juntos la reforma litúrgica de Pablo VI es una exageración. Si aceptamos el Concilio de Trento como una expresión auténtica de la Tradición católica (los católicos están obligados a hacerlo), entonces los cargos que no tienen en cuenta la Tradición católica. En los documentos de la decimotercera sesión de Trento, leemos:
“El sacrosanto general Concilio de Trento, congregado legítimamente en el Espíritu Santo, y presidido de los mismos Legado y Nuncios de la santa Sede Apostólica, concede, en cuanto toca al mismo santo Concilio, a todas y a cada una de las personas eclesiásticas o seculares de toda la Alemania, de cualquiera graduación, estado, condición y calidad que sean, que deseen concurrir a este ecuménico y general Concilio, la fe pública, y plena seguridad que llaman Salvoconducto, con todas y cada una de sus cláusulas y decretos necesarios y conducentes, aunque debiesen expresarse en particular, y no en términos generales; los mismos que ha querido se tengan por expresados, para que puedan y tengan facultad de conferenciar, proponer y tratar con toda libertad de las cosas que se han de ventilar en el mismo Concilio, así como para venir libre y seguramente al mismo Concilio general, y permanecer y vivir en él, y también para representar, y proponer tanto por escrito, como de viva voz los artículos que les pareciese, y conferenciar y disputar con los Padres o con las personas que eligiere el mismo santo Concilio, sin injurias ni ultrajes; e igualmente para que puedan retirarse cuando fuere su voluntad”
Debemos hacer varias observaciones importantes. En primer lugar, el Concilio de Trento invitó y ofreció salvoconducto a los protestantes que deseaban venir y participar en este Concilio Ecuménico. En segundo lugar, los Padres del Concilio invitaron a los protestantes de todas las clases eclesiásticas y sociales para compartir su punto de vista teológico, proponer temas para el debate, y en general participar en los quehaceres diarios del concilio. En tercer lugar, los padres conciliares permitieron a los protestantes retirarse en cualquier momento. Finalmente los protestantes, los Padres del Concilio les invitaron a ser más que simples observadores.
En el Concilio de Trento, la Iglesia emitió una clara invitación al diálogo ecuménico entre católicos y protestantes. Y puesto a la mayoría de luteranismo envuelto de Alemania de aquella época. Esta invitación fue mucho más amplia que la invitación a un puñado de teólogos protestantes en el Vaticano II. De hecho, el Concilio de Trento permitía a los protestantes que asistiesen al concilio mayor nivel de participación que el que se le permitió a los teólogos protestantes observadores del Concilio Vaticano II. Irónicamente, las objeciones lefebvristas al ecumenismo católico-protestante, tanto durante como después del Concilio Vaticano II, son realmente objeciones a un precedente establecido por el Concilio de Trento.
Para concluir este capítulo sobre el Concilio Vaticano II y el ecumenismo, podemos afirmar que estas enseñanzas nos ofrecen una visión fresca en nuestra tradición católica, en que los padres conciliares formularon estas enseñanzas para hacer frente al escándalo de la desunión de los cristianos. Sin embargo, cuando se trata de la sustancia de nuestra fe católica, estas enseñanzas no representan un cambio en lo que la Iglesia siempre ha enseñado. El ecumenismo católico está sólidamente fundada en la Tradición católica, heredada de anteriores Concilios Ecuménicos. Las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo se basan en los precedentes ecuménicos de la Iglesia establecida en el Concilio de Florencia y el Concilio de Trento. Como católicos, podemos abrazar las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo, ya que estas enseñanzas están sólidamente arraigadas en la Tradición católica.
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21 comentarios
Luego el autor que citas parte de una falacia, y es que un Concilio no puede contradecir al Magisterio anterior porque afirmar tal cosa sería deslegitimar a un concilio. El Magisterio ordinario no infalible y no definitivo sí puede ser matizado y "contradicho" en un desarrollo ulterior. Y lo que a su vez se contiene en el Concilio en esta materia también puede ser igualmente relativizado por el Magisterio en un futuro.
No en vano, aunque a los "lefebvrianos" más alejados del catolicismo les duela (que no son lefebvrianos sino sedevacantistas encubiertos), Mons. Fellay ya dijo en su día que ellos aceptan el 95% del Concilio, y ese 5% que se les atraganta refiere al estilo literario ambiguo y a importantes asuntos no definidos (esto es, declarados mediante cánones), que han dado pie al famoso "Espíritu del concilio".
Saludos.
Comentario del blogger: Mucho se podría decir de los “peros” lefebvristas al Concilio relacionados al ecumenismo, pero van mucho más allá del señalamiento de algunas ambigüedades literarias, o inconformidades con algunas malas interpretaciones a los textos conciliares. Para muchos de ellos “el ecumenismo es una trampa mortal preparada por el Concilio Vaticano II” y afirman que “el ecumenismo naufraga en sus insuperables contradicciones doctrinales” . Incluso les he leído ir más lejos y decir “el perverso ecumenismo actual dimana, de hecho, del concilio” . El autor del libro conoce de cerca todas estas objeciones porque fue un adherente del mismo.
La indefectibilidad de la Iglesia garantiza no solo que tiene carácter imperecedero sino que no sufrirá cambio sustancial en su doctrina, en su constitución o en su culto. Un Concilio Ecuménico incluso siendo Magisterio ordinario no puede contradecir verdades definidas de manera infalible por concilios anteriores. Las objeciones lefebvristas respecto a negar la continuidad del Concilio Vaticano II con los Concilios anteriores ha sido reiteradamente rechazada por el Magisterio de la Iglesia y por los Papas (y con especial firmeza por su santidad Benedicto XVI).
Los católicos no están llamados a aceptar solo el 95% de un Concilio, le deben obsequio religioso en su totalidad, y mientras los lefebvristas no acepten esto no podrán retornar a la plena comunión con la Iglesia.
En Mortalium Animos, SS Pío XI (1928) comentaba que las diferentes religiones buscaban puntos doctrinales en común. reuniéndose en maratónicas discusiones, inclusive con los que rechazaban absolutamente a Nuestro Señor Jesucristo. SS PIO XI AFIRMA QUE DE NINGUNA MANERA PUEDE APROBARSE LA PARTICIPACION DE CATOLICOS EN ESAS PLATICAS, siendo erróneo decir que todas las religiones son más o menos buenas, por el sentido religioso nato, que conduce al hombre a Dios. Los que sostienen esas tésis están en ERROR Y DISTORCIONAN LA IDEA DE RELIGION, cayendo poco a poco al naturalismo y al ateísmo. El favorecer ésas opiniones, es equivalente a ABANDONAR LA RELIGION REVELADA POR DIOS.
