(Milagros Leiva/El Comercio) En la entrevista se abordan la práctica totalidad de los puntos del conflicto entre la PUCP y la Iglesia:
– ¿El cardenal Cipriani y usted están en un túnel sin salida?
La solución es la Asamblea Universitaria que habrá el 23 de setiembre próximo, en la cual se verá la propuesta de modificación del estatuto. Si se aprueba la reforma, tendrá que haber una nueva elección, porque yo he sido elegido de otra manera.
– ¿Si no se aprueba?
Se tendrán que conversar algunas cosas con el Vaticano.
– ¿Con qué puntos del pedido de modificación no está de acuerdo?
La discrepancia abierta está en el tema de la elección del rector. Nosotros consideramos el acuerdo internacional suscrito entre el Estado Peruano y la Santa Sede y en base a ello nos regimos por la legislación nacional que dice que la Asamblea Universitaria elige al rector. Desde el 72 hasta el 99 hemos tenido seis rectores elegidos y el Vaticano confirmó. Eso se repitió hasta el 2004. Mi antecesor y yo no hemos sido confirmados.
– ¿Usted no está confirmado por el vaticano?
No, ni oficial ni extraoficial.
– ¿Es un rector de facto?
Para el Vaticano, yo soy un rector de facto.
– En el 2009 ustedes ponen en consideración del Vaticano las reformas del estatuto y ellos les envían una serie de modificaciones que ahora no quieren aceptar…
No es exacto. El estatuto dice que para efectos de la legislación canónica el estatuto de la universidad debe ser remitido al Vaticano para su aprobación. Por eso lo sometimos. Y lo que sostenemos es que el estatuto cumple con el “Ex Corde Ecclesiae”. [El “Ex Corde Ecclesiae” es la constitución apostólica de Juan Pablo II sobre las universidades católicas.]
– ¿Y qué hacemos con el derecho del episcopado peruano? Se supone que la autoridad debe ser ejercida por el gran canciller y este (según las modificaciones enviadas) debe elegir al rector.
Los derechos del episcopado están contenidos en el estatuto de la universidad, hay cinco representantes del episcopado en la Asamblea Universitaria, un miembro del consejo nombrado por el gran canciller, eso es lo que se aprobó en 1984.
– ¿Reconoce al gran canciller?
Lo hemos reconocido con una ceremonia expresa en 1999 y nuestro estatuto, que data de 1984, tiene un artículo en el que se explican sus atribuciones. La constitución “Ex Corde Ecclesiae” es de 1991, nosotros hicimos unas reformas que fueron aceptadas por el cardenal Augusto Vargas Alzamora en 1997. Él dijo que estaba de acuerdo, lo llevó al Vaticano a pedir su aprobación. En el 2009 me llama el nuncio, ya era rector y me dice: ¿Cómo arreglamos el problema del estatuto?
– ¿No lo arregló Vargas Alzamora?
Dejó todo, pero no lo aprobaron.
– Entonces no estaba aprobado.
No, pero eso no quiere decir que Vargas Alzamora no lo hubiera aprobado.
– Ya no lo sabemos, está muerto.
No, yo lo sé, en la congregación pueden asegurar que él lo entregó en 1997, yo lo acompañé. En enero de 1999 Cipriani es nombrado arzobispo y viene una serie de conversaciones a lo largo de los años, en el 2009 es cuando me llama el nuncio. Yo le digo: “No sé qué hacer porque creo que el estatuto está de acuerdo con el ‘Ex Corde Ecclesiae’” y él me dice que lo mande al Vaticano, pero antes me sugiere que le pida opinión al gran canciller. Le envié la carta al cardenal Cipriani, de cinco páginas, y se produce un hiato hasta junio del 2010. Recién en ese mes me contesta.
– ¿Y por qué no fue a buscarlo antes en busca de una respuesta?
Mientras me diga ladrón yo no hablo con él, tengo mi propia estima y no trato con la gente que me insulta. Él me ha dicho ladrón y súcubo y varias otras cosas. Ha dicho que esto es una repartija entre pocos.
– ¿En esa época lo insultaba así?
No, estamos hablando del 2011.
– A lo que voy es: por qué no fue a buscarlo si no le contesta…
Yo esperaba que me conteste, no voy a tocarle la puerta…
– Era algo importante, el estatuto de la universidad.
Está bien, pero no tengo por qué tocarle el timbre para decirle atiéndeme. Él tiene la carta. La gente decente contesta o dice espérate un poquito o te pide conversar. En julio del 2010 recibí la carta del cardenal y me pedía mantenerla en reserva.
– ¿Qué decía?
