(InfoCatólica) Mons. Lozano tuvo palabras para los distintos grupos de personas implicadas en este grave problema del tráfico y adicción a las drogas:
- A ustedes les decimos, cuenten con nosotros, cuenten con la Iglesia, que ama la vida, que ama a las familias, y en especial a los que más sufren.
- A los jóvenes les decimos que Jesús los ama de verdad, y nosotros, la Iglesia también. La vida es un regalo hermoso de Dios, no la tires por la ventana.
- A los traficantes les pedimos, por favor, paren la mano, paren de vender muerte, violencia, angustia. Basta de mandar jóvenes al Hospital, a la cárcel o al Cementerio. A los jóvenes queremos verlos estudiar, trabajar, jugar, formar familia. ¿No se dan cuenta de que destruyen familias? ¿No tienen hijos, hermanos, mamás? Por el amor de Dios, por el amor a la Virgen y a todos los Santos, ¡basta de muerte!
- A los corruptos que son sobornados o coimeados les digo que tienen en sus manos dinero manchado con sangre joven e inocente. ¡Conviértanse! Jesús los llamó razas de víbora, sepulcros blanqueados. Pensá que ese auto que manejás, ese lujo que te das lo compraste con la vida de un hermano, un hijo de Dios y de la Virgen. Dios nos enseña a ganar el pan con el sudor de la propia frente, no haciendo bolsa a los demás.
- A los funcionarios, legisladores, médicos, tengan ánimo y redoblen esfuerzos para una vida digna, que valga la pena. Sin exclusión ni hambre. No tengan miedo de decir la verdad y promover la justicia.
Causas y soluciones
En una declaración, la Comisión nacional de Pastoral de Drogodependencia de la Conferencia Episcopal asegura, sobre las causas del aumento de las adicciones que:
“Por un lado, hay mayor disponibilidad de sustancias. Se pueden conseguir con facilidad. Desde hace ya varios años los niños y adolescentes en general saben de lugares en el barrio en los cuales se vende; algunos de éstos también cerca de las escuelas… Si hay más disponibilidad —más drogas— es que ha crecido el narcotráfico. Es el resultado de menos control, más sobornos, más amenazas, más traslado de soberanía a bandas mafiosas que se adueñan de barrios enteros. Por otro lado, esto se debe al crecimiento nefasto de cuatro elementos íntimamente vinculados: delito - corrupción - impunidad - tolerancia social; esta última favorece el aumento de la demanda”.
Los obispos abordan también la cuestión de la despenalización de las drogas:
“Tenemos que tener claras las ideas y las señales que se dan a la sociedad. Hablar de despenalizar así, sin más, redunda en facilitar el consumo dando un mensaje confuso, que favorece la tolerancia social y disminuye la percepción del riesgo. (…) Pero con la droga no hay que dar pasos que faciliten su acceso y la hagan aparecer como algo “natural”, porque no es natural que una persona deba drogarse para vivir. La legislación actual lo que pena es la “tenencia para el consumo” y establece una serie de medidas para orientar el tratamiento de las personas afectadas. No se busca meterlo preso: se trata de curarlo”.
Piden también medidas de prevención y de tratamiento de la adicción, así como “una mayor eficacia en la persecución del delito y la existencia de deficientes controles fronterizos”, pues parece “que hay gente a la que no le interesa frenar el daño que se provoca, sino todo lo contrario”.
Denuncian que “se promueve una exaltación de supuestas libertades individuales “sin hacer daño a terceros” que revela, por lo menos, una falta de cercanía con la realidad que padecen las personas que se drogan, en especial los más chicos y los más pobres”. El documento sostiene “que la droga no se combate solo con intervenciones de índole sanitaria y judicial, es necesario crear relaciones humanas ricas en valores espirituales y afectivos, y hacia allí orientamos nuestros esfuerzos”.