Ya que la Santa Iglesia Católica es la única iglesia fundada por Cristo y por tanto, poseedora de la verdad absoluta,
LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS SOLO PUEDE SER RESTABLECIDA POR LA CONVERSION Y EL RETORNO de los hermanos separados y comunidades al seno de la SANTA IGLESIA CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA.
Afirmar algo diferente es caer en el darwinismo doctrinal, pues la verdad es verdad y será verdad hoy y siempre. No hay un eslabón perdido.
Comentario del blogger: El artículo que acabo de traducir precisamente apunta al verdadero sentido del ecumenismo, el cual nunca puede estar fundado de una actitud de indiferencia a la verdad.
En este sentido el católico que participa en el diálogo ecuménico si debe ser “proselitista” (entendiéndolo en el buen sentido de la palabra) pero no meramente buscando un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe, tampoco implica uniformidad en todas las expresiones de la teología de la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina . Se trata de exponer la verdad con caridad, respecto pero a la vez con firmeza y sin atenuaciones en busca de la unidad en la diversidad: unidad en lo fundamental (una misma fe) pero no perdiendo de vista la existencia de diversidad en las expresiones de la misma.
Un ejemplo de esto lo encontramos en la masiva conversión de anglicanos que han optado por regresar a la comunión plena de la Iglesia Católica, aceptando formalmente la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus. Por medio de la institución de ordinariatos personales conservarán elementos cruciales de espiritualidad, liturgia, teología e historia, y disciplina, que forman parte del patrimonio anglicano, pero a su vez aceptarán la fe católica en su integridad, y reconociendo la primacía jurisdiccional del Papa estarán sujetos a la Congregación para la doctrina de la fe y a los demás dicasterios de la Curia romana según sus competencias.
Comentario del blogger: Ante todo, antes de recomendar cualquier libro, yo recomendaría los documentos magisteriales, que son bastantes. Primeramente:
Ut Unum Sint
Unitatis Redintegratio
Mortalium Animos
Tertio Millenio Adveniente
Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo
La dimensión ecuménica en la formación de quienes trabajan en el Ministerio Pastoral
Orientale Lumen
Sin ser yo especialista en la materia, lo que si veo que pudo haber habido es un aumento en la consciencia sobre la importancia de restaurar la unidad los cristianos, la cual como dice el Papa "existe en la Iglesia católica sin posibilidad de que se pierda. No significa, sin embargo, uniformidad en todas las expresiones de la teología y la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina. Unidad en la multiplicidad y multiplicidad en la unidad". También un reconocimiento más explícito de que "muchos elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica", y que el Espíritu Santo "puede servirse de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica". De allí que no se se busque solo un ecumenismo de regreso, pero si un ecumenismo que busca la unidad sin atenuaciones e indiferencia hacia la verdad.
Todo este debe ser cuidadosamente comprendido para no caer en el relativismo o sincretismo que he señalado en post previos, que olvida que fuera de la Iglesia no hay salvación.
Usted afirma en su respuesta al comentario de ‘Semper Fidelis’ (5:04 AM) que el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar
«un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe».
¿Tendría la amabilidad de indicarnos de que fuente magisterial extrae dicha afirmación?
Comentario del blogger: La he tomado de aquí:
“A propósito de la pregunta de fondo del ecumenismo, «¿Qué significa restablecer la unidad de todos los cristianos?», el Papa rebate claramente que, según los católicos, la plena unidad visible de los discípulos de Jesucristo subsiste en la Iglesia Católica sin posibilidad de perderse: esta unidad, sin embargo, no significa un «ecumenismo de regreso», no pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe, no implica uniformidad en todas las expresiones de teología de la espiritualidad, en todas las formas litúrgicas y en la disciplina. Dato que esta unidad no la podemos «hacer» con nuestras fuerzas sino que tiene que ser sólo obra del Espíritu Santo, el ecumenismo espiritual, o sea, la oración de la conversión y la santificación de la vida, constituye el corazón del encuentro del movimiento ecuménico: por eso es motivo de optimismo el desarrollo actual de una «red» de unión espiritual entre católicos y cristianos de las diversas Iglesias y comunidades eclesiales”
Benedicto XVI, La Revolución de Dios, Bogotá 2006, Pág. 22-23
Una versión digital del libro (no completa) en Google Books puede consultarse AQUI
Quièn le escribe es un simple seglar –como ud- interesado en estas cuestiones. Ud. ha pretendido tratar el difícil tema del ecumenismo desde el C. Vaticano II y atacar –como al parecer se ha vuelto permanente en Infocatolica—a lo que denomina “tradicionalismo lefevbrista”.
Ud. cita parcialmente tanto los antecedentes anteriores como los conciliares (del Vaticano II). Pero si se ve la pelìcula completa, las diferencias y divergencias “saltan” claramente entre esta lìnea iniciada como pastoral -pero que al parecer algunos defienden como si fuera un dogma definido- con el magisterio y la praxis anterior. Le doy sòlo algunos ejemplos (lista no exhaustiva):
1)En el magisterio tradicional la ùnica forma de uniòn de los cristianos era el retorno de los disidentes a la verdadera Iglesia (Mortalium Animus, de Pio XI y muchos otros documentos). O sea, digàmoslo claro, los protestantes, ortodoxos, etc. deben convertirse al catolicismo, y ahì serà la unidad.
Pero desde el Vaticano II, eso –que era tan claro- asì no se dice. Muèstreme un sòlo documento que lo repita, incluso altas autoridades lo niegan.
Se dice que la Iglesia de Cristo “subsiste” en la Iglesia Catolica (tèrmino discutido largamente, que suplantó al anterior est, es la Iglesia Catolica).
Curiosa y paradòjicamente, ud., el P. Iraburu e infocatolica sòlo piden el retorno de los “lefevbristas”.
2)En Unitates Redintegratio (decreto del Vat. II desde el cual se promueve el ecumenismo) se señala que el Espiritu Santo no rehusa servirse de las iglesias y comunidades separadas como medio de salvaciòn. Lo que repite el actual Catecismo de la Iglesia Catòlica en tèrminos aùn mas explicitos : el Espiritu Santo se sirve de estas iglesias y comunidades separadas como medio de salvaciòn (pto. 819, edic. Conf.Episcopal Argentina). Juan Pablo II refiere en Ut unum sint a los santos que proceden de todas las Iglesias y comunidades eclesiales que les abrieron la entrada en la comunión de la salvaciòn (pto. 84).
No conozco ningùn documento anterior al Vaticano II que diga o insinùe semejantes cosas (esto es, las comunidades separadas como medio de salvaciòn, de donde salen santos). Y està el dogma catòlico (Pio IX, Conc.Florencia entre otros, fuera de la Iglesia -se entiende catòlica- no hay salvaciòn).