Era una respuesta al pedido de opinión sobre el estatuto y me decía que no estaba de acuerdo con los artículos sobre las atribuciones del gran canciller. En diciembre del 2010 he preguntado qué pasa, me han dicho que estudiarán el estatuto y que aplicarían reformas para adecuarlo al “Ex Corde Ecclesiae”. Esa es la carta que ha llegado.
– El rocón en el zapato es que ustedes no aceptan que el gran canciller escoja al rector de una propuesta de tres candidatos.
Yo no soy el comandante, los miembros de la asamblea no son 78 carneritos llevados por el rector, así no son las cosas. Mi opinión personal es que yo no estoy de acuerdo en que el rector sea elegido por el gran canciller por tres razones:
1. No confío en el cardenal Cipriani y no lo voy a esconder, no creo que sea la persona que pueda elegir al mejor rector para la Universidad Católica. Así pienso yo y puedo estar equivocado.
2. Hay un acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Peruano que dice que la Universidad Católica se rige por la ley peruana.
3. La ley peruana dice que el rector es elegido por la asamblea.
– Pero el estatuto está subordinado a la Iglesia, si no quiere eso, tiene que dejar de ser católica…
Es probable. Sobre todo tiene que dejar de ser pontificia. Hay un Código de Derecho Canónico que expresa que cuando una universidad es católica, primero el obispo debe autorizarla.
Los peores días como Rector
– ¿Me puede explicar porqué no confía en el cardenal Cipriani?
¿Alguna vez ha dicho algo bueno de la Universidad Católica? Nada es bueno. No desconfío de él como persona, le tengo respeto como a todos, pero en el puesto que ocupa no es la persona adecuada para elegir al rector.
– ¿Si no fuera Cipriani el gran canciller, estaría de acuerdo?
La historia de lo que podría ser es una fábula. Yo pienso en situaciones concretas, la Universidad Católica tiene relaciones muy tensas y muy injustas con el cardenal. Todavía le quedan siete años y cinco meses como obispo.
– Pero le piden que sea el gran canciller quien elija al rector.
Están pidiendo no exigiendo. ¿Dónde dice la palabra exijo? Eso solo lo dice el cardenal Cipriani. En todo el documento no se usa la palabra indiscutible e indispensable. Quiero saber si la modificación es indispensable o se puede conversar.
– Entonces irá al Vaticano
Iría, pero el Vaticano se comunica con la universidad a través del obispo o del nuncio.
– Está atrapado sin salida…
Asumes que estamos atrapados, pero no te das cuenta del acuerdo internacional entre la Santa Sede y el Estado Peruano.
– Lo que leo es que la Santa Sede le pide modificaciones.
Entonces es la Santa Sede contra la Santa Sede. El Ex Corde Ecclesiae no me exige que el gran canciller nombre al rector, ni una sola letra. El acuerdo dice que me rijo con la ley peruana. ¿Entonces, por qué me exigen que el gran canciller elija al rector?
– Pero el “Ex Corde Ecclesiae” dice que todas las normas de una universidad católica se basan en el derecho canónico y este dice que el obispo tiene que reconocer a la autoridad…
Tú lo has dicho, reconocer pero no elegir…
– Justamente por eso usted no está reconocido.
Ya pues, pero cuando acabes de preguntarme te contesto. Ahora, hay un diálogo roto propiciado por el cardenal, el que habla en los periódicos, el que suelta a su abogado Amprimo es el cardenal Cipriani. ¿Quién comenzó el pleito? No fuimos nosotros.
– Ustedes acudieron al TC.
No… pero estamos hablando de esta semana. Quien comienza con el altavoz es siempre el cardenal. Si las cosas se discutieran de manera seria y sin presiones ya hubiéramos arreglado esto.
– ¿La culpa es de Cipriani?
Tengo la impresión de que en este conflicto una parte muy importante de la responsabilidad en cómo es el conflicto y cuán grave es del cardenal Cipriani.
– ¿Y cuál es su culpa?
Yo no tengo culpa en este pleito, ninguna culpa, en primer lugar yo soy rector hace dos años y este pleito tiene doce.
– Pero en este momento…
¿Qué culpa tengo? ¿Qué culpa tengo?
– Se lo estoy preguntando como autoridad. Usted ama a su universidad, pero nunca llama al cardenal para tratar de arreglar.
Pero fui a buscar al nuncio.
– ¿Pero por qué no al cardenal? ¿O esto es una lucha de dos egos?
No soy una persona para juzgar si tengo ego o no, tampoco le corresponde a mi humildad.
– Pero culpas usted no tiene…
No he dicho eso, lo que digo es que la gran culpa en todo este conflicto es del gran canciller.
– Lo que estamos viendo los peruanos es un lío impresionante de adultos que son incapaces de sentarse a conversar.
