(El Comercio/InfoCatólica) “Pedimos a Dios que su sabiduría y buen hacer se traduzcan en medidas y realidades que den respuesta a las necesidades de las gentes, de esas familias que peor lo están pasando”, afirmó el arzobispo, antes de apelar a la “dignidad”, la “seguridad” y la “paz” que los ciudadanos tienen que encontrar en “las políticas del buen gobernante”.
Y no dudó en “desearles lo mejor, porque querer lo mejor para ellos es querer lo mejor para nuestro pueblo”. A unos y a otros, a todos, quiso poner bajo la protección de la Virgen. De la marinera Carmen y hasta de la de Covadonga.