3)Desde el Vaticano II para acà, estarìamos en “comunión imperfecta” con las iglesias u comunidades eclesiales separadas.
Otro concepto inexistente en el magisterio y la praxis anterior de la Iglesia, que siempre considerò excluìdo y fuera de su comuniòn a quièn se alejara en el mas mìnimo punto en su asentimiento a la verdad revelada. El catecismo de Pio X era bien claro, punto 226 (quiènes estan fuera de la Iglesia).
4) La praxis. La proliferación de actos pùblicos ecumènicos, Papas y obispos de igual a igual con los “obispos” luteranos y anglicanos y los popes ortodoxos ante los fieles dentro de las Iglesias o incluso en las iglesias de las comunidades separadas, sacramentos a miembros de comunidades hereticas o cismaticas en determinadas condiciones, el mismo reconocimiento a Lutero y a otros heresiarcas realizado por las mas altas autoridades desde hace cincuenta años, calificación a Iglesias ortodoxas (cismaticas y herèticas) como Iglesias hermanas, etc..
Nuevamente, si ud. encuentra antecedentes preVaticano II de esta praxis, va a ser su prohibición y castigo.
Saludos cordiales.
Comentario del blogger: Estimado Marcelo
Hay dos puntos principales en su argumentación que me gustaría hacerle notar:
1) Si revisa detenidamente el artículo verá que cita textos del Concilio Vaticano II donde he dice explícitamente que el diálogo ecuménico no busca una unidad entre los cristianos que no esté fundada sobre la roca de San Pedro, y con una actitud de indiferencia a la verdad. Todo está allí, y no vale tratar de confundir el ecumenismo del Vaticano II con un ecumenismo sincretista que no involucre al unidad en una misma fe y en comunión con la Iglesia que es Una, Santa, Católica y apostólica.
2) Lo que usted llama la película completa va mucho más allá. Porque si bien la Iglesia siempre ha profesado que fuera de ella no hay salvación, el desarrollo de la doctrina cristiana ha permitido profundizar más en el dogma y a quienes aplica. De allí que el concepto de ignorancia invencible no es algo nacido precisamente del Concilio Vaticano II. Debe usted notar también cuales son los elementos de santificación y de verdad que menciona el Concilio. Aquellos que se encuentran en ignorancia invencible claro que pueden por medio de estos elementos recibir gracias que pueden llevarles a su salvación.
Comentario del blogger: Estimado amigo: el reglamento de este blog impide recibir mensajes escritos en su totalidad en mayúsculas. Si desea puede volver a transcribirlo y con gusto de lo apruebo.
Para el protestante, al contrario, el concepto de una "iglesia invisible", visible a los ojos de Dios , es la noción imperante. La Iglesia no es, no puede ser invisible. El papa León XIII , hablando de la Iglesia, afirma: "Precisamente porque es un cuerpo, , es la Iglesia visible".(Satis Cognitum).
SS Pío XI habla en los mismos términos: "CRISTO NUESTRO SEÑOR INSTITUYO SU IGLESIA COMO UNA SOCIEDAD PERFECTA, EXTERNA POR NATURALEZA Y PERCEPTIBLE A LOS SENTIDOS". (Mortalium Animos).
"De aquí que ellos se equivocan en una cuestión de Verdad Divina, cuando se imaginan a la Iglesia invisible, intangible, neumatológica, como dicen, por la cual muchas comunidades cristianas , aunque difieren una de otra en su profesión de fé, están unidas por el lazo invisible", SS Pío XII, (Mystici Corporis).
Es más , nuestra misma profesión de fé, el Credo nos hace afirmar que creemos en UNA Iglesia, Santa, Católica y Apostólica. "Si alguien dice que la Iglesia, que ha recibido las promesas Divinas , no es una visible y externa de los fieles, sino sólo un sociedad espiritual de los predestinados o de los justos, conocida solo para Dios, sea anatema" . (Del primer esquema preparatorio del Vaticano I, Canon 4, Mansi, 53, 316).
Pertenecemos a la Santa Iglesia por Triple Unidad: FE-Gobierno -Sacramentos . "Si un hombre rehusa oír a la Iglesia , que sea considerado como pagano y publicano -lo manda el Señor-Mat. 18:17. Concluimos que los que están divididos por la fé o gobierno, no pueden vivir en la unidad del Cuerpo, ni pueden vivir la vida de su único Espíritu Divino". SS Pío XII, (Mystici Corporis.).
Comentario del blogger: Por su puesto que la Iglesia es visible y es Una, Santa, Católica y Apostólica. Que haya distintos grados de comunión es otra cosa.
"el Espíritu Santo puede servirse de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación..."
Nunca el Magisterio había afirmado que las propias estructuras eclesiales de cismáticos y herejes podían servir, EN SI MISMAS, como instrumentos de salvación.
Aquí hay una novedad muy importante, que parece contradictoria con el magisterio anterior. Es verdad que haciendo un malabarismo hermeneútico podría llegar a considerarse esa frase como ortodoxa, pero es claro que su significado primero podía llevar a...lo que finalmente llevó: dejar de considerar la necesidad del "retorno" de los separados al Cuerpo de Cristo, pues "el Espíritu Santo puede servirse de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación..."
Comentario del blogger: Agradezco no desviar el hilo del epígrafe, el cual trata del Ecumenismo y el Concilio Vaticano II. Si alguno tiene dificultades al interpretar el Concilio Vaticano II en la hermenéutica de la continuidad, o atribuye al Concilio algo que no dijo, ya habrán más post para tratar esta cuestión. No se debe confundir como contradicción a algo que es un desarrollo de la doctrina cristiana, por lo que a este respecto solo vuelvo a invitar a leer mi artículo respecto a la Salvación fuera de la Iglesia.
Porque es el colmo negar que "muchos elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica" sobre todo cuando se lee cuales son: "la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles" . Y si esto contradice el Magisterio anterior, ¿Cómo es que Pio IX escribió antes del CVII que "aquellos que se afanan en ignorancia invencible sobre nuestra muy santa religión y que, observando asiduamente la ley natural y sus preceptos que Dios ha inscrito en los corazones de todos, y estando dispuestos a obedecer a Dios, vivir una vida honesta y honrada pueden, mediante la acción de la luz divina y de la gracia, alcanzar la vida eterna"? ¿Dios no puede servirse de estos elementos entonces fuera de los límites visibles de la Iglesia para mover los corazones de quienes se encuentran en este estado?.
La doctrina tradicional sobre la acción de la gracia por fuera de los límites visibles de la Iglesia, expresada por Pio IX, es bien distinta a afirmar que esa gracia actúa utilizando como intrumentos a las propias estructuras eclesiales de los herejes, en orden a su salvación.