Para que un conflicto se solucione tienen que estar dispuestos a conversar los dos. Yo estuve dispuesto y lo saben cuatro personas. No me importa si no me crees. Yo sí estuve dispuesto. El que nunca estuvo dispuesto fue Cipriani.
– ¿Llamó al cardenal para decirle: “Mejor conversemos”?
¿Por qué tengo que llamar a Cipriani? Esa es tu opinión.
– Yo no tengo vela en este entierro, pero aprendí que para solucionar un conflicto una de las partes tiene que dar el primer paso.
¿Por qué tengo que llamarlo yo? Estás extrapolando un tema concreto del 2009.
– No, doctor Rubio, estoy pensando en el ahora, ¿por qué no ceder?
¿Pero quién empezó primero? El cardenal tiene la culpa de que todo esto sea un escándalo. Cuando alguien quiere extrapolar las cosas las saca en un medio público y hace las cosas imposible.
– Pero cuando una persona quiere por sobre todas las cosas a su universidad, pese a lo que crea del cardenal, hace un intento por solucionar. Es un lío de callejón.
Es tu opinión, pero es imposible con el cardenal. Él dice que solo está dispuesto a conversar de que el Tribunal Constitucional ya resolvió el asunto. El TC no falló a favor del arzobispado, dice infundada la demanda de protección y autonomía de la Universidad Católica.
– Es lo mismo, ustedes pidieron algo y no les dieron la razón.
En un amparo nunca manda el demandado, no se le da el derecho, no es cierto que ganó el arzobispo, eso es lo que utiliza para decir lo que está zanjado. Es una injusticia que con esa sentencia se pretenda aplicar como si fuera jurídicamente correcta la junta administradora a todos los bienes de la universidad. Se trata de la herencia. Esos bienes eran de 1944 y el cardenal ha inscrito todos los bienes, los del 44, los del 60, del 70 y 80, cuando Riva Agüero ya estaba muerto. ¿Y me pides que renuncie y me ponga a conversar? No converso mientras exista esta injusticia.
– ¿Entonces usted no cree en la parábola de los talentos? Bajo su perspectiva la herencia de Riva Agüero se debió enterrar en la tierra y punto.
Estás pensando más como el cardenal que como yo y no me estás entrevistando sino que me estás dando una opinión cercana al cardenal.
– ¿Perdón? Doctor Rubio, solo intento ser objetiva.
Bueno eso es lo que tú crees.
– Discúlpeme, pero yo no le voy a hacer una entrevista cómoda.
Eso no pretendo. Tú debes preguntar y yo responder… Mientras la sentencia del TC esté inscrita en los bienes de la universidad y no en la herencia no conversaré porque tengo 30 toneladas encima, eso no es justo. Como rector no puedo conversar mientras tengo la bota puesta en la universidad. A ti te puede parecer bien o mal.
– Yo no soy juez, yo solo pregunto. Entonces, si usted como empresario me da diez millones de dólares para trabajarlos y los convierto en cien millones, ¿no me va a reclamar nada de los noventa?
No, porque es propiedad tuya y fruto de tu trabajo. Ellos dicen que hubo el fundo Pando, que eso se urbanizó y que eso es parte de la herencia. Eso no tiene pies ni cabeza, porque eso fue trabajo y capital.
– ¿Pero de donde salió la tierra?
Claro, la tierra salió de la herencia, pero no la urbanización. Lo construido partió de mi trabajo y de mi capital. De la plata que pagan los alumnos y que reinvertimos.
– ¿Quién es el dueño de la Universidad Católica?
Los estudiantes, graduados, profesores, según el artículo 18 de la Constitución. La Iglesia Católica no es propietaria. Lo que está escrito en los registros de Sunarp es lo que vale.
Se va si la Santa Sede lo ordena
– ¿Si el cardenal Cipriani le pide que renuncie, se va?
Yo no me voy, porque no es él quien me debe renunciar sino la Santa Sede. El arzobispo elige y manda la confirmación al Vaticano.
– Y si la Santa Sede…
Si la Santa Sede me da la orden de que me retire, yo me voy, me retiro, porque soy un católico. Por conciencia interna de católico obedezco, pero no me han dicho eso.
– Entonces, reconoce subordinación.
Personal, por supuesto, pero no la tengo que reconocer en todo. Si el cardenal me dice que el testamento de mi papá se interpreta de tal manera, no debo obedecerlo. Lo mismo con el testamento de Riva Agüero.
– ¿Y si Cipriani lo llama a conversar?
Yo voy, si me llama hoy, voy. Soy católico, yo me olvido de los agravios, pero eso no quiere decir que no vaya con cuidado. Yo perdono. Yo soy viudo. Mi esposa murió y él fue a mi casa, y se lo agradecí siempre, y le reconozco toda su labor de pastor.
