(RV/InfoCatólica) Recordando la liturgia de este Segundo Domingo de Cuaresma llamado ‘Domingo de la Transfiguración’, recordó que Cristo, después de haber preanunciado a los discípulos su pasión, “tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los condujo a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz” (Mt 17,1-2).
Según los sentidos, la luz del sol es la más intensa que se conoce en la naturaleza, pero, según el Espíritu, los discípulos vieron, por un breve tiempo, un esplendor todavía más intenso, aquel de la gloria divina de Jesús, que ilumina toda la historia de la salvación. San Máximo el Confesor, afirma que las túnicas que se emblanquecieron llevaban el símbolo de las palabras de la Sagrada Escritura que se hicieron claras, transparentes y luminosas.
Aludiendo al pasaje Evangélico de Mateo, Benedicto XVI explicó que tal como dice el Evangelio, junto a Jesús transfigurado “aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él” (Mt 17,3). Moisés y Elías son la figura de la Ley y de los Profetas. Fue entonces que Pedro, extasiado exclamó “Señor, qué bien estamos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mt 17,4). Recordó que san Agustín comenta diciendo que nosotros tenemos una sola morada que es Cristo que es la Palabra de Dios, Palabra de Dios en la Ley, Palabra de Dios en los Profetas.
La Transfiguración, dijo el Papa, no es un cambio de Jesús, sino la revelación de su divinidad, la íntima compenetración de su ser con Dios, que se transforma en luz pura. En su ser uno con el Padre -añadió-, Jesús mismo es Luz de Luz. Pedro, Santiago y Juan, contemplando la divinidad del Señor, son preparados para afrontar el escándalo de la cruz, como canta un himno antiguo. “Sobre el monte te has transfigurado y tus discípulos, por cuanto eran capaces, contemplaron tu gloria, para que viéndote crucificado, comprendieran que tu pasión era voluntaria y para que anunciaran al mundo que verdaderamente tú eres el esplendor del Padre”.
Benedicto XVI invitó a los fieles a participar de este don sobrenatural:
Queridos amigos, participamos también nosotros de esta visión y de este don sobrenatural, dando espacio a la oración y a la escucha de la Palabra de Dios. Además, especialmente en este tiempo de Cuaresma, exhorto, como escribe el Siervo de Dios Pablo VI, “a responder al precepto divino de la penitencia con algún acto voluntario, fuera de las renuncias impuestas por el peso de la vida cotidiana.
Tras invocar a la Virgen María para que nos ayude a escuchar y seguir siempre al Señor Jesús, hasta la pasión y la cruz, para participar también nosotros en su gloria, el Benedicto XVI saludó en diversos idiomas. Este fue su saludo en español:
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. En este segundo domingo de Cuaresma, la liturgia nos invita a reflexionar sobre el acontecimiento extraordinario de la Transfiguración. Jesús manifiesta el esplendor de su gloria, para testimoniar que la pasión es el camino de la resurrección. Os aliento, en este tiempo, a escuchar al Hijo predilecto del Padre, a alimentar vuestro espíritu con su Palabra y, así renovar con gozo en la noche de Pascua los compromisos bautismales. Feliz domingo
El Papa quiso referirse a la situación en el norte de África, especialmente en Libia:
En días pasados las preocupantes noticias que llegaban de Libia suscitaron también mi viva preocupación y temores. Oré de modo particular al Señor durante la semana de los Ejercicios Espirituales. Ahora, sigo los últimos eventos con gran aprehensión, rezo por aquellos que están implicados en la dramática situación de aquel País y dirijo un fuerte llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas y militares, para que tengan presente, antes que nada, la integridad física y la seguridad de los ciudadanos y para que garanticen el acceso de las ayudas humanitarias. A la población quiero asegurar mi conmovida cercanía, mientras pido a Dios que un horizonte de paz y de concordia surja prontamente en Libia y sobre la entera región del norte de África.