Y si es evidente, como lo es, que estas frases literales de UR han llevado a la casi postración de la actividad misionera de la Iglesia -por mala interpretación o por erróneas, lo mismo da-; no entiendo porqué Infocatólica, en vez de unir fuerzas con los sectores eclesiales que claman por una interpretación definitiva, clarificadora, del más alto rango magisterial, de las posibles ambigüedades en ciertos textos del CVII ("un nuevo Syllabus", lo han llamado algunos obispos), decía, no entiendo porqué no se une a ese clamor, que estamos seguros que redundará en un beneficio para todos los que pretendemos ser fieles a la ortodoxia doctrinal y al magisterio eclesiástico.
Comentario del blogger: Yo no veo que el desarrollo de doctrina esté en sentido contrario a lo que ha venido enseñando el Magisterio. Si Dios puede derramar su gracia fuera de los límites visibles de la Iglesia, no veo por qué no pueda utilizar aquellos elementos de verdad que se encuentran en las comunidades eclesiales que se encuentran fuera sus límites visibles, sobre todo porque esos instrumentos han sido confiados por Cristo a su Iglesia Católica. Esto está muy claro, ¿Ahora resulta que la Escritura no es un elemento de santificación? Es obvio que en esas comunidades hay instrumentos de salvación, tantos más cuanto más tengan en común con la Iglesia católica que es la que conserva la plenitud de ellos.
"Unir fuerzas" no implica abstenerse de señalar los errores que pueda encontrar tanto en uno u otro sector eclesial. Yo no solía tratar estos temas, hasta que vi que hacía falta, y mientras siga considerando que es necesario, lo seguiré haciendo.
A la pregunta ¿tendría la amabilidad de indicarnos de que fuente magisterial extrae la afirmación de que ‘‘el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’’?
Usted reponde que la ha tomado del libro ‘‘Benedicto XVI, La Revolución de Dios’’, Bogotá 2006, Pág. 22-23
¿Es Usted consciente de que las paginas 22-23 del libro‘‘Benedicto XVI, La Revolución de Dios’’, no son magisterio, pues el autor de ellas es el Cardenal Ruini?
¿Tendría Usted entonces la amabilidad de indicarnos de que fuente magisterial extrae dicha afirmación (‘‘el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’’)?
Muchas gracias
Comentario del blogger: Yo solo he respondido a la pregunta de donde las he tomado, y he allí un libro que reproduce la opinión del Papa en diversos temas. ¿Ve usted algún problema en lo que allí se afirma o alguna incompatibilidad con lo que enseña el Concilio?
Y no se apresure: Las palabras que allí aparecen no son del Cardenal Ruini, porque el lo que hace es citar las palabras del Santo Padre en su Discurso del Viernes 19 de agosto de 2005, en donde dice:
"Y ahora preguntémonos: ¿qué significa restablecer la unidad de todos los cristianos? Todos sabemos que existen numerosos modelos de unidad y vosotros sabéis también que la Iglesia católica pretende lograr la plena unidad visible de los discípulos de Jesucristo, tal como la definió el concilio ecuménico Vaticano II en varios de sus documentos (cf. Lumen gentium, 8 y 13; Unitatis redintegratio, 2 y 4, etc.). Según nuestra convicción, dicha unidad existe en la Iglesia católica sin posibilidad de que se pierda (cf. Unitatis redintegratio, 4); en efecto, la Iglesia no ha desaparecido totalmente del mundo. Por otra parte, esta unidad no significa lo que se podría llamar ecumenismo de regreso, es decir, renegar y rechazar la propia historia de fe. ¡De ninguna manera! No significa uniformidad en todas las expresiones de la teología y la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina. Unidad en la multiplicidad y multiplicidad en la unidad. En la homilía en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, el pasado 29 de junio, subrayé que la plena unidad y la verdadera catolicidad, en el sentido originario de la palabra, van juntas. Una condición necesaria para que esta coexistencia tenga lugar es que el compromiso por la unidad se purifique y se renueve continuamente, crezca y madure. El diálogo puede contribuir a lograr este objetivo. El diálogo es más que un intercambio de ideas, más que una empresa académica: es un intercambio de dones (cf. Ut unum sint, 28), en el que las Iglesias y las comunidades eclesiales pueden poner a disposición su propio tesoro (cf. Lumen gentium, 8 y 15; Unitatis redintegratio, 3 y 14 s; Ut unum sint, 10-14). "
Comentario del blogger: Es un logo referente al ecumenismo.
"el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’Eso quiere decir que alcanzan la salvación dentro de sus incontables sectas, sin tener la plena comunión con la Iglesia Católica, no?
Y los sacerdotes que han dado la comunión a herejes y cismáticos, sin pedirles que crean en la Divina Presencia, han obrado así por lo mismo, cometiendo un tremendo error y sacrilegio. Así que no hay continuidad con la doctrina perenne de la Iglesia, sino ruptura. O se es ecuménico , o se es católico. Como ya dije lo ecuménico es mera universalidad protestante y por ende, falsa, en cambio en el católico está la verdad completa de la revelación y la verdadera universalidad.
Comentario del blogger: Precisamente en mi post anterior sobre el tema del ecumenismo reseño un caso similar donde de un conocido pastor ya converso (Scott Hann) narra como anécdota cuando un sacerdote católico le intentó disuadir de su conversión. Por supuesto, tremendo error que se debe a las malas interpretaciones del Concilio y no al Concilio mismo.
Lo que si me llama la atención es que usted interpreta las palabras que he tomado del libro de Benedicto XVI como que “Eso quiere decir que alcanzan la salvación dentro de sus incontables sectas, sin tener la plena comunión con la Iglesia Católica” . ¿De verdad cree que eso puede entenderse de ese modo? Le considero una persona inteligente…no me decepcione.
A la pregunta ¿tendría la amabilidad de indicarnos de que fuente magisterial extrae la afirmación de que ‘‘el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’’?
Usted reponde que la ha tomado del libro ‘‘Benedicto XVI, La Revolución de Dios’’, Bogotá 2006, Pág. 22-23, para concluir afirmando que no me apresure y que ‘‘las palabras que allí aparecen no son del Cardenal Ruini, porque el lo que hace es citar las palabras del Santo Padre en su Discurso del Viernes 19 de agosto de 2005’’
¿Es Usted consciente de que al inicio del mencionado discurso el Santo Padre especifica que ‘‘Sie gestatten mir, nach einem anstrengenden Tag sitzen zu bleiben. Das bedeutet nicht, daß ich »ex cathedra« reden will’’ - «Después de una jornada llena de compromisos permitidme que me dirija a vosotros sentado. Esto no significa que quiera hablar "ex cathedra"»?
