(RV/InfoCatólica) El Santo Padre predicó sobre el texto del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que relata cómo Felipe y los demás discípulos, con la fuerza del Espíritu Santo, hicieron en los pueblos de Palestina aquello que había hecho Jesús: predicaron la Buena Noticia y obraron signos prodigiosos.
“Era el Señor que actuaba por medio de ellos –afirmó Benedicto-. Así como Jesús anunciaba la venida del Reino, los discípulos anunciaron a Jesús resucitado profesando que Él es el Cristo, el Hijo de Dios, bautizando en su nombre y extirpando toda enfermedad del cuerpo y del espíritu”.
El Papa, al comentar el versículo “Y fue grande la alegría de aquella ciudad” (Hech.-8,8), equiparó lo ocurrido en el primer siglo de la era cristiana en Palestina con lo que tantos grandes santos y santas, misioneros, como Teresa de Calcuta y el Beato Juan Pablo II que relanzó la “misión ad gentes”, han llevado a cabo irrigando como un río benéfico tantas poblaciones en el curso de los siglos;
Los santos “han dado la vida por llevar el anuncio de Cristo y hacer florecer entre los hombres la alegría profunda. Mientras los potentes de este mundo buscaban conquistar nuevos territorios por intereses políticos y económicos, los mensajeros de Cristo iban por todas partes con el objetivo de llevar a Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo, sabiendo que sólo Él podía dar la verdadera libertad y la vida eterna”.