(Fides) Se teme por la vida de Farah Hatim, la chica católica secuestrada y obligada a contraer matrimonio y convertirse al Islam en la ciudad de Rahim Yar Khan, en el sur de Punjab. Según refiere a Fides la familia de la chica, Farah está constantemente drogada y su vida corre peligro. Sin embargo continúan los intentos por desalentar a la familia en su batalla para solicitar la liberación de Farah.
Ayer Qasim y Huma Hatim, un hermano y una hermana de la víctima, fueron citados por la policía local que les mostró el certificado de matrimonio, una declaración de conversión al Islam y una foto de Farah, con la tradicional túnica musulmana. La policía ha declarado que "todo está en orden", reiterando la invitación a la familia a abandonar todas las reclamaciones. Según Huma y Qasim, esos documentos han sido falsificados. Las supuestas firmas de Farah son en urdu –señalan– mientras que la chica siempre solía firmar en Inglés. Además, en la foto, la chica está totalmente cubierta, “para cubrir los golpes que ha recibido", afirman. "La policía nos quiere convencer de olvidarnos de Farah, pero vamos a seguir", dicen los miembros de su familia.
Numerosos casos de conversiones forzadas, violaciones o matrimonios forzados
“Será muy difícil ganar esta batalla y liberar a la chica", comenta a la Agencia Fides Su Exc. Mons. Lawrence Saldanha, Arzobispo Emérito de Lahore, y durante varios años presidente de la Conferencia Episcopal. "La ley no está de nuestra parte, y además hay mucha presión sobre los cristianos y los funcionarios públicos” señala. "Hay que decir que nuestra Comisión 'Justicia y Paz' ha documentado numerosos casos como éste. Y muchos no salen a la luz, porque los cristianos están amenazados y tienen miedo de exponerse. Se trata de violaciones flagrantes de los derechos humanos, de la libertad de conciencia y de religión”.
Como han venido señalando desde hace meses a la Agencia Fides las fuentes locales, en Pakistán están aumentando las conversiones forzadas al Islam, las violaciones y los matrimonios forzados. Las víctimas son en su mayoría chicas hindúes y cristianas, las más vulnerables, ya que provienen de comunidades pobres, indefensas, marginadas, por lo que están fácilmente expuestas al acoso, a las amenazas y a la violencia. A menudo ni siquiera tienen el valor de denunciar las agresiones.