¿Entiende Usted que segun palabras del propio Santo Padre se puede no seguir, es mas, se puede incluso contradecir aquello que no haya sido enunciado de forma expresamente magisterial, quien quiera que sea el autor de dichas opiniones, sea Papa, Obispo o sacerdote? Cf. Joseph Ratzinger, ‘‘Jesús de Nazaret’’, Prólogo (30 de septiembre de 2006):
‘‘Sin duda, no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal «del rostro del Señor» (cf. Sal 27, 8). Por eso, cualquiera es libre de contradecirme’’.
Luego insisto ¿tendría Usted entonces la amabilidad de indicarnos de que fuente magisterial, (insisto, magisterial) extrae dicha afirmación (‘‘el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’’)?
Si es incapaz de mostrar dicha fuente magisterial (por que no existe), abstenganse en proponer como enseñanza magisterial de la Iglesia aquellas opiniones que no lo son, y que contradigan la intacta doctrina tradicional del ecumenismo, establecida en la ‘Instructio de motione oecumenica’ promulgada por el Santo Oficio el 20 de diciembre de 1949 (en AAS, 31 de enero de 1950), que retoma la enseñanza de Pío XI en la encíclica ‘Mortalium animos’, donde se establece por tanto:
Primero: «la Iglesia Católica posee la plenitud de Cristo» y no tiene que perfeccionarla por obra de otras confesiones.
Segundo: no se debe perseguir la unión por medio de una progresiva asimilación de las diversas confesiones de fe ni mediante una acomodación del dogma católico a otro dogma.
Tercero: la única verdadera unidad de las Iglesias puede hacerse solamente con el retorno («per reditum») de los hermanos separados a la verdadera Iglesia de Dios.
Cuarto: los separados que retornan a la Iglesia católica no pierden nada de sustancial de cuanto pertenece a su particular profesión, sino que más bien lo reencuentran idéntico en una dimensión completa y perfecta («completum atque absolutum»).
Por consiguiente, la doctrina remarcada por la ‘Instructio’ supone: que la Iglesia de Roma es el fundamento y el centro de la unidad cristiana; que la vida histórica de la Iglesia, que es la persona colectiva de Cristo, no se lleva a cabo en torno a varios centros, las diversas confesiones cristianas, que tendrían un centro más profundo situado fuera de cada una de ellas; y finalmente, que los separados deben moverse hacia el centro inmóvil que es la Iglesia del servicio de Pedro.
La unión ecuménica encuentra su razón y su fin en algo que ya está en la historia, que no es algo futuro, y que los separados deben recuperar.
Todas las cautelas adoptadas en materia ecuménica por la Iglesia romana y máxime su no participación (aún mantenida) en el Consejo Ecuménico de las Iglesias, tienen por motivo esta noción de la unidad de los cristianos y la exclusión del pluralismo paritario de las confesiones separadas. Finalmente, la posición doctrinal es una reafirmación de la trascendencia del Cristianismo, cuyo principio (Cristo) es un principio teándrico cuyo vicario histórico es el ministerio de Pedro.
Muchas gracias.
Comentario del blogger:
Estimado Astirraga, unas breves observaciones:
1) Le digo que no se “apresure” porque es lo que ha hecho al asumir que las palabras que he reproducido son del Cardenal Ruini, y le muestro que no es así: Son del Papa en un discurso en la jornada mundial de la juventud.
2) No creo que haga falta que le recuerde que cuando el Papa dice que no hablará “ex cátedra” no está diciendo que no hablará magisterialmente (son cosas distintas). Los discursos y sermones del Papa cuando habla y enseña como Papa son parte de su magisterio: Ordinario por supuesto, pero magisterio al fin.
3) Usted me está diciendo que no puedo reproducir y hacer mías las palabras del Papa, en un discurso a los jóvenes que está publicado no solo en un libro suyo sino en el sitio Web del Vaticano ¿Está de broma?
4) Usted al parecer no entiende que significa aquello de “unidad en la diversidad” (ver por ejemplo Iglesia, Unidad en la diversidad, explica Benedicto XVI). Bien ha dicho el Papa: “«De hecho, sólo el Espíritu Santo, que crea unidad en el amor y en la recíproca aceptación de las diversidades, puede liberar a la humanidad de la constante tentación de una voluntad de potencia que quiere dominarlo y uniformarlo todo»”
Y es que la forma en que usted cita la encíclica Mortalium animos para contraponerlas a las palabras del Papa, me hace pensar que usted o no comprende que una misma verdad puede ser dicha por medio de distintas expresiones de la teología, o no entiende que en las cuestiones disciplinares y litúrgicas la iglesia puede estar abierta a distintas sensibilidades y no pretende querer uniformarlo todo.
El ejemplo más reciente lo vimos en la creación de los ordinariatos católicos. Ellos conservan elementos disciplinares y litúrgicos de su tradición anglicana, tal como sostiene al Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus:
"Sin excluir las celebraciones litúrgicas según el Rito Romano, el Ordinariato tiene la facultad de celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos, la Liturgia de las Horas y las demás acciones litúrgicas según los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana aprobados por la Santa Sede, con el objetivo de mantener vivas en el seno de la Iglesia católica las tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales de la Comunión anglicana, como don precioso para alimentar la fe de sus miembros y riqueza para compartir."
Espero que no me diga que una Constitución Apostólica tampoco es Magisterio, mientras medita el por qué esos conversos del anglicanismo si son capaces de aceptar integro el Catecismo de la Iglesia Católica, junto con el Concilio Vaticano II y los que le precedieron, mientras los lefebvristas no han podido conceder todavía el obsequio religioso que se debe a un Concilio Ecuménico. ¿Quién cree que tiene más comunión con la Iglesia?
Comentario del blogger: He leído últimamente bastante críticas a Juan Pablo II en distintos medios de comunicación estando próxima su beatificación. He decidido no admitir ninguna en mi blog. Quienes quieran comentar en esa línea vayan a otro lado a hacerlo.
Comentario del blogger:
¿Usted cree que los anglicanos que han pedido su admisión a la Iglesia Católica no han retornado a su seno?
¿Cree que cuando el Papa habla de que no se busca solo un “ecumenismo de regreso” está diciendo que no se busca el retorno de los hermanos separados al seno de la Iglesia fundamentado en la unión sacramental y en la unidad en doctrina?
¿Cree usted que para estar en comunión plena hay que tener uniformidad en todas las expresiones de la teología, espiritualidad, litúrgicas y disciplina eclesiástica?
Antes de responder, lea bien el discurso del Papa que he citado. La verdad no creo que sea tan difícil de entender como para malinterpretarlo de ese modo.
Remitièndome a mi comentario anterior,dado sus respuestas a mi y a otros comentaristas, le digo. No hay desarrollo de doctrina,cuando se dice lo contrario.
