(ACI/EWTN Noticias) Al presidir hoy el rezo del Ángelus dominical ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Benedicto XVI señaló que "la Eucaristía es como el corazón palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia".
En su reflexión en el día en que en Italia y en muchos otros países se celebra la Solemnidad del Corpus Christi, la fiesta de la Eucaristía, el Papa recordó que este sacramento fue instituido por Cristo mismo en la Última Cena "y que constituye el tesoro más precioso de la Iglesia".
"La Eucaristía es como el corazón palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo social totalmente basado en la relación espiritual pero concreta con Cristo", explicó el Pontífice. Sin la Eucaristía, prosiguió, "la Iglesia simplemente no existiría. Es la Eucaristía en efecto la que hace de una comunidad humana un misterio de comunión, capaz de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios".
Quienes comulgan con fe son transformados en miembro del cuerpo de Cristo
"El Espíritu Santo, que transforma el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, transforma también a cuantos lo reciben con fe en miembros del cuerpo de Cristo, de modo tal que la Iglesia es realmente sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre ellos".
Según señala la nota de Radio Vaticana, el Papa afirmó que "en una cultura cada vez más individualista, como lo es aquella en la que estamos inmersos en las sociedades occidentales, y que tiende a difundirse en todo el mundo, la Eucaristía constituye un ‘antídoto’, que obra en las mentes y en los corazones de los creyentes y continuamente siembra en ellos la lógica de la comunión, del servicio, de la generosidad, en realidad, la lógica del Evangelio".
“Sin el Domingo no podemos vivir”
Tras recordar la experiencia de comunión de los Apóstoles alrededor de la Eucaristía, el Papa recordó que "la Iglesia, a pesar de los límites y los errores humanos, continúa siendo en el mundo una fuerza de comunión. Pensemos especialmente en los períodos más difíciles, de prueba: ¡lo que ha significado, por ejemplo, para los países sometidos a regímenes totalitarios, la posibilidad de reencontrarse en la Misa Dominical!"
"Como decían los antiguos mártires de Abitene: ‘Sine Dominico non possumus’ –sin el ‘Dominicum’, es decir sin la Eucaristía dominical no podemos vivir. Pero el vacío producido por la falsa libertad puede ser también peligroso, entonces la comunión con el Cuerpo de Cristo es fármaco de la inteligencia y de la voluntad, para reencontrar el gusto de la verdad y del bien común".
Benedicto XVI concluyó su reflexión invocando a la Virgen María, a quien el Beato Juan Pablo II definió como "Mujer eucarística". "Que en su escuela, también nuestra vida sea plenamente "eucarística", abierta a Dios y a los demás, capaz de trasformar el mal en bien con la fuerza del amor, orientada a favorecer la unidad, la comunión, la fraternidad" exhortó.
En su saludo en español, el Santo Padre dijo que "en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, la Iglesia hace memoria agradecida del don de la Eucaristía y la adora con devoción. Que nuestros corazones se abran con humildad ante Jesús Sacramentado, para que, transformados por su gracia, seamos testigos valientes de su amor por todos los hombres. Que Dios os bendiga".