(RV) “Continuamos hoy”, ha empezado diciendo el Santo Padre, “con el tema de la `escuela de oración´, meditando el salmo tercero, que forma parte del “libro de la plegaria” por excelencia. Este salmo dirige a Dios una súplica de profunda fe y confianza. En el peligro, en la amargura de la incomprensión o en la ofensa, las palabras del Salmista abren nuestro corazón a la certeza consoladora de la fe”.
“Dios se hace siempre cercano”, ha asegurado el Papa, “Aún en la dificultad o en los problemas”, ha añadido “Él escucha, responde y salva; ahora bien es necesario saber reconocer y aceptar sus caminos, como hizo David, cuando escapó de forma humillante de su hijo Absalom; o como el justo perseguido del que nos habla el libro de la Sabiduría; o como aparece plenamente en el Gólgota, cuando el Hijo de Dios es injuriado e insultado”.
Benedicto XVI ha explicado que “la oración expresa la seguridad de una presencia divina, en la que el Señor nos regala la fe, viene en ayuda de nuestra debilidad y nos hace capaces de creer y de orar en la angustia, en la noche oscura, en la duda o en los largos días del dolor, abandonándonos a Aquel que es nuestro escudo y nuestra gloria”.