Una cosa es la ignorancia invencible, que exime de culpa a quiènes corresponda, y que con determinadas condiciones puede llevar al deseo implìcito de pertenecer a la Iglesia catòlica. Eso es bien tradicional, pero sòlo afecta a personas singulares.
Los elementos buenos (buenos, porque de derecho corresponden a la Iglesia catòlica) estàn junto a otros malos, por eso son comunidades herèticas o cismàticas. Siempre la Iglesia Catòlica se considerò ajena a aquellas, y las combatiò con su prèdica y con su praxis, requiriendo su retorno, su conversión y abjuraciòn de errores, ùnica forma de lograr la unidad. Impensable era buscar la unidad mediante acuerdos doctrinales, como al parecer se busca ahora (vea Ud. por ej. la declaraciòn sobre la justificaciòn con los luteranos).
No puede inferirse del magisterio preconciliar una comuniòn parcial de una iglesia o comunidad herètica o cismàtica con la Iglesia verdadera, ni que aquellas se conviertan en medios de salvaciòn, lo cual en sentido literal se contradice con el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvacion".
Comentario del blogger: Estimado Marcelo.
Grave dificultad tiene para comprender lo que es un legítimo desarrollo de la doctrina cristiana. Se evidencia en que asume "que se dice lo contrario", pero esto lo hace basándose en el argumento de que la Iglesia no había sostenido algo igual en el pasado. De la misma forma en que razona, lo hacen los protestantes para afirmar que la Iglesia Católica se ha contradicho respecto al dogma "Fuera de la Iglesia no hay Salvación". Ellos lo hacen porque asumían que esta sentencia aplicaba también a quienes sin culpa propia desconocen a Cristo o a su Iglesia, usted lo hace por una razón similar: Asume que no haber dicho algo antes y luego si, implica a negar lo que antes no se dijo.
Le hago unas observaciones finales para no seguirme repitiendo, porque creo que la cosa ya la he dejado suficientemente clara:
1) Dios derrama su gracia sobre todas las personas, inclusive aquellas que se encuentran fuera de los límites visibles de su Iglesia. Esto es tan obvio, que si no fuera así, no hubiesen conversiones de aquellos que nacen fuera de la Iglesia. Dios llama siempre tanto a los que están adentro como a los que están afuera, a la verdadera fe en Cristo sino explícita por lo menos implícita.
2) Dios puede servirse de los elementos que ya ha confiado a su Iglesia, inclusive aunque estos sean usados fuera de sus límites visibles. Esto nunca lo ha negado la Iglesia, y es tan cierto que no son poco frecuentes las conversiones de protestantes que han retornado a la Iglesia Católica por medio de la meditación de la Escritura y la oración. .
3) Que hay continuidad entre el Concilio Vaticano II y el Magisterio anterior no es un invento mío. Es lo que viene diciendo el Papa incluso cuando era prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe: "es preciso recordar que el Vaticano II se sitúa en rigurosa continuidad con los dos concilios anteriores y recoge literalmente su doctrina en puntos decisivos” (Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe).
Le digo más, la hermenéutica que aplica es la que ha rechazado el Papa numerosas veces y especialmente en su carta a los obispos de la curia romana. Ya es usted libre de seguir empecinado en la línea de Lefebvre pretendiendo saber más que el Papa, o dejarse guiar y tratar de abrir su entendimiento con la ayuda del Espíritu Santo bajo la guía del Magisterio de la Iglesia. La otra opción es que siga aplicando su juicio privado al estilo protestante empecinado en ver contradicciones entre el Magisterio, de la misma manera que lo hacen los protestantes con la Biblia.
Cuando se rechaza ese 5% del Concilio, lo que se está en realidad señalando, es que tales doctrinas no han sido propuestas con autoridad magisterial (ni siquiera del que no es infalible per se) y no por no tratarse de un concilio válido (sería un disparate) sino porque la misma Roma no ha querido dotar de auténtico peso magisterial a dichos textos.
Lo anterior sería el resultado de una renuncia expresa de la autoridad a su función de definir, animada por su convicción en una filosofía del diálogo, en perfecta consonancia con el democraticismo que hoy infecta la mente de toda la sociedad, incluido los hombres de Iglesia. Éste sería el "humo de Satanás" al que aludía Pablo VI y que hoy se encuentra también en la Iglesia, penetrando sus mismos cimientos.
Dado que hoy la Iglesia no impone nada, ese "magisterio dialogado", que no es verdaderamente magisterio, puede y debe ser contrastado con el verdadero magisterio y la Tradición de la Iglesia, mostrando las contradicciones flagrantes existentes.
Si ese 95% del concilio que señala M. Fellay es Doctrina Católica, no lo es por su rango magisterial, sino, simplemente, por repetir lo que la Iglesia ha señalado siempre.
1.- Afirma que ‘Le digo que no se “apresure” porque es lo que ha hecho al asumir que las palabras que he reproducido son del Cardenal Ruini, y le muestro que no es así: Son del Papa en un discurso en la jornada mundial de la juventud’. No insista: las palabras que reprodujo Usted en primer lugar, y cuya fuente cita (La Revolución de Dios, Bogotá 2006, Pág. 22-23), son del Cardenal Ruini. Se prueba por el simple hecho de que el Cardenal Ruini dice en esas paginas de que la plena unidad visible de los discípulos de Jesucristo ‘subsiste en la Iglesia Católica sin posibilidad de perderse’ (p. 23), mientras que el Santo Padre refiere que ‘existe en la Iglesia católica sin posibilidad de que se pierda’ (p. 124).
Dice tambien que ciertas palabras de Ruini ‘son del Papa en un discurso en la jornada mundial de la juventud’. En cualquier caso, eso es inexacto, pues se tratan mas bien de palabras del Papa en un Discurso en el Encuentro ecuménico en el Arzobispado de Colonia, con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud. No es lo mismo
2.- Asevera tambien que ‘cuando el Papa dice que no hablará “ex cátedra” no está diciendo que no hablará magisterialmente (son cosas distintas). Los discursos y sermones del Papa cuando habla y enseña como Papa son parte de su magisterio: Ordinario por supuesto, pero magisterio al fin’.
Error de nuevo. «Nosotros creemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia, o con juicio solemne, o con magisterio ordinario y universal, para ser creídas como divinamente reveladas. Nosotros creemos en aquella infalibilidad de que goza el Sucesor de Pedro cuando habla ex cathedra y que reside también en el Cuerpo de los obispos cuando ejerce con el mismo el supremo magisterio». Pablo VI, Solemne Profesión de fe (30 de junio de 1968)
El magisterio o es (1) ‘magisterio solemne’, o (2) ‘magisterio ordinario y universal’. No meramente ‘magisterio ordinario’: ha de ser ‘magisterio ordinario y universal’.
