(Reuters) “Hemos pedido a la Iglesia Católica, como es el mediador de las Damas de Blanco, que cese la represión y las golpizas contra nosotras (...) así como los activistas de derechos humanos”, dijo Berta Soler, una de las líderes del grupo disidente tras dialogar el martes con el canciller del Arzobispado de La Habana, Ramón Suárez Porcari.
Soler y Laura Pollán, esposas de ex presos políticos, se quejaron ante Porcari sobre la “represión” que ha ocurrido en los últimos meses contra las marchas de las Damas de Blanco en Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia del país, y otras localidades en la región oriental.
Pero ambas confirmaron que el cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana, estuvo ausente del encuentro y dijeron que con posterioridad las autoridades de la Iglesia Católica le comentarán sobre los temas tratados.
“Se recepcionaron nuestras peticiones (verbales) por el cese de la represión y esperamos que continúen intercediendo frente al Gobierno”, dijo Pollán.
El cardenal Ortega intervino en abril de 2010 ante el Gobierno del presidente Raúl Castro para que las mujeres “no fueran agredidas” y poco después negociaron en un histórico acuerdo la liberación de unos 115 prisioneros políticos, incluyendo a 52 que cumplían fuertes condenas en una redada contra los disidentes en marzo de 2003.
Pollán dijo que seguirán marchando porque creen que más de 60 presos políticos aún continúan tras las rejas.
Las Damas de Blanco, Premio Sajarov 2005 concedido por el Parlamento Europeo, son vistas como el grupo disidente más fuerte en la isla y cada domingo marchan vestidas de blanco llevando una flor en sus manos, por una céntrica avenida de la isla.
Cuba, por su parte, describe a los disidentes como “mercenarios” al servicio de Estados Unidos en su intento de socavar al Gobierno comunista.