– Entonces, ¿sí se confesaría con el cardenal Cipriani?
Por supuesto, yo me confieso con cualquier sacerdote, pero no confundamos las relaciones de sacerdote con creyente de las relaciones entre cargos. Como rector, yo defiendo a la universidad, no estoy defendiendo ni mi nombre ni mi patrimonio. Si él me dice: “Como católicos debemos arreglar esto, ¿qué planteas tú?”, y me explica su planteamiento, yo voy en la tarde.
– Pero si le plantea la sentencia d el TC, se va de la mesa…
Claro, porque no tiene ni pies ni cabeza. Pero si me pide con detalles los gastos de la universidad, no tengo ningún problema en darlos; las auditorías de la universidad son públicas, aquí no hay gato encerrado y las cuentas están claras. Cuando hay una repartija entre todos, se sabe. A mí que me volteen, no van a encontrar nada oscuro.
El cardenal, aislado en el mundo del poder político
– Se habla de una gran conspiración y usted dijo que Cipriani está huérfano de poder, que porque no ganó Keiko Fujimori se está metiendo con ustedes.
No he dicho eso, pero está vinculado… Nunca le he faltado el respeto a la autoridad de la Iglesia Católica. Lo que yo he dicho es que el cardenal Cipriani en 1997 anunció que iba a retornar la universidad a las manos de la Iglesia y que más valía que nos diéramos cuenta y la devolviéramos voluntariamente porque si no, había muchas formas para hacerlo. Eso está en un video. La relación con el cardenal Cipriani nunca ha sido una relación de una institución de la Iglesia con su pastor. Ha sido una relación friccionada y expuesta públicamente. Lo que hay es una mala relación.
– ¿Cipriani está huérfano de poder?
El cardenal Cipriani ha hecho campaña política por Keiko Fujimori, esa es mi opinión, puedo estar equivocado o puedo estar en lo cierto, pero lo creen las tres cuartas partes del país. Fujimori y el cardenal perdieron, entonces ha quedado aislado en el mundo del poder político. Ahora en vez de seguir la vía de que los juicios son importantes, que lo ha venido diciendo en los últimos cinco años, ahora dice no, el problema importante es el problema de la Iglesia. Eso es un cambio de rumbo porque ya no tiene poder político.
– ¿Y cuánto importa el dinero?
Es un tema de dos cosas, de bienes y de poder sobre la autoridad de la universidad. Esos son los dos objetivos del cardenal Cipriani. Controlar los bienes de la Universidad Católica y nombrar a sus autoridades.
– ¿A cuánto asciende el patrimonio de la Universidad Católica?
No lo sé con centavos, pero aproximadamente mil millones de soles. Ese patrimonio nosotros lo usamos para favorecer a estudiantes que no tienen recursos pero sí tienen talento. El centro comercial Plaza San Miguel es esencial para la universidad. Si el centro comercial no estuviera al servicio de la universidad, tendríamos que subir las pensiones un 20%.
– El cardenal dice que hay una argolla económica.
No hay una argolla de poder, yo soy un rector elegido por una asamblea, elegida por todos los profesores y por todos los estudiantes de la universidad y esa asamblea me puede censurar el lunes y yo me voy. No hay argolla económica, en la universidad lo que hay es la antigüedad, el más antiguo gana más. Y me reafirmo: los bienes de la universidad no pueden ser quitados.
– No permitirá que el cardenal Cipriani o el cardenal periquito de los palotes administre…
No. Yo le puedo rendir las cuentas que quiera, pero administrar una universidad no es como administrar un colectivo. Además las cuentas están claras y transparentes.
– ¿Está viviendo uno de los peores días de su vida?
Estoy viviendo uno de los peores días de un rector. No me gusta lo que estoy viviendo. Preferiría hacer lo que siempre quise hacer: dictar clases y escribir.
– ¿Le inquieta que la Iglesia se preocupe tanto porque existan profesores a favor de las bodas gays y del aborto?
Si esa gente existe y es gente académicamente competente y dicta en la universidad lo que debe dictar y no hace campaña proselitista por sus ideas, debe dictar. Esta es una universidad democrática y plural.
– ¿Hubo gato encerrado en la sentencia del TC?
No puedo decir si hubo trampa o no, la verdad. Hubo una sentencia completamente arbitraria y sesgada hacia el lado del cardenal. No puedo afirmar ni que hubo pagos, ni que hubo amenazas ni influencias. Puede haber sido el deseo de agradar al canciller. Esa sentencia no es normal en el contexto de la sentencia del tribunal.
– ¿Le decepcionó el Tribunal Constitucional?
No, no el tribunal. Me decepcionaron los cuatro magistrados que firmaron eso.