3.- Afirma ademas ‘Usted me está diciendo que no puedo reproducir y hacer mías las palabras del Papa, en un discurso a los jóvenes que está publicado no solo en un libro suyo sino en el sitio Web del Vaticano ¿Está de broma?’
No creo que haga falta que le recuerde que puede Usted decir lo quiera mientras no falte a la verdad. Ahora bien, tambien le digo que no estoy de broma, que cite bien sus fuentes, que no mutile el discurso del Papa, omitiendo la parte en la que dice expresamente que no quiere hablar "ex cathedra", y que se abstenga de decir que se trata de un ‘discurso a los jóvenes’ cuando en realidad se trata de un ‘Discurso en el Encuentro ecuménico en el Arzobispado de Colonia, con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud’
Puede hacer suyas por su puesto las palabras del Papa (o las del Cardenal Ruini), pero no las haga pasar por magisteriales cuando son palabras que ni son (1) ‘magisterio solemne’, ni (2) ‘magisterio ordinario y universal’. Y que seguirian sin ser ‘magisterio ordinario y universal’ aun cuando dicho Discurso se dirigiese unicamente a ‘los jóvenes’, como Usted cree erroneamente.
4.- Sostiene ademas que ‘la forma en que usted cita la encíclica Mortalium animos para contraponerlas a las palabras del Papa...’. No he citado la encíclica ‘Mortalium animos’; he citado la intacta doctrina tradicional del ecumenismo, establecida en la ‘Instructio de motione oecumenica’ promulgada por el Santo Oficio el 20 de diciembre de 1949 (en AAS, 31 de enero de 1950), que retoma la enseñanza de Pío XI en la encíclica ‘Mortalium animos’. De nuevo no es lo mismo
Insisto, si algunas palabras del Papa no son ni (1) ‘magisterio solemne’, ni (2) ‘magisterio ordinario y universal’, como por ejemplo ‘‘el católico que participa en el diálogo ecuménico no debe meramente buscar «un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe»’’, si dichas palabras contradicen (aquellas palabras, y no yo) la intacta doctrina tradicional del ecumenismo segun la cual ‘la única verdadera unidad de las Iglesias puede hacerse solamente con el retorno («per reditum») de los hermanos separados a la verdadera Iglesia de Dios’, entonces se puede no seguir, es mas, se puede incluso contradecir dichas palabras (cf. Joseph Ratzinger, ‘‘Jesús de Nazaret’’, Prólogo - 30 de septiembre de 2006):
‘Sin duda, no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal «del rostro del Señor» (cf. Sal 27, 8). Por eso, cualquiera es libre de contradecirme’.
Pues una doctrina es clara y la otra es oscura. Y «es evidentemente falso el método que trata de explicar lo claro con lo oscuro; antes bien, es menester que todos sigan el orden inverso». - «Patet omnino falsam esse methodum, qua ex obscuris clara explicentur, quin immo contrarium omnes sequi ordinem necesse esse».
Cum Petro et sub Petro
P.s. Ruego disculpe la tardanza en contestar, y las faltas tipograficas: me encuentro trabajando en Asia
Comentario del blogger:
Estimado Astirraga.
Veo que en su extenso comentario vuelve usted a perderse en infinidad de detalles irrelevantes, como que si lo importante fuera buscar la “quinta pata al gato”. Aunque me parece una pérdida de tiempo continuar explicándole lo que ya está claro, hago un último intento:
1. Al yo darle la fuente incluido el enlace tanto del libro donde tomé la opinión citada, como el que conduce al discurso original del Papa, no pensé que fuera necesario enunciarle completo el nombre del discurso, pues allí estaba en el enlace. La finalidad era que supiera que proceden de un discurso del Papa. ¿Qué parafraseé que se trata de un discurso en la jornada mundial de la juventud y es un discurso en el Encuentro ecuménico en el Arzobispado de Colonia, con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud?. ¿Qué no es lo mismo?. Da igual, pero si quiere tómelo como una inexactitud para que pueda sentirse satisfecho señalando este tipo de cuestiones irrelevantes.
2. Veo que ya se da cuenta que es cierto que cuando el Papa dice que no hablará ex cátedra no está diciendo que no hablará magisterialmente. De allí lo inútil de presentar las palabras con que el Papa inicia su discurso como evidencia de que allí el Papa no está ejerciendo su magisterio ordinario. Pero sin reconocer esto explícitamente elude y alega que dicho discurso no forma parte del Magisterio del Papa por no ser Magisterio ordinario universal. Vuelvo y le repito: El romano pontífice ejerce su autoridad ordinaria de enseñar en las encíclicas papales, las exhortaciones apostólicas y otros documentos dirigidos a la Iglesia, y ese es uno de ellos. Ejerce allí por tanto, su Magisterio ordinario. ¿No está de acuerdo? Ya eso es otro asunto.
3. Luego me acusa usted de faltar a la verdad y de mutilar el discurso del Papa, ¡Que poca honestidad intelectual la que usted tiene y me atribuye!. Usted parece no haberse dado cuenta que mi comentario (que no es parte de este post) fue:
“En este sentido el católico que participa en el diálogo ecuménico si debe ser “proselitista” (entendiéndolo en el buen sentido de la palabra) pero no meramente buscando un ecumenismo “de regreso”, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe, tampoco implica uniformidad en todas las expresiones de la teología de la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina.”
Allí fue que usted comenzó asumiendo que yo había presentado esa opinión como magisterio (un completo desvarío). Es allí donde cumplí con mencionarle de donde había basado mi opinión: un libro del Papa donde se reproducen sus discursos. Obviamente considero ese discurso del Papa Magisterio ordinario, pero cuando expresé mi opinión del asunto no la presenté como tal, por lo que su acusación calumniosa donde pone en duda mi honestidad intelectual significa que o usted tiene muy poca comprensión de lectura (espero que así sea) o quien carece de honestidad intelectual es usted.
¿Y como es eso que yo mutilo las palabras del Papa? ¿Que tengo que reproducir junto con las palabras del primer párrafo otras que se encuentran 11 párrafos más abajo solo para que usted no me calumnie? Otro desvarío porque incluso aunque las palabras estuvieran en el párrafo justo anterior no cambia nada mi comentario, porque yo jamás he presentado esas palabras como una declaración ex-cátedra.
4. Curioso que en este punto para probar que las palabras del Papa no son magisterio ordinario cite palabras del Papa en un libro que yo no he citado (cf. Joseph Ratzinger, Jesús de Nazaret) ¿O usted cree que por que el Papa en un libro no especifique que no habla Magisterialmente quiere decir que puede trasladar esa opinión a otro donde reproduce sermones donde si lo hace? Si yo juzgara como usted juzga a otros, tendría que concluir que usted falta a la verdad, citando palabras del Papa que no se refieren a eso.
Y ahora le señalo cual es su problema: Asumir que la opinión del Papa que yo he hecho mía, contradice el Magisterio Ordinario. Usted simplemente o no entiende a que se refiere aquello de la unidad en la diversidad (que se lo he explicado bien pero lo ha ignorado deteniéndose en toda cantidad de detalles irrelevante) o no quiere darse cuenta que una cosa son las verdades dogmáticas y otra muy distinta las distintas variantes disciplinares, litúrgicas y expresiones teológicas que pueden expresar una misma verdad. De allí que no le quede otra que tratar de deformar el argumento del oponente.
Es usted el que se equivoca viendo contradicciones donde no las hay infiriendo que el Papa contradice o erra en su magisterio. Y no es que no pueda equivocarse (no me malentienda), pero en este caso no es así. Nada de lo que dice el Papa en las palabras citadas puede asumirse como una contradicción al Magisterio anterior. Y ahondaría más en el tema, pero ya que usted en este tema no ha contribuido sino para poner en duda mi honestidad intelectual allí se lo dejo.
He sido bastante indulgente permitiendo comentarios cuya extensión infringen el reglamento de los comentarios del blog, para encima tener que tolerar que venga aquí a acusarme de faltar a la verdad y de mutilar las palabras del Papa. Así que le agradezco, o se modera o ni se moleste en volver.
La "hermenéutica de la ruptura" respecto al CVII que el Papa condena en su famoso e importante discurso del 22.12.2005, él la aplica e identifica exclusivamente con la visión progresista del Concilio. Para el Papa, los que hacen hermenéutica de la ruptura son los progresistas. En ningún lado de ese discurso se dice que esta hermenética de la ruptura pueda ser la visión tradicionalista (se entiende que la visión moderada, de respetuosa "crítica constructiva"; no la de tipo sedevacantista o de algunos elementos extremos).
Ultimamente, se viene diciendo que el Papa habría condenado mediante esta fórmula tanto la visión progresista como tradicionalista del CVII, lo cual no se condice con el texto del discurso.
Comentario del blogger: La hermenéutica de la ruptura a la que se refiere el Papa consiste en interpretar los textos del Concilio Vaticano II de manera que se ve en ellos una contradicción al Magisterio anterior. Ese problema no lo sufren solo los progresistas, sino también algunos sectores tradicionalistas, y eso es tan obvio que no hace falta probarlo, pues los comentarios de varios lectores aquí en el blog, incluyendo el suyo previo a este lo demuestran.
El Papa viene advirtiendo de esto incluso cuando era prefecto de la Congregación de la Doctrina de la fe. Lea:
“Primera: es imposible para un católico tomar posiciones a favor del Vaticano II y en contra de Trento o del Vaticano I. Quien acepta el Vaticano II, en la expresión clara de su letra y en la clara intencionalidad de su espíritu, afirma al mismo tiempo la ininterrumpida tradición de la Iglesia, en particular los dos concilios precedentes. Valga esto para el así llamado “progresismo” , al menos en sus formas extremas. Segunda: del mismo modo, es imposible decidirse a favor de Trento y del Vaticano I y en contra del Vaticano II. Quien niega el Vaticano II, niega la autoridad que sostiene a los otros dos concilios y los arranca así de su fundamento. Valga esto para el así llamado “tradicionalismo” , también éste en sus formas extremas. Ante el Vaticano II, toda opción partidista destruye un todo, la historia misma de la Iglesia, que sólo puede existir como unidad indivisible”
Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe, capítulo 2"
Coincido en los ptos. 1) y 2) de su responde, y lamento que ud. desnaturalice mis comentarios. En modo alguno he sostenido que se "dice lo contrario" con el solo argumento que no se sostuvo algo igual en el pasado. El punto es que no se enseñaban ni practicaban determinadas cosas antes,y que hay nuevas enseñanzas que prima facie se oponen a la anterior. Y que la nueva praxis ecuménica era vedada y castigada anteriormente. Yo le señalé varios puntos en mis comentarios anteriores (ojo! hay mas), están ahí y a ellos me remito.
Según ud, que un simple fiel advierta esto, implica que no entiende el desarrollo de la doctrina, es empecinado en seguir a Lefebvre, se cree mas sabio que el Papa, y hasta hace juicio privado al estilo protestante. Sus descalificaciones no me alcanzan, no soy empecinado, ni sigo a nadie, ni hago juicio privado, sólo cité el magisterio y la praxis milenaria de la Iglesia.
Ud. cita a Benedicto XVI, en el famoso texto sobre las hermenéuticas de la ruptura y de la continuidad. Si ud. lee el texto, verá que allí mismo -gran reconocimiento- se dice que "El concilio Vaticano II, con la nueva definición de la relación entre la fe de la Iglesia y ciertos elementos esenciales del pensamiento moderno, REVISO o INCLUSO CORRIGIO ALGUNAS DECISIONES HISTORICAS, pero en esta aparente discontinuidad mantuvo y profundizó su íntima naturaleza y su verdadera identidad".
Así que como argumento ad hominen
(razonamiento que se construye a medida de la persona a quien se dirige, apoyándose en las convicciones del interlocutor), le digo lo siguiente. Si se sostiene luego de cuarenta años que un concilio presentado como pastoral ha revisado y corregido decisiones anteriores, perfectamente pueden ser revisados y corregidos el ecumenismo y su praxis actuales.
Comentario del blogger:
Marcelo, respecto al ecumenismo en el artículo del post el autor señala varios precedentes de ecumenismo muy anteriores al Vaticano II. Si lo que discute es que se reconozca que existen elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica, no hay nada que discutir, los hay aunque no le guste, o aunque al pensar que esto no se enseñaba antes implica una contradicción (lo que me hace pensar que no se da cuenta que significa contradecir: no consiste en no decir algo antes y luego si)
Por supuesto que el Concilio Vaticano II ha corregido muchas decisiones históricas, eso es evidente, pero cuando hablamos de continuidad nos referimos a lo fundamental, a los principios. Es por eso que allí agregaba el Papa que "en cierto sentido, de hecho se había manifestado una discontinuidad, en la cual, sin embargo, hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y sus exigencias, resultaba que no se había abandonado la continuidad en los principios"
Creo que su problema es que sigue perdido respecto al tema del post. Es más, dudo mucho o que lo haya leído siquiera o que esté discutiendo algo de lo que dice. Y me lo confirma el hecho de que ni el artículo ni yo hemos tratado las praxis actuales del ecumenismo.
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